Quincuagésimo quinto Capítulo.
55.
Decir que Jungkook le dejó ir fácilmente, sería una mentira. Trató de persuadirlo, incluso prometiéndole muchas cosas para que no fuera, pero al final, Jimin estaba decidido en acompañarlos. Se despidió de Jade y la dejó con Joohyun en la enfermería para que ella pudiese ayudarle a cuidar de la niña. Jade al no comprender porqué se despedía con un fuerte abrazo, le observó intrigada y él tuvo que explicarle que volvería hasta tarde.
Durante el camino en el vehículo todos se mantuvieron en silencio, mientras que Jimin trataba de evadir la mirada que le daba Jungkook a través del retrovisor, bastante enojado. Estaba claro que él no quería que estuviese allí dirigiéndose hacia el almacén, sin embargo, Jimin trataba de ignorarlo y quedarse a un lado de Taehyung, diciéndole que pronto el teniente Jung volvería a la comunidad. Finalmente, durante los últimos kilómetros, escondieron entre la maleza el vehículo antes de caminar a lo largo del bosque.
Jimin aferró la catana a su espalda mientras también cogía la mano de su hermano, él pensaba que Taehyung saldría corriendo despavorido hacia el almacén y aunque eso sonaba para cualquier persona un acto irracional, no le parecería extraño que su hermano lo hiciera. Así que, por mucho que Taehyung le insistiera que no tenía que tomarlo de la mano, Jimin se rehusaba a alejarse. Sin importar las miradas, en especial la del teniente, quien aunque se encontraba liderando la caminata, sabía que le observaba de vez en cuando.
Se escuchó a lo lejos los sonidos que emitían unos cuantos caminantes aproximándose en su dirección. El teniente Jeon detuvo a Seokjin, siendo él el encargado de deshacerse con un cuchillo de cada uno de los muertos sin ayuda alguna. Eso solo demostraba que estaba lo suficiente enojado cómo para explotar en cualquier momento, Jimin lo sabía. Incluso por cómo el teniente caminaba, sus hombros se tensaban y su mirada demostraba el evidente disgusto. Al parecer, de eso no se había percatado Seokjin, quien trataba de comenzar una conversación con el militar, el cual sólo le respondía con monosílabos o con movimientos de cabeza.
Cuando llegaron a la pequeña montaña de tierra en donde podían revisar el perímetro, Jeon tomó su fusil para visualizar con la mirilla cada persona dentro de la cerca. Se encontraba la misma cantidad de personas como la vez pasada, a excepción de dos individuos más contra las cercas mientras mantenían en sus manos unos artefactos filosos, llamando a los caminantes que se dieron cuenta de la propiedad para poder atravesarles el cráneo. Jungkook vio aquello como una oportunidad, así que se deslizó después de decir que se quedarán allí. Lo siguiente que sintió fue que alguien se acercaba a él y no tuvo que girar a ver para saber de quién se trataba.
—¿Acaso no me escuchó bien? —preguntó sin girar a ver a Jimin—. Iré a inspeccionar el área para ver si encuentro otro lugar en donde yo pueda entrar. Usted aquí solo representa las probabilidades de que ellos se den cuenta que alguien está merodeando la propiedad —concluyó bastante enojado y finalmente detuvo sus pasos, logrando que el joven se estrellara contra su espalda—. Vuelva donde están todos, Park.
—Lo acompañaré, no haré ruido. Quiero estar con usted, si me quedo allí con ellos, me desesperaría —respondió Jimin, llevando sus manos hacia los hombros del militar, comenzando a acariciar aquella zona para tratar de apaciguar el temperamento de Jungkook—. Solo déjeme estar ahí, y le haré caso en todo lo que usted me pida —el militar gruñó, dejando que Jimin acariciase la zona de sus omóplatos, y al final, siguió caminando.
