El hombre con máscara de pájaro

Te sorprendería el monstruo que puedes llegar a ser.

—Ezequiel ya despierta, la señora Susana nos está llamando, quiere que bajemos a desayunar.

El joven abrió los ojos y se sentó en el sofá, con sus manos se talló el rostro y las pasó hacia atrás de su cabeza. Acariciando su cabello llevándolo para atrás y este regresó al instante a su lugar.

¿A qué hueles?, hueles raro, hueles a Melissa, pero muy raro. —Ezequiel miró de reojo a Neimy.

—¿De qué hablas Neimy? —preguntó Elliot.

—No lo sé, Ezequiel huele raro, es un aroma que nunca había percibido en él junto con el de Melissa.

—¿En dónde estuviste anoche Ezequiel?

—Silencio, no hablen, no te interesa Elliot, y tampoco quiero escucharte Neimy.

Fueron hacia el comedor y sentaron en la mesa, Susana sirvió el desayuno y su hija llegó al último, tomó asiento en la mesa junto a su hermano y frente a de Ezequiel.

—¿Qué pasa cariño?, ¿no pudiste dormir bien?

—No, creo que no —dijo echando una mirada cómplice a Ezequiel.

Neimy y Elliot los observaban y se susurraron el uno al otro.

—Melissa tiene el olor de Ezequiel.

—Debieron estar juntos en la noche.

—Creo que se han besado y han hecho cosas de adultos.

—¿Qué sucede chicos? —preguntó Susana la verlos hablar en secreto

Ezequiel golpeó a Neimy por debajo de la mesa con el pie e intentó comenzar una conversación.

—¿Señor Josep no abrirá la panadería hoy?

—Sí, por la mañana hay dos empleados. Terminando de desayunar irá Leo.

—¿Quieres acompañarme Ezequiel? —dijo Leo.

—Sí.

—Bien chicos, mientras nosotros veremos lo del departamento.

—Gracias señora Susana

Ezequiel les lanzó una mirada fulminante a los dos chicos haciéndoles saber que si abren la boca les iría muy mal.

Después de desayunar los dos jóvenes salieron de la casa

—Oye Ezequiel, yo sé que no es de mi incumbencia, pero dime: ¿qué es lo que haces para tener dinero?

—¿Tú padre te ha dicho que hables conmigo?

—Sí, algo así, a ellos les preocupa, tienen algo de razón, eres menor de edad y no será fácil tener un trabajo que te dé lo suficientemente para mantener a tus hermanos y un alquiler.

—La verdad es que aún no lo tengo bien claro, hago lo que puedo, pero no es algo estable, necesitó un trabajo que me dé lo suficiente para cubrir las necesidades de ellos y para pagar la búsqueda de mi hermana Elizabeth.

—¿Tienes otra hermana?

—Somos hermanos por vínculo, la vida que llevamos nos ha unido y nos ha convertido en una familia. Elizabeth tampoco es mi hermana, pero prometí a la familia de vínculo de mi padre que yo la cuidaría, pero lamentablemente fallé. Es algo difícil de explicar, es como una conexión con ciertas personas. Creo que eso es propio de la especie de mi madre, la necesidad de crear una manada. La verdad es algo molesto.

—Wow, que interesante. No te culpes, eras muy pequeño.

—Es por eso que necesito poner en orden todo, pero para eso necesito dinero. Sé que de alguna manera me las arreglaré.

—Sí claro, bueno si quieres conseguir dinero rápido y fácil tendrías que robar un banco o trabajar para la mafia.

Los dos chicos se miraron, un pequeño silencio incómodo se presentó.

—Olvida eso, fue una broma. Eso sería estúpido y peligroso.

—Lo sé.

Ese día en la noche Ezequiel salió de la casa de los padres de Melissa, les mintió diciendo que trabajaría en un bar, el comentario de Leo le hizo recordar todo lo que había escuchado en las calles sobre un bar en específico. La broma de Leo era estúpida y peligrosa para un chico común, pero él era diferente, ni siquiera era un ser humano.

Llegó al bar y se posó en el techo de un edificio de enfrente, se quedó por más de una hora ahí, mirando y escuchando todo el movimiento, escuchó que había una entrada por la parte trasera, por dónde entraban los hombres más importantes, extendió sus alas y se dirigió ahí. Observó llegar dos autos negros polarizado de ahí bajaron hombres muy bien vestidos, uno de traje blanco llamó su atención, los otros iban de negro y cargaban armas de alto calibre.

Eso no le preocupo, tenía un plan, quería dinero rápido y solo ahí podría conseguirlo. Bajo a un balcón en donde podía ver a dos hombres en una sala hablando y bebiendo rodeados de guaruras.

