Vigesimotercer Capítulo.
23.
Meses después.
Jimin tarareaba una de las canciones que solía recordar como una de las que solía bailar en las fiestas de la facultad, mientras se encargaba de guardar en su morral; comida, bebidas y sobre todo muchos dulces. Aquel almacén en el que estaban era el más abastecido que habían encontrado en semanas y, por lo tanto debían aprovechar. Caminó a lo largo de las estanterías, manteniendo un cuchillo en su mano derecha por si el almacén contaba con una que otra sorpresa, de las cuales ya no se conmocionaba al ver. Vio unos cuantos libros de literatura inglesa y por supuesto que guardó unos cuantos para que Haneul y él pudieran leer.
De repente, escuchó varios forcejeos provenientes en los pasillos del fondo, así que decidió tomar el cuchillo entre sus manos, aferrar la mochila y el estuche de la catana a sus espaldas, antes de acercarse. Cuando llegó al lugar, observó cómo el teniente Jeon y Lee luchaban contra varios caminantes, Jimin se acercó para ayudarlos cuando sintió que algo lo jalaba del pie y lo hacía caer de golpe contra el asfalto soltando el cuchillo que terminó debajo de uno de los estantes. El joven volteó a ver a sus espaldas, encontrándose a un caminante partido por la mitad, el cual se arrastraba para poder morderlo.
Jimin levantó uno de sus pies y le golpeó en la cabeza con todas sus fuerzas, sin embargo, no fue suficiente para derribar al caminante que seguía balbuceando sonidos incoherentes dispuesto a morderle una pierna al joven que volvió a arremeter como pudo y, buscaba a sus costados algo que le pudiese ayudar, divisando unos cuantos frascos de detergente que no dudó en tomar para sentarse y golpear con todas sus fuerzas el cráneo del caminante hasta que los fluidos mancharon su ropa y parte de su rostro.
Se levantó titubeante, viendo cómo los hombres mayores de su grupo combatían contra varios caminantes; el teniente Jeon estaba en el suelo tratando de alejar a un caminante que trataba de morderle una pierna y a otro sobre su cuerpo queriendo atacar directamente su rostro. Por otro lado, Lee estaba lidiando con un caminante el doble de su estatura y masa muscular contra uno de los estantes. El joven se acercó con el mismo tarro de detergente y comenzó a golpear con fuerza el cráneo del caminante que trataba de morderle la pierna al militar y en uno de los golpes el tarro explotó.
Jimin rápidamente divisó sobre el suelo tratando de encontrar algún arma, sin embargo, al no encontrar ninguna recordó la catana que colgaba de su espalda y, desenfundando esta, tomó la empuñadura con cuidado y atravesó la cabeza del muerto que estaba sobre el cuerpo de Jungkook. La verdad el joven no estaba seguro si también llegó a acabar con la vida del teniente por no saber controlar la magnitud de la espada, sin embargo, cuando sacó la espada del cráneo del muerto y vio cómo el cuerpo bajo este se removía, se dio cuenta que no lo había alcanzado a asesinar.
Al darse cuenta de que el militar se reincorporó, Jimin luego posó su atención en Lee quien ya había podido derribar al caminante que lo estaba atacando. El hombre se giró a ellos mientras Jimin limpiaba la hoja de la catana con los pantalones de los caminantes antes de volverla a guardar en su estuche y Lee musitó: —Vaya día de compras de mierda. Bueno, espero que hayan tomado todo lo que necesitaban porque estoy cansado, recuerden que ya estoy más viejo que joven.
Lee fue el primero en tomar sus mochilas tiradas sobre el suelo por el forcejeo, y luego el teniente y Jimin hicieron lo mismo con sus cosas. Salieron con paso rápido para buscar su vehículo escondido en los matorrales y se adentraron a este rápidamente. Lee tomó el volante, dando reversa para luego posar su atención en la adolescente que les estaba esperando en el puesto del copiloto.
—No he encontrado la leche de banana, Haneul —le dijo Lee más enojado con la situación de no haberle conseguido lo que la adolescente le encomendó y ella asintió comprensiva—. Además, creo que todo ya está caducado.
Jimin abrió su mochila y sacó botellas de agua para repartirlas a todos los integrantes. Aquel día de expedición, se habían dividido las funciones para recolectar cada uno lo más esencial para sobrevivir mientras que Haneul fue la encargada de cuidar el vehículo. El hombre tomó la carretera y comenzó a aumentar la velocidad, pronto anochecería y debían encontrar en dónde pasar la noche.
