Decimoctavo Capítulo.

[ Dedicado a: exotic_vice irenejmxjk JeonHye_01 Knapcteb Aileynave Jatzuky -baesanita PChimPark ]



18.




Jimin despertó cuando sintió su cuerpo siendo arremetido con agua helada. Se removió de inmediato abriendo sus ojos percatándose que se encontraba en una bodega obscura, sus manos atadas a su espalda, sus pies obstruidos con una soga alrededor de la silla en donde lo habían sentado y su boca se encontraba amordazada. Trató de zafarse, sin embargo, sus esfuerzos eran inútiles.

Escuchó unas graves carcajadas y giró para inspeccionar; había tres hombres fornidos y dos mujeres, con expresiones de mofa sobre sus rostros. Jimin pasó saliva como le fue posible por la intromisión en su boca; al parecer un calcetín sostenido por cinta alrededor de su rostro. Giró a su costado derecho, dándose cuenta de que Jungkook estaba en la misma situación que él, sin embargo, en vez de verse asustado como lo estaba Jimin, se denotaba en su rostro el cólera.

Jimin dejó de observar a Jungkook cuando escuchó cómo una silla rechinaba frente a él, viendo cómo uno de los cuántos hombres fornidos se sentaba con aire de superioridad y se cruzaba de brazos. Este hombre poseía varios tatuajes, una barba larga y ojos pequeños.

—Ustedes me han dado muchos problemas —dijo el hombre, sacando una pequeña navaja de su pantalón y mostrándosela a Jimin, quien ahogó un grito al ver el filo acercándose a su pierna derecha—. Han matado a mis hombres, nos han robado las municiones y han violado a nuestras mujeres, los mataré de forma tan lenta que desearán nunca haber nacido —Jimin abrió sus ojos conmocionado porque no podía comprender a qué se estaba refiriendo. Cuando ellos fueron los que destruyeron su almacén y robaron sus provisiones.

El hombre alejó de Jimin el filo de la navaja y después se acercó a Jungkook, que ni siquiera tembló o se inmutó de la presencia de aquel individuo intimidante. Jimin estaba seguro de que le daría un ataque de nervios en el preciso momento en que el hombre se levantó, guardando su navaja y comenzó a golpear a Jungkook hasta derribar su cuerpo inmovilizado en la silla. Jimin gritaba aterrado al ver como el hombre pateaba y golpeaba duramente el cuerpo del militar que no podía defenderse, escuchando los gruñidos de dolor, haciendo desesperar a Jimin.

—Yong, creo que el chiquitín también quiere tu atención —intervino una de las mujeres, que sostenía un cuchillo entre sus manos y se acercó de forma amenazante a Jimin. Jimin balbuceaba cómo podía por la mordaza y al ver que la mujer le quitó aquella venda, pudo respirar con normalidad.

—N-nosotros no hemos... no hemos hecho nada —murmuró Jimin mientras jadeaba, y de inmediato el hombre dejó de entretenerse con el cuerpo lastimado de Jungkook. Quien Jimin pudo identificar como Yong, se acercó ahora a él y tomando del cabello a Jimin con fuerza, le hizo levantar la mirada—. Nosotros estábamos en un almacén de ferretería, un grupo... un grupo ha venido —Jimin pasó saliva al visualizar como la mujer acercaba el cuchillo a su garganta—. Un grupo llegó a robarnos nuestras provisiones, vehículos y comida. Destruyeron nuestro lugar y asesinaron a muchos de nuestro grupo —explicó rápidamente al darse cuenta de que aquel grupo que les había secuestrado no era el mismo de la tienda de conveniencia.

—¿Ustedes no eran los de la tienda de conveniencia? —preguntó el hombre inclinándose amenazadoramente a Jimin, jalando con mayor fuerza de las hebras del joven, quien chilló por el dolor. Jimin negó rápidamente—. Dime, Sook, ¿reconoces a este niñato? —le preguntó a la otra mujer que estaba atenta con los brazos cruzados. Ella negó.

—La verdad no recuerdo la cara de quien lo hizo, pero en definitiva no tenía el cabello decolorado —respondió la mujer y Jimin dejó salir un largo suspiro de alivio—. Tampoco recuerdo ver aquel color de cabello cuando nos emboscaron... pero quizás el otro de allí —indicó señalando al militar que trataba de recomponerse cómo podía—. Quizás él sí estaba presente —murmuró—. Tal vez él fue quien tocó a tu hija, Yong —el hombre aflojó el agarre del cabello de Jimin, dispuesto a volver a arremeter contra el cuerpo del militar que seguía sin poder moverse por los golpes que dejaron varias heridas abiertas sobre su rostro y también fueron razón para que las heridas curadas anteriormente por Jimin se abrieran, manchando con sangre la camiseta blanca que usaba aquel día.

