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Hawkins, 1979

Maeve dejó a Eleven en el cuarto arcoíris para que tomara aquel momento que se le había prometido por ganar la pelea, pero aún así la menor se notaba nerviosa pues seguramente sus hermanos estaban molestos de ver a una de las más pequeñas tumbar a otro como si nada.

—Elly, un moderador vendrá por ti en una hora, para que vayas a dormir, ¿De acuerdo?—Dio un suave beso en la coronilla de su cabeza.—Pórtate bien.

—Quédate conmigo.—Pidió con sus ojos suplicantes.

—Oh mi pequeña, no puedo, tengo que ir a casa...—Hizo un puchero.—Mañana vendré más temprano para estar contigo antes del entrenamiento, ¿Bien?

—Mmh.—Hizo un sonido de afirmación.

—Bien... Te veo mañana.—Se despidió dejándola sola.

A penas salió de ahí sintió un cuerpo chocar contra ella ligeramente, sorprendida de ver a Dos ahí pues se suponía que ya debían estar en sus habitaciones, pero no lo iba a regañar, sabía lo frustrante que debía ser el ser derrotado.

—Dos, ¿Como te sientes?—Preguntó Maeve al verlo rondar por el pasillo.

—Estoy bien, solo iba a la enfermería por algo para dormir.—Comentó.

—Escúchame.—Colocó una mano en su cabeza dándole apoyo.—El que Eleven haya podido contra ti esta noche, no cambia nada lo fuerte que eres, a veces se gana y otras veces se pierde... No hay nada malo con eso.

—Esa tonta-

—Es tu hermana, no deberías culparla por esto... Tómalo como un motivo para seguir practicando, eres uno de los mayores y claro que los pequeños aspiran ser igual que tú.

El se mantuvo callado antes de asentir.

—Ve a la enfermería, fingiré que no te vi ¿De acuerdo? No te quedes mucho tiempo por aquí.

—Está bien, Maeve.

—Anda dame un abrazo, estoy por marcharme, mañana traeré un dulce para ti, pero no le digas a los demás.

Su contrario asintió dándole un abrazo rápido antes de irse, pero aún así Maeve sintió un cosquilleo en el estómago como si algo no estuviera bien, quitándole importancia camino por el lugar despidiéndose de los guardias que se cruzaba, su noche había sido bastante curiosa antes de irse a casa, durante la tarde Peter había desaparecido y nadie le daba rastro de el.

Luego de pensarlo unos segundos dio la vuelta buscando en cada rincón del lugar hasta dar finalmente con la que parecía su habitación pues aquella puerta se había mantenido cerrada, trago saliva esperando no estar equivocada y se acercó a la misma.

—¿Henry?—Dió un suave empujón a la puerta ingresando.

—Maeve...—Ahi estaba acostado con una mano en su cuello parecía adolorido.—¿Que haces aquí?

—Me preocupe, quería verte antes de irme...—Camino hasta la cama donde este se encontraba reclinado.—¿Que te sucedió?

—No es nada.—Negó mientras ella tomaba lugar a su lado sentándose.

La mujer incrédula acercó su mano al pecho de su contrario viéndolo sobresaltarse ante el tacto.

—¿Nada?—Enarco una ceja.

—Brenner se enojó por lo qué pasó con Eleven, quiso castigarme por ayudarla.—Confesó con desánimo.

—Te lastimaron.—Murmuró sintiéndose mal por el.

—Ya no duele tanto, al menos pude descansar todo este tiempo.—Mostró una sonrisa falsa intentando quitarle su tristeza.

Maeve no dijo nada, solo optó por posar sus manos en el rostro de su contrario apreciándolo con más claridad, su mirada estaba opaca y algo ida y aquella sonrisa se notaba forzada, con suavidad de acercó dándole delicado beso como si temiera hacerle daño.

—No quiero que esto vuelva a ocurrir... Si te hieren, me hieren a mi, ¿Entiendes? No puedo soportar verte de esta forma.

El solo pudo responder posando sus manos en la cintura de la castaña para así atraerla a su cuerpo abrazándola,
Maeve descendió su cabeza para besarle la punta de la nariz con cariño haciéndolo sonreír sus miradas ardían de amor.

—No te angusties, voy a estar bien.—Ahí estaba el Peter que tanto quería, transmitiéndole paz con unas pocas palabras.—Quiero verte sonreír.

Ella suspiró e hizo lo que pidió, ¿Como podía haber pasado tanto tiempo sin el? No lo sabía pues lo único de lo que estaba segura es que ya nada podría separarlos.

—Soy más feliz aquí contigo de lo que he sido allá afuera.—Murmuró la de pardos cabellos.—Ahora lo único que quiero es seguir siendo feliz contigo, no importa dónde mientras seamos libres.

Sin más Peter tomó los labios de Maeve uniéndose en un acalorado beso, sintiendo sus labios danzar a la par deseosos, las manos del mayor se deslizaron por el suave cuello de la fémina acariciando el mismo con sus dedos como si fuera lo más frágil de aquel mundo y entonces cayó en cuenta apartándose unos segundos del rubio, al haber estado ahí tantos años era evidente que nunca había experimentado algo como lo que estuvo a punto de ocurrir.

—Podemos parar si así lo deseas, Henry.—Ella le susurró contra sus labios, él abrió sus ojos azules para encontrarse con los castaños de ella.

—No quiero parar.—Le respondió, quizás muy rápido pero de algo que estaba seguro era que quería eso con ella.

La mujer no dudo en empezar aquel juego con una sonrisa desabotonando su camisa poco a poco esa noche por primera vez sintieron el placer carnal en ellos, con sus cuerpo calientes mientras complacían sus deseos entre jadeos y agitadas respiraciones, aquella única experiencia que compartirían ambos.

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