Juntos por siempre

Colaboración con nathxpunkx🌷

—𖧷—

Parte II.

Habían avanzado varios kilómetros por la carretera a velocidad moderada, Frank lo llevaría a acampar por unos días.

La verdad, Gerard no quería ir, quería quedarse en casa a como había hecho en los últimos seis meses, pero, sus padres estaban muy preocupados, incluso Linda se había acercado a preguntar por su cambio y sí la actitud de su hijo había tenido algo que ver.
Casi se rompe a llorar ante la mención del castaño y lo que había tenido que presenciar. La vergüenza se lo comía vivo y con toda la fuerza que aún le quedaba solamente negó y agregó que él tampoco estaba tan seguro de casarse... no podía hacerle eso a Frank.

Éste se merecía pasar su vida alguien digno de él, hermoso, atento y puro, no como él.

Sus padres habían hablado, claro que querían la felicidad de ambos y pensaba en desistir... pero Frank se negó.

No sabía que tenía en mente el castaño. Porque a pesar de que se habían distanciado y de que Frankie había cambiado, siempre se había comportado con mucho cariño hacia él, siempre, sin importar la circunstancias, lo había defendido y le había tendido la mano. Puede que Frank fuera rebelde y también le gustara demasiado ser libre y estar con quien quisiera, pero el cariño que veía en sus ojos no podía ser falso.

"Tal vez siente demasiada lástima por lo que vio y se sacrificará por ti y su familia." Pensaba con amargura todas las veces que Frank lo sacaba de su casa para ir al cine, por un helado, a comer o simplemente en las fiestas de sus familias donde tenían que asistir desde que tenían 15 años.

—No tienes por qué hacerlo Frank —susurró el pelinegro en cuanto el auto se estacionó en la entrada del bosque.

Gerard bajó del auto sin esperar la respuesta del castaño. Vio a su alrededor, todo era calmado y hermoso y hacía bastante frío. Se abrazó a sí mismo, extrañando su largo cabello. Luego de aquella noche se había cortado su cabello por completo. Algo que en el pasado sonaría como un castigo imperdonable a su vanidad. Ahora poco le importaba, incluso le daba algo de risa lo tonto e infantil que solía ser.

Aunado a ese cambio su mirada ya no brillaba como antes, tenía grandes ojeras y estaba muy callado. Su familia había sospechado pero por supuesto él no respondió a ninguna de sus preguntas. De hecho no era el único cambio que tanto su familia como la de Frank habían notado.

En los últimos meses el castaño se la pasaba a su lado, lo cuidaba y llevaba a todos lados. "Lo hace por lástima" se recordaba constantemente, sin embargo no se atrevía a verlo a los ojos.

—Lo hago porque quiero Gee... ¿Qué te parece? Podemos quedarnos en esta zona oir más arriba, apuesto a que se ve hermoso —dijo buscando la mirada verdosa sin tener éxito—. O si no te gusta, podemos regresar y tener una pijamada... como cuando éramos niños —intentó animarlo nuevamente.

—No tienes por qué hacerlo... no es tu culpa —susurró quedo lo último. "Lo ves, pura lástima" decía una voz cruel en su mente.

Frank sintió como algo hervía en su interior. Algo que lo quemaba sin piedad. "Si lo es" se repetía pensando en todo lo que pudo haber hecho diferente, todo lo que cambiaría sólo por traer esa chispa de alegría en la mirada verdosa.

—Tampoco tuya, Gee —dijo serio, conteniendo sus lágrimas y ganándose por primera vez en el día la mirada de Gerard.

Ésta dolía porque creció viéndola y ahora estaba tan apagada que incluso no podía reconocerla. Quería pensar que aún estaba ahí, escondida en su interior esperando que fuera seguro para poder salir.

—Es un lindo lugar... —dijo Gerard cambiando el tema y apartando la mirada. Frank de inmediato volvió a la camioneta para comenzar a bajar las cosas y acomodar todo en su lugar.

Frank sintió un nudo en la garganta porque podía sentir todo el dolor del pelinegro como propio. Y es que todo había sido su culpa... si tan solo hubiera ido con él al cine... si tan solo hubiera aceptado sus sentimientos en el momento correcto...