Caminaron entre los árboles hasta que se escondieron detrás de un matorral. Jungkook volvió a posicionar el fusil para utilizar la mira y poder observar de mejor manera el área en donde se supone que debía inspeccionar. Maldijo entre dientes dándose cuenta de que efectivamente el único lugar en donde podrían infiltrarse era por la rejilla de ventilación. Dejó de enfocarse en la mirilla para voltear a ver a Jimin, quien arrodillado a uno de sus costados le observaba atentamente. El militar pasó saliva, rehusándose a la realidad.
—Entraré yo —murmuró el teniente. Jimin frunció su entrecejo—. Hay una puerta trasera, solo necesito deshacerme de diez hombres y podría entrar por allí —concluyó. Bajó de su espalda la mochila de municiones, comenzando a recargar las armas que necesitaba para luego ponerles silenciador a cada una de estas. Jimin le detuvo, tomando las manos del militar, las cuales estaban cubiertas por unos mitones negros.
—No sé mucho de infiltraciones, Jeon. Pero lo que me acaba de decir suena a una locura —intervino Jimin, con un semblante lleno de preocupación—. Quizás lo logre, llegue a entrar por la puerta trasera, pero podrían darse cuenta de inmediato que alguien está eliminando uno por uno de ellos en la cerca —concluyó. El teniente se quedó callado por un momento, estaba claro que estaba jugando a su suerte—. Yo puedo entrar por la rejilla, luego me escabulliré para encontrar una salida para que el teniente Jung finalmente esté a salvo.
Jungkook se quedó en silencio, maldiciendo mentalmente porque Jimin tenía razón. La única probabilidad para entrar sin ningún enfrentamiento directo era esa opción. No obstante, nada le aseguraba que Jimin pudiese encontrar rápidamente a Hoseok sin tener que enfrentarse a varias personas. No es que desconfiara de las habilidades en combate de aquel pequeño y menudo hombre, sino porque no creía que él sería capaz de asesinar a alguien.
—Park, le voy a hacer una pregunta y espero que me la responda con franqueza —murmuró el teniente, dejando salir un suspiro de frustración—. Si tiene que asesinar a alguien, ¿lo haría? —le preguntó—. No se trata de muertos esta vez. Son personas las que están allí adentro y que apenas se den cuenta que hay alguien ajeno entre ellos, no durarán en eliminarlo —Jimin se quedó en silencio, y finalmente asintió.
—Sé lo que tengo que hacer, Jeon. Primero estoy yo y luego las personas de allí. No dudaré en defenderme —respondió. El teniente cerró los ojos antes de llevar su cabeza hacia arriba y abrirlos para ver el cielo azul, una de las últimas veces en un largo tiempo que vería el cielo de ese color y los rayos del sol tan vibrantes porque el verano estaba a punto de terminar. Finalmente, decidiendo que Jimin debía ir, asintió.
A regañadientes le pasó las dos armas con silenciadores, y comenzó a planear una rápida estrategia mientras Jimin acomodaba los artefactos en los bolsillos de su pantalón. Jungkook pasó saliva antes de limpiar el sudor que caía por su frente por el calor de la temporada y se acercó con una botella de agua para que el menor se hidratara antes de entrar. Sintió una fuerte opresión en su pecho al ver la ansiedad en las expresiones de Jimin, y estuvo a punto de retractarse de que este entrara, sin embargo, cada día que pasaba era crucial para que su mejor amigo siguiera con vida.
—Esta clase de almacenes tienen bodegas en la parte trasera, creería que en esa área deben tener a Hoseok encerrado. Quizás dos o tres hombres lo custodian, por eso le doy el arma. Sé que la puntería no es lo suyo, pero debe tratar de dispararles directamente a la cabeza, si solo los hiere, ellos tendrían tiempo de avisar a los demás de que usted se encuentra allí. La otra arma es para Hoseok, él sabe cómo usarla y usted necesita también de su ayuda —comenzó a explicarle, y en cada palabra sentía un nudo en la garganta. Sabía lo riesgoso que sería la situación—. Usted es muy bueno escabulléndose, ambos lo sabemos. Use aquello como una ventaja. No dude en utilizar la espada si lo cree necesario.... le recomendaría encontrarlo y volver hacia esta dirección para que yo pueda intervenir si algo ocurre. Yo me quedaré aquí con el fusil, si usted no sale en una hora, entraré por la puerta trasera, ¿de acuerdo? —Jimin asintió a cada información que le daba, luciendo bastante nervioso por la situación—. Y no sobra recordarle, Park, que en este momento se trata de matar o morir. No tenga piedad de nadie.
