Sexagésimo tercer Capítulo.
63.
Jimin desesperado comenzó a buscar a Jungkook, sin importar que el piso en el que estaba se encontraba en llamas y con bastante humo. No iba a retirarse de allí hasta saber en dónde estaba el militar. A cada paso que daba, sentía que su respiración cada vez más se obstruía por el humo, sin embargo, no dejó de buscar al teniente en aquel lugar. Y al ver que no estaba en ningún lado, sintió una fuerte opresión en su pecho, la incertidumbre de no encontrarlo por ninguna parte solo incrementaba su ansiedad y desesperación.
Enunció el nombre ajeno varias veces mientras tosía, y parpadeó consecutivamente para que el ardor en sus ojos se disipara un poco, finalmente cayéndose en los escalones por la falta de visión. Se quejó cuando sintió sus costillas golpeasen contra el duro material y trató de recomponerse en la oscuridad gracias al humo cada vez más espeso y abundante. Decidió arrastrarse a lo largo de los escalones y pudo respirar mejor cuando llegó al piso inferior, sin embargo, todo los cimientos parecían estar débiles y caer en cualquier momento.
—Jeon... —le llamó una vez más, mientras se incorporaba y buscaba a tientas en aquella planta, la presencia de su compañero. Comenzó a caminar, sin bajar la guardia junto con su catana empuñada con ambas manos. El no poder hallar al teniente, le hizo perder la poca estabilidad que le quedaba y sintió las amargas lágrimas sucumbir sus ojos—. Jeon, si no aparece juro que.... —de repente se quedó callado, y agudizó su oído al percatarse que alguien estaba sollozando.
Claramente no era Jeon, solo lo había visto y escuchar llorar cuando Lee había fallecido y ni siquiera podía contarse como un verdadero sollozo. El teniente era claramente alguien de roble, parecía no afectarle nada o simplemente no podía demostrar sus sentimientos a flor de piel. El lamento que Jimin estaba escuchando era el de una mujer. Su instinto de supervivencia le decía que se alejara y saliera de allí. No obstante, él no podía irse sin encontrar al teniente. Así que, asomó su cabeza en la esquina de la columna para ver que al frente del camino de las escaleras que llevaban al primer piso, estaba una mujer llorando temerosa.
Se acercó dispuesto a decirle que debía marcharse o moriría allí porque en cualquier momento el edificio caería. Sin embargo, cuando solo estuvo a unos cuantos centímetros y la mujer elevó su mirada, se quedó quieto y pasó saliva. Apretó sus manos alrededor de la empuñadura de la catana, y decidió darse media vuelta para seguir en búsqueda de Jungkook.
—E-espera... ayúdame, por favor —musitó ella a espaldas de Jimin—. Afuera está infestado de muertos, yo... no sé cómo defenderme —concluyó con una voz dulce y nerviosa al mismo tiempo. Jimin frunció su entrecejo al escucharla parecer tan inocente, cuando sabía que no lo era.
Aquella mujer le había traicionado cuando rescató al teniente Jung, por ella le habían descubierto y por aquella arpía fue que asesinaron a Taehyung. Jimin negó con su cabeza y siguió su camino a lo largo del pasillo, escuchando los pasos de Jieun siguiéndolo. Trataba de ignorarla, por supuesto que lo hacía, pero su furia lo mantenía cegado a cada eco que resonaba en las baldosas por los pies descalzos que le seguían, como si él fuese a salvarla.
—Lo estás buscando, ¿verdad? —preguntó, tratando de alcanzar los rápidos pasos de Jimin—. Sé quién es, lo vi varias veces cuando... estuvieron encerrados —utilizó una voz bastante dulce y al hombre que seguía caminando en búsqueda de su compañero, solo le quedaba virar los ojos. Si él fuera Jungkook, probablemente ya la hubiera asesinado metros atrás de su camino—. Yo lo vi hace un momento... él también te estaba buscando.
