Trigesimoséptimo Capítulo.

[Capítulo dedicado a: rachiellaYJ  Conejo-Come-Cats disparitopiumpium champsito pattyVs7 ]


37.





Meses después.


Jimin dejó de lado la lata de comida para concentrarse en darle a Jade la papilla de fruta que le había conseguido, le daba con una pequeña cuchara poco a poco y, sonreía cuando la bebé pataleaba y carcajeaba moviendo sus piernitas sobre la silla en la que le había sentado.

—Eso es, amor. Abre la boca bien grande, así —le dijo, abriendo su propia boca de forma exagerada. Escuchó un bufido por parte del militar, quien estaba encendiendo las cuántas veladoras que había encontrado en uno de los cajones de la cocina, porque la noche ya había llegado. La bebé se carcajeó de nuevo y Jimin volvió a sonreírle enternecido—. Jade debe creerme un estúpido —murmuró el joven.

—Y no lo dije yo —le respondió Jungkook, terminando de encender las veladoras para extender las varias colchas sobre la alfombra de aquella casa en la que se estaban quedando desde hacía unas cuantas semanas.

Después se encargó de cerrar las cortinas y terminó de poner los clavos sobre las tablas para poder asegurar las ventanas, luego sopló sus manos antes de volver a ponerse los mitones. Todavía quedaban semanas para que el invierno acabara, y había sido un tiempo bastante difícil. Finalmente, se acostó en una de las colchas, observando de reojo cómo Jimin terminaba de alimentar a la bebé y se disponía a arrullarla para hacer que durmiera.

—Yo debería salir mañana, queda poca comida para la bebé —murmuró Jimin, acostándose entre la colcha junto con Jade y le daba la espalda a Jungkook. Eran pocas las veces que solían dormir juntos en el mismo cuarto, sin embargo, hasta no encontrar de nuevo un lugar que les ofreciera estar a salvo, preferían quedarse juntos todo el tiempo. Y para infortunio de ambos, durante meses no habían encontrado un solo lugar que les ofreciera más de unos cuantos días de asilo.

—Prefiero ir yo —respondió Jungkook, dándole la espalda y cerró los ojos. Estaba exhausto, realmente quería descansar y esperaba que a Jade no se le diera por gatear o quejarse en la madrugada—. Prefiero ir que a cuidar a la bebé —sentenció.

Jimin asintió en silencio, ya habían tenido aquella charla acerca de que la bebé era su responsabilidad. Si Jungkook quería colaborarle en algo, lo aceptaba pero si no lo hacía, al más joven le tenía sin cuidado. Su relación no había avanzado mucho, aunque ya no tenían fuertes discusiones como antes. Cuando uno de ellos estaba harto del otro se iba a un distinto lugar para despejar la mente y volvía sin decir alguna palabra. Era la ley de ellos.

No obstante, al ser los únicos que quedaban en aquel grupo que alguna vez fue sólido y seguro, estaba más que claro que a veces conversaban acerca de cosas triviales pero ninguno había contado acerca de su historia pasada. Ambos estaban de acuerdo que lo que ocurrió en el pasado no repercutiría en el futuro de un mundo incierto. A veces era mejor olvidar para no recordar las personas que alguna vez fueron y a las personas que alguna vez amaron.

Cuando Jimin despertó, Jungkook ya se había ido. El motivo de haberlo despertado era la pequeña Jade quien estaba sobre su cabeza y jalaba sus largos cabellos. El joven la apartó con delicadeza y comenzó a besarle las mejillas regordetas para hacerla reír. Se sentó sobre la colcha antes de buscar la mochila, dispuesto a cambiarle el pañal a la bebé y después darle una papilla de fruta enlatada.

Entonces, escuchó el sonido de un motor en el vecindario, y al percatarse que no era el mismo del camión del militar, se incorporó y movió levemente la cortina para ver entre las tablas lo que tanto había temido; humanos. Era bastante irónico que al principio se preocupaba más por los caminantes y ahora era por los humanos. Jimin sabía que los seres humanos se caracterizaban por su egoísmo y cinismo, y pudo confirmarlo en el apocalipsis.

