Trigesimoquinto Capítulo.

35.





Jimin se recuperaba lentamente, al parecer había tenido la suficiente suerte de no haberse roto una pierna y solo fue una lesión. Durante días se quedó dentro de la vivienda, mientras cuidaba cómo podía a Jade, puesto que caminaba con solo un pie y un palo de madera que le había entregado Jungkook para que pudiera estabilizarse por sí mismo.

Por supuesto que ya sabía quién estaba cautivo en la propiedad; el solo ver los nudillos destrozados, las manchas de sangre sobre la camisa que alguna vez fue blanca del militar todas las noches, le daba la impresión de quién estaba allí. Por primera vez en más de un año Jimin estaba de acuerdo con Jungkook; el militar podría descargar toda su ira y su frustración golpeando a Lim como si fuese un saco de boxeo.

Lee y Jungkook se estaban encargando de asegurar la propiedad con todo lo que tenían a su alcance, incluso quitaron el cercado del ganado para ponerlo sobre las rejillas, y ahora tenían al ganado apropiándose de toda la propiedad. Al menos, habían tenido la suerte que solo cuatro novillos fueron devorados por los caminantes, por lo tanto, aún seguían teniendo suficiente comida.

Jimin se encontraba haciendo la comida cuando Jade comenzó a sollozar, el joven se acercó a la pequeña silla que le habían adaptado para mantenerla vigilada mientras realizaba las demás tareas dentro de la vivienda o lo que podía lograr hacer. Se acercó sosteniéndose del mesón y se sentó a un lado de la bebé antes de cogerla en brazos. Desde aquel día en que los caminantes habían entrado, Jade se había vuelvo más inquieta y se quejaba por todo.

—Shhh, ya, amor —Jimin trataba de calmarla con arrullos, dándole también suaves besitos sobre la frente. Sabía que ella no tenía hambre porque hacía poco le había dado su biberón y tampoco era el pañal porque Lee se lo había cambiado ya varias veces—. No voy a dejar que nada te ocurra, cariño. Siempre voy a protegerte.

Entonces, en ese momento fue cuando todo sucedió rápidamente. Primero, escuchó un ruido bastante extraño, y luego el claxon de un vehículo resonar sin detenerse frente a la reja de seguridad de la propiedad.

Jimin por instinto aferró a la bebé con fuerza entre sus brazos, y salió en búsqueda de su catana para luego subir a la segunda planta con dificultad. Sus manos temblaban por el nerviosismo, su respiración se tornó irregular y los latidos de su corazón aumentaron la velocidad. La incertidumbre de no poder comprender qué ocurriría, le estaba carcomiendo por dentro.

—¡Jimin! —escuchó que Lee lo llamaba desde la primera planta de la propiedad. Jimin se asomó por las escaleras, visualizando al hombre, quién también lucía bastante nervioso—. Necesito que se esconda con la bebé en algún lado, nadie puede saber de ella, ¿de acuerdo? —el joven asintió, antes de recibir un arma que le fue extendida por Lee—. Esté pendiente, si vuelvo por ustedes es que necesitamos escapar.

Jimin asintió y, manteniendo a Jade en brazos, caminó con dificultad hacia la habitación principal. Decidiendo esconderse en el gran armario de la recámara. Esperando que la situación no empeorara y tuviese que salir de imprevisto con la bebé por el techo de la vivienda.



(...)


Generalmente cuando Jungkook tenía que hacer guardia en la frontera con Corea del Norte antes de que el apocalipsis ocurriera, le emocionaba el hecho de poder tener algo de acción si algo llegase a ocurrir, y siempre se postulaba para hacer el turno durante varios meses sin importar lo caluroso que estuviese el verano o lo frío que estuviese el invierno cuando debía quedarse en el puesto fronterizo. Le gustaba la sensación de adrenalina recorrer su cuerpo cuando sentía el peligro, sin embargo, aquella sensación en ese preciso momento no le gustaba.

Hizo crujir su cuello mientras recargaba las armas que habían podido almacenar durante los meses en que se hospedaban en aquella propiedad, y sin importar lo que le dijese Lee, quien también recargaba sus propias armas, sacó un cigarro y lo encendió. Guardó las armas en su bolsillo antes de calar profundamente el cigarro, para luego dejar salir el humo. No esperó a que su compañero estuviese listo, él simplemente se acercó a la reja principal en donde un camión militar les esperaba.

