NEGACION
Puedes negarte a la razón, pero no segar al corazón.
Ezequiel intentaba dormir, no podía sacarse de la mente, quién podría estar detrás de Elizabeth, ¿algún grupo de demonios?, o ¿serán los arcángeles? ¿Y si era el maldito gobierno? Esas preguntas se repetían una y otra vez en su mente, impidiéndole conciliar el sueño. La puerta de su habitación se abrió despacio. Ezequiel dirigió la mirada hacia ahí y entre la oscuridad Elizabeth entró. Caminó hasta la cama, levantó la cobija y se recostó obligando a qué Ezequiel le hiciera espacio.
—Elizabeth, ¿estás bien? ¿Qué sucede? —dijo al mismo tiempo que se sentó. Ella al llegar a la cama se recostó de lado acurrucándose, él la miró y volvió a acostarse. Se acercó a él y pegó su rostro a su pecho.
—Eze, quiel —susurró con dificultad.
Se estremeció al sentir el calor de su aliento y al escuchar su voz. Nunca había dicho una sola palabra, fue algo extraño oírla, y más porque fue su nombre. Ella se removió pegándose más, tragó saliva al sentir el roce de piel con piel en su pecho, tenerla así le hacía despertar muchas sensaciones nuevas, un deseo que no se podía permitir tener. Su corazón se aceleraba y el calor de su cuerpo aumentaba concentrándose en su entrepierna.
Le echó el brazo por encima de la cobija, para que ella se sintiera protegida e intentó dormir. Al amanecer Ezequiel despertó con mucha pesadez, le había resultado difícil conciliar el sueño con Eli ahí. La cercanía a su cuerpo, su aroma y su calor lo tenían muy inquieto. El sonido de la vibración de su celular en el buró de su cama lo despertó. Alguien le estaba llamando. Observó el teléfono que marcaba un número desconocido. Lo tomó y contestó la llamada, pero no dijo nada, solo se limitó a escuchar.
—Hola, Samael, soy Nina. Necesitó verte, algo ha pasado, tengo mucho miedo. Cariño, por favor, necesitó hablar contigo. ¿Estás ahí? Unos hombres me han amenazado y lastimado. Me hicieron preguntas sobre ti, al parecer alguien les dijo de nuestra relación. Tuve que mentirles porque me apuntaban con un arma en la cabeza. Por favor, ven cuanto antes, amor. Tengo mucho miedo. Contéstame por favor.
Eli abrió los ojos y los volvió a cerrar para que Ezequiel no se diera cuenta de que escuchaba la llamada, el oído de Elizabeth era igual de sensible que el de él. Él frunció el ceño y finalizó la llamada. Se sentó a la orilla de la cama tratando de no hacer movimientos bruscos o algún ruido que pudiera despertarla.
Neimy entró a la habitación de Eli para invitarle a desayunar dándose cuenta de que no estaba. Ella sorprendida y preocupada, va al baño esperando que esté tomando una ducha. Tampoco se encontraba ahí, se dirigió a informarle a Ezequiel, abrió la puerta de golpe y lo vio abrochándose el pantalón y sin camisa, lo observó y luego a Eli, que aún dormía.
Él le miró y le hizo una seña con el dedo indicando que no hiciera ruido. Neimy sonrió gustosa y cerró la puerta despacio. Ezequiel terminó de cambiarse, se peinó y salió del cuarto, de la misma manera cerró la puerta, caminó hacia la cocina donde se encontraba su amiga en la barra desayunador, con un tazón de cristal con uvas y fresas, una jarra de jugo y pastelillos. Entró a la cocina, tomó un vaso y sirvió un poco de jugo de naranja, le dio un trago, mientras ella lo observaba con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Qué estás mirando?
—Veo que fue una noche dura.
—No digas tonterías. Para tu información, no ha pasado nada. Ella solo estaba nerviosa y al parecer se sentía segura a mi lado. No seas tan enferma Neimy. Sabes que ella es como si fuer...
Pero no lo es —lo interrumpió levantando las cejas e introduciendo una uva a su boca.
—No malinterpretes las cosas, ella es como una hermana para mí y lo sabes.
—No sé porque, si ni siquiera han crecido juntos.
