Isaías

Entonces cobró sentido aquel dicho; Siempre hay una pequeña luz entre tanta oscuridad. Y esa luz eres tú.

En el camino Isaías se mantenía con la mirada al frente en silencio, Melissa constantemente miraba sus ojos grises, su piel blanca y ese cabello largo y blanco que tanto le fascinaba. Su belleza era realmente peculiar, era imposible evitar verlo.

—Eres extraño, no hablas mucho y parece que no te gusta que te hable.

—No estoy acostumbrado a relacionarme con otros.

—¿A qué te refieres con otros? —Él volvió a quedarse en silencio—, o ¿es otros, es conmigo? En la siguiente esquina da vuelta. —Siguió sin contestar—. Bien, solo di que no quieres que siga hablando.

Melissa suspiró y se quedó en silencio. En una fracción de segundo hubo un fuerte estruendo y la camioneta se impactó con fuerza, como si hubiese chocado con algo, deteniéndose de golpe. Melissa quedó totalmente aturdida y desorientada. Los vidrios de la camioneta volaron por todas partes, todo se nubló y no podía escuchar nada, solo un zumbido que poco a poco se desvaneció.

Una vez que recobró el sentido, no comprendió qué fue lo que pasó. La camioneta se había detenido y tenía un gran golpe como si hubieran golpeado con un árbol. Volteo rápidamente al lugar en donde estaba Isaías, pero no estaba, regresó la mirada al frente y fijó la vista entre los vidrios estrellados ubicando la cabellera larga y blanca de Isaías. Él se encontraba parado frente a la camioneta dándole la espalda. Tres hombres frente a él parecían discutir y amenazar, Isaías levantó sus brazos, tomó su cabello y se ató una coleta alta. En ese momento Melissa comprendió que los habían atacado.

De alguna manera Isaías la había protegido para no golpearse, ella ni siquiera traía el cinturón de seguridad, por el golpe de la camioneta debió de haber salido disparada, pero no tenía ni un solo rasguño, se tocó la cabeza esperando tener algún golpe, pero no encontró nada, abrió la puerta y salió.

—Mira eso, es una humana. Isaías te ves también con los humanos, siempre creí que eras un maldito débil mental, solo deshonras la sangre real que corre por tus venas, sabía que no tardarías en unirte a los humanos o a los renegados.

—Lárguense, no pelearé con ustedes.

—No pelearé con ustedes —repitió uno de los hombres fingiendo la voz de una forma ridícula mientras que los otros reían.

—Maten a ese idiota traidor junto con su mascota.

Uno de los arcángeles se dirigió a Isaías y otro con Melissa. Isaías sacó sus alas y dos pequeñas espadas hechas de energía, una en cada mano. El arcángel hizo lo mismo y se lanzó a pelear. Sus posturas parecían las de dos guerreros medievales a punto de comenzar un duelo.

Otro voló hacia Melissa, ella intentó correr, pero este voló más rápido y salió por delante de ella. La tomó del brazo y ella pegó un grito. Isaías la escuchó, mientras peleaba, en un movimiento rápido se dio la vuelta y lanzó una de sus espadas hacía el arcángel que tenía a Melissa y se la enterró en la espalda, logrando que la soltara. Ella entró a la camioneta y cerró la puerta.

El arcángel herido sacó la espada de energía de su espalda y la tiró al suelo, está se desintegró al momento. El arcángel con el que peleaba aprovechó la pequeña distracción, pateó los pies de Isaías haciéndolo caer y luego golpear su mano, logrando que tirara la espada. Con un rápido golpe el arcángel intentó enterrar la suya, pero Isaías la tomó con sus palmas del filo.

El arcángel que se encontraba herido abrió la puerta de la camioneta y tomó a Melissa de nuevo, pero esta vez del cabello. Ella desesperada por liberarse, de su bolsa sacó un aparato de defensa personal y sin pensarlo le dio una descarga, recibiéndola ella también, pero con menos intensidad. Gracia a eso consiguió que la soltara.

Isaías y el otro arcángel seguían forcejeando, dio un giro y la espada de su enemigo se enterró en el suelo. Aprovechó el momento para lanzarlo al suelo de un golpe con sus pies, se puso de pie y voló con rapidez a la camioneta para ayudar a Melissa, pero el arcángel se incorporó y voló tras él. Con un rayo de energía golpeó su ala haciéndolo caer encima de la camioneta. Melissa gritó al sentir el vehículo sacudirse. Sacó su celular y con las manos temblorosas marcó a Ezequiel, quien no contestó porque en ese momento tomaba un baño.