Jungkook chasqueó la lengua contra su paladar, sintiendo el cólera surgir, aquel camión había pertenecido a su anterior grupo y verlo allí en manos de unos hijos de puta, le sacó de quicio. Reconoció por la vestimenta a varios, como los de la tienda de conveniencia, y sin más, se cruzó de brazos, esperando que alguno de esos hombres dijera algo.

—Hemos venido por un integrante de nuestro grupo —musitó un hombre con sobrepeso que bajó del lado del conductor. Jungkook divisó en total a cinco hombres armados con el armamento que alguna vez le había pertenecido y, apretó sus manos con fuerza—. Libérenlo y tendremos clemencia con ustedes.

—Lo único que he encontrado en mi propiedad es a una rata —respondió Jungkook, calando una vez más su cigarro—. Así que, si quieren ustedes sobrevivir, largo de aquí.

El hombre carcajeó al igual que los hombres que lo estaban observando de pie desde la parte trasera del camión. Jungkook simplemente dejó salir el humo y tiró la colilla al pastizal para luego apagarla con la suela de su bota. Mientras analizaba el comportamiento de cada uno de sus oponentes, al parecer ni siquiera le tomaban en serio para no apuntarle directamente con sus armas. Eso le ofendió.

De repente, escuchó los gritos de alguien detrás de la casa, y rodó los ojos al identificar los alaridos de Lim gritando que allí se encontraba. Los hombres dejaron de carcajearse de inmediato: —Es una rata que habla, solo eso —musitó Jungkook frunciendo su entrecejo, mientras veía a Lee acercándose, sin embargo, le hizo una señal para que no lo hiciera y se mantuviera contra el mural para que nadie lo observara.

—A quien tienen ahí es a nuestro líder, déjenlo libre y váyanse de la propiedad. Es lo único que está en negociación —espetó el hombre, acercándose a la reja—. Tienen un minuto para hacerlo o asesinaremos a todos los de su grupo, ¿está claro?

Jungkook extendió las comisuras de sus labios, demostrando una sonrisa de soslayo al darse cuenta de que el hombre le había dado la información que necesitaba; Lim era alguien importante para ellos.

—Está bien —contestó Jungkook de forma tajante y se alejó del portón. No sin antes hacerle señas a Lee para que se mantuviera allí por cualquier cosa. Caminó detrás de la vivienda para encontrar a Lim retorciéndose y gritando de forma tan exasperada que Jungkook quería ahorcarlo ahí mismo, no obstante, lo necesitaba vivo en aquel momento.

Lo desató de la corteza y lo jaló del brazo por todo el pastizal sin importar los quejidos de dolor, porque poco le importaba estrellarlo contra varias rocas y obstáculos en el camino. Finalmente, antes de llegar le obligó a pararse y mantener el equilibrio con la pierna que aún no tenía quebrantada, llevándolo del cuello de la camisa hacia el portón. Después Jungkook se posicionó detrás de él.

Los hombres al percatarse del estado en el cual se encontraba Lim se bajaron del vehículo y Jungkook se acercó al oído de este para murmurarle: —Nos vemos en el infierno, hijo de puta —Y sin más, sacó el arma de su bolsillo, comenzando a disparar acertadamente; primero al hombre con sobrepeso, quien no alcanzó a defenderse.

El sonido de las balas comenzaron, al igual que los gritos de Lim tratando de alejarse cuando los impactos de balas recayeron contra su cuerpo, puesto que el militar lo estaba usando como escudo humano, los cuales le fueron en vano cuando los tiros de sus propios compañeros de grupo acabaron con su vida.

No obstante, no con la de Jungkook, quien al percatarse que había asesinado a todos los intrusos, dejó caer al suelo el cuerpo acribillado de la persona que más detestaba, dejando que este esparciera toda la sangre sobre el pastizal por las múltiples heridas de bala.

Jungkook guardó su arma y en ese momento, un hombre salió detrás de la puerta del camión, sin embargo, Lee quien aún se encontraba conmocionado por la escena que ocurrió rápidamente, salió de su escondite y le derribó con un disparo en la sien. De repente, escuchó un gruñido por parte del militar, giró y se dio cuenta que este se presionaba su lado derecho tratando de obstruir la hemorragia que un disparo le había causado.

—Joven Jeon —musitó, acercándose y tratando de presionar la herida. El militar dejó de quejarse para luego carcajear—. ¿Pero qué ha hecho? Ahora vendrán más en búsqueda de los integrantes que no volvieron... —Lee frunció su entrecejo cuando el militar se desestabilizó, decidiendo llevarlo directamente a la vivienda. Al llegar a la mesa, tiró todo lo que había allí para ayudar al militar a recostarse sobre la madera, luego comenzó a llamar a Jimin para que bajara, y en unos pocos minutos ya estaba el joven bajando los escalones con la bebé en brazos y apuntando con el arma bastante nervioso.

