Vigesimoprimer Capítulo.

21.


Cuando Lee le había informado que encontraron todo lo necesario para ir directamente a la frontera, lo menos que pensó Jimin era que habían encontrado una gran camioneta último modelo y, lo que tampoco esperó es que el teniente luciera bastante fascinado con su nueva adquisición, decidiendo tomar el volante.

El camino estuvo bastante congestionado, en donde tuvieron que remover varios vehículos para poder pasar. Por su parte, Jimin estuvo pendiente a su alrededor para no llevarse la grata sorpresa de otro caminante queriendo morderlo mientras ayudaba a mover los vehículos.

Cuando el sol comenzó a bajar su intensidad fue cuando llegaron finalmente a Seúl, Jimin aún recordaba la última vez que estuvo en la capital; fue un viaje que tuvo con sus amigos de facultad y vaya que había disfrutado aquel fin de semana, sin embargo, ahora la ciudad lucía radicalmente cambiada. La mayoría de los edificios se encontraban con las ventanas rotas, había incendios en varias construcciones y la cantidad de caminantes merodeando las primeras calles cuando se adentraron a la ciudad era exorbitante. De inmediato, Jimin subió su ventana, observando cómo varios de ellos se acercaban a la camioneta, por suerte, el militar mantuvo una velocidad alta para dejar atrás una horda que se desplazaba al oeste.

—Nunca me gustó Seúl y ahora me doy cuenta el porqué —murmuró Lee, también cerrando su ventanilla al darse cuenta de que las siguientes calles también estaban atestadas de caminantes—. Hay que tomar otra ruta, de lo contrario estaremos en problemas —indicó el hombre al militar, el cual asintió vehemente, tomando una calle más estrecha para salir de aquella parte de la ciudad.

Jimin se sobresaltó cuando varios golpes resonaron contra la ventanilla de su lado y giró a observar los varios caminantes que yacían tratando de romper los ventanales. De inmediato, tomó de la mano a Haneul que también lucía bastante nerviosa al ver la cantidad de muertos que rodeaban el vehículo, y finalmente, salieron a una avenida más grande, en donde el teniente aceleró para apartarse de ese lugar.

—Quizás encontraron algo qué comer —musitó el militar—. Nunca había visto una zona tan infectada. Cada vez son muchos más —Jimin sintió cómo un escalofrío recorría su espina dorsal. Tenía tanta razón el teniente, probablemente ya la mayoría de la población estaba compuesta por los individuos infectados.

—Teniente Jeon, ¿qué tan seguro está de que en la frontera nos ofrecerán ayuda? —preguntó Jimin, importándole muy poco hacer perder la paciencia a Jungkook, sin embargo, el militar aquel día lucía de mejor ánimo que otros y debía aprovechar esos días inauditos.

—Fue una información dada a nuestra brigada. Además, es la única alternativa que nos queda —respondió el militar con voz calmada, observando en el retrovisor del vehículo a Jimin—. Si no llega a ser cierto, bueno, probablemente estaremos jodidos porque no tenemos un lugar seguro, ni las suficientes municiones para poder sobrevivir.

Jimin asintió y dejó salir un largo suspiro, decidiendo no volver a mirar en la ventana. Realmente se ponía bastante nervioso al ver la realidad de lo que fue la capital de su país, ahora siendo el foco de la pandemia. Haneul se dio cuenta de ello, así que se acercó a Jimin y le sonrió.

—Estaremos bien —murmuró ella y Jimin manteniendo la poca esperanza y positivismo que le quedaba, asintió.

—Cuando yo era joven —comenzó a hablar Lee, al parecer dándose cuenta de los nervios de los más jóvenes del grupo—. Solía venir bastante a Seúl porque tenía los mejores bares, y aunque nunca me gustó la ciudad, les contaré que aquí conocí a mi esposa. Aún recuerdo el momento en que la vi y pensé que Seúl no estaba tan mal como yo creía —el hombre sonrió melancólicamente—. Y ahora, estando viejo me doy cuenta de que fui un hombre muy afortunado —incluso por aquellas palabras el teniente Jeon sonrió de soslayo—. Si ella estuviese aquí ahora, apuesto que estaría llorando, viendo cómo su ciudad se volvió la mierda que tanto le decía que era —Jimin y Haneul sonrieron por sus palabras.