—Espere... por favor escúcheme —dijo Jimin tratando de evitar que el hombre golpeara más a Jungkook—. Nosotros estábamos en un grupo de militares, y nos emboscaron en nuestro lugar, el grupo de los de la tienda de conveniencia hace dos días. Nosotros no seríamos capaces de hacer tales atrocidades de las que nos están acusando —esta vez Jimin trató de observar a los ojos de todos los presentes—. Ese hombre de allí no es ningún violador y tampoco lo soy yo.

Jimin no pensaría nunca estar defendiendo a Jungkook, sin embargo, aquel hombre había sido parte del grupo que salvó a su hermano y le salvó a él. Además, estaba seguro de que aquellas acusaciones eran erróneas, y más cuando aquellas personas que los secuestraron pensaban que ellos hacían parte de aquel grupo que había destruido la agrupación a la que Jimin perteneció.

El hombre aun así se acercó a Jungkook y lo tomó de la camisa para observarle directamente a los ojos; los cuales ya se encontraban rodeados de hematomas. La mujer que estaba amenazando a Jimin con el cuchillo, acercó aún más el filo de la hoja contra el cuello del joven.

—Ellos violaron a mi hermana —murmuró ella—. Asesinaron a la mayoría de los hombres del grupo y nos han dejado sin nada, si usted está mintiendo juro que le cortaré el pene y se lo daré a los perros, ¿de acuerdo? —Jimin asintió temerosamente, parpadeando para disipar las lágrimas de pavor—. A usted no lo hemos reconocido pero aquel hombre de allí pudo haber participado, no confiamos en nadie ahora.

—Es que nosotros fuimos también víctimas de quienes les han hecho daño a los suyos —respondió Jimin, pasando saliva. Observando claramente cómo llevaban el cuerpo de Jungkook con ayuda de otro hombre y comenzaban a colgar el cuerpo del militar de una rejilla—. Y ese hombre de allí no pudo haber participado en aquellos actos tan infames de lo que le acusan porque es... —musitó Jimin tratando de encontrar la mejor excusa para salvarle el pellejo al militar que seguramente asesinarían allí mismo—. Él es mi pareja. No le gustan las mujeres, y tampoco sería capaz de hacerle daño a alguna.

La mujer levantó una ceja sorprendida y observó a sus compañeros, analizando las expresiones de desconcierto. La mujer bajó la navaja, sin embargo, aún mantenía la desconfianza en aquel joven.

—Alto Yong, todavía no asesines a ese hombre —intervino el único hombre que seguía ajeno a la participación de tortura—. Recuerdo que uno de ellos dijo que iban a tomar las provisiones del grupo del almacén, quizás se referían al grupo de ellos. Ellos habían mencionado que era un grupo de militares, y bueno, no creo que sea solo coincidencia.

—No creo ni una palabra de lo que dicen —respondió él, asegurando el amarre de la soga alrededor de las muñecas del militar para colgarlo—. No tienen pruebas contundentes que demuestren que no eran parte de ese grupo. Mejor decide con cuál de estos dos quieres desquitarte aunque no creo que ese pequeño de allí aguante más de dos golpes —murmuró el hombre que al parecer era el líder, sin embargo, la otra mujer llamada Sook, se acercó y lo detuvo.

—Quizás estamos cometiendo un grave error, mira al pobre joven de allí —murmuró ella, señalando con su cabeza a Jimin, quien estaba tratando de zafarse—. Está desesperado porque vas a asesinar a su pareja, creí que no eras homofóbico —el hombre gruñó y centró su atención en el militar que seguía amordazado. Después con tosquedad bajó la mordaza para que este pudiese respirar y hablar.

—¿Ese de allí es su pareja o no? —preguntó el líder y Jungkook con los labios apretados, tratando de no demostrar el dolor por los golpes, asintió de mala gana—. Bien, ¿y cómo nos van a demostrar que ustedes no son los culpables de lo que le ha sucedido a mi grupo? —preguntó, frunciendo su entrecejo.

—Podemos llevarlos al lugar en donde mi grupo se quedaba —murmuró—. Yo soy el teniente Jeon Jungkook de la brigada de Busan. Mi grupo fue interceptado por el grupo de la tienda de conveniencia, han asesinado a nuestros hombres, robado nuestros suministros y han destruido nuestro lugar. Al igual que ustedes yo quiero encontrarlos para vengar la muerte de los hombres de mi grupo.

El hombre le observaba con escrutinio, realmente no podía creer en nadie, sin embargo, la mujer se interpuso de nuevo entre su cuerpo y el del posible militar con el entrecejo fruncido, demostrando su desacuerdo.