Era un grupo pequeño; varios hombres y unas pocas mujeres, quienes entraron a la casa de al frente en donde ellos se quedaban. Las palmas de las manos de Jimin comenzaron a sudar por el nerviosismo, pasó saliva y rogaba porque Jungkook volviera por la parte trasera para que nadie supiera que se encontraban ahí. Aquellas personas foráneas en el vecindario no se veían malas personas, sin embargo, Jimin en el único que confiaba ahora era en Jungkook. Nadie más.

—Rayos —masculló, observando que efectivamente el grupo estaba despejando aquella vivienda para quedarse. Jimin dejó de observarlos cuando Jade se quejó, tratando de impulsarse con la poca fuerza en sus pequeñas piernas y apoyándose en uno de los sillones. No le sorprendería a Jimin que en algún momento ella comenzara a caminar—. No voy a dejar que te hagan daño, cariño —la bebé carcajeó cuando Jimin la tomó entre brazos y comenzó a jugar con ella.

Tiempo después, el sonido del camión en el jardín le avisó que Jungkook había vuelto, lucía bastante agotado, así que Jimin le ofreció unas cuantas latas de sardinas que había encontrado en la alacena. El militar se comió el contenido de forma rápida antes de sacar de la mochila lo que había traído; comida para bebé, alimentos perecederos, unas cuantas cajas de cigarros y una caja que Jimin no dudó en tomar.

—¿Qué? —le preguntó un poco sorprendido, leyendo la etiqueta. Luego, buscó la mirada del militar y este simplemente cogió las cajas de cigarros de inmediato—. No era necesario.

—Solo lo vi y lo tomé, no tuve que hacer mucho realmente —respondió, encogiéndose de hombros, restándole importancia al objeto que había traído. Así que, sacando un cigarro salió de nuevo al jardín y comenzó a fumar.

Jimin por su parte sonrió para sí mismo, al leer las instrucciones en la caja; Jungkook le había traído tintura para que pudiese volver a decolorar su cabello. Para él, ya no era fundamental, quizás una que otra vez se miraba al espejo, y además de detallar las grandes ojeras que surcaban bajo sus ojos, tocaba su cabello obscuro, extrañando tenerlo claro. Quizás el militar se había percatado de ello, y solo pensar que lo había tenido en cuenta, hizo que el joven se sintiera feliz por un instante.

—Hay que tener cuidado, vi que un grupo ha llegado a quedarse en la casa de al frente —dijo Jimin cuando decidió salir al jardín con Jade envuelta en varias cobijas entre sus brazos. Jungkook se encontraba fumando mientras cerraba la rejilla de la parte trasera para evitar sorpresas y giró a verlo con el entrecejo fruncido.

—Tenemos que irnos —fue lo primero que dijo Jungkook y Jimin dubitativo no reaccionó a tal decisión. Se encontraba agotado de huir siempre, quizás las personas de al frente nunca los encontrarían. Podrían estar más tiempo en esa pequeña vivienda y descansar lo que no habían hecho en meses—. ¿Qué ocurre? —le preguntó.

—Estoy agotado de huir siempre... esta vivienda tiene agua y queda cerca a varios almacenes. Podríamos quedarnos un tiempo más, ellos no saben que estamos aquí —respondió Jimin, dejando que Jade llevara sus manitas hacia sus orejas y las jalara levemente. Jungkook le observó cómo si hubiese perdido la cabeza—. Usted también está agotado, debería descansar. Prepararé algo de comer más tarde.

—No podemos confiar en ellos, Park. No sabemos si saben de nosotros, prefiero asegurarme de qué son capaces —dijo, entrando de nuevo a la casa y sacando consigo un arma antes de cubrirse de nuevo con una ancha chaqueta para soportar el frío helado de invierno. Sin embargo, Jimin lo detuvo, quedándose de pie frente a la puerta trasera, obstruyéndole el paso.

—Tenemos que ahorrar municiones, solo nos quedan pocas. Estaremos vigilándolos, si tratan de hacer algo, nos defenderemos —intervino Jimin. Jungkook gruñó y guardó el arma, mientras el joven analizaba los ojos y nariz rojiza del mayor. Estaba enfermo—. Recuéstese, voy a prepararle algo caliente. Es tiempo de descansar. Debemos cuidarnos, ¿lo recuerda? —Jungkook no respondió, simplemente caminó hacia la sala para quitarse los zapatos y acostarse entre la colcha.