—Ella también debió ser muy afortunada, Lee —murmuró Haneul—. Usted es un gran hombre, me recuerda a mi padre —Jimin pudo divisar en el espejo, cómo los ojos del hombre se llenaron levemente de lágrimas y sintió una presión en el pecho. Todos en aquel vehículo habían perdido a sus familias y amigos. Los presentes se quedaron en silencio varios minutos mientras pasaban todo el centro de la ciudad y se dirigían a la interestatal para ir al norte directamente a la frontera.

—Mis padres vivían en una pequeña casa cerca al centro de Busan —musitó Jungkook. No solo sorprendiendo a Jimin sino también a Haneul y a Lee, puesto que nunca le habían escuchado decir nada personal al militar y que aquello estuviese pasando, les conmocionaba—. Yo estaba en la brigada cuando todo ocurrió, los traté de comunicar pero nunca me contestaron y cuando llegué a casa... todo estaba destruido —Jimin levantó su mirada y la posó sobre el espejo retrovisor en donde podía observar el rostro del militar, quien aun contando su historia, seguía observando las vías de forma taciturna—. Siempre pienso en ellos, en cómo no pude salvarlos.

Aunque se denotaba en la voz del militar la tristeza en sus palabras, no soltó ni una sola lágrima y Jimin se sintió bastante mal por ello. Sabía que en algún momento aquel hombre debía dejar de guardar sus sentimientos y expresarlos, o de lo contrario, le carcomería en vida.

—Lo lamento mucho, teniente Jeon —le respondió Lee—. Yo también me siento culpable por no haber podido salvar ni a mi esposa ni a mis hijos. Ellos estaban en un centro comercial cuando todo ocurrió y yo seguía en el trabajo.

Jimin se quedó callado, analizando todas aquellas palabras profesadas. El pecho le dolía, al recordar también su remordimiento. El no haber podido proteger ni a su madre, ni a su hermano cuando el destino le había dado una segunda oportunidad para remediar sus errores con Taehyung, y aun así, no lo logró. Cuando menos lo esperó, ya estaba sollozando de forma silenciosa sobre su asiento, siendo abrazado por la adolescente, escuchando también cómo Lee se lamentaba en el asiento delantero.

—Mierda —escuchó murmurar al teniente cuando frenó en seco y su cuerpo se removió hacia adelante con fuerza. Jimin se incorporó sobre el asiento, tratando de observar en el parabrisas del coche. Dándose cuenta de que la salida de la ciudad estaba bloqueada por un muro de hierro—. ¿Qué es está jodida mierda? —volvió a inquirir el militar, frunciendo su entrecejo y apretando el volante con sus manos—. Aquí no había ningún muro, el pasaje de seguridad estaba a unos cuantos kilómetros.

—Quizás hay cámaras, deberíamos esperar. De pronto algunos militares al darse cuenta qué hay sobrevivientes vendrán por nosotros —respondió Lee, recomponiéndose, sin embargo, no lucía tampoco convencido de sus propias palabras.

—No, lo que deberíamos hacer es irnos —murmuró Jimin, sintiendo un mal presentimiento en aquella zona. Los edificios no lucían bastante descompuestos y las calles estaban vacías a diferencia del resto de Seúl. Eso no podría ser normal en aquella situación—. Es muy extraño que esta sea la única zona en donde no haya muertos, ¿no les parece? —en ese momento, varios hombres armados salieron detrás de los edificios y rodearon la camioneta. Y ninguno de ellos usaba el uniforme militar de Corea del Sur.

Jungkook sin importarle nada, dio reversa rápidamente, importándole poco si llegase a arrastrar consigo a algún hombre. Podrían dispararles en cualquier momento, sin embargo, era algo que el militar estaba dispuesto a afrontar. Le pareció extraño que cuando pudo salir de aquella calle, el vehículo no recibiera ningún impacto de bala, sin embargo, segundos después se dio cuenta que algo iba mal con una de las llantas traseras, revisando en el espejo cómo está llevaba clavada un pedazo de metal.

Jungkook maldijo entre dientes y de inmediato Lee sacó su arma para cargarla. Realmente nunca podrían tener un día tranquilo, y Jimin de inmediato se puso nervioso sin saber qué hacer cuando el vehículo se detuvo por completo.

