Propuesta

Charla conmigo antes de juzgarme por cómo me veo o por el lugar de dónde vengo.

—Pero entonces, ¿qué es lo que quiere la iglesia con Ezequiel? —preguntó Melissa.

—No lo sé, pero yo no confiaría en ellos. Los arcángeles hace tiempo que lo buscan, desde que hay rumores de la gestación de una rebelión. Se ha dado la orden de eliminar a cada Nephilim y Demonio que habite este planeta. —respondió el arcángel alvino.

¿Una rebelión?

—No importa, iré a ver qué quieren conmigo esos estúpidos fanáticos. Voy a cambiarme. Será mejor que te vayas Melissa. —comentó Ezequiel.

—Bien, me iré, pero antes necesito asegurarme de que el arcángel estará bien.

—Es mi rehén, aún necesito más información, no lo dejaré ir.

—Pero él ha hablado. No quiero que lo lastimes más.

—Melissa ¿Por qué eres tan entrometida?

—Por favor.

Melissa dirigió la mirada a Elliot quien se mantenía en silencio junto a Ezequiel. Elliot miró a Ezequiel y luego a Melissa en repetidas ocasiones sin saber qué decir.

—No podemos confiar en él. —por fin dijo Elliot

—¡Elliot! Por favor, Ezequiel.

—No confío en él y punto. Saldré y no los dejaré con él libre. —Ezequiel se dio la vuelta y caminó hacia dentro de la casa mientras que Melissa lo seguía.

—Ok. No lo liberes, solo bájalo de ahí y déjame curar sus heridas.

—¿Por qué eres tan molesta? No puedes estar compadeciéndote de ellos.

—Él ha hablado, y dijo Elliot que él no los atacó, tal vez él no está con ellos.

—O tal vez es una trampa —dijo Ezequiel fingiendo la voz en el tono delicado y femenino con el que hablaba Melissa.

—No creo, solo quiero saber más sobre ellos. Estaré bien, lo prometo. —Ezequiel frunció el ceño y Melissa le sonrió dulcemente, Ezequiel puso los ojos en blanco en forma de fastidio y Melissa lo abrazó.

—Gracias, te amo, lo sabes, ¿verdad?

—No lo liberes.

—No, solo le diré a Elliot que me ayude a bajarlo y curaré sus heridas. No más, lo prometo.

***

Ezequiel llegó a la basílica, un joven sacerdote lo recibió amablemente.

—Adelante señor, avisaré que está aquí. Tome asiento, por favor.

El sacerdote lo dirigió a una oficina y le hizo una seña con la mano para que tomara asiento en un sillón.

—Esperaré así.

Se quedó de pie, cruzó los brazos y echo una mirada a todo el lugar, un librero llamó su atención, la mayoría de los libros eran sobre ángeles y demonología. Un hombre llegó, y él se giró para verle; traía una sotana negra y su Cleriman. (El accesorio común que usa los sacerdotes en el cuello)

—Me complace mucho que haya escuchado mi petición señor Ezequiel.

Soy el cardenal José Luis Mendoza. —Extendió su mano para saludarle, pero Ezequiel le ignoró.


—Al grano, no tengo su tiempo. ¿Qué quiere la iglesia de mí?

—Bien, el motivo de mi llamado fue porque lo hemos estado buscando desde hace tiempo, y por fin hemos podido dar con usted, gracias al panadero y al pequeño incidente con el laboratorio.

Ezequiel levantó ligeramente una ceja. Sabía que el interés de la iglesia en él no le traería nada bueno.

—Sabemos que usted es una persona que hace todo por sus seres queridos y que le gusta el dinero y el poder.

—Usted no sabe nada de mí, así que, vaya al grano, esta charla comienza a aburrirme.

—Digamos que también tengo negocios con las mismas personas con las que usted ha trabajado —Ezequiel frunció el ceño, comenzaban a molestarle sus afirmaciones sobre él.

—Basta, deje de decir estupideces. ¿Dígame qué hago aquí, y por qué me han estado buscando?

—Déjeme terminar, no sea impaciente. Queremos que usted nos ayude. Supongo que con todo esto se ha dado cuenta que hay una rebelión contra los arcángeles.

—Eso no es nada nuevo. ¿Qué tiene que ver la iglesia con eso? según tengo entendido, ustedes están con ellos.

—Bueno, nosotros hemos decidido intervenir, está claro que usted es uno de los híbridos más poderosos que hay y que gusta del poder y el dinero, como cualquiera de nosotros, y sabemos que es capaz de hacer lo que sea por sus seres queridos. Con eso decidimos hacerle una propuesta. Queremos que se una a nosotros, y a cambio, será bien recompensado. Para nosotros y el planeta, es mejor ser aliados que enemigos. Compartimos un mismo mundo y ninguno de nosotros desea que esta guerra se extienda y llegue a lastimar civiles.

