Quincuagésimo noveno Capítulo.

59.





Jimin abrió paulatinamente sus ojos al sentir una gota fría de agua caer contra su rostro. Parpadeó levemente acostumbrándose a la intemperie que lo rodeaba y cuando recordó en dónde se encontraba, se removió del lugar, sentándose mientras trataba de desatar la soga alrededor de sus muñecas lastimadas.

Iba a comenzar a gritar para que le sacaran de aquel sitio obscuro y húmedo en donde le habían dejado como si fuese basura, sin embargo, un gruñido de advertencia resonó a sus espaldas, advirtiéndole que era mejor mantenerse en silencio: —No haga ruido, Park —murmuró Jungkook. Jimin trató de recomponerse para buscarlo, bastante ansioso en ver aquel rostro que le generaba confianza. Cuando sus miradas se encontraron en medio de la obscuridad, Jimin se sintió seguro por primera vez en el día.

Jimin asintió y se quedó en silencio, observando cómo Jungkook se encontraba forcejeando levemente sus propias ataduras, mientras sus ojos demostraban la más clara concentración en poder realizar su cometido. Tiempo después, gruñó exasperado al darse cuenta de que no podía zafarse de las sogas alrededor de sus extremidades.

—Necesito que se recueste y me dé la espalda —demandó en un murmullo. Jimin frunció su entrecejo sin comprender realmente a qué se refería, sin embargo, no estaba en la mejor situación en preguntarle el porqué. Simplemente decidió posicionarse en la forma que le pidió el teniente.

Jimin podía escuchar además de su propia respiración errática, el movimiento del cuerpo de Jungkook detrás de su espalda, y quedándose quieto sintió cómo este trataba de cortar la soga con sus propios dientes. Escuchaba maldiciones tan bajas que pareciesen nunca haberse dicho. El más joven apretó sus labios cuando el teniente en su afán de lograr soltarlo, le hirió con sus propios dientes.

—Maldita sea —farfulló el militar al darse cuenta de que su dentadura no era suficiente para roer la cabuya que mantenía presa las manos de Jimin. El joven quería girar y abrazarlo al sentir la impotencia que denotaba el tono de voz del militar, no obstante, era imposible hacerlo en aquel momento—. Necesitamos salir de este cuarto para hacer la señal. Hoseok, Seokjin y demás personas están afuera atentos para atacar en el momento que les avisemos.

De pronto, sintieron unos pasos acercarse al pequeño cuarto en el que se encontraban y de inmediato Jungkook se alejó de Jimin, como si no hubiese ocurrido nada. Ambos se quedaron en silencio, Jimin por su parte decidió ver hacia abajo, en cambio Jungkook observaba a quién fuese que entrara al lugar de forma amenazadora. Observaron la silueta alta y fornida del jefe del almacén entrando con su característica sonrisa llena de ironía y autosuficiencia.

—Bueno, bueno... por fin tengo ante mí a la parejita —dijo con bastante sarcasmo. Jimin se encogió sobre su lugar, dejando que Jungkook se arrastrara sobre el asfalto para posicionarse delante de él. Goong se percató de ello y ensanchó su sonrisa, al parecer realmente estaba disfrutando la situación—. Vine aquí para hablar con el joven Park, así que, no estoy para tratar con perros rabiosos —sonrió de soslayo al visualizar el semblante furioso por parte del militar—. No pensaba hacerle daño a la niña. El día en que la encontramos, me había dado cuenta de que ningún caminante se había percatado de su presencia, pensé que estaba alucinando. Simplemente quise cerciorarme y jugar un poco con ustedes.

—No le haga daño. Es solo una niña —murmuró Jimin, alejándose un poco de la anatomía que le proporcionaba protección. Levantó su rostro para buscar la mirada despiadada del hombre, y le observó con súplica—. E-ese doctor le hará daño... le imploro que no le hagan nada.

—Esa niña puede ser la solución a este virus. No puedo prometerle nada, joven Park. Disfruten de la estadía... bueno, lo que les queda, realmente —concluyó, antes de dar una última vista y enfocar su mirada de nuevo en aquellos ojos obscuros que le observaban meticuloso y bastante furioso—. Que les quede claro que quién manda en este territorio soy yo.

—Le toca un cabello a Jade, y juro que lo mataré lentamente. Acuérdese de mí, hijo de puta —masculló entre dientes. El líder elevó una ceja sin poder creer que aquel hombre, incluso después de haber sido golpeado y amordazado seguía pensando que estaba sobre él. Sonrió lentamente, antes de acercarse lo suficiente para demostrar su poder sobre ellos.

—Lo quiero ver —concluyó antes de retirarse mientras se carcajeaba de la situación. Jimin volteó a ver a Jungkook, dándose cuenta del ceño fruncido y semblante completamente lleno de cólera. Nunca había visto tan enojado al militar.

