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Hawkins, 1978

En tan solo un día las cosas parecieron empeorar, la realidad la estaba golpeando con fuerza, se mantenía intranquila pensando una y otra vez recordando lo que Peter le había dicho y buscando alguna solución para liberarlos a todos, no pudo más con las ideas que la atormentaban, ya no veía a nadie ahí de la misma manera, guardias, mujeres que trabajaban en la enfermería, monitores e imaginar sus vidas ahí encerrados sin que nadie supiera de ellos afuera, era aterrador y no quería correr la misma suerte que ellos pero ya se había arriesgado y no había forma de retractarse.

—Así que, ¿Desde hace cuánto?—La mujer le pregunto a Peter.

El caminó entre las tuberías de la sala, durante su tiempo de descanso ella pidió hablar en un lugar privado pues estaba segura de que incluso las paredes podrían escucharlas a ese punto, su paranoica estaba justificada porque en parte así era.

—¿Desde cuando?—Preguntó el reafirmando lo que escuchó.

—Mmh.—Asintió.

El se mantuvo tan solo unos segundos en silencio hasta que finalmente dio con la respuesta.

—Desde hace 19 años.—Habló con su característica calma, como si eso no hubiera provocado un escalofríos en su contraria.—Llegué aquí siendo muy joven todavía, era un niño.

—¿Qué hay de tus padres?—Se cruzó de brazos con modestia.—¿Cómo permitieron que llegaras aquí?

—No tengo familia.—Intervino.—Me trajeron en contra de mi voluntad.

Maeve caminó a su lado, quería saciar cada incógnita que tenía, lo necesitaba al menos para comprenderlo un poco más.

—Entonces... No haz salido aquí en casi dos décadas.

El antes nombrado solo asintió sin siquiera parecer impresionado del tiempo que se había mantenido aislado del mundo exterior, estaba acostumbrado, pero estaba seguro de que su hora llegaría tarde o temprano.

—Peter eso es realmente malo.—Dio unos pasos hacia el.

—No puedo hacer nada al respecto, si no lo notaste estoy muy limitado.—Frunció ligeramente el ceño.

—No te preocupes.—Detuvo su andar para así colocarse delante de el captando por completo su atención.—Haré lo posible por sacarte de aquí, yo misma te llevaré a conocer las maravillas que te haz perdido.

El le dio una mirada sin sentimiento alguno antes de negar.

—No hay forma-

—Siempre la hay.—Se quejó.—Tiene que, no me iré de aquí hasta que sean libres... No me importa la manera, la hallaré, solo tienes que confiar en mi.

—Lo hago.—Le extendió su mano manteniéndola en el aire.—Es por eso que te voy a enseñar esto.

Ella lo observó extrañada mientras este desabotonaba su manga dejando al descubierto la mitad de su antebrazo.

—No estoy entendiendo.—Tomó su mano buscando algún indicio de lo que quería decirle.

Sus ojos recorrieron desde la punta de sus dedos hasta su antebrazo notando algo exactamente en su muñeca, aquello que solo había visto en los niños con los que experimentaban de formas inhumanas.

—Tú eres...—Habló bajito sintiendo la falta de aire en sus pulmones por la sorpresa.—001.

El se limitó asentir quitándole así su mano para volver abotonar su manga.

—Cuando me mudé con mi familia a Hawkins supe que algo estaba mal, diferente, ya tenía la edad suficiente para que mis habilidades se descubrieran así mismas y empecé a pensar en cosas que hasta ahora siguen en mi cabeza repitiéndose una y otra vez.—Colocó sus manos atrás de su espalda mientras su mirada recorría con detenidamente cada detalle en el rostro de Maeve.—Objetos, animales y supe que no habría límites cuando pude manejar la mente de las personas... Mis padres.

—¿Cómo terminaste aquí?—La mujer de castaños cabellos se notaba sorprendida y un poco incrédula.

—Mi madre lo supo, ella siempre supo el hijo que tenía e intentó alejarme para que me "arreglaran" aunque yo nunca estuve roto, Maeve. Hice lo necesario para evitarlo, pero no pude escapar y termine aquí, como un prisionero.

—Peter, ¿A que te refieres con "Hacer lo necesario"? ¿Qué pasó con tus padres?—Frunció el ceño tratando de buscar una respuesta en su mirada.—¿A caso tu los...?

El rubio se quedó en blanco, notando el pánico y temor emanando de Maeve, pero no quería eso, no quería que ella tuviera una imagen negativa de él, era tal vez la única persona que le importaba dentro de aquel laboratorio, no podía decirle algo así.

—No.—Llevó su mirada hacia otro lado mientras escuchaba un suspiro de relajación de su contraria.—A mi padre lo encarcelaron luego de matar a mi madre y hermana, intente hacer algo por ellas pero era solo un niño, luego de eso no supe nada más del exterior, al despertar en el hospital ya estaba bajo el "Cuidado" de Brenner.

—Tus poderes...

—Los inhibieron.

Su contraria lo observó y acercó su mano a su cuello, sintiendo aquel objeto abajo de su piel, no era solo un rastreador también lo mantenía manso y sin poder alguno.

—Tuvieron miedo, de lo que pudiera hacer una vez dominadas mis habilidades.—Murmuró al percibir el suave tacto que ella le brindaba.—Saben de lo que soy capaz, y prefirieron ocultarlo.

Su rostro bajó al de ella con lentitud, olvidando momentáneamente su conversación para así concentrarse en ella, solo ella. Maeve levantó un poco su mirada admirando así la cercanía que tenían, en sincronía pegaron sus frentes mientras sus respiraciones se mezclaban al igual que el extraño latir de sus corazones los cuales no tenían idea de lo que sucedía.

—No me importa cuán imposible lo creas, voy a liberarte de esta prisión, Peter.—Amagó con retirar su mano de su cuello pero este la detuvo, la sujetó sin intención alguna de soltarla.

—Henry...

—¿Henry?

—Henry Creel, ese es mi nombre.

Finalmente soltó su mano y se apartó, debía arrepentirse por todo lo que había dicho pero no podía y en parte no lo quería, confiaba en ella, desde que llegó y observó su preocupación por los demás, su bondad y empatía que no había visto en otro ser humano sus planes cambiaron quizás era demasiado pronto para ponerlos en marcha, quizás debía darse el tiempo para estar con ella antes de cometer lo peor, quizás sentir amor no era tan malo como imaginaba.

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