—Te ayudo, algunas cosas son muy pesadas —corrió a ayudar al pelinegro, ganándose una diminuta sonrisa en forma de agradecimiento.

El lugar era hermoso con robles que cubrían los senderos, tenues luces de fogatas y lámparas que iluminaban el camino hacia la entrada del bosque para que los visitantes no se perdieran. Podían escuchar a la naturaleza susurrar y al viento correr libremente jugando con las tiendas de campaña. También habían aves que les acompañaban con su cantar en su aventura, despidiéndose del sol para dar paso a una hermosa noche llena de estrellas.

Gerard suspiró ante el hermoso paisaje, acomodándose mejor frente a la fogata. El frío se hacía presente y comenzaba a cubrir la zona. Debió traer más chamarras.

—¿Tienes frío? Toma. —Frank se quitó de inmediato su gruesa chamarra, colocándola sobre los hombros del pelinegro—. Así te sentirás más cómodo.

—No Frankie... tú también debes tener frío... así estoy bien —amagó con regresar la chamarra, más el castaño lo detuvo.

—Para nada Gee, traje varias porque recordé que siempre has sido muy friolento y al ver que traías solo una maleta al viaje supe que no era suficiente... tus lindos abrigos ocupan mucho más espacio —le guiño un ojo y fue corriendo a la camioneta donde estaban todas sus cosas.

Gerard simplemente se quedó ahí ruborizado, abrigándose con la chamarra de Frank y deleitándose con su aroma impregnado a la prenda. Se sentía cálido, calmado y protegido. Era el efecto que Frank siempre había tenido en él.

A la hora de la cena, Frank insistió en que él sería el encargado de todo, pues había sido su idea el viaje, por lo que se puso a preparar la cena ante la divertida mirada del pelinegro. Sabía perfectamente que Frank no era muy diestro en la cocina.

Después de verlo batallar con un abrelatas y de quemarse al tomar la jarra de agua caliente Gerard no pudo evitar reír quedo y ponerse manos a la obra. Frank lucía como un niño pequeño con un puchero porque las cosas no salían como él quería.

Cenaron sin contratiempos y procedieron a disfrutar bombones asados en la fogata como postre mientras que contaban historias de su niñez. Sin embargo el cansancio se hacía cada vez más evidente en ambos por lo que Frank propuso que fueran a descansar para disfrutar el lago al siguiente día.

Gerard se puso nervioso al recordar que solo tenían una tienda de campaña y que le tocaría dormir junto a Frank por primera vez desde... "No, deja de pensar en eso" cortó sus pensamientos y se trató de tranquilizar para poder descansar un poco.

Eran las 3:47 cuando Frank fue despertado por unos quejidos a su lado.

Gerard se movía intranquilo entre las mantas, balbuceaba cosas que su mente somnolienta no captó, pero cuando fue recobrando la consciencia y las entendió, sintiendo un hueco en el estómago...

—No, por favor no, ya basta —dijo el pelinegro batallando en sus sueños. Con una mirada triste Frank se le acercó e intentó moverlo quedo para no perturbarlo más.

—Gee... cielo, es sólo un sueño... —susurró con pesar, porque sabía que desgraciadamente no era sólo un sueño... estaba recordando—. Gee... tranquilo... —Pero era inútil, Gerard seguía removiéndose.

Pensando en qué hacer, procedió a acercarse más al pelinegro y con cuidado trató de jalarlo hacia su pecho. Comenzó a liberar un poco de sus feromonas para tratar de calmarlo. Su padre le había enseñado que solo a su _alma gemela_ le traería calma mientras que para los demás pasarían desapercibidas.

Poco a poco Gerard dejó de pelear, su expresión se suavizó y por fin, luego de todos esos meses, pudo descansar como era debido.

La mañana siguiente se sentía como un nuevo Gerard, lleno de energía. Con una enorme sonrisa salió de la tienda de campaña y vio a Frank intentando preparar el desayuno. Volvió a sonreír cuando escuchó a su castaño soltar varios improperios contra la pobre tetera que había llevado.