—Jeon... ¿cómo saldremos de aquí? No demorarán en venir a asesinarnos —murmuró Jimin nervioso, removiendo sus extremidades para tratar en vano de zafarse de la soga.

Jungkook una vez más se acercó a su cuerpo, para tratar de liberarlo primero. Las maldiciones y gruñidos que expresaba ponían aún más nervioso al joven, dado que eso significaba que estaban completamente jodidos en todo el sentido de la palabra. El teniente se detuvo antes de golpear con fuerza la suela de su calzado contra la pared en demostración de la clara exasperación: —Necesitamos ir a la oficina de ese hijo de puta, necesito asesinarlo y terminar de raíz con toda esta mierda —farfulló Jungkook. De repente, la puerta fue abierta y ambos se mantuvieron sobre su lugar. Jimin por su lado sintiendo que el corazón se saldría de su pecho y por otro, Jungkook bastante enojado.

Y más cuando reconoció el rostro del hombre que entró en el cuarto lleno de humedad. Allí estaba Jung Haein con una expresión de tormento al verlos amordazados. Jungkook inhaló profundo, dispuesto a comenzar a decir las palabras más infames que estuviese en su vocabulario. No obstante, Jimin le empujó con su hombro para que no hiciera nada de lo que estaba pensando, mientras el hombre cerraba la puerta a sus espaldas y se mantenía a una distancia considerable.

—Yo... no sabía lo que sucedía, perdón —Haein fue el primero en hablar—. No quería que le hicieran nada a la niña... pero si la hubiera ayudado, ya estaría muerto.

—Solo ayúdenos —murmuró Jimin, tratando de no demostrar cuán furioso se encontraba por la actitud de arrepentimiento falso que demostraba el hombre—. Si se siente culpable, haga algo para remediarlo —Haein se quedó en silencio, analizando las palabras de Jimin—. ¿Cómo terminó usted en este lugar? —le preguntó.

—Nunca pudimos hallar la comunidad, la mayoría de las personas que estaban conmigo fueron muriendo en el camino. Y ellos nos encontraron, necesitaban más hombres —respondió. Finalmente dejó salir un largo suspiro y asintió más para sí mismo, antes de acercarse hacia ellos—. Nadie sabe que estoy aquí. Los desataré y saldrán cinco minutos después de que yo salga, no pierdan la cuenta. Me encargaré de distraer a los guardias que están cerca y ustedes podrán escabullirse —les informó, acercándose a ellos, mientras sacaba una navaja y cortaba la cabuya que lastimaba las muñecas de Jimin para que luego este se deshiciera del amarre en sus pies—. Los niños están en la segunda planta, cerca de la oficina del jefe. Es la tercera puerta después de que suban los escalones —se acercó al militar que lo veía aún con bastante duda, y confiando en que aquel hombre enojado no le hiciera nada, también cortó la soga alrededor de sus manos—. Tomen este cuchillo y esta arma —concluyó extendiéndole a Jimin el objeto filoso y a Jungkook el arma.

—Espero que no sea una maldita trampa o juro que lo asesinaré de la forma más lenta posible —masculló el teniente antes de levantarse del suelo, esperando que Jimin se recompusiera—. Nunca confié en usted. Nunca me equivoco —Haein se alejó lo suficiente, y bajó la mirada hacia sus pies, bastante cohibido por la situación.

—Ellos son malas personas. No quiero seguir aquí, pero cuando entras nunca sales. Todos estamos obligados a responder ante Goong —respondió él, antes de enfocar su vista sobre Jimin. Su semblante mostraba claro arrepentimiento—. Perdón, Jimin. Siento mucho lo que está sucediendo. Espero que algún día me perdones —y decidió salir del cuarto.

Jungkook chasqueó la lengua antes de voltear a ver a Jimin, quien aún seguía observando la puerta por donde había acabado de salir Haein. Por supuesto que se encontraba enojado, y más al darse cuenta de que Jimin al parecer no sentía ni una pizca de rencor por aquel hombre. Frunció su entrecejo y comenzó a contar mentalmente los segundos, mientras revisaba las municiones que tenía el arma. Se preparó mentalmente, estiró su cuello y deseó en ese instante tener un cigarro entre sus labios.

—Ya pasaron cinco minutos —murmuró Jimin. Jungkook asintió, caminando hacia la puerta y abriendo esta de forma sigilosa. Se puso en posición de ataque con el arma, mientras revisaba los costados del pasillo solitario que los acompañaba. Se cercioró que no hubiese nada, y antes de comenzar a renegar porque no tenía idea de dónde podían estar las escaleras, las visualizó a unos pocos metros de donde se encontraban.

