HAY ALGO OCULTO
Maldije esa lágrima tuya, porque solo mirarle, lastimaba mi corazón.
—
Neimy cayó golpeando fuertemente contra el suelo junto con Eli. El demonio bajó con rapidez. Estaba por tomar a Eli, pero Neimy se levantó tambaleándose y lo golpeó en la cara casi sin fuerza, haciendo que desvíe su rostro a un lado. Rápidamente, él lo regresó a ella, con una sonrisa de arrogancia, ella frunció el entrecejo e intentó patearle la entrepierna, pero él dio un salto hacia atrás, esquivando su ataque. Le regresó el golpe en la cara y otro en el vientre, la hizo inclinarse hacia adelante por el fuerte dolor en su estómago, dejándola sin aire. Cayó de rodillas y él la tomó del cabello, la lanzó al suelo cayendo boca abajo, la volvió a agarrar del pelo y se puso en cuclillas encima de ella apoyando una rodilla en su espalda.
—¡¡AAh!! —Ella se quejó de dolor mientras su boca y nariz sangraba.
—¡Ya muérete bruja! —dijo con rabia el demonio.
—Púdrete bastardo.
Su atacante sacó una daga, la jaló aún más, obligándola a hacer la cabeza hacia atrás, puso el filo en su cuello, ella respirando con dificultad, cerró los ojos y unas lágrimas se le escaparon. Intentó hacer un último esfuerzo para soltarse de su agarre forcejeando con sus manos, pero le fue imposible, estaba tan lastimada que había perdido fuerzas y la posición en que la tenía le era difícil defenderse o liberarse. Derrotada cerró los ojos esperando su muerte.
Un fuerte jalón la arrastró junto con el demonio, quien la soltó y quedó a unos pasos, mientras el impulso de la fuerza llevó a su atacante un poco más lejos. Neimy levantó la cabeza observando que Ezequiel los había embestido.
Él quedó de cuclillas con una rodilla apoyada en el suelo junto con una de sus palmas para no perder el equilibrio, con la cabeza abajo, la levantó y el fleco de su cabello cubría la mitad de su rostro, fijó la mirada en el demonio y sus ojos cambiaron a un negro espelúznate. Sus alas estaban extendidas, unas ligeras marcas oscuras habían aparecido en su rostro haciéndolo ver cómo una especie de guerrero medieval. Un lado de su labio inferior se elevó, dejando ver uno de sus colmillos.
Con rapidez el demonio se puso de pie. Ezequiel voló a gran velocidad hacia él, fue tan rápido que no le dio tiempo de reaccionar recibiendo un golpe en el rostro, cayendo al suelo, Ezequiel lo tomó del cuello enterrando sus enormes uñas como garras afiladas mientras el demonio gritaba de dolor e intentaba soltarse.
—¡¡Ah...!!
—¿Quién eres? Contesta —cuestionó Ezequiel con voz ronca y firme.
El demonio no contestó, solo se quejaba de dolor.
—¿Quién te ha mandado? —El demonio le miró y con dificultad le sonrió al mismo tiempo que la sangre comenzaba a salir de su boca, ojos y nariz.
—Te mataran tarde o temprano, ella no te pertenece.
Ezequiel frunció el ceño apretando más su cuello.
Con las pocas fuerzas que le quedaban a su enemigo, le escupió la cara. El rostro de Ezequiel se descompuso aún más por la ira, mostrando como apretaba los dientes cómo una bestia salvaje. Hizo más presión en su garganta arrancándole la tráquea. El líquido carmesí salió a presión salpicando su cara, él, solo parpadeo en un acto de reflejo al sentir la sangre caliente que golpeaba su piel. Soltó al demonio dejándolo caer al suelo con el cuello destrozado. Casi al instante se desintegro, volviéndose una especie de polvo negro hasta desaparecer con el viento.
Ezequiel se giró, buscando con la mirada a Neimy y a Eli, su rostro se relajó y sus alas desaparecieron volviendo a su forma humana. Él corrió hacia las dos chicas. Eli se encontraba tirada junto a Neimy, consciente, pero inmóvil. Su cuerpo no le respondía, ella lloraba de impotencia al no poder moverse. Ezequiel le miró y entrecerró los ojos. Verla ahí en el suelo, tan vulnerable, sin siquiera poder moverse, le provocó una sensación de terror. El solo pensar que le asesinaran, le aterraba. Observó cómo una lágrima corría por su mejilla y caía al suelo. Soltó un suspiro para tratar de ignorar eso que le agobiaba, se arrodilló, acarició su rostro y quitó el cabello que cubría su cara.