Jimin trató de mantener la compostura. Lo menos que podía hacer era perder tiempo con aquella mujer, sabía que ella estaba jugando con su mente, no pensaba caer otra vez en sus palabras vacías. Siguió su camino, atento a cualquier pista que le llevase al paradero de Jungkook. Había una posibilidad que el teniente ya no seguía en el tercer piso porque las llamas ya debían estar acaparando el lugar y el humo también. Si no lo encontraba allí, seguramente estaba ya fuera del edificio, tal vez buscándolo también con desespero.
Cuando se dio cuenta que definitivamente tampoco estaba en ese piso, decidió dirigirse de nuevo hacia las escaleras para salir del edificio. No obstante, la mujer se abalanzó sobre su cuerpo para arrebatarle el arma que yacía guardada en uno de sus bolsillos delanteros. Jimin trató de apartarla con sus manos, pero la mujer seguía decidida a tomarla y por consiguiente, golpeó su espalda en donde estaba ella aferrada, contra la pared. La mujer comenzó a gritar de forma estruendosa, comenzando a golpear con sus manos los omoplatos del hombre.
De repente, Jieun logró tomar una navaja del bolsillo trasero de Jimin, dispuesta a apuñalarlo y este al darse cuenta, golpeó aún más a la mujer contra una de las puertas que parecía ser una salida a un compartimiento de incendios. Ambos cayeron de forma brusca sobre una plataforma que llevaba a unas escaleras de incendio. Jimin se alejó rápidamente de los bordes al darse cuenta de que había cientos de caminantes extendiendo sus manos hacia arriba para poder alcanzar algo de carne fresca. Solo era cuestión de tiempo para que lograsen subir arrastrándose en los escalones y llegar a ellos.
Él comenzó a reincorporarse, hasta que ahogó un grito de dolor cuando sintió el filo del cuchillo atravesarle su abdomen, aumentando el sonido de desesperación de los caminantes para alcanzarlos. Llevó la mano hacia la navaja para sacarla cuando Jieun le golpeó el rostro con una patada y le hizo desestabilizarse. Lo último que pudo hacer Jimin fue aferrarse de los barrotes cuando cayó de la plataforma y comenzar a mover sus piernas para golpear a los caminantes.
Elevó su mirada con desesperación viendo la sonrisa de la mujer, mientras tomaba el arma que había caído de los bolsillos de Jimin. Luego se acercó dispuesta a pisar los dedos del joven para hacerlo caer, y antes que pudiese hacerlo, Jimin mantuvo su peso con solo una mano para tomar con la otra la pierna de la mujer y hacerle caer en la plataforma. Aprovechó la extremidad de ella para impulsarse y gritó por el dolor agudo en su cuerpo, antes de ejercer toda su fuerza en recomponerse sobre la plataforma.
—Eres una maldita hija de puta —bramó Jimin cuando pudo levantarse sobre la plataforma y se presionaba la herida a uno de sus costados. Y antes que ella pudiese sostenerse para no caer, Jimin le arrebató el arma de las manos—. Por tu culpa asesinaron a mi hermano. Creo que es tiempo de pagar —siseó, inclinándose para empujar a la mujer por la plataforma, ignorando las plegarias y los ojos asustados ajenos.
Jimin simplemente lo hizo, después de dejar salir un profundo suspiro mientras escuchaba el fuerte golpe sobre el asfalto cuando la anatomía delgada cayó, para luego ser rodeada por la horda de caminantes y comenzara a gritar desesperada cuando estos lograron atraparla para morderla y desgarrar su piel y carne de sus huesos. En ese momento, en que él pudo observar la escena, supo que lo poco que le quedaba de humanidad se había esfumado, porque realmente había disfrutado ver el dolor de aquella mujer.
Aferró la catana a sus espaldas antes de volver a entrar al edificio y bajar a la primera planta con dificultad. Maldijo por el escozor que sentía en su cuerpo, sin embargo, debía ser rápido. Debía encontrar a Jungkook y darle el mapa. Solo esperaba que la mayoría de caminantes se hubiesen dirigido a la parte frontal del ala para no tener que enfrentarse a muchos cuando saliera por la puerta trasera. Cuando salió y el sol golpeó con fuerza su rostro, parpadeó aturdido antes de desprender la cabeza de un muerto que se dirigía en su dirección.