Hizo un movimiento con su cabeza para que Jimin le siguiera, luego de que este cerrara la puerta a sus espaldas. Caminaron tratando de que sus suelas no resonaran abruptamente contra el asfalto. Jungkook puso suma concentración en sus sentidos, por si escuchaba o presentía la presencia de alguien ajeno a ellos, sin embargo, al parecer aquel idiota había cumplido con su palabra. Subiendo las escaleras, sintió la adrenalina recorrer su cuerpo porque estas resonaban a cada escalón que subía puesto que el material de manufactura era de metal. Por otro lado, Jimin no hacía demasiado ruido porque su cuerpo era bastante liviano a comparación del teniente.

Jungkook mantuvo el arma en posición caminando hacia la pared que daba vuelta a lo que suponía la segunda planta. Se recargó contra esta y llevó su mano derecha para retener a Jimin detrás de él, antes de asomarse lo suficiente y encontrar a dos guardias conversando animadamente a unos cuantos metros. Volteó a ver a Jimin antes de señalarle con sus dedos que habían dos hombres, y antes de que el joven llegase a decir alguna palabra, Jungkook lo acorraló contra la pared y tapó su boca. Se inclinó hacia el oído izquierdo y murmuró: —Yo me encargo.

Jimin asintió levemente, dejando que el militar se adentrara rápidamente hacia el pasillo y se asomó para verificar que este no llegase a necesitar ayuda. No obstante, Jungkook solo le tomó un pequeño forcejeo con ambos hombres antes de partirles el cuello con sus manos. El joven esperó la señal del teniente antes de acercarse e ir directamente hacia la puerta número tres, y maldijo al darse cuenta de que estaba con seguro y solo podría abrirse con llave.

Jungkook lo apartó de la puerta antes de acercarse y golpear con sutileza el material. Frunció su entrecejo y dijo en un murmullo: —Es de metal. No puedo abrirla con un golpe —dijo, claramente frustrado. Se acercó a los cuerpos de los hombres derribados para buscar las llaves, pero esto fue en vano—. Debo ir a la oficina a buscar la llave. Quédese aquí —demandó y Jimin de inmediato se negó. Solo tenían una pistola sin silenciador y una navaja, sin saber si detrás de la puerta del despacho del líder el militar se llegaría a encontrar con un montón de hombres armados.

—No sabe lo que hay en la oficina. No puede combatir sin ayuda —respondió Jimin manteniendo el tono de voz bajo, prácticamente en un murmullo que se podía llevar fácilmente en el viento. Jungkook apretó su mandíbula, sin tener muchas opciones como solución. Dándose por vencido, dejó que Jimin caminara hacia la puerta que reconocía como la oficina, la última vez que había estado allí.

Se dieron una breve mirada, antes de que Jungkook golpeara la puerta demandante. Escuchó unas cuantas risas y ciertos pasos acercarse. Lo que estaban a punto de hacer quizás solo les daría unos cuantos segundos para encontrar las llaves e ir por los niños, sin embargo, era lo único que podían hacer. Por tal motivo, cuando alguien abrió la puerta, Jungkook no demoró en presionar el gatillo al ver los ojos sorprendidos de uno de los hombres que siempre acompañaban a Goong y, lo tomó de la camiseta para utilizarlo como escudo antes de divisar a otro individuo en la esquina de la habitación dispuesto a dispararle, pero el teniente fue mucho más rápido y lo derribó primero.

Mientras Jungkook avanzaba con el cuerpo inerte del hombre, Jimin empujó la puerta en su totalidad para adentrarse y abrió sus ojos al darse cuenta de que había una tercera persona del grupo contrario, apuntando directamente hacia el militar. Jimin rápidamente le dio una patada para derribar el arma, y poco remordimiento sintió cuando se dio cuenta que era solo un adolescente, a quien segundos después le atravesó el cuello con el cuchillo.

—No le atraviese el cráneo, dejémosle una sorpresa a ese hijo de puta —dijo Jungkook, al darse cuenta de que el líder no estaba en el lugar. Después, comenzó a buscar entre los cajones del escritorio algunas llaves que fueran lo suficiente parecidas a la cerradura para poder abrir la otra habitación. No necesitó inspeccionar algún estante, cuando en el último cajón encontró un juego de llaves.

Jimin se acercó hacia la pared, al percatarse que allí estaba colgada su catana intacta como si fuese un premio y la cogió rápidamente, antes de comenzar a tomar las armas de los cuerpos inertes y le daba las más letales a Jungkook. Él por su parte se quedó con una pistola, se sentía mucho más confiado con la espada porque sabía que era su punto más hábil, en cambio su puntería era un fiasco.

Jungkook lo llevó fuera de la oficina, antes de cerrar la puerta e ir directamente hacia la habitación en donde se suponía que los niños se encontraban. Mientras él se encargaba de vigilar que nadie viniese, Jimin con manos temblorosas adentró cada una de las llaves para probar suerte, y nada funcionaba. Comenzó a sudar desesperado hasta que finalmente pudo acertar en la cerradura, y abrió esta sin meditarlo.