Sin dudarlo entró por la ventana destruyendo los vidrios del lugar, un caos se desató, vidrios y disparos había por todo el lugar, Ezequiel corría y saltaba por el lugar esquivando las balas hasta llegar a un hombre con un arma larga, lo golpeó y se la arrebató. Todo se detuvo quedando en silencio total, cada hombre en ese lugar tenia el cañón de su arma apuntando a Ezequiel. Él miró el arma en sus manos con curiosidad; nunca había tocado una de ese calibre.

—Maten a ese mocoso, ni siquiera sabe usar un arma —ordenó el hombre de traje blanco rompiendo el silencio.

Los hombres se rieron y uno de ellos le disparó. Ezequiel se lanzó al suelo al mismo tiempo que lanzó el arma a una velocidad anormal hacia el hombre que disparó, golpeándolo y haciéndolo caer. Una lluvia de disparos volvió a desatarse.

Ezequiel era tan ágil que evidenciaba ser anormal, como una especie de animal que se movía con gran velocidad. De repente saltó quedando detrás del hombre de traje blanco, lo tomó de la cabeza desde atrás y puso su navaja en su cuello. Todos se quedaron quietos y en silencio, él hombre de traje blanco con algo de nervios miró al otro hombre que le acompañaba de traje negro.

—Tranquilo niño, ¿qué es lo que quieres?

—¿Tú eres el jefe?, quiero trabajar para ti.

—¿Eso quieres? Trabajar para la mafia no es fácil, no es lugar para un jovencito bonito como tú.

—Me fue fácil llegar hasta aquí, y me será más fácil cortar tu cuello.

—Yo soy el jefe, mátalo y te prometo que trabajaras para mí, te compensare por eso ahora. —Todos miraron al otro hombre de traje negro.

—¿Qué haces Alexander?

—Reclamando mi lugar Gustavo. Yo he hecho todo el trabajo sucio y tú solo te sientas aquí a quejarte y a despilfarrar el dinero.

—Mátalo muchacho y estarás a mi lado. —Los guardaespaldas miraban confundidos.

—¡Hijo de perra! Él miente no lo escuches.

—Demuéstrame que eres un mercenario digno de pertenecer a la mafia ¡Mátalo!

Ezequiel sonrió a medio labio y cortó el cuello del hombre dejando salir una cortina de sangre para luego dejarlo caer al suelo, uno de los custodios le disparó y Ezequiel se movió ágilmente hacia un lado al mismo tiempo que lanzó la navaja hacia el custodio, enterrándosela en medio de los ojos, lo que lo hizo caer muerto al instante. Todos se quedaron paralizados mientras que Alexander movió las manos haciendo una seña para que bajaran sus armas

—¡Basta! Alto al fuego. —Alexander le sonrió—. Bien hecho muchacho, te pagaré lo que quieras por esto. Bienvenido a este mundo de porquería.

Una sonrisa sombría se dibujó en el rostro de Ezequiel al darse cuenta de lo que era capaz gracias a su naturaleza.

(Fin del Flashback)

Ezequiel abrió los ojos y dirigió su mirada a Elliot —¿Adónde vamos Ezequiel?

—Dirígete al edificio de la doctora Michelle, quiero hablar con ella.

—Sí.

***

Neimy y Elizabeth permanecían sentadas en el piso, Eli le escuchaba atenta.

Un ruido las sacó de su conversación y se quedaron en silencio. La puerta se abrió y dos hombres entraron, uno de ellos llevaba una máscara con un pico, muy similar a la que se usó en el siglo XIV en Europa por la peste negra. El hombre se puso en cuclillas frente a Elizabeth, la tomó del mentón para mirar su rostro y ella temerosa evitaba verlo.

—Hola mi pequeña, ¿cómo has estado?

—Déjala en paz idiota, ¿quién te crees con esa máscara ridícula?, ¿en qué año crees que estamos?

—Silencio Súcubo, tengo planes para ti también.

—¿Qué?, suéltame maldito loco.

Neimy se levantó e intentó alcanzarlo sacando sus alas y sus garras, pero las cadenas eran cortas.

Lo observó de arriba abajo tratando de encontrar algo que lo reconociera, él hombre lucía un traje negro y una corbata roja, guantes de cuero a juego con la máscara junto con un sombrero, el hombre se levantó mientras que el otro seguía parado atrás de él.

—Schneiden Sie ihre Ketten durch, sie ist gefährlich —dijo en otro idioma.

(Recorta sus cadenas, es peligrosa.)

—Jawohl (Sí señor)

—Es könnte nicht besser sein, zwei wunderschöne und gesunde Weibchen, die bereit sind, sich fortzupflanzen. Gut gemacht.

(No pudo ser mejor, dos hermosas y saludables hembras listas para procrear.

Buen trabajo.)