Jimin ni siquiera recordaba en qué parte del país se encontraban, solo recordaba que debían estar en el este. Desde aquel día en Seúl cuando tuvieron aquel pequeño enfrentamiento, decidieron salir en búsqueda de un lugar más calmado para todos porque la esperanza que habían tenido de encontrar un lugar más allá de la frontera se vino abajo cuando Jungkook trató de comunicarse con los militares de la zona desmilitarizada y nunca recibió respuesta. También, se podía percibir que en aquella ciudad el ambiente era más caótico y, siguieron los mandatos de Jungkook por un tiempo, yendo a ciertas ciudades que estaban igual de destruidas y el peligro no sólo venía de parte de los caminantes sino también de los vivos. Ahora, Lee había propuesto ir en dirección opuesta a donde se encontraban.
Todavía no habían encontrado un lugar que les pudiese brindar la seguridad ni los accesos a suministros, sin mencionar que el combustible era bastante difícil de conseguir y tenían que quedarse en estancias distintas casi a diario.
—Deberías practicar para poder manejar la catana —musitó minutos después Lee, observando a Jimin en el espejo retrovisor—. Dentro de poco estaremos sin municiones y deberías aprovecharla. Sé que la tienes en un pedestal porque era de tu hermano, pero creo que Taehyung realmente le hubiera gustado que la desempeñaras defendiéndote.
Jimin pasó saliva y bajó su rostro para ver sus manos sucias. Todavía le era difícil aceptar que su hermano no estaba, que no lo había encontrado y que lo más probable es que estaba muerto. Sin embargo, Lee tenía razón, debía sacarle provecho a la catana de alguna forma. Además, debía mejorar cada día si quería proteger del bebé que yacía dentro del vientre abultado de la adolescente.
Haneul decidió no abortar. Y Jimin aún recuerda todavía la fuerte confrontación que tuvo con Jungkook cuando este le había gritado a la adolescente para obligarla a deshacerse del feto. Cómo era de esperarse, durante aquellos meses de convivencia, estaba claro que la convivencia entre Jimin y Jungkook no había mejorado. Había días en que discutían hasta por quién tomaba primero una ducha, quién buscaba qué en las expediciones y quién ignoraba más al otro. Lee se había dado por vencido en que mejoraran su relación, y Haneul, bueno, ella trataba de alejarse del teniente porque tenía pavor cuando el hombre observaba colérico su vientre que iba creciendo a lo largo del tiempo.
—Tengo que orinar —musitó Haneul a Lee en voz baja después de mucho tiempo de camino, sin embargo, no lo suficiente para que el teniente rodara los ojos y bufara exasperado. Jimin volteó a verlo de mala forma, agotado del mal humor del militar.
Lee detuvo el auto en plena carretera, bajándose con un arma y acompañando a Haneul a hacer sus necesidades detrás de un árbol.
—El bebé presiona su vejiga, es normal que ella quiera ir varias veces al baño —murmuró Jimin al ver lo enojado que se encontraba Jungkook—. Debería ser más amable con ella, cuando menos espere tendremos aquí a un pequeño bebé.
—Como si me importara. Lo único que yo busco es mi supervivencia, ya el resto me tiene sin cuidado —respondió de forma tosca el militar, sacando de la maleta una nueva cajetilla de cigarros y encendió uno, para luego bajarse del vehículo y apoyarse contra este. Jimin rodó los ojos, deteniendo su vista en el morral del teniente que todavía se mantenía abierto y el joven entrecerró sus ojos tratando de percatarse qué era lo que había allí dentro.
Dubitativo abrió el morral dándose cuenta de la pequeña caja que tenía pequeños osos infantiles dibujados y, dentro de esta había un par de zapatos para bebé. Jimin sonrió después de sorprenderse al saber que el militar estuviese reuniendo cosas para el futuro miembro del grupo, cuando claramente el único que buscaba cosas para este era Lee.
Entonces quizás el teniente Jeon Jungkook no era tan hijo de puta como Park Jimin creía. Y tal vez, esperaba también con ansias una pequeña luz de esperanza en la vida de los integrantes del grupo que les llegase a dar un nuevo motivo de vida.
(...)