—Deberíamos buscar al grupo en la tienda de conveniencia, ellos fueron los responsables de lo que nos pasó. Este joven de aquí tiene la misma edad que tenía tu hijo antes de fallecer, recuerda que los del otro grupo ya eran bastante mayores. Quizás... este joven de aquí conoce al militar que encontramos mal herido ayer —murmuró ella y el hombre siseó en respuesta, apretando sus manos sobre la empuñadura del objeto cortopunzante—. Podemos corroborar si su versión concuerda con el del otro militar.

El hombre dejó salir un suspiro de frustración y finalmente asintió, dando media vuelta y viendo a los demás presentes: —traigan al militar —ordenó.

En ese momento el corazón de Jimin comenzó a palpitar rápidamente, quizás podría ser Hoseok, si era así y no llegase a estar Taehyung con él, sus esperanzas decaerían poco a poco. Decidió quedarse atento a cada uno de los movimientos de sus secuestradores y cuando uno de los hombres salió del estacionamiento y trajo con él a un hombre vestido de militar con el rostro cubierto por una bolsa, Jimin se removió sobre el asiento.

Cuando el hombre se detuvo frente a los presentes, decidió quitar la bolsa para revelar la identidad del individuo. En ese momento Jimin maldijo mentalmente porque aquel hombre vestido de militar no era Hoseok, tampoco Jackson. Por ende, no estaba siquiera cerca en saber cuál era la ubicación de Taehyung. Aquel extraño fue obligado a arrodillarse, manteniendo sus manos atadas a su espalda. Varios moretones surcaban su rostro y ni siquiera quería levantar la mirada, sin embargo, no era nadie que Jimin conociera.

—¿Este hombre de acá era parte de su grupo? —preguntó Yong directamente a Jimin y este de inmediato negó.

—Nunca lo había visto —respondió Jimin, poniéndose nervioso al ver cómo el jefe de aquel grupo sacaba un arma de su cinturón y colocaba el cañón sobre la cabeza del hombre, que ni siquiera se inmutaba de la amenaza de muerte.

—Bien, entonces —Yong musitó mientras quitaba el seguro del arma para luego inclinarse lo suficiente y tomar la placa sobre el uniforme—. El teniente Jung Hoseok morirá.

—¡Espere! —exclamó el teniente Jeon agitado—. ¡Ese es el uniforme de mi amigo! ¡¿Dónde ha encontrado ese uniforme?! —gritó bastante exasperado confrontando al hombre vestido de militar, mientras removía sus extremidades para poder zafarse. En ese momento el hombre que yacía sobre sus rodillas levantó su vista, luciendo bastante desinteresado en tener un arma de fuego sobre su sien. Por su parte, el hombre denominado como Yong parecía prescindir de las palabras del militar que trataba de zafarse al fondo de la estancia.

—¿De dónde ha sacado ese uniforme? —Jimin le preguntó al hombre arrodillado cerca de él. El hombre ni siquiera cambió su expresión seria, pareciese no interesarse en responder las acusaciones—. El uniforme que tiene ese hombre no es de su pertenencia, era de uno de los tenientes de mi grupo —explicó el joven de cabello blondo a los presentes—. Probablemente este hombre hace parte del grupo de la tienda de conveniencia —concluyó y en ese momento el hombre carcajeó.

—Ustedes no pueden hacer nada contra nosotros. Esta es nuestra ciudad y ustedes son nuestras perras —masculló. De inmediato Yong le golpeó fuertemente con la empuñadura del arma, logrando que perdiera la postura y cayera con fuerza sobre el asfalto. Sin embargo, volvió a carcajear mofándose de la actitud de sus captores.

—Si no responde la siguiente pregunta, juro que le cortaré el cuello —masculló el hombre robusto, volviendo a sacar el cuchillo y posicionarlo sobre el área mencionada del individuo que vestía el uniforme militar—. ¿Cuántos hombres hay en total? —le preguntó y el hombre siguió mofándose del líder de aquel grupo, quien comenzaba a presionar el filo lo suficiente para comenzar a rasgar la piel.

—Ustedes son nuestras malditas perras, y vaya que gozamos el haber tomado sus cosas, incluidas sus mujeres. Y ustedes... del grupo de militares, sus municiones era lo que necesitábamos para ser más fuertes —bramó contra el suelo. Mientras su piel era abierta superficialmente, de repente al haber mencionado lo que hizo en el grupo de su captor, este de inmediato llevó el cuchillo a la espalda del hombre y lo apuñaló. Jimin se sobresaltó de la silla en la que seguía atado y un escalofrío recorrió su cuerpo al escuchar el alarido de dolor por parte del hombre herido.