—¿Estás bien? Elizabeth. —Ella con mucha dificultad asintió con la cabeza, él desvió la mirada a Neimy.
—Te han herido, déjame ver.
—Estoy bien. —Neimy se puso de pie con dificultad y levantó su blusa, desaparecieron sus alas y su aspecto demoniaco.
—No. ¡Mierda! Estás sangrando mucho.
Ezequiel se quitó la camisa y la rompió haciendo un vendaje para su amiga y se la colocó. Ella tomó la daga con la que había sido apuñalada y se la entregó. Ezequiel cargó en sus brazos a Elizabeth para regresar a casa.
Una camioneta negra de doble cabina de modelo reciente llegó con gran velocidad a frenando de golpe y levantando una oleada de polvo.
—¿Qué ha pasado? ¿Están bien? —preguntó Elliot al momento que bajaba del vehículo. Sus ojos se abrieron aún más al ver a Neimy herida, con el rostro hinchado y sangrando.
—Neimy, te han hecho daño.
—Tranquilo, estoy bien cariño, la camisa de Ezequiel detuvo el sangrado, y la vista de sus preciosos pectorales hace que valga la pena el dolor.
Ezequiel subió a Eli a la camioneta y Elliot ayudó a la demonio y se recostó en el respaldo adolorida. Una vez todos arriba, Elliot rodeó la camioneta y la puso en marcha de regreso.
—Hay que llamar a Raziel para que cure tus heridas.
—No, está bien, no es necesario, Elliot.
—Llámalo Elliot, eso no está en discusión —interrumpió Ezequiel.
No tardó mucho y él llegó a la casa, revisó a las dos chicas y curó la herida de Neimy con algunas puntadas. También le hizo algunas pruebas rápidas a Eli.
—¿Cómo está Elizabeth? —preguntó Ezequiel a Raziel.
—Está mejor, se ha dormido, al parecer lo que le inyectaron ha ido perdiendo su efecto, ya puede moverse, solo fue una fuerte dosis de alguna especie de anestesia.
—¿Y Neimy?
—Ella está bien, no lastimaron ningún punto crítico de su cuerpo, le puse algunas suturas. Llévala mañana al hospital para hacerle la limpieza y una curación.
—Gracias Raziel.
—Está bien, no te preocupes Ezequiel. Sé que no es de mi incumbencia, pero ¿Qué fue lo que ha pasado?
—Un demonio intentó llevarse a Elizabeth. Al parecer quien la tenía, la quiere recuperar.
—Entiendo, ¿tienen alguna pista de quién podría ser?
—No, pero seguramente lo volverán a intentar.
—Tendrás que estar alerta. Lo que me intriga es, ¿Por qué un demonio?
—Sí, a mí también.
—Bueno, será mejor que me vaya, tengo mucho trabajo que hacer. No olviden llevar a Neimy o le diré a Melissa que venga y le haga las curaciones.
—No, está bien así, Elliot la llevará contigo.
—Bien, como tú quieras. Si necesitas algo más no dudes en llamarme.
—Gracias Raziel.
—No te preocupes, muchacho.
El hombre le dio tres golpecitos en el hombro y luego se marchó.
Ezequiel, sentado en la sala, miraba el arma del demonio, le daba vueltas como si intentara encontrar respuestas en ella.
Junto a él, Elliot se encontraba recostado en el respaldo del sillón, con la vista perdida a la nada y sumido en sus pensamientos.
—No comprendo. ¿Por qué no ha podido sanar por completo? Se supone que ustedes se regeneran muy rápido, los he visto todo el tiempo. —Por fin preguntó
Elliot.
—Porque es un arma de Celeste.
—¿Qué? ¿De tu mundo?
—Un arma de este mundo no nos hace gran daño, en minutos nos regeneramos, pero un arma de celeste, es diferente.
—Supongo que es lógico, están hechas para hacerse daño entre ustedes.
—Sí, ya me lo había dicho Raziel, pero nunca vi una.
Neimy entró a la sala y escuchó a los dos hablando, miró a Ezequiel con la daga en la mano, los dos la observaron entrar caminando con dificultad. Aún estaba muy adolorida.
—Tengo curiosidad. ¿Alguien tiene alguna idea de qué diablos hacía un demonio con una daga de esas?
—¿A qué te refieres, Neimy? —intentó tomar asiento en el sillón a un lado de Ezequiel, Elliot rápidamente se levantó para ayudarla a sentarse.