—El joven Jeon los ha asesinado, pero le han alcanzado a disparar —le explicó Lee, haciéndose a un costado de la puerta de la cocina para que Jimin pudiese pasar, entonces allí encontró al militar a punto de caer inconsciente y con la sangre manchando toda su camisa. Le entregó el arma a Lee, quien la guardó en su cinturón y luego le dejó a cargo a la bebé.

Jimin caminó sin apoyar su pie herido y buscó sobre la encimera unas tijeras para poder cortar la camiseta del militar. Inspeccionó la herida, la cual estaba en el costado derecho del abdomen, cerca de dónde se encontraba la cicatriz que reconocía como la que había recibido el teniente aquella vez en el almacén. Dándose cuenta de que la herida tenía orificio de salida y que al parecer no había afectado ningún órgano. Después le pidió el favor a Lee de que dejara a la bebé dentro de su cuna para que pudiese traerle el botiquín rápidamente.

—Al parecer le gusta que le disparen, Jeon —murmuró Jimin, más tranquilo al percatarse de que no era una herida grave. El militar balbuceó algo inentendible, y Jimin rio para sí mismo al darse cuenta de que Jungkook le estaba maldiciendo—. Ni a punto de morir deja de ser un idiota —le acusó antes de que Lee volviera a la estancia con el botiquín.

Jimin se encargó de desinfectar y saturar al teniente rápidamente, para luego dejar que Lee se encargará de ayudar a recostarlo en la cama de la habitación que alguna vez fue de Namjoon. El joven no se rehusó, puesto que durante los días que compartieron recámara, Jungkook había dormido en el suelo y ahora que estaba herido, por mucho que lo detestara, Jimin no pensaría dejarlo allí y menos después de haber recibido un impacto de bala.

Jimin podría soportar una vez más compartir cama con el militar. De todas maneras, el hombre no se la había vuelto a insinuar y quizás estaba lo suficientemente agotado como para que llegase a intentar algo.




Al siguiente día, después de que Lee explicara todas las consecuencias que conllevaría el haber asesinado a los hombres del otro grupo y del posible contraataque que enviarían para apropiarse de la hacienda. Jungkook se había mantenido callado, y sin importar que Jimin le dijera que debía quedarse en reposo, se encargó de entrar el camión a la propiedad. Sacó todas las armas que alguna vez le habían pertenecido a su equipo de la brigada de Busan y al percatarse de un gran estuche en la parte trasera del camión, abrió este encontrándose con una bazuca.

—Esos hijos de puta iban a destruir todo —bramó el militar. Jimin, quien salió de la vivienda junto con Lee a verificar también lo que había dentro del camión, frunció su entrecejo al no comprender—. Esto pudo haber destruido por completo la casa —le explicó a Jimin, cuando se dio cuenta de la incertidumbre en el rostro del más bajo.

—Bien, entonces significa que la próxima vez que vuelvan, estarán más preparados —intervino Lee, cruzándose de brazos y demostrando lo preocupado que se encontraba—. Van a destruir el lugar... —sentenció. Jimin observó a Jungkook, esperando una opinión opuesta, sin embargo, el silencio del militar solo pudo confirmar lo que decía Lee.

—¿Qué? —preguntó Jimin a ambos hombres—. ¿No intentaremos nada? ¿No negociaremos o nos defenderemos? ¡Esto es nuestro hogar ahora! —exclamó, demostrando su indignación. Pasó saliva y al ver que Lee le iba a tomar del brazo, se removió bruscamente—. Este... este es el mejor lugar qué hay ahora, no podemos irnos y dejárselo a ellos. Jade... ella necesita estar bien, nosotros necesitamos estar bien.

—No es una decisión fácil, Jimin. Pero ese grupo nos supera en número y en armas. Debemos tomar todo lo que podamos e irnos, nos matarán si nos quedamos aquí —le dijo Lee, viendo cómo el joven negaba precipitadamente con la cabeza y apretaba los labios para evitar demostrar el coraje que sentía. No era justo.

—Debemos comenzar a guardar todas las previsiones que podamos en este camión —dijo el teniente, luciendo bastante impotente también al darse cuenta de la realidad. No había forma en poder ganarle a un grupo con más hombres y más municiones. Cuando en el de ellos sólo había uno con experiencia, otro con posibles problemas cardiacos por la edad, uno que apenas podía caminar, y una bebé que seguía gateando. Jungkook pensó en lo jodidos que estaban.