Encontraron una pequeña casa a las afueras del pueblo, en donde sólo había unos cuantos caminantes, los cuales derribaron para poder entrar y descansar del largo viaje que habían emprendido. Lee ayudó a Haneul a llevar sus cosas y, al ver que sólo había dos habitaciones, él decidió quedarse en la misma recamara con la adolescente, tomando un cubrelecho que había encontrado en los armarios para dormir sobre el suelo.
Jimin bufó al entrar en el otro cuarto y darse cuenta de que solo había una cama doble, de inmediato, dejó sus cosas en el suelo y buscó en los armarios ropa para deshacerse de la sucia que vestía. Encontrando un pantalón más pequeño de su talla y un grande suéter, inspeccionó el baño del pasillo antes de darse una larga ducha. Quizás en unos pocos meses aquellas duchas serían solo un recuerdo, no sabía muy bien cómo funcionaba la red de agua del país, sin embargo, lo más probable es que sólo quedaba la reserva. Después de vestirse y salir para acostarse sobre el lecho, se dio cuenta que el militar ya se encontraba en ropa interior y dispuesto a acostarse en la cama.
—Me he pedido la cama —masculló el militar, con el cabello mojado e importándole poco que Jimin durmiera solo con una delgada cobija que el militar puso sobre el suelo.
—No voy a dormir en el suelo —respondió Jimin, cruzándose de brazos y adentrándose en el lado vacío de la cama, recostándose en el borde de esta para tratar de no acercarse más de lo necesario al teniente que estaba seguro de que le ahorcaría, sin embargo, el militar solo gruñó como el amargado que era y, le dio la espalda antes de que ambos pudieran dormir profundamente.
Jimin se sentó de golpe sobre la cama, su respiración estaba agitada y observó alrededor de la cama dándose cuenta de que no estaba rodeado de caminantes, tampoco estaba en un bosque y que efectivamente fue solo una pesadilla. Lentamente se levantó de la cama para no despertar al militar que seguía dormido como una roca y, bajó las escaleras yendo a la cocina para buscar algo de beber, si es que lo había. Se sentó frente a la encimera y vio en su reloj que faltaban pocas horas para que saliera el sol.
Él no recordaba bien desde cuándo las pesadillas lo atormentaban, últimamente no podía dormir bien. Siempre sentía la ansiedad en su cuerpo carcomérselo, el pensar que en cualquier momento alguien o algo podía atacarlo. Dejó de tomar el refresco que había encontrado en la nevera y, decidió volver a la recamara para retomar el sueño, sin embargo, al darse cuenta de que el militar había aprovechado su ausencia para apoderarse de toda la cama con sus largas piernas, Jimin dejó salir un largo suspiro y decidió acostarse sobre el piso mientras se cubría con aquella delgada cobija.
Tampoco pudo conciliar el sueño, les echaba la culpa a los leves ronquidos de su compañero de cuarto, no obstante, sabía que también la razón de su insomnio era el recordatorio de que el momento del nacimiento de la criatura llegaría pronto, cuando menos lo esperarán. Jimin tenía miedo porque quizás debían recurrir a una cesárea si las cosas llegaban a complicarse y, en un mundo como en el que se encontraban no había hospitales, por lo tanto, el riesgo de mortalidad materna era mucho más alto. Cerró los ojos pensando positivamente e ignorando cómo los ronquidos del teniente se tornaban más sonoros.
Lee fue quien los despertó, diciéndoles que era hora de partir. La verdad Jimin no comprendía muy bien qué buscaban, a veces encontraban buenos lugares, sin embargo, luego parecía como si no fuese suficiente para las expectativas del mayor del grupo y, quien se había vuelto el líder por así decirlo. El hombre quería encontrar un lugar en donde no tuvieran que estar atentos a cada momento de que algún muerto llegase a encontrarlos, quería encontrar un lugar silvestre en donde el futuro miembro del grupo pudiera crecer tranquilamente.
—Lee, creo que deberíamos quedarnos por lo menos unos días más —musitó Jimin luego de salir del cuarto para no ver al militar cambiándose sin ningún pudor frente a su rostro. Lee giró a verlo con el entrecejo fruncido—. Hemos viajado sin descanso y Haneul debe descansar, ya entrará en la etapa de los últimos meses y debe estar tranquila.