Era la primera vez que Jungkook se enfermaba y Jimin no se sorprendió al darse cuenta de que él era un enfermo orgulloso. No dejaba que le ayudara a reincorporarlo o alimentarle porque simplemente su orgullo era más grande que su dignidad. Solo hasta el punto en que al día siguiente, el hombre comenzó a arder en fiebre.

—Joder —murmuró Jimin, dejando a Jade durmiendo sobre el sofá. Se inclinó y verificó que el teniente estaba bastante enfermo. No le sorprendía al joven que hubiese enfermado así cuando no se abrigaba bien para salir en pleno invierno—. Mierda, mierda... —murmuró, reincorporándose y buscando en una de las maletas en donde guardaban ciertas provisiones necesarias. Encontró una caja de medicinas que podrían ayudar a bajarle la temperatura, pero sabía que no sería completamente efectivo—. Tendré que buscar medicinas.

La mano de Jungkook tomó la suya para evitar que se alejara, abrió paulatinamente sus ojos, mientras el sudor caía sobre su rostro y murmuró con poca energía: —No salga —le ordenó. Jimin se alejó, importándole poco lo que le decía el militar. No iba a dejar que se agravara su estado, estaba dispuesto a salir en plena tormenta de nieve si era necesario—. Hay una tormenta, no puede ir así —volvió a balbucear. Jimin sabía que era peligroso, sentía los golpeteos de la nieve contra los ventanales, sin embargo, tampoco podía dejar a Jungkook en ese estado.

—Estaré bien. Jade está durmiendo la siesta que siempre toma por la tarde, tendré varias horas a mi favor —le indicó. Buscó una chaqueta más abrigada, se puso unos guantes, un gorro, y una bufanda, antes de colgar el estuche de la catana en su espalda y un morral vacío—. Descanse. Volveré cuanto antes.

Jimin decidió salir por la puerta del jardín y después la aseguró, ignorando los balbuceos del militar rehusándose a que saliera con aquel clima. Prefería hacerlo desde la parte trasera para que el grupo de al frente no supiera de su existencia. Dejó de lado el tener que encender el camión, la farmacia más próxima quedaba solo a unas calles del lugar, así que se apresuró a caminar mientras entrecerraba sus ojos para que la nieve no cayera entre ellos.

Ignoró los caminantes congelados que trataban de movilizarse al verlo pasar a un costado, quizás el invierno tenía sus ventajas. Solo pocos minutos le tomó para poder llegar a la farmacia, desenfundó su catana y estuvo dispuesto a defenderse de cualquier muerto. No obstante, el lugar lucía bastante tranquilo, se dirigió al estante que necesitaba y guardó en la mochila todas las medicinas que tenía a su alcance.

Estaba concentrado en buscar las más importantes medicinas cuando sintió la presencia de alguien más, no obstante, no tuvo tiempo suficiente de desenfundar la catana hasta que sintió el pestillo del arma bajarse, sintiendo el caño frío golpear contra su cabeza: —No puede llevarse todas las medicinas, yo también las necesito —le dijo un hombre.

Jimin detuvo sus acciones, pero no tembló ni suplicó. Pensó en sus alternativas, no obstante, tener un arma de fuego contra su sien no era nada consolador. Así que, aclarando su garganta, trató de calmarse y parecer lo bastante sereno para no demostrar debilidad: —Yo también las necesito —contestó de forma calmada, y aprovechando un momento de descuido en la fuerza del desconocido, dio una vuelta rápida desenfundando su catana y posicionándola contra el cuello del hombre.

Jimin analizó al individuo, quien le doblaba la estatura y en musculatura. No obstante, el desconocido guardó el arma y mostró sus manos en forma de rendición. Pero el joven no alejó el filo de la garganta ajena, no iba a confiar en nadie.

—Solo necesito unas cuantas medicinas. Usted no las necesita todas, ¿o me equivoco? —le preguntó, sonriéndole levemente de forma nerviosa. Jimin no dejó de verlo de forma taciturna, el hombre quizás podría ganarle en combate cuerpo a cuerpo, pero él ya tenía una gran ventaja teniendo una espada contra el cuello ajeno—. Deme las medicinas que necesito y me iré.

—Deme el arma —le interrumpió Jimin. El hombre le sonrió cómo si le estuviese jugando una broma. Eso le sacó de quicio, y presionó el filo, lo suficiente para abrir una herida superficial en la piel del desconocido. El hombre de inmediato dejó de sonreír, y le acercó el arma—. Si intenta algo, juro que le corto el cuello —le indicó, apuntándolo amenazadoramente y se alejó del individuo.