El resto del día y los consiguientes fueron mágicos. Gerard de verdad se sentía como alguien renovado, era como si el agua clara y limpia del pequeño frío se hubiera llevado los pecados de su cuerpo y borrado de su mente aquellos tormentosos recuerdos que lo acechaban a cada momento. Su sonrisa era más amplia y Frank no podía sentirse más feliz. No solo había logrado calmar a Gerard sino también había logrado regresar esa chispa en sus ojos que hacían que su corazón se derritiera.

Ya no tenía más dudas. No podía creer como es que había sido tan idiota como para pensarlo en primer lugar. Pero tal vez, muy en el fondo siempre supo que de verdad estaban destinados a estar juntos.

.。.:*♡

—Entonces Ray se dio cuenta que fui yo y me persiguió hasta la yarda 80, hasta que me embistió como un verdadero toro. —La risa de Gerard calentaba su corazón en esa noche tan fría. Ver sus mejillas rojas y como sus ojos se hacían pequeños siempre tenían un efecto idiotizador en él, capaz de hacerlo sucumbir ante cualquier petición que el pelinegro le hiciera—. Claro que el entrenador nos vio y nos reclutó de inmediato.

—Pensé que había sido por iniciativa propia... Ray me dijo que siempre fue su sueño.

—Yo creo que su verdadero sueño era humillarme frente a todos y de paso ganarse el corazón de Krista... supongo que su plan salió de maravilla.

—Supongo que sí —finalizó el pelinegro pensando en la linda pareja que hacían Ray yKrista.

Pero de repente, Gerard recordó esa noche. Ver a sus amigos tan felices caminando... verlos despidiéndose y alejándose en su auto... esa noche.

Trató de alejar esos pensamientos de su cabeza pero ya habían llegado. Por supuesto que Frank se percató del cambio en el pelinegro, por lo que al ver sus ojos pudo saber que era lo que estaba pensando.

—Lo siento mucho, Gee... —dijo en un susurro quebrado, ganándose de inmediato la mirada perpleja del pelinegro—. De verdad.

—Frankie... no es tu culpa —dijo sinceramente, tomando la mano del castaño.

Gerard lo vio por unos instantes antes de que sus ojos se cristalizaran por completo y rompiera en llanto, arrojándose a sus brazos. Se sentía tan humillado, tan vacío, tan roto... no quería que Frank siguiera con él por lástima. No era su culpa.

No quería atarlo a él porque sabía que Frank quería más que los planes de sus padres. Frank se merecía lo mejor y claramente él ya no lo era. Tal vez nunca lo había sido.

—Gee... perdóname... perdón Gee —rompió en llanto Frank, abrazando a Gerard con fuerza contra su pecho—. Te fallé... yo... no... yo... perdón Gee —dijo entre sollozos—. Gee —se separó un poco para verlo a los ojos—. Te mereces el cielo, las estrellas... todo el jodido universo.

Gerard lo miraba un poco perdido y esperanzado, escuchando las dulces palabras del castaño que sanaban su corazón tan adolorido.

—Gee, eres lo mejor de este asqueroso mundo... Gee... te quiero tanto... te amo. —Y hecha su confesión, lo besó como cuando eran pequeños y sellaban sus promesas, tan suave y efímero—. Te amo Gee, perdóname... —volvió a besarlo suavemente, esperando que Gerard lo correspondiera—. Te fallé Gee... perdóname

El pelinegro estaba ahí, pasmado, escuchando a Frank y sin saber que hacer o decir.

—Gee... yo tenía tanto miedo, eres tan perfecto y yo no tengo nada que ofrecerte. No quería que te atarán a un alfa como yo —dijo con coraje y sin mirarlo a los ojos por la culpa tan terrible que sentía—. Un alfa que no sabe hacer nada, ¡mira nada más! Mi deber era protegerte y cuidarte y ¡mira lo que provoque! —se alejó del pelinegro dándole la espalda para que no lo viera en ese estado—. No hago nada más que hacerte sufrir... Gee... Lo siento tanto.