—Y por esto es por lo que odio Seúl, maldita sea —musitó Lee—. Debemos buscar un nuevo vehículo cuando antes, saquen todo lo necesario ahora —le informó a Jimin y a Haneul que salieron rápidamente del vehículo para tomar varias mochilas, por su parte, el joven de cabello blondo no dejó de lado la catana y cerraron el baúl. Lee se había agachado para revisar el metal y tomando este con sus manos, se dio cuenta que había un papel dentro del material. Sacó este con el entrecejo fruncido y maldijo entre dientes una vez más—. Dice que para pasar debemos pagar una cuota, son unos malditos hijos de puta.

—Son mercenarios —dijo el teniente cuando terminó de bajar la gran bolsa de armas que habían conseguido y su propia mochila que estaba en la parte delantera—. Debemos irnos ya, y usted, niña —llamó a Haneul, tirándole una chaqueta con capucha—. Póngase esto, lo menos que queremos es que sepan qué hay una mujer en este grupo, podrían quererla —ella asintió, poniéndose sobre la chaqueta que ya tenía aquel nuevo saco con capucha, escondiendo su cabellera.

Sin dar más rodeos el militar comenzó a caminar entre un pequeño callejón y todos lo siguieron, quizás caminaron varias calles alejándose cada vez más de la zona cerrada de la ciudad. Finalmente cuando el sol dejó de estar presente, encontraron un vehículo con las llaves puestas. Lee fue quien tomó el volante y se adentraron una vez más al centro de la ciudad.

—Hay unas casas campestres al este de la ciudad, allí solía escabullirme con mi esposa cuando aún éramos novios y hormonales. Creería que lo mejor es estar en un lugar alejado de la ciudad mientras pensamos que hacer —informó y todos asintieron—. Ya saben de nuestra existencia, debemos mantenernos alejados.

El vehículo tomó una nueva avenida, y el panorama que les recibió fue un caminante comiéndose los intestinos de una mujer. Haneul inmediatamente al ver aquella escena no pudo controlar sus mareos que combinado con sus nervios la llevó a vomitar lo poco que había comido en el día. Y, de paso, alcanzó a ensuciar la cabeza del militar que estaba sentado en el puesto del copiloto.

Jimin abrió sus ojos conmocionado y trató de ayudar a Haneul, quien seguía removiéndose por el vómito, ignorando las maldiciones que mascullaba el militar.

—En vez de maldecir, páseme una botella de agua. Ella sigue enferma —musitó Jimin al militar que trataba de limpiarse con un trapo que encontró en la guantera del vehículo. El teniente gruñó como todo un anciano y Jimin rodeó los ojos, desatendiendo un momento a Haneul para arrodillarse sobre el asiento y buscó en el baúl una de las cuantas botellas de agua que guardaban en las mochilas. Luego, cuando la joven se volvió a incorporar, le ofreció la botella y ella bebió lentamente esta.

—Al parecer las medicinas que le ha dado el doctor Park, no le han servido de nada —refunfuñó el teniente con bastante ironía en sus palabras. Haciendo enojar de inmediato a Jimin—. Si no fuese una simple viral juraría que la niña está esperando una bendición.

Todos en el vehículo se quedaron callados. Jimin sabía que Haneul ya le había contado a Lee, poco tenía entendido cuál fue su reacción, sin embargo, las sospechas del militar cada vez eran más acertadas. Y Jimin, esperó alguna confirmación de la joven, que trataba de calmar sus mareos.

—Estoy embarazada —respondió ella con un leve aliento y el teniente dejó de limpiar su cabellera sucia de inmediato, girando su cuerpo lo suficiente para observar a todos los presentes, sin embargo, quien acaparaba su mirada de confusión era la única mujer abordo.

—¡¿Qué?! —exclamó enojado, y la joven se cohibió sobre su asiento. Jimin decidió sentarse más adelante para dejar a la joven detrás para observar el rostro del militar a pocos centímetros de distancia—. ¡Esto debe ser una maldita broma! ¿Y usted lo sabía, Park? ¿Y no había dicho nada? —le reprochó colérico.

—Cálmese, teniente —respondió Jimin—. Usted no es nadie de Haneul para regañarla. Tampoco estaba en mi potestad informarle algo que primero, no es de su incumbencia y segundo, no me concernía decirlo.

—¿Cómo que no es de mi incumbencia? ¡Es un nuevo integrante al grupo, y uno bastante indefenso! —masculló exasperado. Jimin trató de calmarse para no responderle de forma tosca al militar, y dándose cuenta de que Lee parecía bastante ajeno a todo lo que estaba ocurriendo, se quedó callado—. Niña, ese bebé que tiene adentro solo significaría el postre para los muertos. Tiene que abortar. Park, usted sabe qué debe hacer, ella tiene que hacerlo.