Jimin asintió, terminando de beber la botella de agua antes de sentirse preparado para infiltrarse. El teniente le dio una última mirada antes de comenzar a caminar agachado hacia la cerca, esperando que el menor le siguiera los pasos en la misma posición, no sin haber inspeccionado antes en la mirilla que la zona estuviera desolada. Buscó a tientas la cuerda con la que había cerrado la cerca y le señaló con la cabeza a Jimin después de deshacer el nudo, para que pasara por allí.
No tuvo que darle más explicaciones al joven, simplemente este se adentró rápidamente en la cerca y corrió directamente hacia la rejilla de ventilación, con sus propios dedos giró los tornillos previamente soltados y antes de darle una última mirada al teniente, quien le observaba atentamente desde la cerca con una pistola en mano por si alguien se daba cuenta de su presencia, se escabulló dentro del lugar con un poco de esfuerzo y raspones en sus brazos.
Jimin ni siquiera visualizó lo que había en aquel lugar, simplemente cayó sobre el suelo y lo único que sintió además del golpe fue la humedad bajo sus manos cuando las utilizó como soporte al haber caído directamente al asfalto de una estancia completamente obscura. Se reincorporó rápidamente, sin perder tiempo y caminó a lo largo de la habitación en donde vio varios roedores cruzar y esconderse dentro de unos barriles. Jimin frunció su nariz al percibir el hedor y sacando una de las armas de su bolsillo, se fue desplazando hasta la salida de aquel lugar.
Se apoyó contra la pared a un lado de la puerta, escuchando atentamente si había sonidos que le permitiesen saber si había alguien fuera, sin embargo, lucía bastante solitario, así que, antes de tomar una inhalación profunda, salió del cuarto. Había un largo pasillo y al igual que la habitación, este era obscuro con paredes sucias y llenas de humedad. Comenzó a caminar con suaves pasos para evitar que las suelas de sus botas resonaran con cada paso que daba contra el asfalto. Mantuvo el arma en posición en todo momento, dejándose llevar por sus instintos hacia lo que parecía ser la parte trasera del almacén, sin embargo, unos ruidos al fondo le advirtieron que tendría compañía pronto, así que aprovechando que habían unas cuantas cajas en el pasillo, se escondió detrás de estas.
Escuchó unas cuantas carcajadas y de un cuarto salieron varios hombres en compañía de unas mujeres con vestidos cortos. Jimin visualizó desde su escondite a aquel grupo, y se sintió mal al darse cuenta de que las mujeres no se veían en buen estado ni menos felices de estar al lado de aquellos hombres. Apretó sus manos alrededor del arma, tratando de mentalizarse que por primera vez debía comportarse egoísta y no hacer nada impulsivo. Al ver que se alejaban en dirección contraria en la que él estaba, aprovechó para seguir su camino con mucha más precaución que antes.
Se deslizó contra la pared hasta llegar a un pequeño lugar en donde habían cientos de cajas y provisiones. Asimismo, un grupo de hombres yacían sentados alrededor de una mesa entreteniéndose con juegos de azar. Jimin agradeció que estuvieran en aquella actividad para poderse escabullir detrás de los estantes de provisiones e irse dirigiendo más hacia al fondo del almacén, en donde suponía que estaban las bodegas. Siguió caminando, sintiendo el palpitar de su corazón acelerarse cada vez más, quizá se le saldría por la boca en algún momento pero antes debía hallar al teniente Jung.