El arcángel que había recibido la descarga se incorporó y volvió a tomar a Melissa del cabello haciéndola salir por la ventana. Mientras el otro golpeaba al alvino con el puño en el rostro, su nariz y boca comenzaron a sangrar. Dispuesto a no ceder junto algo de energía en su puño y se lo lanzó haciéndolo caer de espaldas. Con agilidad los dos se pusieron de pie quedando frente a frente.

Melissa volvió a gritar al ser arrastrada, Isaías giró los ojos hacia su dirección y vio como ella se defendía; pataleaba e intentaba morder al arcángel, pero este la abofeteo en el rostro haciéndola caer al suelo. Al ver distraído a Isaías el arcángel sacó una daga e intentó apuñalarlo, Isaías lo detuvo con su mano, forcejearon nuevamente por un momento, lo golpeó en el rostro con su cabeza logrando desorientarlo, le dio otro golpe en el estómago con su rodilla y lo hizo caer al suelo. Le quitó la daga y la enterró en su nuca, al instante el arcángel se desintegró. Isaías rápidamente voló hacia donde estaba Melissa para ayudarla.

Ella luchaba con todas sus fuerzas, mordía y arañaba al arcángel. El alvino llegó por detrás apuñalándole la espalda, el arcángel cayó encima de Melissa y ella lo empujó horrorizada.

Él tercer arcángel miraba la escena con los brazos cruzados, frunció el ceño con rabia.

—Isaías, siempre vi potencial en ti, a pesar de ser un soldado tan joven, tu eficiencia era perfecta, la sangre real que llevas en tus venas te hace superior a cualquiera, lamento que te hayas dejado llevar por emociones y sensaciones tan básicas como las de los humanos y demonios. Eso es lo que nos hace superiores, el que podamos controlar eso que es tan inútil, pero tú fuiste débil, deshonrando tu raza y tu sangre.

—Todos ustedes son unos hipócritas.

—¿Te dolió lo que le hacían a esas demonios en el palacio? No seas ridículo.

Isaías lo miró moverse con agilidad hasta que apareció detrás de él y lo golpeó en la cabeza haciéndolo caer al suelo, se acercó y sacó una daga de energía e intentó clavársela en el pecho, fallando gracias a qué Isaías se giró para evitarlo. El arcángel gruño dejando ver sus dientes. Isaías se levantó de un salto, se giró y lo golpeó, él le devolvió el golpe con el codo impactando su nariz y lo hizo tambalear, su nariz volvió a sangrar aún más, pero Isaías no le prestó atención.

Melissa miraba la pelea nerviosa, mirando hacia todas partes buscando algo para poder ayudarle.

El arcángel golpeó los pies de Isaías y lo hizo caer al suelo boca arriba, se subió encima de él a horcajadas mientras lo golpeaba en el rostro con el mango de la daga para luego intentar clavarla en su pecho, pero Isaías se volvió a mover intentando girarse. El arcángel logró enterrarla en su ala, los dos luchaban por quién sacaba la daga. Melissa corrió hacia ellos con la máquina de descargas en mano con la intención de hacer lo mismo que con el otro, pero este aleteo y se elevó, prediciendo lo que intentaba hacer.

—Eres una humana muy entrometida.

Dicho eso se dirigió a gran velocidad hacia Melissa con intención de matarla, Isaías la empujó e intentó detener el golpe cayendo los dos de nuevo al suelo, Isaías sacó la daga enterrada en su ala y la clavó en el cuello del arcángel, este pegó un alarido, se quitó la daga del cuello y la sangre salió a presión, cayó de rodillas y luego se desplomó.

—Estúpido, nunca fuiste rival para mí, por algo estaba destinado hacer comandante.

Dicho eso, escupió el cuerpo que se iluminó y se convirtió en energía. Tomó la daga que quedó en el suelo y luego se dejó caer sentado en el suelo. Se sentía débil, aún no se reponía por completo de lo que le había hecho Ezequiel, su ala ahora estaba rota, su nariz y boca sangraban, Melissa se acercó se puso de rodillas para estar a la altura de su rostro.

—¿Isaías está bien?

—Sí, creo que sí.

—Déjame ayudarte.

—No, no me toques, yo solo puedo.

Melissa se sorprendió al ver su rechazo y como desviaba la mirada siempre que intentaba hablar con él. Se levantó y lo miró confusa.