—Esta daga es armamento del ejército angelical de alto rango.
—¿Cómo sabes eso?
—Tengo mis contactos y porque mis padres antes de llegar a este mundo pelearon muchas veces con ellos. Era muy pequeña, pero aún recuerdo esas armas preciosas, hechas de oro y de cristal negro.
—Esto no me gusta —dijo Ezequiel. Elliot y Neimy lo miraron —¿Qué piensas? ¿Tienes alguna teoría?
—Estoy seguro de que esto no terminará aquí, necesitamos estar alerta. Ya no podré estar tranquilo mientras no descubra qué mierda sucede. Al parecer están involucrados los arcángeles.
—Pero ¿Por qué mandaron a un demonio? ¿Qué no son enemigos? —comentó
Elliot.
—¿Y por qué querían a Elizabeth?, ¿a una Nephilim?, ellos los detestan.
—No lo sé, tenemos que estar alerta mientras obtengo respuestas.
Dicho eso, Ezequiel se levantó para dirigirse a su habitación, dejando solos a sus amigos.
—Deberías irte a descansar, ya está amaneciendo y estás muy lastimada por culpa de ese idiota.
—Sí, creo que iré a dormir un rato. —Ella se quedó un momento sin decir nada mirando al piso y Elliot la observó en silencio. —Creí que moriría, unos segundos más, hubiera llegado tarde Ezequiel, y seguramente estaría hecha polvo. Nunca lo vi así.
—¿A qué te refieres? Muchas veces lo hemos visto con sus alas.
—Esta vez se veía muy diferente, parecía un animal enfurecido y fuera de control. En su rostro y brazos tenía unas marcas, sus colmillos y garras eran más grandes de lo normal. Fue muy intimidante.
—Cualquiera se pondría así al ver que están por asesinar y secuestrar a quien te importa.
—Sí, supongo que tienes razón. —Ella le sonrió con dulzura, él le abrazó y le dio un beso en la frente.
—Bueno, voy a descansar por un rato.
—Sí, déjame ayudarte. —Elliot le ayudó a levantarse y a ir a la habitación.
***
(Unas horas después no muy lejos de ahí) —Tu nombre es Nina, ¿verdad?
—Sí, ¿Quiénes son ustedes?
—Venga con nosotros, alguien quiere verle.
Uno de los hombres la tomó del brazo y la hizo entrar a un carro negro con los vidrios polarizados, junto con otros dos.
—¿Qué quieren? ¿Son gente del señor Alexander?
—Tranquila, solo contestarás unas preguntas y todo saldrá bien.
—Pero puedo contestarlas en el club.
—Cállate.
Nina se encontraba nerviosa, sabía que la cosa no pintaba bien, había trabajado mucho tiempo en el club y conocía qué hombres así eran peligrosos. La llevaron a un lugar apartado en medio del campo, bajaron del auto y uno de ellos sacó un arma y le apuntó en la cabeza, ella se sobresaltó de la impresión, la sangre se le fue a los tobillos, comenzó a sudar y temblar. El hombre que estaba frente a ella cruzó los brazos y comenzó a hablar
—Bien Nina, sabemos que Samael es tu amante desde hace mucho.
—No, ya no. Él se ha alejado de mí y no tengo nada que ver, ni con él, ni con lo que hace para Alexander y su hijo.
—Eso no te pregunté estúpida. Contesta lo que te dije.
—No, ya no estoy con él, hace mucho que no me ha buscado.
—Nina, si dices mentiras te dispararán en el pie o en alguna parte donde no mueras para que contestes correctamente, y si aun así no cuentas la verdad, te aremos un corte en ese hermoso rostro que te dejara una fea cicatriz.
—Él se alejó de mí. No miento. Desde que no quise aceptar vivir con él cómo su protegida. Realmente no entendí a qué se refería con eso, pero lo que sí sé, es que no me quería cómo su mujer.
—¡Jaja!, es simple, a nadie le interesa tener a una puta de esposa. —Nina comenzó a llorar, su barbilla temblaba y sollozaba en repetidas ocasiones. Estaba muerta de miedo.
—¿Entonces sabes dónde vive? —Nina tragó saliva y no contestó.
—Te hicieron una pregunta —dijo el hombre que le apuntaba con el arma.
—Sí, del otro lado, cerca del bosque, en una de las casas apartadas. Su verdadero nombre es Ezequiel Fauré. —El hombre sonrió satisfecho por la información que le había dado.
—Excelente. Buena chica.
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