¿Por qué Frankie se disculpaba si no había hecho nada? Gerard lo veía y lloraba en silencio, podía incluso palmar la culpa que consumía al castaño y que lo rompía poco a poco. Jamás había visto a Frank... a un alfa así...

—¡Soy un inútil y un idiota! ¡Debí hacerle caso a papá! ¡DEBÍ ACEPTAR MIS SENTIMIENTOS Y PROTEGERTE! —Tiró de su cabello y soltó un golpe seco al árbol más cercano haciendo que Gerard despertara de su estupor.

—No es tu culpa Frankie... tu no hiciste nada, n...

—¡EXACTO! ¡NO HICE NADA! ¡DEBÍ HABER IDO CONTIGO, DEBÍ HABER ESTADO AHÍ, CUIDÁNDOTE!

—Frank...

—¡Tenía tanto miedo de corresponderte y no ser suficiente! —gritó desesperado—. ¡SOY UN IDIOTA!

Gerard reaccionó de inmediato al ver como Frank pateaba varios árboles y rocas que estaban cerca y como empezaba a golpear un enorme pino a puños secos sin ningún cuidado, una y otra vez hasta que sus nudillos sangraban. Ese fue el momento en que Gerard decidió intervenir.

—Frankie... detente, ¡Basta! —gritó abrazando por la espalda al castaño—. Basta Frankie... ¡no más! No es tu culpa...

—Tampoco tuya... lo sabes, ¿verdad? —Sin importarle su mano lastimada se volteó y tomó las mejillas del pelinegro, quien inmediatamente bajó la mirada—. NO. ES. TU.
CULPA.

—Le mentí a Ray... sabía que era peligroso, estaba a días de tener mi... — calló abruptamente, poniéndose rojo como una manzana—. Es mi culpa.

—¡No lo es! —dijo con seguridad, buscando la mirada del pelinegro—. Gerard mírame —ordenó. Al nombrado le fue imposible resistir a la petición de Frank, siempre había sido así—. No es tu culpa mi vida, no lo es.

Gerard volvió a sumergirse en un profundo llanto, dejándose envolver por el cálido abrazo del castaño. Pronto se encontraba gritando e incluso golpeando el pecho del castaño. En ese momento no era Gerard, simplemente luchaba y gritaba y trataba de dejar salir todo aquello que se había quedado en su pecho en el momento en el que el sujeto lo arrojó al sucio suelo.

A Frank no le importó, se quedó ahí dejando también salir su dolor.

Después de un rato el llanto del pelinegro se fue calmando y poco a poco cayó en un sueño profundo y muy tranquilo. Solo en los brazos de Frank lograba sentirse seguro y en paz.

.。.:*♡

—Frank, me complace mucho tu cambio, creo que... —interrumpió a su padre.

—Lo hago por Gerard, no por ti —dijo Frank batallando con su corbata frente al espejo.

—Lo sé, por eso estoy feliz. —Su padre se acercó para ayudarlo con la corbata—. Sabía que Gerard te haría mucho bien... siempre estuvieron destinados a estar juntos —dijo con una sonrisa terminando de arreglar la corbata—. Sin duda Gee se ganó la lotería contigo ¡Mira nada más que hijo tan guapo tengo!

Frank sonrió de lado, porque era él el afortunado de que Gerard lo hubiera perdonado y le diera la oportunidad de abrir su corazón.

Después de su salida a acampar se habían vuelto mucho más cercanos, algo en ambos había cambiado para bien, sin embargo Frank sabía que las cosas jamás serían las mismas. Pero no podía seguir lamentándose por ello, tenía que tomar acciones, recomponer su camino y ser lo mejor para su pareja.

Desde ese momento estuvo para el pelinegro en todo momento, proporcionándole la seguridad y apoyo que necesitaba. Por su parte estar junto a Gerard era tan reconfortante, cuando se sentía perdido solo bastaba con mirarlo a los ojos. Con eso todas las dudas en su cabeza se resolvían y encontraba la fuerza para que ambos salieran adelante.

—Vamos... ya es hora —dijo su padre.