Tuvo que pasar por un taller en donde solo había pocas personas, incluso podía darse cuenta de que eran individuos que trabajaban forzosamente en el área, y gracias a su agotamiento ni siquiera se percataron de cómo Jimin corría rápidamente detrás de cada monta carga, cajas y escombros para llegar a su objetivo. Finalmente, al parecer había llegado a la parte trasera del almacén. Por el momento no había tenido que enfrentarse a alguien y eso le hacía sentir mejor, quizás le había asegurado a Jeon que no tendría clemencia por nadie, pero no podría estar tan seguro de ello. Sentía la adrenalina recorrer su torrente sanguíneo, incluso sentía sus manos demasiado sudorosas a cada paso que daba en medio de otro largo pasillo. Le parecía bastante extraño que ninguna persona se percatara de su presencia y eso solo aumentaba su propia incertidumbre.
Entonces, como si estuviera llamando sus propios obstáculos, sintió que alguien se le acercó desde sus costados en la obscuridad e inmediatamente posicionó el arma contra la cabeza de quién fuera, rápidamente posando su mano libre contra la boca de esta persona. Abrió sus ojos por la conmoción dándose cuenta de que se trataba de una mujer, de cabello obscuro y largo, e incluso estaba maquillada. Su aspecto no era nada comparado a las otras mujeres que había visto en compañía de aquellos hombres y, aunque ella no estuviese forzando para liberarse o para gritar, no dejó de apresarla.
—No digas nada o juro que te disparo —murmuró Jimin, comenzando a inquietarse sobre el lugar. Realmente no podía dispararle a aquella mujer, cuando no le había hecho nada y lucía demasiado inocente. Ella negó con la cabeza, y Jimin tentando a su suerte fue retirando paulatinamente su mano del rostro de la mujer. Sin dejar de apuntarle a la sien—. ¿Dónde están las bodegas? —le preguntó y ella rápidamente le señaló con los ojos hacia el fondo del pasillo.
—Lo estás buscando a él, ¿verdad? —le preguntó en tono bajo—. El hombre del otro grupo, él está allí —señaló de nuevo al mismo lugar, pero esta vez con su dedo índice—. Hablé con él el otro día, me ha dicho que cuando vengan a rescatarlo podría irme con ustedes —Jimin frunció el entrecejo y se alejó lo suficiente, alejando el arma de la cabeza de la mujer. No sabía qué hacer en aquella situación, sabía que no debía fiarse de nadie, sin embargo, aquella mujer se veía bastante confiable.
—Te quedarás aquí, iré por él y nos iremos. Espero que no sea un engaño —le dijo finalmente Jimin, creyendo en la mujer—. ¿Cuántos hombres hay allí? —le preguntó. Ella le señaló con los dedos que habían solo dos personas resguardando el lugar y antes de pensarlo, Jimin se encaminó hacia el final del pasillo.
Tuvo precaución antes de girar para percatarse de los dos hombres que estaban resguardando una puerta. Sin perder tiempo, apuntó directamente hacia la cabeza de uno de ellos y disparó certeramente en el cráneo de este antes que siquiera el individuo se percatara de su presencia. Rápidamente Jimin soltó el arma y empuñó la catana entre sus manos para sacarla del estuche, y antes de que el otro hombre pudiese defenderse con un arma, el médico le cortó la cabeza.
Jimin se quedó quieto por un momento, tratando de asimilar lo que había acabado de hacer. Enfundó de nuevo la espada, mientras observaba la sangre que comenzó a esparcirse sobre el sucio asfalto antes de buscar entre los bolsillos de aquellos cuerpos inmóviles, las llaves para poder abrir la puerta. Al hallarlas, no escatimó tiempo alguno en abrir esta y al darse cuenta de que el cuerpo dentro del espacio reducido se encogió para alejarse rápidamente frente a la presencia de alguien en la estancia, le hizo sentir una amargura inmensa.
Hoseok estaba amarrado con varias cadenas en sus tobillos, y por el hedor que emanaba el lugar, Jimin se daba cuenta el maltrato que pudo haber sufrido. Se acercó rápidamente, y de inmediato el cuerpo que solía ser ancho y fornido, convertido ahora en alguien completamente diferente, le evadió. Por tal motivo, tuvo que hablar en voz baja: —Soy Jimin, teniente Jung. He venido a rescatarlo —murmuró, buscando entre la inexistente luz el lugar exacto para poner las llaves y quitar las cadenas de las articulaciones del hombre.