—Precisamente por eso quiero encontrar un mejor lugar, sé que cerca hay un lugar que pertenecía a la familia de mi esposa. Es una pequeña granja a las afueras de Andong. Podemos quedarnos allí, podemos estar seguros. Además, tiene cultivos, un granero con gallinas y pozos de agua potable —musitó Lee, dejando salir un largo suspiro—. Solo quiero que podamos tener tranquilidad. Quiero que ese bebé crezca en un lugar tranquilo y en una ciudad no podrá hacerlo. No sé si esa sea la última opción que tengamos pero ya se nos agotaron todas. Ya seguimos al teniente Jeon por dónde él creyó que estaríamos a salvo, luego fuimos al otro lado del país y no hemos encontrado nada. Ahora, realmente Jimin, necesito que confíen en mí, ¿de acuerdo?
—Nos tomaría días para llegar a Andong. Tenemos que encontrar combustible, el tanque que tenemos solo nos duraría unos cuantos kilómetros —respondió Jimin, encogiéndose de hombros—. Debemos ir por combustible, realmente es lo único que nos ha faltado. Por favor, Lee. Quedémonos unos días acá y, luego iremos al lugar en donde usted quiere ir, ¿le parece? —Jimin podía ver la incertidumbre en la mirada del hombre que finalmente asintió derrotado.
Cuando fue directamente a la cocina, ya Haneul se encontraba cocinándoles algo que se podía inventar con las provisiones que se encontraban. Jimin la observó de lejos, detallando el vientre hinchado de la adolescente. Tal vez tenía más de siete meses de gestación, no lo podría saber con exactitud, y con una pequeña sonrisa se acercó a ella para saludarla con un beso en la sien. Si fuese por Jimin, protegería a esa joven y al bebé con su vida.
—Les he hecho fideos picantes, deberías esperar en la mesa. No demoro en servir la comida —musitó ella, moviéndose frente al mesón buscando varios platos de comida y Jimin asintió. De repente ella se quedó quieta y sonrió antes de acariciar su vientre, acaparando la atención del joven—. Me está dando patadas, ¿quieres sentirlo? —le preguntó esperanzada y Jimin asintió nervioso.
—Puede que deje de moverse al sentir a alguien desconocido —musitó Jimin y, ella tomó su mano para guiarla sobre su abultado vientre. El joven se quedó conmocionado al sentir las vibraciones del bebé que seguía pateando sin ninguna interrupción y su corazón comenzó a latir frenéticamente. Tampoco pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas de felicidad, al sentir que el bebé al parecer no rechazaba su presencia.
—¿Cómo no va a reconocerte Jimin si tú eres quien le ha cantado y le habla todos los días? —dijo Haneul con una pequeña sonrisa al ver la expresión de Jimin, quien ahora acariciaba su vientre con ambas manos—. Es demasiado fuerte, por las noches no me deja dormir muy bien.
—Pero que escena familiar tan emotiva —escucharon la voz irónica del militar entrando a la cocina y Jimin de inmediato bufó, sin retirar las manos del vientre aunque de repente el bebé dejó de moverse.
—Teniente Jeon, ¿quiere sentirlo? Está dando patadas —murmuró la adolescente ignorando el comportamiento irónico y tosco del hombre que se había cambiado a unos pantalones estilo militar y un suéter de cuello alto. El hombre se quedó a la entrada de la cocina con su típico entrecejo fruncido y se cruzó de brazos.
—No —respondió en monosílabo y Haneul bajó su rostro para que no notara lo avergonzada que se encontraba por la negativa. Jimin le sonrió tratando de demostrarle conforte. No era la primera vez que el militar se negaba a querer presenciar la vida que yacía creciendo en el interior de la joven y, estaba más que claro que así sería, por el deseo que tuvo el hombre de que ese bebé no hubiese crecido en primer lugar—. Coma, Park, juntos iremos por combustible, Lee se encargará de traer más comida —Jimin chasqueó la lengua y asintió.
Aquello era como un bucle sin fin; aunque conseguían comida, debían conseguir más, conseguir combustible y, un nuevo lugar en donde pasar la noche. Jimin solo esperaba que Lee tuviese razón y, que aquella cabaña de la que tanto hablaba fuese el hogar que necesitaban todos para poder descansar.
**
Vamos, Jimin, libera tu Jackie Chan interior.
¿Será que jk va a cuidar al bebé o va a ser tipo "no es mi bb, no es mi problema"? ¿Creen que llegarán al lugar que tanto desea Lee?
¿El bebé será niña o niño? Todo esto y más en los próximos capítulos.
Muchas gracias por su apoyo, son una bolita de amor uwu.
Besos.
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