—¿Dónde usted encontró ese uniforme? ¿Ustedes tienen o saben dónde está un adolescente? Él... él estaba dentro del almacén de ferretería cuando ustedes nos emboscaron —le cuestionó Jimin desesperado, sin importar que el hombre estuviese retorciéndose del dolor—. ¡Conteste, maldita sea! —exclamó con exasperación.

—Simplemente... lo encontré —respondió en un murmuro—. Y respecto al adolescente, bueno, ya debe estar muerto —Jimin bajó su mirada, para no demostrar el dolor que aquellas palabras le causaron. Luego de unos segundos escuchó otro grito por parte del hombre y finalmente divisó sobre el suelo cómo la sangre se iba apoderando del asfalto.

—Los liberaremos —murmuró una de las mujeres, acercándose a la silla y con una daga comenzó a cortar las cuerdas que mantenían inmóvil el cuerpo de Jimin—. Me encargaré de conseguirles un auto como disculpa por haberlos secuestrado y golpeado. Lamento lo que les sucedió.

Jimin ni siquiera se levantó de la silla, simplemente se quedó observando cómo ahora la sangre rodeaba sus sucios zapatos deportivos. El sentir que todas sus esperanzas se iban decayendo, fue un golpe devastador, sin embargo, no estaba llorando, no todavía. Incluso no podía asimilar lo que dijo aquel hombre. Quizás pasaron solo minutos o horas cuando la mujer le volvió a hablar y Jimin levantó su rostro.

—Les hemos conseguido un pequeño vehículo, afortunadamente tiene bastante combustible. Ayude a su novio y váyanse de acá. Esta ciudad no es segura —murmuró y Jimin asintió. Levantándose del asiento y yendo directamente al fondo del almacén en donde un desorientado Jungkook seguía atado. Uno de los hombres se encargó de soltar las ataduras y Jimin como pudo, sostuvo el cuerpo del militar.

No obstante, Jungkook parecía tampoco reaccionar. Jimin tomó el brazo ajeno y lo posicionó sobre sus hombros para luego rodear la ancha espalda del militar, después comenzó a caminar lentamente, tratando de soportar el peso del hombre malherido.

La misma mujer que reconocía como Sook, fue quien les abrió una de las puertas del almacén para mostrarles el vehículo que les pudo conseguir. También le ayudó a acomodar al teniente en el asiento del copiloto y antes que Jimin se subiera detrás del volante, ella le extendió dos armas.

—Son de ustedes. Las encontramos en el carro en donde los chocamos. Para tomar la interestatal, debe ir derecho y a dos cuadras gire a la izquierda —indicó ella y Jimin asintió. Poco le importó despedirse, realmente no era como si fueran a volverse a ver. Simplemente encendió el vehículo y siguió las indicaciones de la mujer.

—Puede que estén vivos —murmuró Jimin, cuando reconoció la carretera que habían tomado para llegar a la ciudad—. Debemos buscarlos.

—Están muertos —respondió Jungkook de manera cortante. Y eso fue suficiente para que Jimin comenzara a sollozar mientras seguía manteniendo el vehículo en marcha. Si el teniente Jeon creía aquello, quién era el único que mantenía aquella esperanza, entonces, realmente Jimin no podía seguir siendo el único que guardaba el anhelo de encontrar a Taehyung. Si el teniente había perdido la esperanza de volver a encontrar a sus amigos, Jimin se sintió solo al mantener algo que parecía imposible—. Debemos volver a la cabaña y largarnos de acá. Aunque tengo muchas ganas de matar a todos esos hijos de puta, no tenemos las armas ni los hombres necesarios. Además con todo lo que se han llevado, es cuestión de tiempo para que nos encuentren.

Jimin asintió levemente, apretando el volante entre sus manos. Y pensó en Taehyung, pensó cuando era solo un niño y su madre le había mostrado a un pequeño bebé recién nacido. Recordó la primera vez que le acompañó al colegio, cuando le ayudaba a hacer sus deberes porque su madre seguía de turno en el hospital, cuando su padre decidió irse de casa y ambos se abrazaron por horas mientras lloraban para tener consuelo. Recordó todas las veces que le prometió que estarían bien y también la última vez en que lo vio.

Jimin no pudo cumplirle la promesa a su hermano de que ambos estarían bien y poco le importaba mostrarse de nuevo débil frente al teniente que todo el camino se mantuvo callado mientras el joven de cabello blondo sollozaba aceptando la pérdida de su último ser querido.

**

¿Creen que jm y jk se van a consolar entre ellos? ¿Finalmente aceptarán que Hoseok y Taehyung están muertos? ¿Qué les deparará el camino? Todo y más en los próximos capítulos.

Esta semana habrá maratón, el cual actualizaré en 3 días (viernes, sábado y domingo). Agradecería mucho su apoyo votando y comentando en todos uwu.

Muchas gracias por sus bellos comentarios y mensajes, son un amor.

Besos.

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