Siguió caminando a lo largo de la propiedad, sin saber exactamente a dónde dirigirse. No sabía por dónde comenzar a buscar al militar, así que siguió el camino hacia una zona bastante alejada de la horda de caminantes y, fue allí donde encontró a Hoseok detrás de la cerca destruida después de un largo tiempo, observándolo a través de la mira con su fusil.
—Jimin —le llamó antes de bajar el arma y acercarse al darse cuenta que estaba herido—. Jungkook te estaba buscando, quédate aquí y yo iré a por él. Tenemos que salir de este lugar ahora mismo —le indicó. Jimin asintió y se quedó allí parado al lado de la cerca mientras trataba de ignorar el agudo dolor que comenzaba a expandirse a lo largo de su cuerpo. Solo entonces, tanteó sus bolsillos para percatarse que el mapa seguía allí y cuando lo sostuvo en sus manos sucias y llenas de su propia sangre, se tranquilizó.
Debieron pasar minutos, pero para él significaron horas hasta que vio a Jungkook y Hoseok acercándose, corriendo en su dirección. No le sorprendía ver que el teniente Jeon estaba completamente sucio por el humo y al parecer su entrecejo demostraba lo enojado que se encontraba, con la vida en sí. Al llegar a su lado, lo tomó en brazos y le abrazó con fuerza, y aunque Jimin necesitaba aquello, se quejó por el dolor en su cuerpo. Jungkook en ese momento se alejó para observar la sangre que yacía en la camiseta y que caía en la extensión de la pierna derecha de Jimin.
—Joder, ¿qué mierda pasó? Le dije que no debía alejarse de mí y cuando menos lo esperé, ya no estaba a mi lado —dijo el militar claramente enojado. Jimin suavizó sus facciones y acarició la mejilla de Jungkook antes de alejarse.
—Encontré un mapa en donde está indicado el lugar del laboratorio en donde deben tener a Jade —dijo Jimin, mostrándole a Jungkook el mapa arrugado—. Goong lo tenía, pero ya no debemos preocuparnos más por él —informó con una leve sonrisa de triunfo. Jungkook tomó el mapa en sus manos, con una mirada más abierta y esperanzada que alguna vez Jimin le había visto sobre su semblante.
—Era lo que necesitábamos. Ahora debemos irnos, Yoongi sigue aún solo en el vehículo —intervino Hoseok, acaparando la atención de Jungkook y Jimin—. ¿Necesitas ayuda, Jimin? —le preguntó cuando comenzaron a salir de la cerca y este se demoró en caminar. Este simplemente negó, moviendo su mano derecha de lado a lado para restarle importancia al asunto. Sin embargo, Jungkook no demoró en percatarse y pasar un brazo por la cintura de Jimin para que este pudiese apoyar el brazo sobre su hombro y lograra sostenerse.
—Tenemos que parar. Está sangrando mucho —murmuró Jungkook, al darse cuenta la cantidad de sangre que manchaba la ropa desgastada de Jimin. Este negó repetidas veces, sin dejar de caminar a trompicones—. Park... maldita sea, deje de ser tan obstinado. Debemos por lo menos hacerle un torniquete o algo.
—La herida no es profunda. Prefiero llegar al vehículo rápidamente —respondió Jimin, evadiendo las miradas de ambos militares. No podía pensar claramente allí, solo quería llegar al vehículo y percatarse que Yoongi estuviese bien. Sin embargo, Jungkook no estaba muy convencido con la actitud evasiva de su parte, y cuando estuvieron dentro de la maleza alejados del almacén en ruinas, se detuvo.