—Tenemos que irnos de aquí.

Dijo y lo tomó de la mano, lo obligó a levantarse y caminar, él intentó soltarse de su agarre y ella no se lo permitió, sólo miró como ella no le importó y lo lleva de la mano, agachó la cabeza guardó sus alas y se dejó guiar por ella.

—No me importa que no quieras que te toque, te aguantas. Estamos cerca de mi casa, apúrate.

Caminaron un par de cuadras y llegaron a casa de Melissa, sacó sus llaves y abrió.

—Melissa, bendito dios ya estaba comenzando a preocuparme. ¡Madre mía! ¿Qué pasó?, ¿quién es este joven?

La madre de Melissa les recibió, ya era tarde y comenzaba a preocuparse, al ver a Isaías se sorprendió por su estado; estaba sucio y manchado de sangre por todos lados y con golpes en el rostro.

—Nos atacaron y él me protegió.

—Pero, ¿por qué?

—No lo sé mamá, tal vez querían asaltarnos, pero Isaías peleó con ellos, me protegió en todo momento. Es amigo de Ezequiel.

—No cabe duda que ese niño se rodea de puros ángeles.

—Sí, literal —dijo Melissa y asintió con la cabeza.

—Hay que llevarlo al hospital. Llama una ambulancia.

—No mamá, él no puede, es extranjero y puede tener problemas, es mejor así, yo lo curaré.

—Pero.

—Mamá por favor, es amigo de Ezequiel.

—Entiendo, está bien hija, pondré un té para que se lo tomen para el susto.

—Sí mamá, gracias. Vamos Isaías sígueme, iremos a mi cuarto.

Al entrar a su habitación, ella cerró la puerta. Él se quedó parado sin saber que hacer, solo miraba a su alrededor.

—Siéntate. —Le señaló un pequeño banco de madera.

—No es necesario que hagas eso, sanaré pronto.

—Lo sé, pero quiero hacerlo. Además, no me molesta, soy estudiante de medicina, es mi trabajo. No te hubieran hecho tanto daño si no me hubieras protegido. Quiero agradecerte por eso.

—No es necesario que me lo agradezcas, estoy bien.

—Dije que te sientes y que voy a curarte —dijo con un tono demandante.

—Tenía que hacerlo, eres alguien importante para Ezequiel. Él me asesinaría si no lo hago. —El teléfono de Melissa comenzó a sonar.

—Hablando de él. Hola Ezequiel, casi muero y tú nunca contestaste.

—¿Qué pasó?, ¿estás bien?

—Sí, gracias a Isaías, casi nos matan y tú cómo siempre sin contestar mis malditas llamadas.

—¿En dónde están?

—En mi casa, la camioneta se quedó en el lugar hecha pedazos. Espero que esté asegurada.

—Bien, voy para allá.

—Estamos bien, Isaías mató a esos locos.

—No importa, iré para allá, necesito arreglar lo de la camioneta con la aseguradora.

—Bien, te esperamos aquí.

Melissa terminó la llamada y se giró a mirar al arcángel.

—Ya viene para acá. Isaías, en verdad agradezco tu protección, fue horrible.

Quítate la camisa.

—No, he dicho que estoy bien. No quiero que me agradezcas así.

—¿Entonces cómo? seguramente con un beso, ni siquiera me miras —dijo con sarcasmo.

Isaías se sonrojó y levantó la cabeza para mirarla.

—¿Un beso?, ¿me agradeces con un beso?

Melissa notó su mirada curiosa, cosa que le sorprendió.

—Sí, si quieres —respondió dudosa—, pero si ni siquiera me miras, ni me dejas tocarte.

—Es porque me siento extraño contigo.

¿Qué?, ¿por qué?

—Para mí no es fácil tener una cercanía con ningún tipo de hembra, desde que nacemos nos enseñan a que no está permitido la cercanía y ningún tipo de contacto, eso solo nos lleva a la desgracia.

—¿Es enserio?, no entiendo. No quiero ser indiscreta, pero, ¿cómo rayos se reproducen entonces?

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Holiss mis queridos lectores. Espero que les haya gustado el capítulo a mi me gustó mucho Isaías. ¡Ternurita! 🥰 creo que quiere saber que se siente un beso. ¿Se lo dará Melissa? 🤭 Si tienen curiosidad de la vida de los arcángeles sabremos un poquito en el siguiente capítulo.

Espero actualizar pronto cada día estamos más cerca del final. cuídense y los amo.

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