—¿Ji-Jimin? —preguntó en un balbuceo el teniente. Buscando entre la obscuridad el rostro del joven que se encargaba de liberar sus piernas del acero. Jimin trató de calmarlo con suaves sonidos, lo mejor era no hacer ningún ruido y salir rápidamente del lugar—. Debe irse de aquí... ellos lo saben todo....
Jimin frunció el entrecejo al escuchar aquellas palabras, no obstante, se inclinó lo suficiente para posicionarse bajo el brazo del teniente y ayudarle a estabilizar los pies sobre el asfalto. Ignorando las palabras profesadas por el teniente Jung, lo arrastró cómo pudo hacia la puerta del pequeño cuarto, y antes de salir por completo, le entregó la única arma que seguía en su bolsillo: —El teniente Jeon le ha mandado esto —le informó—. Nos está esperando afuera, también está Seokjin, Kwan y... Tae.
Dejó el cuerpo del teniente recargado contra el umbral de la puerta, antes de inclinarse y tomar el arma de fuego que había botado al suelo antes de emplear la espada. Volvió a recargar el cuerpo demacrado del teniente Jung contra el suyo, antes de comenzar a volver por el mismo pasillo, esperando ver a aquella mujer y que esta pudiese ayudarlos a escapar. Caminaron por lo largo del pasillo, con bastante dificultad porque el teniente apenas podía mantenerse en pie, a Jimin no le sorprendería que tuviese más de un hueso roto, y aunque trataba de que el hombre pusiera todo su peso sobre él, la musculatura ajena seguía siendo mayor a la suya.
Jimin observó el fondo en donde llegaban de nuevo al taller, sin embargo, no podía visualizar en ningún momento a la mujer que le había dicho en dónde estaba el teniente Jung. Se detuvo un momento, sintiendo un mal presentimiento y le dijo a Hoseok: —Había una mujer aquí. Me había dicho que usted conversó con ella y que cuando viniéramos a rescatarlo, ella podía venir con nosotros.
El teniente Jung trató de reincorporarse para observarle. En ese momento Jimin se percató de las graves heridas sobre el rostro de este; uno de sus ojos estaba lo suficiente inflamado para no poder abrirse y los cardenales sobre la piel le abrían paso a la sangre seca. No podía darse cuenta del semblante del teniente por la condición en la que se hallaba, no obstante, pudo verificar en la mirada de este, lo asustado que se encontraba.
—¿Ella... estaba bien vestida? —le preguntó. Jimin asintió rápidamente y en ese preciso momento vieron a lo lejos varias siluetas acercarse con armas en las manos. Jimin levantó su arma rápidamente para poder dispararles, sin embargo, una fuerte carcajada a sus espaldas y varios pasos, también acapararon su atención.
El cuerpo del teniente tembló contra el suyo cuando se escucharon unos aplausos secos resonando en medio del largo y obscuro pasillo. Jimin maldijo entre dientes e incluso la misma adrenalina no le hizo sentir pavor sino bastante cólera.
—Sabía que este día llegaría. Realmente me sorprende que se hayan tardado tanto en hacer una visita —dijo aquella voz que reconocía Jimin como la del jefe de aquel grupo. Mientras el hombre hablaba, Jimin contaba las siluetas que comenzaban a rodearlos y se dio cuenta que le era imposible defenderse—. Pero ¿a quién tenemos aquí? Al mismo jefe de Iaksok —concluyó el hombre acercándose lo suficiente para que la tenue luz del final del pasillo pudiese lograr revelar su rostro, en el cual mantenía una gran sonrisa sarcástica—. El jefe de Iaksok y a mi invitado favorito, ¿por qué no vamos a mi oficina a conversar?