El joven realmente trató de guardar la compostura, sin embargo, al escuchar tales palabras, decidió acercarse más al militar. Importándole poco que este viese su comportamiento como insolente, ya no le importaba nada.

—Ella decidió no abortar. Es su cuerpo, no el suyo ni el mío, Jeon —masculló Jimin frunciendo su entrecejo y, Jungkook dejó salir una larga carcajada cerca del rostro ajeno.

—Lo que no entiendo es porqué si se puso a abrir las piernas no utilizó protección. Usted sabe muy bien, Park, que ese niño no sobrevivirá mucho si llega a nacer. Este es el maldito apocalipsis, si quieren traer a un niño que sufra en este mundo, allá ustedes. Pero conmigo no contarán para nada; ni para los malditos pañales, ni el biberón, ni el coche, ni las malditas noches de vela tratando de calmar el maldito sollozo de esa criatura —respondió con franqueza, acercándose más a Jimin, quien pasó saliva al observar la mirada dura del militar—. Tampoco voy a preocuparme en protegerlo, porque ya tengo mucho con ustedes dos, que apenas pueden levantarse sin llorar porque no han podido afrontar la realidad.

—Ya es suficiente, teniente Jeon —escucharon intervenir a Lee, quien seguía concentrado manejando—. Yo me ocuparé de todo lo referente a ese bebé. Si Haneul quiere tenerlo, estaré aquí para apoyarla. Usted no tiene que preocuparse de nada.

Aun así Jungkook y Jimin no dejaron de hacer contacto visual, tampoco en alejarse. Otra vez estaban en una batalla, la cual denotaba lo poco que se toleraban y que en cualquier momento se ahorcarían.

—Usted no tiene que hacer nada —dijo Jimin—. Lee y yo cuidaremos de ella y del bebé. También, debería tener en cuenta que debió ofrecerle un par de condones a sus amigos militares para que no embarazaran a nadie. Al parecer lo único que hacen ustedes es pensar con el pene y no con la cabeza.

—Lo que menos hubiera pensado es que el Mayor Ji Chang iba a acostarse con una adolescente, porque estoy seguro de que él es el papá, ¿o me equivoco niña? —le preguntó directamente a Haneul, que seguía escondiéndose detrás de Jimin—. Y respecto a los condones, cada uno con lo suyo, Park. Yo me ocupo de mis propios espermatozoides o es que, ¿acaso está así por Jisoo? —Jimin entrecerró sus ojos y se acercó aún más—. Porque me sorprendí mucho de que usted haya estado cortejándola aun cuando sabía que yo me la estaba cogiendo.

—¡Me tienen hasta la puta madre! —exclamó Lee de repente. Jimin dejó salir un largo suspiro y volvió a sentarse sobre el asiento correctamente—. Somos ahora un grupo y lo que pasó en el pasado se queda allí. Debemos cuidarnos unos a los otros o de lo contrario, las amenazas del exterior no serán nada con las que habrá dentro del grupo. Ustedes dos deberían aprenderse a comportar como los adultos que son, y si tienen sus diferencias, los pondré a conversar esta noche para que arreglen de una vez sus disconformidades. Tanto Haneul como yo estamos agotados de estar en medio de sus discusiones.

Lee dejó salir un largo suspiro de exasperación, esperando que aquella noche en vez de asesinarse los dos hombres más jóvenes, reforzaran una relación de tolerancia por el bien del grupo.


**

Yo sé cómo pueden reforzar esa "relación de tolerancia" 🌚🌚.

Pregunta; ¿qué tal les está pareciendo la historia? 🥺🤔.

Quiero decirles que, cómo se darán cuenta la relación entre jm y jk va avanzando lentamente. De un momento a otro no pueden ponerse en plan romántico porque (1) no son homo (bue😌) y (2) no se llevan nada bien. Lo quiero aclarar porque he visto muchos comentarios de que se están cansando de la situación en que no se soportan. Y bueno, comprendo que estén acostumbradas en que la mayoría de historias ya cuchicuchi a los pocos capítulos uwu.

Este es el fin del maratón, espero que les haya gustado. No he estado en mi salsa últimamente pero prometo acción pronto.

Muchas gracias por sus votos y comentarios, su apoyo lo es todo. También gracias por sus bellos mensajitos. 💕

Besos.

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