—Voy a revisarle esa herida ahora —demandó el teniente Jeon, antes de levantarle la camiseta a Jimin y frunció el entrecejo al darse cuenta de que era una herida no tan profunda, como este le había indicado. Sin embargo, un color grisáceo se esparcía por la cadera hacia el vientre de Jimin, al igual que se denotaban aún más las venas a través de la piel blanquecina de este. Jungkook pasó saliva, sin comprender lo que sucedía y alejó la vista de aquel lugar para encontrar los ojos entrecerrados y agotados de Jimin, tratando de hallar una respuesta—. ¿Qué... qué es esto?
Jimin evitó la mirada, viendo hacia el suelo y finalmente se alejó para inclinarse contra la corteza de un árbol, para luego sentarse. Se sentía demasiado agotado para continuar. Hoseok se abrumó y sacó una botella con agua de su mochila para extendérsela a Jungkook, quien se mantuvo cerca de Jimin, bastante nervioso sin saber qué sucedía.
—Yo lo sabía... —musitó Jimin, divisando los rayos del sol calándose entre las ramas secas de los árboles—. Sabía que ella era diferente desde que nació.
—Mierda, ya está alucinando —intervino Jungkook con los ojos abiertos y temeroso, decidiendo salpicar varias gotas de agua con los dedos hacia el rostro pálido de Jimin—. Lo cargaré hasta el vehículo, vamos —llevó sus manos hacia los costados del joven de cabello blondo, pero este se negó.
—Cuando ella nació, Haneul ya había muerto... —murmuró, tomando los sorbos de agua que le daba Jungkook desde la botella—. Jade no lloró, incluso pensé que tampoco había sobrevivido, pero me equivoqué. Cuando estuvimos en la cabaña, aquella vez cuando Lim entró y dejó que pasaran los caminantes... yo había dejado a Jade sola dentro de la casa para verificar qué sucedía allí afuera, luego cuando volví ya habían entrado varios caminantes y pensé... pensé que algo le había sucedido. Pero estaba allí, en la cuna que usted le había hecho, completamente dormida y no le hicieron nada.
—Park... vamos al vehículo —insistió Jungkook, preocupado por la apariencia de Jimin. Este le ignoró y siguió observando los tenues rayos del sol, al parecer recordando todo lo que le estaba relatando.
—Luego, ella comenzó a llorar cuando busqué en las habitaciones. Jade presentía que los muertos estaban allí y me avisó. Y hace unos días, cuando ese hijo de puta la puso a prueba, sabía muy bien en el fondo que no le harían nada porque ya lo sospechaba. Pero... no pensé que lo que pareciese ser una bendición, sería una maldición para ella —musitó, dejando que las lágrimas se asomaran en sus ojos—. Jeon, usted tiene el mapa. Sabe dónde está ella. Por favor... rescátela. Es nuestra hija.
—Pero... ¿qué mierda está diciendo? Joder, Park. Nosotros vamos a ir juntos por ella —respondió Jungkook, frunciendo su entrecejo, e inclinándose hacia Jimin, para tratar de levantarlo a la fuerza.
—Jungkook... —murmuró Hoseok, deteniéndolo. Jungkook giró a verlo de mala forma, hasta que su amigo le señaló la pierna de Jimin llena de sangre.
El semblante de Jungkook cambió drásticamente a uno completamente de confusión, llevando sus dedos temblorosos al pantalón de Jimin para levantarlo y darse cuenta de lo que sucedía. Sin embargo, no tuvo el valor para verlo con sus propios ojos, simplemente buscó con desespero los ojos pequeños acompañados de unas bolsas grandes obscuras debajo de ellos: —Esa sangre en el pantalón no es por la herida del abdomen, ¿v-verdad? —preguntó, trastabillando con sus palabras. Jimin negó, y en ese momento Jungkook sintió que la respiración se le obstruía al instante.
—Tuve un enfrentamiento con la mujer de Goong... caí de las escaleras de incendios y un caminante alcanzó a morderme, muy superficial pero ya... yo ya estoy infectado —confesó, sintiendo el peso de aquellas palabras al expresarlas al militar. Este se quedó en silencio antes de comenzar a dar patadas a la corteza de los árboles, y también golpear con sus nudillos, dejando que estos se lastimaran—. Jeon... —le llamó, pero este seguía empecinado en sacar su furia con lo que fuese.