Al entrar, se encontró de frente con un hombre durmiendo en una silla y antes de que este llegase a reaccionar a su presencia, desenfundó la catana y con precisión atravesó el pecho de este exactamente en dónde yacía su corazón. De repente, escuchó un infantil grito a uno de sus costados y se encontró con la cara aterrorizada de Yoongi.

—Hola, Yoongi —le saludó Jimin antes de sacar la catana del cuerpo inerte y guardarla en el estuche cargado a su espalda. El niño parpadeó por un instante antes de acercarse y abrazarlo por las piernas. Jimin acarició la pequeña cabeza del infante antes de recorrer con la mirada el reducido lugar lleno de muebles en búsqueda de solo una pequeña.

Jungkook comenzó a revisar detrás de los muebles y dentro de las cajas pero ella no estaba allí. Un escalofrío recorrió la espalda de Jimin al percatarse que algo no andaba bien, y alejó al niño que aferraba sus piernas con temor para preguntarle: —¿Dónde está Jade?

Yoongi comenzó a sollozar y eso hizo desesperar a Jungkook, quien bastante ansioso trataba de encontrar rastros de la niña. Se acercó a Yoongi y lo tomó de los hombros antes de prácticamente obligarlo a reaccionar: —¿Dónde está mi hija, mocoso? —preguntó en tono firme. El niño hipó, limpiando las lágrimas con sus manos percudidas.

—El doctor se la llevó hace un tiempo... no dijo nada —respondió Yoongi en medio de sus sollozos temerosos—. Traté de tomarla de la mano, pero el hombre de la silla dijo que si molestaba, iba a gol-golpearme —trastabilló con sus palabras.

—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Jimin con nerviosismo, cuando comenzaron a resonar voces cerca a la escalera. El ruido del enfrentamiento en la oficina no debió pasar desapercibido y quizás ya sabían de su huida.

—Tenemos que hacer la señal. Necesitamos combatir. Uno de esos idiotas tenía una granada, haré explotar alguna parte del almacén para conseguir más tiempo y encontrarla —respondió el militar, después de haberse refregado el rostro por la impotencia que sentía—. Debemos irnos ahora.

Jimin tomó de la mano a Yoongi antes de advertirle que debía hacer silencio para poder sacarlo de allí. El niño asintió, tratando de dejar de sollozar. Finalmente salieron y caminaron hacia el otro lado del pasillo, subieron unos cuantos escalones y tuvieron que combatir con varios hombres distraídos en su labor, hasta poder llegar a la última planta del recinto. Jungkook se encargó de observar por una ventana la extensión del perímetro, luego decidió abrir esta antes de halar la argolla de la granada y arrojarla con todas sus fuerzas hacia el panel de control en donde estaba el francotirador.

Lo que sucedió después, aturdió un poco a Jimin. La fuerte explosión hizo romper varias ventanas, logró que la cerca frontal del recinto cayera envuelta en fuego, y luego escuchó varios disparos comenzar a resonar en su ensoñación. Después, sintió que alguien acogía su cara, aquella textura de piel tosca contra su piel suave y divisó los ojos obscuros en los que se sentía a salvo.

—Park, necesito que me escuche. Pase lo que pase, usted me obedecerá, ¿de acuerdo? —le dijo—. Si le digo que se vaya del almacén y no mire hacia atrás, lo tiene que hacer. Le prometí que lo mantendría a salvo, también a Jade y lo haré —concluyó. Lamió sus labios resecos antes de unirlos contra los abultados del menor y finalmente se alejó, posicionando el fusil correctamente entre sus manos y la parte trasera sobre su hombro, antes de comenzar a atacar desde donde se encontraba.

No obstante, Jimin no pensaba abandonarlo nunca. Y menos si no llegaban a encontrar a Jade. No podría soportar perder a las últimas personas que le quedaban en aquel mundo destruido. Era su familia la que se encontraba allí, así que tomando valentía, desenfundó su catana dispuesto a encontrar a su hija y mentalizándose que saldrían todos de aquel lugar, sin excepciones.

Comenzamos la recta final de Nekrós, y siento un yo no sé qué en el ojo )):

Trataré de actualizar el cap de la otra semana el viernes porque el fin de semana estaré sin celu y sin compu. Estén pendientes.

Preguntas;; ¿dónde estará Jade? ¿Podrán salir todos del lugar? ¿También presienten tragedia? Lo averiguaremos.

Muchas gracias por los 70k de votos, nunca pensé que esta historia llegaría tan lejos. Quiero agradecerle a mi mamá, a mi gato, a mi tía piedad y a ustedes por supuesto 🖤.

Besitos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top