—¿Usted cree que a mí me interesa su gente? —Ezequiel sonrió con ironía soltando un poco de aire por la nariz—. No me interesa ni su gente, ni la guerra, tengo otros asuntos ahora. Pierde su tiempo conmigo.

Se dio la vuelta para salir del lugar y cuando estaba por abrir la puerta de la oficina el cardenal dijo—: ¿Asuntos como sus hembras que han sido secuestradas?

Ezequiel se dio la vuelta y lo observó con sorpresa, pero rápidamente la ira invadió su rostro.

—¿Tú?, ¿eres tú el que las tiene secuestradas?

—Oh no, señor Ezequiel, el que yo esté enterado de todo no significa que yo sea el causante, claro que no, la iglesia jamás usaría ese tipo de actos tan bárbaros. Quien las tiene es uno de nuestros aliados, es por eso que yo le he pedido intervenir, porque no deseamos una confrontación entre usted y él.

Ezequiel regresó y golpeó el escritorio, el cardenal solo parpadeó algo nervioso echándose ligeramente hacia atrás.

—¿En dónde están?

—Tranquilo, yo podría tratar de negociar con él para que sus hembras le sean devueltas, pero solo si usted acepta mi petición.

—¡Cállate! Dime en dónde están.

Ezequiel tiró todo lo que había en el escritorio, se inclinó tomando al hombre de la camisa, lo levantó acercándolo a centímetros de su rostro por encima del escritorio.

—Escúchame bien idiota, no intentes jugar conmigo, se la clase de persona que son y la alianza que tienen con los ángeles.

—No debería alterarse de esa manera señor, usted no está en posición de pelear.

El hombre dirigió su mirada hacia la puerta, haciéndole saber que tenía que mirar hacia atrás, había dos arcángeles y un demonio listos para pelear.

—Tranquilícese, no lo llamé para pelear.

Ezequiel soltó al hombre y este se acomodó el traje. Ezequiel miraba de soslayo a los arcángeles y al demonio que permanecían de pie.

—Bien, señor Ezequiel, le daré un tiempo para que piense en lo que hemos hablado. Sé que usted tiene muchos seres queridos en este mundo, como las hembras y la familia del panadero.

—¿Por qué me suena eso como una amenaza?

—Yo no soy su enemigo. Solo veo por el mejor interés de ambos y por el bien de todos. Usted recupera a sus hembras y nosotros contamos con su ayuda.

—No sabes lo mucho que me molesta que se refiera a ellas como mis hembras, me hace pensar que las ve como si fueran... alguna especie de animal.

—Me disculpo señor, entenderá que es algo difícil referirse a seres de otro planeta y especie.

—Váyase a la mierda su santidad. Dígame en dónde están y tendremos un acuerdo.

—Sabia decisión, hablaré con mi aliado lo más pronto posible para llegar a un acuerdo y lograr que le entreguen a sus chicas. En cuanto tenga una respuesta me comunicaré con usted, no lo dude.

Ezequiel se dio la vuelta y miró a los arcángeles de una forma retadora, pero su mirada se enfocó en la del demonio, quien lo miraba fijamente con una ligera sonrisa mientras salía del lugar.

***

Ezequiel volvió a su casa, al llegar aún se encontraba Melissa. Ella se encontraba en la sala de pie frente al arcángel que se encontraba sentado en uno de los sillones con las manos atadas, Melissa le suturaba una herida de la frente. Elliot se mantenía sentado frente a ellos. Ezequiel entró, miró la escena y entrecerró los ojos, desaprobando la situación, Melissa lo miró atenta.

—¿Para qué te querían?

—Quieren mi ayuda.

—¿Para qué?

—Para detener la rebelión.

—¿Entonces la iglesia quiere que les ayudes con la rebelión?

—Pero, ¿por qué? —dijo Elliot.

—Al parecer los arcángeles sí tienen a Neimy y a Elizabeth. Este estúpido nos está mintiendo.

Él arcángel levantó la cabeza y miró a Ezequiel.

—Te equivocas, los arcángeles nunca te pedirían que les ayudes con la rebelión, para ellos tu eres sospechoso de encabezar la rebelión. Ellos odian a cualquier Nephilim.

—Pero, ¿por qué los odian? —preguntó Melissa.

El arcángel giró los ojos hacia Melissa cruzando su mirada con la de ella, la desvió rápidamente y carraspeó, agachando nuevamente la cabeza.