Jimin apretó sus labios en una fina línea, claramente consciente de que lo menos que harían en ese momento sería conversar. Pensó en Jade, en su hermano y en el teniente Jeon. Quizás no volvería a verlos.
(...)
Les habían despojado de sus armas, y la catana se la quedó el líder. Un hombre alto, fornido y con una barba bastante larga, quien yacía sentado frente a un gran escritorio con una sonrisa de autosuficiencia mientras observaba a los miembros de Iaksok frente a su escritorio; uno que apenas podía mantenerse en pie y el otro que le observaba con una expresión indescifrable. Unos cuantos hombres les rodeaban armados, pendientes a cualquier orden del individuo que tenía la potestad de hacer lo que demandara.
—No nos hemos presentado formalmente, mi nombre es Goong. Y este es mi reino —dijo, estirando sus brazos para mostrar a su alrededor, manteniendo una gran sonrisa irónica—. Se supone que iría en unos días por los suministros que deben darnos, y ahora viene a visitarme el mismo líder de Iaksok. ¿Cuál es su nombre? —le preguntó. Jimin elevó su mirada y mantuvo contacto visual, tratando de lucir lo más tranquilo posible.
—Mi nombre es Park Jimin —respondió el joven de cabello blondo. En ese momento escuchó que abrían la puerta del despacho en donde se encontraban y de reojo vio cómo la mujer que había visto en el pasillo caminaba a uno de sus costados en dirección hacia el líder del grupo adverso y se sentaba sobre las piernas de este—. Lamento haber irrumpido en su propiedad, señor Goong. Pero mi compañero es bastante importante para mí.
El hombre asintió, aunque Jimin sabía que no le comprendía para nada. Goong pasó su mano alrededor de la cintura de la mujer y la acercó más a su anatomía: —Mi preciosa Jieun me ha avisado de su visita. Sin ella no habría podido darme cuenta de que los hombres que tengo no sirven para nada, porque un menudo hombre ha podido evadir todos los protocolos de seguridad —mencionó, claramente como una advertencia para su mismo personal—. ¿Quién más está aquí? —le preguntó deliberadamente.
—Nadie, señor —respondió Jimin con bastante seguridad—. No quería arriesgar a las personas de Iaksok. He venido por mi cuenta —el hombre extendió una gran sonrisa, la cual caló de una forma demasiado inquietante a Jimin, tanto que este tembló ligeramente. Solo podía ver la maldad en aquellos ojos obscuros—. Le daré los suministros que usted nos ha pedido. Pero le pido un gran favor de hombre a hombre. Deje que me lleve a mi compañero y pueda volver a la comunidad sin ningún problema.
El hombre pareció considerarlo, manteniéndose en silencio durante un momento mientras acariciaba su barbilla pensativo. Jimin en ese momento observó a la hermosa y delicada mujer sobre el regazo del líder; esta le observaba con un semblante sereno e incluso juguetón. Jimin maldijo por no haber hecho algo con ella desde el principio. Había tenido piedad, lo primero que le había advertido Jungkook en no tener. Y le había fallado.
—Park.... ese era el apellido del hombre que me quitó a mi esposa hace un tiempo —murmuró el hombre divagante. Luego carcajeó por sus propios recuerdos—. Siempre he tenido en cuenta que ese apellido representa repudio. Pero ¿quién soy yo para castigar a un pobre joven que tiene el mismo apellido? —mientras el hombre seguía hablando, Jimin aferraba sus dedos sobre la tela de sus pantalones sucios, tratando de mantener la compostura—. Los dejaré irse, con una condición claro está.
Jimin asintió levemente, escuchando atentamente cada una de las palabras del hombre. Goong alejó a la mujer de su regazo para levantarse y posicionarse frente al médico de la comunidad. Le llevaba bastante altura, y tomó como ventaja aquello para verse aún más intimidante. Jimin pasó saliva, subiendo su mirada para observarlo y mentalizándose de que no podía flaquearse en aquel momento.