Caminaron juntos a su posición frente al altar. Con tan solo 21 años parecía muy precipitada la decisión de casarse, sus _amigos_ se lo habían cuestionado demasiado, pero unir su vida a Gerard era la única certeza que tenía a esa edad, lo demás... ya lo resolvería.

Minutos después todos los invitados se pusieron de pie al ver llegar al pelinegro del brazo de su padre, vistiendo un hermoso vestido color hueso que resaltaba su belleza.

Frank sintió algo removerse en su estómago al verlo ahí, y por el resto de la ceremonia solo existían ellos. Gerard hermoso y perfecto como siempre, sonriendo quedo pero tan reconfortante que llenaba de calor su corazón y borraba de su mente cualquier preocupación. Sus ojos brillaban radiantemente y sus mejillas lucían un leve tono rojizo que lo hacían lucir apetecible... lo amaba tanto que dolía.

—Y desde ahora y para siempre, que el lazo que los une se fortalezca y los ilumine en los momentos difíciles —dijo el pastor con voz clara y fuerte—.Los declaro Alfa y Omega... pueden besarse —concluyó, siendo seguido por una lluvia de aplausos y un cálido beso por parte de la pareja.

.。.:*♡

—¡Con cuidado! —dijo Gerard entre risas mientras Frank entraba con él en brazos ala habitación—. ¡Frankie! —gritó leve cuando el castaño fingió que lo soltaba.

—¡Es broma, mi vida! Sabes que nunca te dejaría caer. —Como pudo cerró la puerta, dejando a su pelinegro sobre la cama, admirando su belleza en todo su esplendor—. Te amo.

— También te amo Frankie... mucho.

Gerard se acercó al castaño, besándolo suavemente, derritiendo a Frank ante tan íntimo contacto.

Las luces eran tenues, había pétalos de rosa en el suelo y parte de la cama pero ni siquiera los habían notado. Estaban demasiado enfocados en el otro que todo a su alrededor se desvanecía.

Poco a poco una llama en el interior de Frank comenzó a arder, al punto de consumirlo por completo. Inició acariciando la cintura de su pareja y después sus manos recorrieron su espalda y después bajaron y vagaron con delicadeza, atentos a cualquier cambio en el pelinegro.

Éste por su parte pudo percibir como Frank ardía de deseo, lo que había provocado que su rostro se pusiera como un tomate. Sin embargo, había algo que le impedía perderse en el momento. Eran imágenes de un hombre asqueroso, de manos sucias que recorrían su cuerpo, de...

—Espera... —dijo separándose del beso—. Espera Frankie...

—¿Todo bien, mi vida? —cuestionó Frank de inmediato, separándose completamente agitado y buscando la mirada de su esposo—. ¿Gee? ¿Todo bien? —Pero se preocupó cuando vio sus ojos cerrados con fuerza—. ¿Gee? ¿Todo bien, hermosura?

"¿Te gusta  _hermosura_?" se repitió en su mente y de repente no estaba en los brazos de Frank, estaba en el parque, hacía frío y no había nadie que escuchara sus gritos.

—¿Gee?

—¡NO, ESPERA! —gritó de repente, abriendo sus ojos llenos de lágrimas. Su mirada borrosa buscó a su alrededor pero solo estaba en la hermosa habitación con Frankie frente a él que lo veía preocupado—. Pe-perdón Frankie... yo... yo... —dijo con la voz entrecortada por las lágrimas que caían como ríos por sus mejillas—. Yo... yo...

—Shhh tranquilo mi vida —lo abrazó Frank con firmeza, haciéndolo sentir seguro—.Estás conmigo, no te pasará nada... estás seguro.

Gerard se soltó a llorar con amargura. Había pensado que después de tanto tiempo estaría listo. Que lo había olvidado... ¡¿Por qué tenía que recordarlo en ese momento?!

—L-lo siento —dijo con pena—. Lo arruiné... como siempre.

—No bebé, no lo hiciste, está bien.

—Es que yo... pensé... de verdad quiero estar contigo —dijo triste, soltándose a llorar nuevamente.

