Segundo Capítulo.
02.
Los sonidos y pasos errantes de uno de ellos resonaban a través de la segunda planta y Jimin trató de acallar sus sollozos mientras se escondía dentro de uno de los armarios del piso. Su corazón latía frenéticamente, y las palmas de sus manos estaban sudoríficas. El único pensamiento que traspasaba su mente es que allí iba a ser el lugar en donde moriría mientras presionaba entre sus manos la empuñadura del cuchillo de cocina que encontró en la casa para poder protegerse de lo que hubiera allí. Había sido tan ingenuo al creer que en aquella casa no hubiese nada que atentara con su supervivencia, sin embargo, ahora se encontraba encerrado y con el terror apoderándose de todos sus sentidos.
Debía enfrentar su temor, debía hacerlo, debía encontrar un lugar para poder pasar la noche.
O tal vez podría encerrarse allí y dormir, sin tener que arriesgarse a que aquella persona lo llegase a morder, sin embargo, también existía la posibilidad de que podría encontrarlo en el armario mientras trataba de dormir.
Al ver por entre las rejillas del armario que el caminante se acercaba en su dirección, Jimin pasó saliva nerviosamente, no sabía exactamente cómo eran los instintos depredadores de eso a lo que antes era persona y cómo aumentaba sus ansias de canibalismo. Sin embargo, tenía entendido que cualquier ruido acaparaba su atención, así que encogiéndose entre los largos abrigos colgados arriba de la percha del armario comenzó a temblar y a implorar que no fuese encontrado y devorado.
Cerró los ojos cuando la mujer muerta en vida caminaba a lo largo de la recámara, vestida con una bata rota y manchada de sangre propia. Su cuello y brazo derecho demostraban las mordidas que fueron hechas sobre su cuerpo, sus ojos obscuros seguían un punto fijo y su boca abierta dejaba que se escapasen fluidos corporales. Al ver que se acercaba directamente al armario, su ritmo cardiaco comenzó a aumentar desorbitadamente y cerró sus ojos esperando lo peor. No obstante, un sonido estruendoso en la primera planta acaparó la concentración de la que en el pasado fue mujer y esta se dirigió directamente a la fuente del sonido. Cuando Jimin no la visualizó a través del pasillo, salió de su escondite y cerró la puerta de la recámara, moviendo varios muebles para obstruir que volviera a entrar.
Observó la habitación en la que se encontraba, era la habitación principal por lo tanto consistía en una cama grande y un baño, el cual Jimin revisó de inmediato para cerciorarse que ninguno de ellos estuviese allí.
Se deshizo de la mochila a su espalda, en donde había guardado varías provisiones de comida que había encontrado en la cocina de aquella casa antes de subir y darse cuenta de que no estaba precisamente solo. Había transcurrido una semana o más, realmente Jimin no se había puesto a pensar en eso, y ni siquiera había podido llegar al centro de Busan, donde quedaba ubicado el apartamento en donde su madre y su hermano menor residían junto a él. Su bicicleta se pinchó por los vidrios rotos de las calles, desde el primer día que todo cambió para él. Apenas pudo escapar de varios caminantes que se alertaron de su presencia.
Caminantes, así les llamaba Jimin, porque aquellas personas ya no eran humanos, tampoco monstruos ante los ojos del joven de cabello rubio. Mantenía la esperanza de que volvieran a ser personas... no aquellos que querían saciar su hambre de carne.
Jimin se sentó sobre la cómoda cama y abrió una lata de frijoles, nunca fueron sus favoritos, sin embargo, no era tiempo de elecciones. La comida en ese momento era lo más preciado que podría encontrar, al igual que el agua. El agua era lo más importante. Sacando una botella de agua a medio llenar tomó un largo sorbo y finalmente decidió darse una corta ducha sin dejar que lo acompañase aquel objeto corto punzante por si algo le llegase a pasar.
Mientras dejaba que la lluvia artificial cayera sobre su cuerpo y retirara la suciedad que había acumulado por días, se permitió llorar. Había llorado todos esos días, de día y de noche. Se sentía solo y desesperado, necesitaba encontrar a su familia. Solo pensar que podrían haberse convertido en uno de ellos le carcomía la culpa por dentro. Su madre ya rondaba los cincuenta y cinco años y su hermano Taehyung solo tenía quince. Él era quien estaba a cargo de cuidarlos, y no estuvo allí para evitar si algo malo les llegó a ocurrir. Ni siquiera tenía la valentía de enfrentarse a uno de ellos, siempre se escabullía o prefería irse a otro lugar antes de llegar a enfrentarse con la realidad que lo atormentaba.
Durante esos días, solo conoció a una persona, a un hombre migrante de Ghana. El joven le ayudó a defenderse de varios caminantes y Jimin al ver que le mordieron y atacaron salió corriendo como el vil cobarde que era. Aún recuerda los gritos de dolor por parte del hombre al ser devorado por cinco caminantes. El joven de cabello rubio alcanzó a huir sin ninguna mordida, sin embargo, la culpa lo carcomía.
