012
Hawkins, 1979
—Eleven.—Maeve se acercó a la pequeña quien jugaba intentando acertar a un número.
—No consigo que quede en donde quiero.—Gruño levantándose para colocar uno de los pequeños discos en el juego.
—Tranquila, ya lo conseguirás.
—Maeve, ¿Cuando podré tener el cabello como tu?—Habló de golpe.
—¿Como yo?—Habló curiosa.
—Si, quiero tener un cabello como el tuyo.—Asintió tocándola.
La mayor le mostró una sonrisa, y le hizo una seña con su dedo para que se acercara un poco.
—Pronto te sacaré de este lugar, ¿De acuerdo? Nos iremos lejos y podrás tener el cabello como quieras.
—¿Puedo tenerlo rosa?
—Del color que desees.—Soltó una ligera sonrisa.
—¿Papá irá con nosotros?—Habló curiosa.
Su contraria solo negó.
—No, solo seremos tu, tus hermanos y yo.
—¿Y Peter?
Respondió con un asentimiento de cabeza, ¿Como podría olvidarse de llevarlo con ellos? No había forma, el tenía que acompañarlos.
—El también irá... Que sea nuestro secreto, ¿De acuerdo?
Eleven asintió al mismo tiempo que alguien se acercaba a sus espaldas.
—¿A que número apuntas?—Peter se acuclilló dejando a la menor entre los dos adultos.
—Al tres.
—A veces alejarse un poco ayuda, despejas la mente.—Aconsejó.
Haciendo caso omiso se levantó dándose otra oportunidad fallando en el intento.
—Eres determinada, me recuerdas a alguien que conocía muy bien.—Tomó la ficha colocándola en el número 1.
—¿Uno? Papá dijo que...
—No existe, te dire un secreto... A veces papá no dice la verdad, pase años con Uno, aquí mismo en esta habitación.
—¿Donde está?
—Dejemos esa historia para otro día, me temo que no termina bien.
La pequeña se mantuvo callada mientras Maeve fruncía el ceño tratando de descifrar el porqué ahora Peter mencionaba aquello, le parecía curioso pero no protestó.
—Se parecía mucho a ti, todo le costaba, hasta que entró aquí y todo cambio... Le pregunté ¿Que había cambiado? Me dijo que lo había resuelto, había encontrado la fuerza en un recuerdo del pasado, algo que lo entristecía y enfurecía, ¿Tienes algún recuerdo así?
Ella solo lo observaba como si tratara de recordar, pero no había nada que la iluminara.
—¿Recuerdas el día en que una extraña mujer vino a verte? Cuando ocho estaba aquí.—El rubio hablaba con tanta calma que resultaba extraño.—La mujer, te llamo por tu nombre, esa era tú madre.
—Mamá esta muerta, murió al tenerme.—La pequeña rabió.
—¿Quien te dijo eso?
—¡Papá!...—Se exaltó pero al instante las cosas le tomaron sentido.—Que no siempre dice la verdad.
—Este lugar y la gente aquí, no son lo que crees-
—Peter.—Maeve intervino mirándolo con sorpresa al instante negó con la cabeza indicándole que detuviera esa conversación.
No tenía porque saber algo así, su pasado debía quedarse ahí pues en ese momento solo quería apuntar al presente, llenarlos de odio en contra de "Papá" e incógnitas que nadie podría resolver no les aportaría en nada, en especial tratándose de Eleven.
—¡Buenos días niños!—Ahi estaba el hombre de nuevo.
—¡Buenos días papá!—Los niños corrieron a saludar.
—Tengo algo muy especial planeado para ustedes hoy, ¿Están listos?
—Si papá.
Antes de seguirlos a la sala de entrenamientos Maeve sujeto el brazo del rubio deteniéndolo.
—¿Que fue eso?—Hizo un movimiento con su cabeza demostrando inconformidad.
—Eleven es muy fuerte, me he dado cuenta de eso... Pero se está reprimiendo, hay que darle un empujón para-
—¿Para qué?
—Ella es muy cercana a ti, lo sé, no te preocupes solo intento ayudarla.—Suspiró.—Quizás Eleven sea la clave para cumplir eso que tanto deseas... Sacarnos de aquí.
Trago saliva al sentir su mano tomando la suya, no quería usar a ninguno de sus niños para algo así pero también sabía que sola no podría cumplir su objetivo.
—No quiero que salga herida por intervenir en esto.—Comentó mirando sus ojos azules.
—No va pasar nada malo, ¿De acuerdo?—El acercó unos centímetros su rostro al de ella sintiendo su respiración.—Tienes que confiar en mi.
No dijo nada más, aquella cercanía la ponía tonta, lo suficiente como para quedarse sin palabras, Peter sonrió al rozar sus labios pero rápidamente se alejó mientras levantaba la vista a la cámara del lugar.
—Nos están esperando, vamos.—Compensándola besó su mano antes de indicarle con la cabeza la salida.
Al estar en la sala de entrenamientos, el hombre trazó un círculo en el suelo, ya conocían muy bien lo que eso significaba tendrían otro enfrentamiento pero aún así las reglas volvieron a ser explicadas.
—Dos, Seis.—Los llamo siendo los primeros en pasar.
Dos como siempre fue quien venció, uno a uno fueron pasando hasta que únicamente quedó Eleven quien sería la última en enfrentar a su hermano.
—Once.—La llamó.
Peter se acercó y cubrió sus ojos deseándole suerte.
—Comiencen.
Eleven fue la primera en retroceder pero no cayó, no esa vez, levantó su mano y con eso a Dos quien fue despedido hasta el otro lado de la habitación.
—Tenemos una nueva ganadora.
Maeve miró a Eleven con una sonrisa al igual que ella, Peter tenía razón, ella era realmente poderosa y quizás la clave para liberar a todos de ahí.
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