—Lo sé mi amor, pero no pasa nada —lo atrajo más a sus brazos para brindarle su calor—. No hay prisa... tenemos todas nuestras vidas... cuando estés listo y seguro, yo estaré para ti.

Y con esa promesa y un casto beso ambos se quedaron dormidos entre suaves caricias y palabras de amor.

Gerard no se sentía solo. Tenía a Frank a su lado.

.。.:*♡

—Gee, no es por meter presión pero quiero un nieto o nieta a la cual consentir —dijo Donna juguetona.

—Si Gee... quiero jugar y mimarla muchísimo! —dijo su padre entusiasmado—. ¡Apuesto a que será una hermosa niña!

—O niño... un pequeño alfa como Frankie —comentó Donna más segura—. Chicos, ¡ya tienen casi dos años de casados y aún no hay bebés en camino! —dijo con un puchero, pero luego algo hizo click en su mente y sonrió ampliamente—. A menos que... esta reunión sea para dar la gran noticia... ¡Felicidades! —de inmediato abrazó a la pareja.

—No Donna, no es por eso —dijo Frank separando a su suegra sin soltar la mano del pelinegro.

—Entonces ¿a qué debemos esta reunión? —preguntó Donald extrañado. La idea de un nieto de verdad lo emocionaba.

— Pues verán... yo... quiero contarles algo —dijo el pelinegro sin levantar la mirada, pero el apretón de Frank y su mirada comprensiva le dieron el valor suficiente para alzar la cabeza y seguir hablando.

Estaba preparado, llevaba casi dos años en terapia. Algo dentro de sí le decía que debía hablarlo para poder sanarlo por completo y ser libre.

.。.:*♡

—Estoy en casa mi vida —gritó Frank al entrar a su hogar. Le extrañó no recibir respuesta, sin embargo cuando se acercó a la mesa descubrió por qué—. Gee...

—¡Feliz aniversario, Frankie! —Fue recibido por un dulce beso y después pudo apreciar el banquete que su hermoso pelinegro había preparado.

—Mi amor... quedamos en festejar el sábado ... —dijo Frank con pena pues el regalo de Gerard estaría listo el viernes por la tarde, además acababa de llegar del trabajo—.
Gee...

—Lo sé Frankie pero quería sorprenderte... ¿te gusta?

—Lo amo... pero más a ti. —Volvieron a besarse y entre sonrisas procedieron a disfrutar la deliciosa cena.

Tres años habían pasado. Tantas cosas que habían superado y tanto era lo que habían crecido juntos. Sin dudas el pelinegro le hacía mucho bien y Gerard pensaba lo mismo de Frank. Se complementaban de una forma extraordinaria, no les faltaba nada al lado del otro... o bueno, si les faltaba una cosita...

La velada fue hermosa, Gerard había preparado sus comidas favoritas e incluso había horneado un pastelito en forma de corazón. Frank se sentía tan enamorado y feliz así como halagado por todos los detalles que su pelinegro había tenido.

Suspiró empezando a desabotonar su camisa para prepararse a dormir. Sin embargo, el dulce aroma de Gerard que comenzó a inundar la habitación lo extrañó.

Reconocía ese aroma, como alfa no podía ignorarlo y cada que Gerard tenía su celo tenía que excusarse, trabajar horas extras o simplemente dejar que el pelinegro se fuera con su familia de visita y él se quedara en compañía de su mano... pero hoy ahí estaba, volviéndolo un poco loco, haciéndole hervir la sangre y de paso derritiendo su cerebro y dejándolo idiota.

—¿Gee? —se volvió a la puerta del baño que se abría lentamente, dejando a la vista a su hermoso pelinegro usando un atrevido baby doll que no dejaba nada a la imaginación. Su mente se nublaba y comenzaba a sudar y salivar como loco—. ¿Q-qué haces?

—Feliz aniversario, Frankie —susurró sonrojado, acercándose al castaño despacio mientras que este retrocedía hasta chocar con la cama—. Yo... pensé que podíamos celebrar nuestro aniversario... ya sabes... consumar nuestro matrimonio... por fin. —Lo miraba con tanta inocencia y las mejillas rojas que su cerebro no daba más que para balbuceos inentendibles, ganándose la risita de Gerard—. ¿Qué piensas Frankie? ¿Me veo bien?