—Estas loca.
Yo solo veo cómo la miras, escucho como tu corazón se acelera y como aumenta la temperatura en tu cuerpo, cuando estás cerca de ella. No te engañes a ti mismo cariño.
Ezequiel no dijo nada, bebió todo el jugo de su vaso, se quedó unos segundos con la mirada perdida, abrió los labios como si fuera a refutar algo, pero sus palabras no salieron. Caminó al fregadero, lavó el vaso y lo puso en el escurridor, tomó un pastelillo y salió de la cocina sin decir nada ni mirar a Neimy, ella lo siguió con la mirada hasta que desapareció de su vista, tomó otra uva y la comió al mismo tiempo que sonrió. Ezequiel salió en su automóvil. Unos hombres miraban desde lejos dentro de un auto, uno de ellos, al verlo, hizo una llamada.
—Samael ha salido solo de la casa. Es hora de entrar. La mujer con alas debe de estar adentro.
La puerta de la entrada se abrió de golpe, un grupo de cuatro hombres armados entraron. Al verlos, Neimy se puso de pie y con una mano en la cintura, frunció el entrecejo y los intrusos le miraron de arriba abajo.
—Vaya, pero qué estúpidos son. Vienen a amenazarme con sus armas humanas a mi casa.
—Ella no es la mujer con alas —dijo uno de los hombres
Ezequiel llegó a la casa de Nina, tocó el timbre y ella rápidamente atendió la puerta. Ella llevaba una bata roja de dormir, muy delgada, ligeramente abierta.
—Pasa por favor. Siéntate cariño. ¿Quieres tomar algo? —Ezequiel entró a la casa y recorrió la sala con la mirada.
—Nina, no vine de visita, ¿Qué fue lo que sucedió? Ella le ignoró y le trajo un vaso y una botella de whisky.
—Tómalo, por favor, necesito que te relajes, no quiero que te molestes conmigo. —Él se sentó en uno de los sillones y tomó el vaso que le había servido—. Ya te lo dije, unos hombres me secuestraron. Me hicieron preguntas sobre ti. —Ella se sentó a su lado y tocó su pierna. Ezequiel le dio un trago al vaso y lo dejó en la mesita de centro de la sala—. Estoy muy asustada, tengo mucho miedo. Cariño, no sé qué pueden hacer esos hombres, necesito que te quedes conmigo al menos hoy. —Ella se arrodilló en frente de él, acariciando sus piernas y él la miró indiferente—. No sé qué voy a hacer, amor, no me rechaces, estoy muy asustada. Me amenazaron, fue horrible. Dijeron que si no hablaba me matarían. Me apuntaron con un arma en la cabeza. Obvio les mentí y temo que cuando lo descubran vengan a asesinarme.
Ezequiel arqueó las cejas. Ella se acercó más, quedando entre sus piernas. Él tomó sus manos y las quitó. La mujer tomó su vaso y le dio un trago mientras seguía de rodillas. Él se inclinó hacia delante y ella no retrocedió, regresó sus manos a sus piernas, muy cercas de su entrepierna. Comenzando a acariciarlo de nuevo, se acercó tanto que casi sus labios chocaban.
—Por favor cariño, sabes que te amo, déjame estar a tu lado. —Él podía sentir su aliento con un rico olor a whisky.
—Basta, Nina. ¿Qué quieres conseguir? Te mandaré lejos de aquí para que no te involucres más.
—No quiero eso, deseo estar a tu lado. No soportaría ser solo una amiga, pero quiero vivir contigo. Él volvió a quitar sus manos de sus piernas y ella aprovechó para sostener su mano, tomó su dedo índice para luego besarlo, lo metió a su boca chupándolo de una manera suave y seductora. Ezequiel la miró serio elevando ligeramente una de sus cejas. Nina dejó su mano y se acercó a él, se agachó y mordió suavemente el bulto de su entrepierna. Él quitó sus manos y la empujó haciendo que callera de trasero.
—Dije que no, Nina, basta. No vine a esto.
—Amor ¿Ya no te gusto? ¿Por qué me rechazas?, solo déjame sentirte una vez más. No sabes el terror que sentí. Te necesito.