—¡No! —exclamó enojado. Hoseok trató de calmarlo, pero estaba tan empecinado en liberar todo lo que sentía de cierta forma—. ¡No comience a decirme que tengo que irme porque no lo haré! —se acercó a Jimin y cayó de rodillas frente a él.
Sus ojos obscuros que la mayoría del tiempo estaban sombríos, demostrando poco de sus sentimientos, ahora estaban completamente distintos. Estaban rojizos, brillosos y llenos de tristeza. Jimin extendió su mano para tomar la ajena y entrelazarla sobre su regazo. Su pecho ardía, más que su pierna o abdomen: —Tiene que escucharme. En cualquier momento puedo convertirme y ser un peligro para ustedes. Y.... yo no me puedo ir de este mundo sin saber que Jade estará bien. Por favor... se lo suplico.
—Yo no... yo no puedo dejarlo aquí —dijo en un susurro entrecortado el teniente, arrastrando sus rodillas para estar mucho más cerca de Jimin—. ¿Qué haré sin usted, Park? ¿Cómo podré vivir en este mundo sin usted? ¡No puede simplemente decirme que lo abandone aquí!
—Cualquier minuto, hora, tiempo que pase... significa que están en ese laboratorio con Jade, experimentando con ella. Cada instante es crucial, no pueden quedarse aquí hasta que simplemente suceda —musitó Jimin, levantando su rostro para buscar el de Hoseok, quien estaba a unos cuantos centímetros de ellos. Su mirada también reflejaba angustia y tristeza, pero se mantuvo allí por cualquier indicación—. Teniente Jung... yo sé que usted va a cuidar bien de Jeon, solo... le pido que le recuerde lo más importante —Hoseok asintió, bajando la mirada.
—No puede hacerme esto, Park.... —balbuceó Jungkook, acercándose aún más, dejando sus rodillas delante de las piernas extendidas de Jimin—. Juntos tenemos que encontrar a Jade. Estaremos bien —mencionaba, tratando de convencerse a sí mismo que no había una fecha límite para que su compañero perdiera la vida.
Jimin sonrió levemente, acariciando con su pulgar las manos ásperas del militar, y antes de responder, comenzó a toser con violencia. Jungkook trató de ayudarlo a mantenerse en su lugar, para evitar que se removiera con demasiada fuerza, y solo lo que pudo recibir como respuesta eran coágulos de sangre. El más joven llevó las palmas de sus manos bajo su barbilla, para tapar la evidencia de que estaba ocurriendo la transformación.
Jungkook al verlo comenzó a sollozar, llevó las manos hacia su rostro y comenzó a refregarlo con histeria. No podía creer en serio lo que veía frente a sus ojos. Todo parecía tan irreal, como la peor de todas las pesadillas. Allí, su compañero de vida, Park Jimin estaba muriendo lentamente y al asimilarlo, se rompió en aquel lugar frente al motivo de su sufrimiento.
—P-prométame que irá por Jade, Jeon —habló con dificultad Jimin, sintiendo el ardor expandirse a lo largo de su cuerpo. No sabía cuánto tiempo le quedaba, pero sí recordaba la transformación que había visto en Kim Namjoon hacía unos años, y allí pudo concluir que no le quedaba mucho tiempo. Aquel virus debía haber evolucionado y volverse más agresivo con el pasar de los años—. Va a encontrarla, va a sacarla de allí. Va a decirle que la amo mucho, que siempre estaré con ella. También cuide de Yoongi, él no tiene a nadie.
Jungkook siguió sollozando y tomó el frágil cuerpo de Jimin para abrazarlo con fuerza. El joven de cabello blondo también comenzó a llorar entre los brazos que le protegieron desde hacía mucho tiempo, enterró su nariz en el cuello sucio por el sudor y mugre de Jungkook, para aspirar la esencia que solía calmarlo. Le dolía dejarlo, le dolía dejar a su niña. Pero ya estaba agotado de aquella vida.