—Fick dich, du verrückter Hurensohn

(Púdrete hijo de perra demente)

Respondió Neimy y los dos hombres la miraron. Una ligera risa nasal se escuchó dentro de la máscara de aquel hombre, se dio la vuelta y salió del lugar..

***

Ezequiel y Elliot llegaron con la doctora Michelle, traían la USB junto con una laptop.

Revisaron la información junto con la doctora.

—Lo único que hemos podido encontrar es adónde se envían los correos con la información, al director de los laboratorios. Supongo que él debe de enviar la información personalmente.

—Bien, entonces visitaremos a ese maldito empresario. —Elliot asintió con la cabeza y salió tras Ezequiel.

Después de un rato de esperar en la camioneta estacionados fuera de un edificio de administración de la compañía AMEG.

Un hombre salió y un auto le esperaba, otro le abrió la puerta y él subió, ellos le siguieron en la camioneta guardando distancia. Cuando tomaron un camino a una colonia exclusiva de casas residenciales, Ezequiel y Elliot ya no podían entrar, el lugar estaba custodiado.

—Ve hacía las ruinas del monasterio y cúbrete la cara, ahí te veré.

—Sí.

Ezequiel salió de la camioneta sacó sus alas y se elevó para seguir al hombre en la altura, pudo ver en qué residencia entró, llegó al techo de la casa y observó a su alrededor dándose cuenta que contaba con mucha vigilancia. Se puso el gorro de su chamarra y unos lentes negros junto con un paño cubriendo su boca, se posó en uno de los balcones, vio por los ventanales al hombre subir las escaleras, sacó su arma y sin importarle cruzó el ventanal haciendo que los vidrios volaran por todas partes, disparó a los hombres que lo custodiaban al mismo tiempo que corría, tomó al empresario de la camisa y lo arrastró hacia fuera por otro de los ventanales, llevándolo lejos de ahí.

El hombre gritaba histérico, después de volar por un rato lejos de la ciudad, bajó a unas ruinas de un monasterio, lo soltó y este cayó al suelo de una altura de casi 5 metros, al caer se golpeó la cabeza, pero aún seguía consiente, la sangre escurría por su rostro mientras gritaba de dolor.

—¡¿Quién eres?!

—¿En dónde están?

Ezequiel lo tomó del cuello de la camisa con una mano y con la otra sacó su pistola y metió el cañón a la boca del empresario.

—Te lo preguntaré una vez más, ¿en dónde están?

Con dificultad respondió con otra pregunta.

—¿De qué hablas?, ¿no lo sé?

Ezequiel sacó el arma de su boca y le dispararon en un pie y cargó el arma de nuevo, el hombre pegó un alarido y se retorcía desesperado por el dolor. El sonido de una camioneta llegó al lugar, llamado la atención del pobre hombre que sudaba y se quejaba en el suelo.

—¡Auxilio!, ¡por favor, ayúdeme!

Elliot bajó con un pasamontaña y el gorro de su sudadera puesto junto con un arma larga en la mano.

El hombre regresó la mirada a Ezequiel y lo escucho soltar una risita maliciosa. La sangre que bajaba de la herida de su cabeza comenzaba a entorpécele la visión.

Ezequiel volvió a meter el cañón de su arma a la boca del hombre mientras Elliot se posaba a un lado mirando el escenario, tragó saliva e inhaló y exhaló.

—Una vez más, ¿en dónde están?

—¡Por favor, yo noo!

—Bueno, vamos al siguiente pie.

—Espera, déjalo hablar. —intervino Elliot

Ezequiel lo miró con furia, soltó al hombre dejándolo caer, tomó a Elliot del brazo y lo jaló hacía la camioneta.

—Escúchame, si no puedes con esto, toma la camioneta y lárgate. Las cosas serán como yo quiera, no quiero que me interrumpas o cuestiones. Esto es lo que soy, es la parte de mí que ustedes no conocen. Querías ayudarme en esto, pues entonces acostúmbrate. —Elliot tragó saliva y asintió con la cabeza.

—Sí, lo siento.

Ezequiel volteo y vio al hombre como intentaba ponerse de pie, se acercó y lo hizo caer de una patada, con torpeza intentó sentarse, pero Ezequiel lo volvió a patear en el rostro, haciéndolo quedar boca arriba, puso su pie en el cuello y presionó fuertemente.

—¿Ya me vas a decir lo que quiero saber idiota, o quieres otro tiro en el otro pie?

—Por favor, te lo diré.

El hombre intentaba quitar el pie de su cuello, su cara se ponía morada por la dificultad para respirar.

—¡Lo diré!

Ezequiel quitó el pie del cuello del hombre y se puso en cuclillas para estar más cerca de él.

—Te escucho.

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