El hombre rápidamente tomó varias cajas de medicina. Entonces, Jimin se dio cuenta que la persona que necesitaba aquellos medicamentos se encontraba en mal estado. Trató de pensar cómo lo haría Jungkook; no importarle la condición de las demás personas, sin embargo, Jimin no había podido llegar al punto de desinteresarse por ayudar a los demás. En absoluto.

—Mi hermana tiene cáncer —dijo el desconocido—. Necesita estas medicinas y unas cuantas que deben estar en los estantes de atrás... No haré nada, simplemente quiero salvarla.

Jimin dejó que el hombre guardara lo que necesitaba y le acompañó a la parte trasera de la farmacia, aun manteniendo la catana presionada contra el cuello del hombre, sin dejarle el beneficio de la duda.

—¿Qué... clase de cáncer tiene? —preguntó Jimin, tratando de lucir desinteresado, aun cuando sentía la necesidad de ayudarle al hombre. Realmente esperando que lo que él decía fuese verdad.

—De estómago —contestó, terminando de guardar unas cuantas medicinas. Jimin se alejó durante un momento, y tomó una caja distinta, para luego extendérsela al hombre, quien le observaba con desconfianza.

—Esto le servirá para el dolor. Está de más decirle que es un cáncer muy agresivo —murmuró Jimin, bajando la guardia y dejando la espada a uno de sus costados. El hombre asintió y guardó la medicina. El joven por su parte se alejó dispuesto a salir del establecimiento.

—Espere —escuchó decir al desconocido, y Jimin empuñó la catana cuando sintió al hombre llegar detrás de él—. Muchas gracias, ¿cuál es su nombre? —le preguntó—. Mi nombre es Jung Haein, si necesita algo yo puedo ayudarlo. Tenemos comida, puede unirse a nuestro grupo.

Jimin volteó a verlo dubitativo, analizando al hombre con detenimiento. El tal Haein no lucía como alguien decrépito, de hecho, estaba dentro de los estándares que cualquier mujer o hasta hombres encontrarían cómo un espécimen con rostro ameno, sin embargo, Jimin no iba a caer en alguna trampa.

Por lo tanto, decidió salir, ignorando el hecho de que el hombre comenzó a seguirlo a lo largo de las calles. Jimin estaba a punto de devolverse a dejarle en claro que lo dejase en paz, sin embargo, el hombre se cambió de acera. El joven anonadado detuvo sus pasos al darse cuenta de que se trataba de un integrante del grupo que ahora se quedaba frente al hogar en donde se encontraban ellos.

—¡Si necesita algo, nosotros podemos ayudarlo! —exclamó el hombre antes de entrar a la vivienda. Jimin maldijo entre dientes, dando la vuelta a la calle para entrar por la parte trasera, y al menos despistar al hombre.

Cuando entró por la puerta del jardín, le sorprendió ver al militar sentado frente al mesón de la cocina, con los ojos inflamados y la nariz rojiza, aun así cruzado de brazos, observándolo de nuevo con aquella mirada que le sacaba de casillas.

—¿Quién era ese y por qué conversaban? —le preguntó y Jimin rodó los ojos, se despojó de la pesada chaqueta, las botas y de la catana, para luego sacar las medicinas y darle una al militar.

—Mejor cállese y tome la medicina —contestó—. Lo conocí en la farmacia, parece un buen tipo. Pero no importa, no sabe quién soy ni dónde me estoy quedando, ¿tranquilo? —el militar tomó la pastilla sin agua, levantándose malhumorado, demostrando lo disconforme que se encontraba por lo que había hecho Jimin.

Jimin dejó salir un profundo suspiro, pidiendo tener la suficiente paciencia para seguir conviviendo con su único compañero.


**

Así me las imagino porque desaparecí *se esconde entre las sombras*. Lamento haberlas preocupado, PERO quiero darles el aviso de que habrá doble actualización el próximo sábado porque es Halloween, wuju!

Preguntas ;; ¿qué creen acerca de este tal Haein? ¿futuro problema para el grupo o para jk? Ahque. ¿El Kookmin encontrará un lugar seguro pronto? Todo esto y más en el especial de Halloween 🎃 🧟‍♀️.

Gracias por su apoyo, me ayuda a seguir la historia uwu.

Besitos.

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