—Voy a rescatarla. Ella estará bien, y la protegeré. Lo haré —le contestó Jungkook, mientras hipaba—. También cuidaré de ese mocoso por usted —el teniente se aferró más al cuerpo de Jimin cuando volvió a toser, incluso de forma más violenta que la primera vez—. No-no haga eso, P-park —musitó asustado.
Pero Jimin ya no sentía nada, solo estaba absorto a la realidad, cada vez más ajeno a los fuertes brazos que le sostenían. Ya no podía sostenerse como antes lo hacía a la espalda ancha del teniente, y dejó un beso sobre la mejilla sucia de este: —¿Cómo no pude darme cuenta antes lo guapo que es, teniente Jeon? —preguntó y sonrió levemente.
Los siguientes minutos se mantuvieron en un silencio sepulcral, recostados sobre la maleza mientras se abrazaban como solían hacerlo, incluso antes de involucrarse física y sentimentalmente. Jungkook sollozaba cada vez que Jimin tosía y se removía en un ataque, mientras que Hoseok se encargaba de vigilar el área también llorando en silencio.
El teniente acarició el cabello largo de Jimin, alejándolo del rostro de este; cada hebra rebelde que trataba de ocultar cualquier facción o lunar pequeño que adornada aquella piel tersa que le caracterizaba, y murmuraba palabras de aliento cuando este tenía otra convulsión. Luego de un tiempo, cuando Jungkook se calmó un poco, pudo finalmente hablar: —¿Se acuerda de la primera vez en que me curó las heridas después de la explosión del almacén? Usted me preguntó si le tenía miedo a algo y le dije que no.... porque era verdad. Ese día no tenía miedo pero hoy mi miedo más grande es perderlo a usted —confesó, dejando salir un suspiro profundo y lastimero.
Cuando bajó su rostro, vio los ojos de Jimin tornándose más oscuros de lo que eran, pero para Jungkook seguían siendo humanos... seguía siendo él. Jimin le sonrió levemente, sin mostrar su dentadura, solo aquel gesto hizo más pequeños sus orbes y dijo lo que tanto necesitaba decir antes de que todo acabara: —Lo amo, Jeon Jungkook. Gracias por haberme cuidado y protegido. Ojalá hubiera podido conocerlo en otro tiempo, no en este mundo de muerte.
Jungkook no pudo resistirlo más y comenzó a llorar desconsoladamente, aferrando todo el cuerpo de Jimin contra el suyo. No quería dejarlo ir. Jimin no podía irse de su lado. No podía abandonarlo.
—Lamento haberlo tratado como una mierda desde el principio —musitó Jungkook, apoyando su rostro contra el cabello de Jimin—. Soy la peor persona que existe, ¿cómo puede siquiera tener sentimientos por mí? —preguntó vagamente y sonrió con nostalgia—. Yo... también lo amo, Jimin. Y siempre lo amaré —al liberar lo que sentía desde hacía bastante tiempo, le hizo sentir una carga menos en su cuerpo y manteniendo su sonrisa, inclinó su rostro para volver a ver aquellos ojos pequeños, pero la deshizo al instante al percatarse que ya no tenían vida.
Jimin había fallecido entre sus brazos.
Ya sé que deben estar madreándome, pero ajá que también tengo sentimientos y me la pasé llorando mientras escribía el capítulo. La muerte de Jimin ya la tenía planeada desde el segundo capítulo, así que no fue una decisión de un momento a otro )):
El próximo capítulo es el final. Sabremos si Jeon pudo seguir y cumplirle la promesa que le hizo a su esposo, o de lo contrario #teodiamosvenom
Sí van a haber extras, pero todavía no los he pensado. Como disculpa por matar a medio mundo les dejaré elegir qué tipo de extras les gustaría, puede ser de pasado o futuro (claramente sin afectar el rumbo de la historia, muertes, y así). Si tienen alguna idea, déjenla aquí.
Espero subir el capítulo final y el epílogo esta misma semana. Así que sí, esta es la última semana de Nekrós. Por cierto ¡muchas gracias por las 500k de lecturas! 🖤
Besos.
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