—Porque hay normas establecidas. Son producto de dos especies diferentes, son antinaturales.

—Qué estupidez. ¿Quiénes se creen esos estúpidos para decidir lo que es natural o lo que no? —comentó Elliot.

—Pero entonces, ¿con quién está la iglesia? —Ezequiel desvío la mirada al arcángel.

—Si no es con los arcángeles, entonces con la rebelión, al parecer están traicionando el acuerdo con los arcángeles.

—Probablemente se están dividiendo. Porque no hay reportes de que haya sospechas de ese tipo. El Vaticano está lleno de arcángeles, ya habría algún reporte de eso —dijo el arcángel sin mirarlos.

—Independientemente de quién sean, tienes que ser cuidadoso Ezequiel, mientras las tengan, tienes las manos atadas, podrían lastimarlas.

—Lo sé. Tengo que matar a ese estúpido cardenal para obligarlo a darme información de quién es su aliado, si cree que por estar protegido por arcángeles y demonios me voy a detener, está equivocado.

—Solo ten cuidado —habló Melissa.

Ezequiel se sentó en el sillón de la sala con sus codos apoyados en su rodilla y sus manos en la frente con sus dedos entre sus cabellos. La frustración de no poder hacer nada era evidente.

Todos se quedaron en silencio, mientras, Elliot limpiaba el lugar, barría y reacomodaba las pocas cosas que quedaban. Melissa seguía curando las heridas del arcángel, hizo que levantará su rostro para curar la herida debajo de su mandíbula, él arcángel mantenía sus ojos cerrados en ocasiones los abría, pero desviaba rápidamente para no cruzar su mirada con la de ella.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó la joven rompiendo el silencio, el arcángel carraspeó y se removió incómodo.

—Isaías.

—Qué lindo nombre. —Ezequiel y Elliot voltearon rápidamente a mirar a Melissa, ella los vio y se sonrojó—. ¡¿Qué?!, en verdad es lindo.

Ezequiel puso los ojos en blanco.

—Bueno, tengo que irme, mamá y papá están preocupados. Mañana vendré, espero que haya mejores noticias. Isaías mañana vendré a ver cómo siguen tus heridas. —El arcángel solo asintió con la cabeza, pero no la miró.

—Que te lleve Elliot.

—No, está bien, ya he llamado un taxi.

—Bien.

Melissa salió de la casa y Ezequiel se levantó del sillón, caminó hacia un perchero y tomó su gabardina.

—¿A dónde vas? —preguntó Elliot

—Tengo que hacer algo, iré con la doctora Michelle, espero que ya se hayan comunicado con ella.

—Espera a que termine de oscurecer, no te arriesgues, es mejor que te muevas por la madrugada.

***

—Señor Belial, tiene una llamada del cardenal. —Le interrumpió uno de sus subordinados.

Él se encontraba de pie mirando hacia un ventanal mientras sonaba la melodía Sonata del diablo de Paganini. Sin darse la vuelta extendió su mano con algunas manchas negras y largas uñas negras, le entregó el teléfono su sirviente e hizo una leve reverencia para luego salir de la enorme oficina en donde se encontraba.

—Dígame su santidad, no esperaba su llamada tan pronto, espero que me tenga buenas noticias.

—He podido hablar con el joven Ezequiel y como era de esperarse no le interesa tener parte en la rebelión, pero intente negociar, él quiere a las dos hembras, el ayudará, pero si le son de vueltas.

—La Nephilim es mía, pero haré una excepción una vez que esté preñada.

—Señor no creo que sea buena idea, es mejor tenerlo como aliado que de enemigo, hasta ahora es uno de los Nephilim más poderoso, de lo poco que sabemos es hijo de un arcángel guerrero de alta jerarquía y de una demonio de igual manera.

—Bien, entonces le diremos que las entregaremos hasta que termine la rebelión. Una vez que se tome el palacio de Celeste y estén muertos los supremos. No tiene opción de todos modos, al final lo mataré, alguien como él, con el tiempo podría interferir con mis planes.

Cortó la llamada, caminó hacia su escritorio, se puso sus guantes de piel y abrió un cajón. Sacó un pequeño frasco que contenía un líquido o medicamento, junto con una jeringa la preparo y se la administro en el brazo.

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Hasta aquí el capítulo mis queridos lectores, esto cada vez se está poniendo más tenso. Aún hay muchas cosas que aclarar. Sigan al pendiente que las cosas se están poniendo feas. Los amo y espero sus votos y comentarios. Muchos besos y mis mejores vibras 🥰😘

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