¿Bien? ¡Joder! ¡Lucía jodidamente hermoso y apetecible!

—Eh...

—¿O es demasiado? —dijo jugando con la prenda—. ¿Demasiada ropa? —dijo juguetón, empezando a desatar la única prenda que lo cubría.

—Eh...

—¿No piensas decir otra cosa Frankie? ¿No te gustó? —dijo con un puchero, tentando a Frank.

—Eh... s-sí, n-no... es decir... t-te ves maravilloso —dijo apenas, dándose un golpe mental por la clase de respuesta que había dado—. Te ves muy hermoso Gee.

Gerard aprovechó para empujar levemente a Frank a la cama, subiéndose de inmediato encima y besándolo con pasión. Por su parte el castaño únicamente se dejó llevar, sus manos inquietas acariciando la cintura del pelinegro viajando por toda su espalda, de arriba abajo para después atreverse a bajar aún más con lentitud, atento a cualquier cambio en Gerard.

El deseo lo podía estar consumiendo, podía estar ardiendo por completo pero sabía que ante el mínimo cambio en su pareja se detendría sin importar que tan lejos hubieran avanzado.

Gerard se sentía un poco perdido, había tomado la iniciativa y se había dejado llevar por su instinto pero ahora que no sabía qué más hacer.

—¿Todo bien Gee? —Frank se separó notando la duda en el pelinegro—. Si cambiastede opinión...

—No es eso —dijo con las mejillas rojas como manzanas pero sin separarse del castaño—. Es solo que yo... nunca... ya sabes. —Sus mejillas se tornaron más rojas, si era posible, haciéndolo lucir adorable a los ojos de Frank.

—Mi vida... —susurró Frank besándolo castamente—. Permíteme enseñarte —dijo con una sonrisa seductora.

Frank tomó la iniciativa, recostando a su pelinegro entre las mantas, comenzando a atacar su cuello donde una marca rogaba por ser hecha, una marca roja que le demostrara a todos que ese hermoso hombre bajo de él era su alma gemela.

Gerard se sentía un poco abrumado, los besos y las caricias de Frank aunado a que estaba entrando en su celo hacían que se perdiera por completo. Deliraba de placer, sintiéndose completamente mojado y con ansias de clavar sus dientes sobre el hombro de Frank. También se sentía aliviado de sentirse seguro... las marcas de su pasado desvaneciéndose con cada caricia del castaño.

Frank exploraba su cuerpo por primera vez, se deleitaba con cada centímetro recorrido, con cada lunar y marca en la piel amada. Su lengua lo recorría todo sin piedad, deteniéndose en sus pezones claros y jugando con ellos, arrancando varios gemidos de Gerard que lo volvían cada vez más loco y necesitado. Moría por probar todo de Gerard, por enterrarse en su interior y marcarlo como suyo de una vez por todas.

F-Frankie —gimió con fuerza, retorciéndose entre las mantas.

—¿Estás seguro, mi vida? —preguntó soltando uno de sus pezones, bajando por su estómago hasta llegar a su ombligo... bajando lentamente.

—S-si... ¡ah! Frankie, te necesito... hazme tuyo —gimoteó sin dejar de retorcerse.

—Si cambias de opinión solo dilo —murmuró comenzando a retirar la única prenda que lo cubría. Sus ojos brillaron al verlo así bajo él. Tan suave y perfecto, completamente a su disposición. En ese momento se sentía el rey del mundo. Más libre de lo que jamás se sintió.

—No lo haré... confío en ti. —Y con eso Frank confirmó que había tomado la mejor decisión de su vida al unirla a la criatura más hermosa del mundo.

El calor los consumía mientras danzaban entre las suaves mantas, usando sus gemidos como dulce música e incitando al otro a moverse más.