Se sentía la peor persona en la faz de la tierra, quizás no hubiera podido ayudarlo, sin embargo, ni siquiera insistió en hacerlo. Siempre quedaba conmocionado al ver muchos de ellos y aún recordaba como el hombre le gritaba en inglés "corre". Él le salvó la vida, y Jimin no lo ayudó. Durante toda su vida se había estigmatizado a sí mismo al creer que era débil, al ser demasiado pequeño frente a los demás compañeros de colegio y universidad, siempre había sido señalado como el chico de "facciones delicadas" y le trataban como tal. Ahora todos esos comentarios estaban jugando en su contra.
¿Cómo podría sobrevivir en un mundo como este? Las probabilidades de que alguien como él; delgado, pequeño y sin habilidades de lucha eran nulas. Jimin pensaba que esto debía ser una pesadilla, que se había quedado dormido en clase de farmacología, sin embargo, aquella pesadilla no acababa.
Salió envuelto en la toalla que colgaba en los azulejos del baño y salió en búsqueda de algo de ropa que con suerte le quedaría. Era la primera vez que encontraba un hogar en donde pareciese que las personas dueñas del lugar no se habían llevado todo con esperanzas de sobrevivir. Jimin sonrió al encontrar un pantalón de su talla y un saco suave, y tampoco escatimó en utilizar ropa interior y guardar unos cuantos pares en la mochila. A Jimin no le gustaba estar sucio, lo detestaba, y aunque fuese difícil siempre encontrar un lugar en donde asearse, realmente trataba de no verse y sentirse tan deplorable. Se cepilló los dientes y luego tomó el cepillo junto con varias cremas dentales, guardándolos en la mochila, sintiéndose más cómodo al saber que al menos no tendría mal aliento.
Era el fin del mundo y él seguía pensando de forma vanidosa... bueno, así era Jimin. Recordó cómo su hermano le molestaba diciendo que era la persona más vanidosa, Jimin solía golpearle el brazo levemente y Taehyung le sacaba la lengua. Oh, realmente necesitaba llegar mañana a su hogar, necesitaba saber que su familia estaba bien, de lo contrario seguir con vida no tendría algún motivo.
Jimin cayó en un profundo sueño, realmente no esperaba dormir de forma relajada como no pudo hacerlo en días, suponía que fue por haberse aseado y por la cómoda colcha bajo su cuerpo. Se levantó cuando los rayos del sol golpearon directamente su rostro entre las ranuras de las persianas y poniéndose una chaqueta bastante cómoda y ligera sobre el saco decidió que era hora de tratar de encontrar un carro y llegar a su casa. Ya era tiempo de volver a su hogar y de estar con su familia.
(...)
La sangre salpicó sobre su rostro cuando degolló a uno de los muertos que trataban de atacarlo, y al escuchar como su compañero se estaba defendiendo de varios de ellos, no dudó en sacar su arma y propinar tres disparos certeros en la cabeza de los muertos. Se acercó al cuerpo caído, y le ayudó a recomponerse.
—No puedo perderte Jung, anda respira —le dijo Jungkook a su compañero de servicio militar, Jung Hoseok—. Necesitamos encontrar un buen lugar para que las personas duerman allí, necesito que estés concentrado.
Hoseok asintió. Jungkook nunca lo había visto así, solía reconocerlo como uno de los compañeros de entrenamiento más audaces y serios de todo el campamento, sin embargo, ahora lucía bastante perdido y desorientado.
—Mi familia, Jeon... mi familia ha muerto —fue lo único que pudo responder Hoseok antes de caer sobre el asfalto de rodillas y comenzar a sollozar.
Jungkook cerró los ojos y se apoyó en la pared continua. Sabía lo que su compañero sentía, la impotencia también lo estaba consumiendo al descubrir su casa desordenada, sin rastros de su madre y padre.
—Jeon, Jung, he encontrado un buen lugar para pasar la noche —les informó otro compañero de entrenamiento trotando hacia su dirección a lo largo del callejón—. Le informaré a Lee para que traiga la vagoneta.
Jungkook ayudó a reincorporar a Hoseok del asfalto y le dio una pequeña analizada para cerciorarse de no encontrar mordidas. Jeon Jungkook nunca había sido amable, ni noble, sólo le importaba su familia, sin embargo, el único amigo que siempre había estado con él durante el servicio militar fue Jung Hoseok. Y pensar que su familia tampoco lo había logrado, le daba a entender que lo único que le quedaba era el hombre que seguía llorando... hacía unas cuantas horas habían pasado por el hogar de los Jung, encontrando a los padres y la hermana de Hoseok muertos en vida.