—Cada uno de ustedes, cada miembro de Iaksok ahora me pertenece —advirtió, tornando su semblante en uno bastante serio—. Y usted, Park Jimin se ha convertido desde hoy en mi perra personal. Cualquier cosa que yo le diga, usted lo hará sin dudar —Jimin apretó su mandíbula, tratando de aguardar sus acciones impulsivas de tomar rápidamente su catana, la cual yacía sobre el escritorio y degollar al hombre que le amenazaba—. Nada es gratis en esta vida, y menos en el mundo en el que estamos. Si yo le digo que ladre, usted lo hará. Si yo le digo que me lama los pies, lo hará. Si le pido municiones, usted sin escatimar me las dará —sentenció con actitud prepotente—. Y por último, tenga en cuenta que yo no tolero las mentiras. Nos vemos pronto, Park Jimin.
Hizo una seña rápida para que los hombres se acercaran y los tomaran de los brazos para sacarlos de la oficina. Jimin tratando de no caerse, observaba a cada rincón del almacén, percatándose de la cantidad de personas que vivían en aquel lugar. En alguno que otro momento recibió un golpe contra su cabeza. De inmediato reaccionó a defenderse de uno de los hombres que rápidamente le golpeó fuertemente contra el pómulo. Y cuando menos esperó, los sacaron del almacén, pasando todas las fases de seguridad y les tiraron con fuerza sobre el camino fuera de la propiedad antes de cerrar las rejas que resguardaban el lugar.
Jimin apenas pudo levantarse antes de que uno de los caminantes que estaba contra la reja se percatara de su presencia y se le abalanzara. Empujó con fuerza el cuerpo del muerto y cuando logró tirarlo al piso, llevó su botín hacia la cabeza de este para destrozarle con fuerza el cráneo. Hizo aquella acción con otro caminante que iba a morder al teniente Jung y, finalmente ayudó a este a reincorporarse para poder luego perderse entre la maleza. Lo que menos quería era que el líder del almacén se retractara de sus palabras y llegara a asesinarlos allí mismo.
Su cuerpo dolía de los golpes que había recibido aquel día, sin embargo, no perdió tiempo en tratar de apoyar el cuerpo del teniente contra el suyo para poder llegar a la colina en donde se suponía que estaban los otros miembros de Iaksok, y al primero en encontrar fue al teniente Jeon, quien al verlo caminando entre la maleza, no escatimó en acercarse rápidamente.
—Tenemos que irnos ya —dijo Jimin, cuando el teniente se encargó de suplantar su puesto para poder encargarse de su mejor amigo—. Debemos darle agua —informó, viendo cómo en la corta lejanía se acercaba su hermano, Seokjin y Kwan con rapidez. Taehyung al ver a su hermano, corrió a abrazarlo con fuerza, aliviado de verle a salvo y los demás le acercaron una botella de agua.
Jimin le dio de beber al teniente Jung antes de tomar lo que quedaba de líquido. Y emprendieron de nuevo una larga caminata entre la maleza para poder buscar el vehículo, el cual se encontraba a unos cuantos kilómetros, pasando las vías del tren que conectaba el sur con el norte del país antes de que el apocalipsis ocurriera.
En algún momento, Taehyung relevó al teniente Jeon para poder ayudar a caminar a Hoseok. Jimin escuchaba a lo lejos la pequeña conversación en susurros que mantenía su hermano y el teniente Jung, así que decidió alejarse un poco. En ese momento, Jungkook se posicionó a su lado sin detener el ritmo de sus pasos.
—Pensé que algo había ocurrido, iba a entrar cuando Kwan me avisó que los estaban sacando por la puerta delantera. ¿Qué sucedió? —le preguntó, jugando con sus propias manos y en un impulso, llevó su mano derecha hacia la izquierda de Jimin. El joven se quedó en silencio y el teniente luego llevó la mano de este hacia arriba para verificar los nudillos ajenos. Jimin dejó salir un bufido, dándose cuenta de que era solo para inspeccionar cómo se encontraba—. Se defendió, y no crea que no me he dado cuenta de que no tiene su espada.