Miró de soslayo a Jimin, quien seguía negándose a la única opción, la cual les aseguraba por el momento la supervivencia. Y poco le importó posar sus manos sobre los hombros del joven para zarandearlo: —Míreme, Park. Esos hombres no vienen a jugar, tampoco a negociar. Son hombres peligrosos que harían con nosotros lo que quisieran, sin mencionar a la bebé, ¿qué cree que podrían hacerle a ella? Son unos malditos hijos de puta. Debemos abandonar la propiedad para poder sobrevivir.

Jimin dejó de morderse los labios y dejó salir un suspiro de frustración, derrumbándose al aceptar que era la única opción que tenían. Y sin meditar sus acciones, se apoyó sobre el hombro de Jungkook para comenzar a llorar de la frustración.

El militar se quedó estático sobre el lugar sin saber qué hacer precisamente, así que decidió esperar a que Jimin se alejara, quien al darse cuenta de dónde estaba dejando el rastro de su ira se alejó, y limpió sus lágrimas con el dorso de su mano de forma brusca. Simplemente asintió antes de dirigirse hacia la casa, evitando apoyar su peso sobre su pie herido.

Esa noche cuando habían alistado todo el alimento que tenían, mantas, ropa y agua en botellones. Lee le dio santa sepultura a la mayoría de los animales, sabía que la carne les duraría cierto tiempo y tampoco quería dejarle nada al grupo que iba a apropiarse del lugar. Luego fue a acostarse, y esperaba que Jade no sollozara en medio de la madrugada, porque quería disfrutar la última vez que estaría en una cama cómoda, agradeciendo no tener que compartir la cama con alguno de los jóvenes, los cuales esperaba, pudieran mejorar su relación pronto.



(...)


Debía ser de madrugada cuando a Jimin le despertó un fuerte ronquido, el joven estaba a punto de abrirle la herida al militar como venganza por aquello. Pero simplemente se quejó, tapándose los oídos con la frazada aun sabiendo que sería inútil, así que unos minutos después se destapó y se acercó al cuerpo del militar, quien le estaba dando la espalda. Extendió su brazo, tratando de encontrar la nariz de Jungkook, y al hacerlo presionó esta con sus dígitos para obstruirle la respiración.

Segundos después el militar se removió y Jimin dejó de apretar la nariz cuando el hombre detuvo los ronquidos. Volvió a acomodarse, sin embargo, no podía volver a conciliar el sueño. El solo pensar que estarían a la deriva como antes le daba ansiedad, no sabría qué ocurriría y pensar que Jade no estaría a salvo, le hacía sentir una fuerte opresión en el pecho.

—Estaremos bien —musitó el militar, girando su cuerpo y viendo adormilado el techo, haciendo sobresaltar un poco a Jimin quien no se esperaba que Jungkook estuviese despierto—. En un mundo como este no hay un lugar seguro para siempre —Jimin suspiró con nostalgia. Dándose cuenta de que había sido muy ingenuo al pensar que Jade crecería en aquel lugar; no le faltaría nada y nunca estaría en peligro—. Pero créame que esos hijos de puta no se quedarán con este lugar, no nos iremos aún... cuando lleguen los asesinaré, luego podremos salir por la parte trasera derribando las cercas con el camión. 

Jimin sonrió pensando que aquello era bastante descabellado: —¿Y cómo piensa hacerlo, Jeon? ¿Golpeándolos con gallinas? —le preguntó irónico y el militar le miró de mala forma. Jimin pasó saliva y trató de evitar algún contacto visual.

—Voy a darles lo que ellos planeaban hacer con nosotros y luego nos largaremos de aquí —concluyó. Jimin se quedó en silencio, pero aun así asintió, aprobando cualquier idea descabellada por parte del militar—. Estaremos bien, ahora deje de roncar que no deja dormir —sentenció antes de girarse y darle la espalda de nuevo. Jimin bufó y rodó los ojos.

Solo esperaba que Jungkook tuviera razón, porque aunque no quisiera admitirlo, confiaba en aquel hombre de actitud sombría y tosca.


*Bazuca: lanzacohetes antitanque portátil.

**

Estoy nerviosa, primer aviso.

Preguntas;; ¿Creen que ellos deberían irse o quedarse? ¿Podrán salir bien de la propiedad? ¿Alguien tiene miedo? porque yo sí, ah. 🥺

Muchas gracias por su apoyo, hemos llegado a 100k de lecturas. Sobre todo quiero agradecerles a las personitas que me dejan su bello voto y comentario, ¡son las/os mejores! 💕

Besos.

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