Jackson les indicó el lugar y al ver que era un almacén minorista, les dio la posibilidad de pasar una noche a salvo por las rejas y las puertas de seguridad. Esa era la última noche que estarían en Busan, la ciudad estaba atestada de los caminantes y entre más hubiesen, más difícil sería sobrevivir.
Unos minutos después de haber revisado el lugar de que no hubiera ningún muerto, la vagoneta llegó por el callejón en la puerta trasera del almacén. De allí bajaron las cuatro personas que además de Jungkook, Hoseok y Jackson conformaban el pequeño grupo que habían creado a lo largo de la semana desde que ocurrió la pandemia viral, y entraron todos al almacén antes de cerrar la puerta.
Jungkook sabía que debía ahora tomar las riendas de líder, usualmente dejaría que Hoseok lo hiciera, sin embargo, aquel hombre no estaba en facultad de siquiera pensar razonablemente en aquel momento. Sabía que las dos mujeres, un joven y un hombre que encontraron a lo largo del camino desde que recorrieron el batallón militar hasta llegar a la zona urbana de Busan, le tenían miedo. Sin embargo, eso era mejor a que no le tuvieran respeto y llegasen a pasarse de listos y robarse las municiones que alcanzaron a tomar del puesto militar junto con Hoseok y Jackson.
Una de las mujeres podría tener treinta años, su nombre era Jongsun, y aunque los demás la vieran indefensa y nada problemática, Jeon juraba ver algo más allá de esos pequeños ojos melancólicos y asustados, lo mismo ocurría con la joven que no se despegaba de ella, Haneul, podría estar en la plena adolescencia, sin embargo, se ha demostrado más valiente que el joven que le seguía de su edad llamado... bueno, ni siquiera a Jungkook le importaba su nombre, era demasiado pequeño y acongojado que no le daba más de una hora de vida si no estuviese protegido por su grupo, finalmente el otro hombre con cara de pocos amigos, con una cicatriz que recorría su mejilla hasta la frente era Lee, un hombre que reservaba sus pensamientos para sí mismo. Y Jungkook no podía soportarlo.
Aquellas personas estaban allí porque su caritativo amigo Hoseok, amante de las personas y sociable como siempre, le había dicho que su misión como militares era proteger a la población. Jungkook solo carcajeaba amargamente por lo que decía su único amigo y fumaba un cigarro tratando de no gritarle en la cara que el mundo ya estaba deshecho y lo importante era salvarse a ellos mismos. No lo haría, no en ese momento cuando Hoseok estaba destruido.
—Dicen que en el paralelo 38 está libre de zombis, no perdemos nada con intentarlo —le dijo Jackson acompañándolo con un cigarrillo entre sus dedos—. ¿Recuerdas a Woo? Uno de la armada le ha dicho eso, hablé con él antes de que se me acabara la poca batería que tenía. Necesitamos conseguir cargadores. El hijo de puta ya se encuentra en Ulsan.
—¿Atravesar todo el país? —le cuestionó Jungkook frunciendo su entrecejo y dándole otra calada a su cigarrillo—. Necesitaremos aumentar las provisiones, aunque si Woo lo dijo podría ser verdad, siempre ha tenido contactos. Descansa Wang, mañana será un día largo, debemos aprovechar y obtener todo antes de irnos de esta ciudad de mierda.
—Jeon, deberías más bien descansar. No has dormido en todos estos días, vamos, yo me ocuparé —le respondió Jackson y Jungkook le miró de forma malhumorada. Detestaba que le dieran órdenes—. O al menos ve y cuida de Jung, probablemente sería capaz de salir a la calle para que lo coman de una vez.
Jungkook lo consideró y sin siquiera asentir, se largó de la esquina del almacén para buscar entre las pequeñas colchas improvisadas con los objetos del almacén el cuerpo de Hoseok, quien se encontraba sentado contra uno de los estándares observando a la nada.
—Mañana nos iremos, Jung, esta ciudad es bastante peligrosa y aunque no lo creas, realmente quiero que estés a salvo... eres lo único que me queda ahora —dijo Jungkook expresándose abiertamente. La confianza que tenía en su amigo no la tenía con nadie, y realmente quería que él estuviese bien.
—Todo ahora es tan incierto, Kook —respondió Hoseok sin siquiera observarlo—. No sabemos cómo terminará esto, no se pudo controlar antes, menos ahora.
Jungkook chasqueó la lengua contra su paladar y dio otra calada a su cigarrillo. No quería admitirlo, sin embargo, ver que el único que había mantenido la esperanza de que todo mejorara se encontrara pesimista, lo hacía sentirse de igual manera.
Quizás moriría pronto, y la verdad ya no le importaba que aquello pasara. No tenía ningún motivo y razón por la cual seguir en pie.
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Espero que les haya gustado, lamento si es un poco lenta al principio 💕
Si les gustó no olviden dejar su voto y comentario, me ayuda a seguir la historia.
Besos.
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