—Cuando lleguemos, le contaré todo —respondió Jimin, alejando su mano de la del teniente y este rápidamente volvió a tomarla para estrecharla con fuerza. Jimin sonrió levemente, dejando de hacer contacto visual, concentrándose en cada paso que daba para salir hacia la carretera y buscar las vías del tren.
—Jimin... —escuchó que le llamaba Taehyung a unos cuantos pasos atrás de él. Por tal motivo se dio media vuelta para observarlo de frente—. Quería agradecerte por tu valentía. Estaré en deuda contigo por siempre —Jimin le sonrió y le acarició el hombro a su hermano. Estaba tan feliz que por fin Taehyung podía estar tranquilo, se podía notar la felicidad que irradiaba en su rostro—. Esta noche cuando lleguemos podemos ir a.... —de repente se quedó callado y quieto sobre el lugar.
Jimin frunció su entrecejo, dejando de sonreír y bajó un poco su vista, dándose cuenta porqué su hermano había detenido sus acciones abruptamente. Una larga flecha atravesaba su garganta y apenas pudo llevar sus manos hacia el cuerpo de este para tratar de sostenerlo. Sin embargo, su hermano cayó sobre la carretera, al igual que Hoseok, quien dándose cuenta de la situación, trató de auxiliar a Taehyung.
Jimin apenas pudo gritar, acaparando la atención de los presentes. Se tiró al suelo para tratar de hacer algo, sin embargo, su hermano ya estaba botando sangre por la boca mientras tosía con dificultad. Comenzó a sollozar desesperado sin saber qué hacer, sin embargo, si quitaba el artefacto, empeoraría la situación. Decidió ponerlo de lado y aferrarlo entre sus brazos, mientras trataba de asemejar la realidad; no había forma de salvar a su propio hermano. Trató de llevar sus dígitos alrededor de la flecha para detener el sangrado, y se inclinó: —Tranquilo... Tae —murmuró Jimin entre lágrimas—. Estarás bien, ca-cariño —balbuceó, viendo los ojos abiertos de su hermano, desesperado tratando de buscar oxígeno—. Vas a estar con mamá, vas a estar bien.
Escuchaba al fondo algunos disparos hechos por los miembros de su grupo, y también los sollozos del teniente Jung arrodillado a uno de los costados del cuerpo del más joven, tomando la mano de Taehyung y susurrándole promesas vagas. Jimin se quedó observando a su hermano, buscando su mirada y tratando que sus propias lágrimas le dejaran observar la vida en aquellos ojos cafés. Taehyung apenas podía jadear en búsqueda de aire, el cual nunca llegaría.
—Tae... no puedes irte —balbuceó entre llantos el teniente Jung, sin soltar la mano del joven. Jimin cerró los ojos, aferrándose al cuerpo que arrullaba entre sus brazos—. Dijiste... que siempre estaríamos juntos.
Jimin visualizó la mirada de Taehyung tornándose perdida, mientras él le susurraba que todo estaría bien y dejaba suaves besos sobre la frente de su hermano. Después de unos segundos, vio cómo la luz en los ojos de su hermano se apagó por completo. Apoyó su cabeza contra la de su hermano, comenzando a sollozar desgarradoramente, sin dejar de soltar la mano inerte.
Sentía cómo su corazón se destruía por dentro, comprendiendo las advertencias que le había hecho el líder del almacén. Y solo pudo quedarse allí, aferrándose al cuerpo inmóvil de su hermano menor.
Sin comentarios )):
Comenzamos el desenlace de Nekrós.
Preguntas;; ¿qué creen que hará jm sin su tae? )): ¿qué creen que harán ahora después de lo que hicieron los del almacén? ¿se viene más mierdero? Lo averiguaremos uwu.
[Ana16_Jung ha hecho un trailer de la historia, pueden encontrarlo en multimedia uwu.]
(Gracias a FannyKookmin18 por este hermoso fan art.)
Espero que se preparen mentalmente para los próximos caps. Me preocupo por ustedes, miren esta calidad de escritora xd.
Besos.
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