Sus ojos se humedecieron casi al punto de derramar lágrimas. Se incorporó y se puso otra vez de rodillas en medio de sus piernas, acariciándole el pecho con una mano y con la otra rozó ligeramente desde su pierna hasta su entrepierna. Se acercó nuevamente y comenzó a besarlo en el cuello. Su bata ya estaba abierta dejando ver sus senos desnudos. Después buscó sus labios logrando que él le correspondiera. Ella comenzó a acariciar su entrepierna, le desabrochó el pantalón e introdujo su mano.
—Sé que lo deseas tú también, puedo sentirlo. —dijo entre besos.
Ezequiel la miró devolviéndole una sonrisa de medio labio, algo cínica. La tomó de la barbilla de una manera agresiva y la acercó a su boca, dándole un beso muy intenso, lleno de deseo. La alejó de nuevo de él y puso su mano en la coronilla de su cabeza y la empujó hacia abajo, obligándola a bajar a su entrepierna. Él se recostó en el sillón, tomó el vaso de whisky y le dio un trago, cerró los ojos dejándose llevar por sus impulsos y deseo que bien necesitaba calmar.
La presencia de Eli lo tenía muy inquieto y confundido, pero Nina sabía perfectamente cómo calmarlo. Ella sabía cómo complacerlo a pesar de que siempre la rechazaba, al final él terminaba cediendo a sus encantos.
***
Neimy se giró a gran velocidad y pateó el arma de uno de los hombres, haciendo que la tirara al suelo, lo tomó de la cabeza y lo golpeó contra la pared, dejándolo caer inconsciente.
Otro le disparó, pero ella se deslizó al suelo esquivando la bala. Se levantó de golpe al mismo tiempo que tomó y lanzó una de las sillas hacia él. Él intentó cubrirse y cuando volteo, Neimy ya estaba junto a él, le golpeó el rostro fuertemente haciendo que callera.
Otro le disparó y ella se cubrió con el hombre que intentaba incorporarse jalando de él con una fuerza anormal, las balas lo golpearon muriendo al instante. Lanzó el cadáver hacia él y lo hizo caer, tomó su arma y le disparó matándolo de un tiro en la cabeza.
Sus movimientos eran tan rápidos que les era difícil lograr darle.
Otro de los hombres le disparó en repetidas ocasiones fallando los tiros.
De un salto se subió a la barra desayunador y disparó, pero también falló el tiro, bajó de la barra quedando frente al tirador, le arrebató el arma y le golpeó la cara con ella.
El hombre cayó y lo remato con un tiro en el pecho.
Ya se había recuperado el que había golpeado contra la pared, aprovechando que ella estaba de espaldas le disparó, hiriéndola en el hombro.
La demonio se giró, bajó la vista a su hombro, dándose cuenta que la bala había dejado un orificio de salida. Se volvió hacia él.
Cuando el intruso la miró, se sorprendió, horrorizado.
Los ojos de Neimy se habían vuelto totalmente negros, su rostro lucía macabro.
Ella observó el arma con la que le apuntaba tembloroso, se la arrebató y lanzó lejos, el hombre dio unos pasos atrás chocando con una de las sillas. La demonio lo siguió caminando hacia él, mientras él seguía hasta llegar a la pared, rodó sus ojos a la barra y los regresó rápido a ella. La joven lo miraba atenta, él puso la mano sobre la superficie con intención de tomar un cuchillo que estaba a la vista, ella se dio cuenta y en un movimiento rápido, lo agarró y cortó de golpe los dedos del hombre. Él soltó un alarido de dolor al mismo tiempo que observó su mano con los dedos amputados y sangrando.
Ella, sonrió maliciosamente. Lo tomó de la cabeza y con un movimiento rápido y agresivo, se la giró hacia la derecha, destrozándole el cuello, lo soltó dejando que cayera, al levantar la mirada, vio a Elizabeth en la entrada de la cocina, con su bata blanca de dormir y los pies descalzos. Ella tenía los ojos muy abiertos en un gesto de terror. Levantó su mano, señalando hacia la entrada de la casa. Con rapidez su amiga se giró a donde ella señalaba y sus ojos se abrieron aún más.
—¡Puta madre! —dijo entre dientes.
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