Ambos se encontraban completamente desnudos. Frank acariciando sin pudor alguno a Gerard, sus glúteos bien formados y posteriormente entre sus piernas, jugueteando con su entrada y ganándose más gemidos por parte del pelinegro, quien no sabía qué más hacer consigo mismo; recorría con desesperación el cuerpo de su pareja, arañaba levemente su espada y una curiosa mano trataba de alcanzar la hombría de Frank.

Cuando lo logró ambos gimieron, el castaño conteniéndose a penas, mientras que el pelinegro sintió un escalofrío bastante placentero recorrer su espalda, sintiéndose impaciente por sentir todo eso dentro de sí... pero entonces Frank se separó un poco, bajándolo de su maravillosa nube.

—¿Qué pasa Frankie? —dijo jadeando, tomando a su castaño de la mano para impedir que se levantara de la cama.

—Iré por un condón... tus hormonas están a tope por tu celo y no quiero que...

Pero yo sí —cortó de inmediato el pelinegro, sus ojos brillando más que nunca. Frank se quedó perdido por un rato viéndolo con adoración—. ¿Tu no quieres? —preguntó.

Frank solo rió suave, volviendo al pelinegro con renovadas energías y ganas de hacerlo delirar de placer. Tomarlo con tanta pasión que sin duda tendrían un hermoso bebé en cuestión de tiempo.

—Te amo.

—Y yo a ti, Frankie.

—Esto dolerá un poco, mi amor — ñdijo llevando una mano entre las piernas ajenas, jugueteando con su entrada y ayudándose de la lubricación que producía de forma natural el pelinegro—. Si necesitas que pare —dijo besándolo con pasión para distraerlo de cualquier dolor y callando sus gemidos cuando su primer dedo entró sin resistencia.

—¡M-a-ah-as! —gimoteó Gerard retorciéndose sobre su cuerpo.

—Lo que ordenes mi vida —dijo pícaro, uniendo otro dedo a la fiesta. Estuvo algunos minutos así hasta que introdujo uno más, haciendo que el pelinegro soltara un gritito—. ¿Te gusta?

—T-te necesito... Frankie —dijo desesperado, moviéndose contra la mano del castaño, haciendo gruñir al nombrado.

—Esto puede doler un poco más... si no te sientes cómodo solo dime y me detendré de inmediato —dijo seguro, ganándose una sonrisa cálida y un asentimiento.

Con cuidado se fue introduciendo en el dulce pelinegro que soltaba quejidos al sentir la extensión de Frank abrirse paso en su interior. Definitivamente más grande que sus dedos, sin embargo la excitación que tenía ayudó a lubricarlo bien para que el movimiento fuera más fluido y mucho más placentero .

Frank sentía a su pelinegro arder bajo de él. Lo sentía tan apretado y delicioso, comenzó a moverse más rápido ante las súplicas de su pareja. Incluso la cama se movía ligeramente golpeando la pared pero poco le importaba. Estaba en su cielo personal disfrutando por primera vez del amor de su vida. Deleitándose de cada centímetro de su cuerpo, de cada gemido y su esencia embriagante que lo ponía cada vez más excitado, provocando que apretara más.

—A-ah... F-Frankie... te siento c-crecer.

—Aguanta mi vida —dijo con trabajo, persiguiendo su orgasmo a la par que hacía delirar al pelinegro—. Ya casi.
 
—Márcame como tuyo Frankie —dijo Gerard con el poco aliento que le quedaba, presentando su cuello a su alfa por primera vez.
 
Frank no lo pensó más, se acercó a su cuello y mordió con fuerza, rompiendo la tersa piel y logrando que Gerard llegara al éxtasis por completo, apretándolo con fuerza antes de que él mismo perdiera el control y se viniera, quedando unido a Gerard y derramando su semilla. Escuchó el suspiro del pelinegro y posteriormente también sintió como lo marcaba con fuerza en el hombro.

Ahora ya nada podría separarlos.

—Te amo Frankie.

—Y yo te amo mucho más Gee.

Con un suave beso y una sonrisa en los labios, cayeron rendidos entre las sábanas.

Ahora eran uno... y también sabían que siempre lo habían sido.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top