17| Mi salvación
Llamada entrante de Bryce
Dudé si rechazar la llamada o no. Al momento recordé de que se trataba de Bryce, y sabía muy bien que si la rechazaba estaría llamando una y otra vez, hasta conseguir que contestase. Por lo que acepté la llamada y me coloqué el teléfono en mi oreja izquierda.
—¿Lucía?—preguntó Bryce en el otro lado de la línea.
—¿Si?—pregunté poniendo la mejor voz que podría haber puesto en ese momento, para que no notase que había estado llorando minutos antes. Después me quité las lágrimas que todavía tenía en la cara.
—¿Estás bien?—me preguntó con una voz que transmitía mucha preocupación.
—Si...—le contesté.
—No me convence mucho ese "si..."—dijo imitando mi voz y me quedé en silencio—. ¿Qué te pasó?—dijo con dulzura, este nuevo Bryce era muy tierno. Nunca me hubiese creído hacía unos años atrás que se convertiría en alguien así.
Bueno, hay personas que SI cambian—pensé.
—Esto... yo...—no quería recordar lo que me había pasado minutos atrás, pero los recuerdos saltaron a mi mente sin yo dejarle permiso a ello.
Las lágrimas volvieron a salir y no pude evitar sollozar, me coloqué las manos en la boca, intentando que no se diese cuenta de ello.
—¿Estás llorando?—me preguntó extrañado— ¿Lucía dónde estás?—me preguntó esta vez alzando un poco la voz.
—Estoy bien, no tienes por qué preocuparte—dije cortante.
—Ahora mismo me mandas la dirección para ir a buscarte—me dijo con una voz grave, intentando de alguna manera convencerme, supongo.
—Pero Bryce... yo estoy bien...—dije intentando sonar convincente, pero estaba claro que no sonaba de aquella manera. Mi voz sonaba débil, y no podía hacer nada para evitarlo.
—No hay peros, ya estoy en el coche, manda la dirección—me dijo para a continuación cortar la llamada.
No me quedaba otra, así que a los pocos minutos de terminar la llamada le mandé la dirección a Bryce.
Miré hacia el mar de nuevo, y me quité los zapatos, para así poder sentir la arena en mis pies. Me encantaba esa sensación, y sobre todo me relajaba.
(...)
Había pasado poco más de dos cuartos de hora desde que hablé con Bryce cuando empezó a llover.
Si, a llover, en pleno verano.
Primero fueron unas pequeñas gotas, que se convirtieron más grandes, y terminaron siendo más grandes aún.
Esto demuestra cuánto me quiere la vida, pero igual me quedé sentada en la arena, como si nada estuviera pasando en ese momento.
Observaba como todo las personas de mi alrededor se levantaban, salían corriendo de la playa para intentar no mojarse, mientras yo tranquilamente disfrutaba del fresquito que transmitía la lluvia.
El viento chocaba contra mi rostro, apartando los pelos que me caían por delante de la cara.
Cuando pensaba que todo volvería a estar más calmado, debido a que nadie se encontraba ya en la playa, oí una voz.
—¡Lucía! —gritó una voz, que reconocía muy bien— ¡Está lloviendo! —dijo y se sentó al lado mío— ¿Qué...?—iba a continuar pero lo interrumpí.
Le di el abrazo más cálido y sincero que le había dado a alguien por mucho tiempo. Apoyé mi cabeza en su hombro y dejé salir todas las emociones que sentía en ese momento.
A Bryce, al parecer, le tomó por sorpresa el abrazo, pero desde que se dio cuenta me lo devolvió.
Tras haber pasado unos cuantos minutos en los que no hacía otra cosa que llorar y abrazar a Bryce fuertemente, me levanté junto a él y nos dirigimos hacia el coche, que no se encontraba muy lejos.
No me había fijado, pero Bryce se encontraba con un paraguas en su mano derecha y yo me encontraba en su izquierda, el lado por el que su mano me mantenía como si tuviese miedo de que en algún momento me pudiera derrumbar. Y fue un gran detalle, porque en cualquier momento podría haber pasado, pero me mantuve fuerte, o eso intentaba.
Llegamos al coche y me senté en la parte de atrás, no tenía ganas de estar delante, no tenía ganas de responder preguntas.
—Toma—dijo Bryce pasándome la sudadera que llevaba puesta—. Cámbiate, te puedes poner mala, y es lo último que queremos—añadió con una pequeña sonrisa sincera. No quería discutirle nada, así que la cogí.
Miré la sudadera que tenía en mis manos, y después a Bryce. ¿Esperaba que me cambiase con él delante?
—Bryce, ¿puedes mirar a otro lado?—le pregunté agarrándome la parte de abajo de la camisa para quitármela desde que desviase la mirada.
—Esto... yo... claro, perdón—contestó y miró hacia el cristal, observando el paisaje que se encontraba en el exterior.
Me quité la camisa y me tapé rápidamente con ella, sabía que nadie se encontraba en la playa, o por lo menos que yo pudiera ver, por lo que preferí mantener precauciones.
Por un momento miré a Bryce, que seguía mirando hacia la nada. Siendo sincera no sé qué me pasaba con Bryce, pero no es algo que empezase a sentir por alguien todos los días.
Me puse la sudadera de Bryce y le toqué en hombro a este, en señal de que había terminado.
—Bueno, pues vamos a la Sway, supongo que querrás quedarte una temporada—dijo con una sonrisa y arrancó el motor.
Que bien me conoce—pensé y apoyé la cabeza en el cristal, cerrando los ojos.
(...)
Después de un largo viaje y numerosas lágrimas llegamos a la Sway.
Bryce, en ningún momento, había hablado durante el recorrido. Sabía perfectamente que no era lo que quería por ese momento.
Abrió la puerta del lado por el que estaba y me ofreció su mano, la tomé y salí del coche.
Hacía un poco de frío por lo que estornudé, al momento Bryce me miró con una gran cara de preocupación. Supongo que pensaría que ya me habría puesto mala o algo.
Me acompañó a la puerta de la casa y tocó al timbre, al mismo tiempo colocaba un brazo por encima de mi hombro para acercarme más a él, sintiendo la colonia que llevaba en ese momento. Que olía muy bien.
Los nervios aparecieron, pero como en ese momento no me sentía bien, eran algo secundario, ya que la tristeza era lo que más me invadía.
A los pocos segundos la puerta se abrió, dejando ver a todos los chicos alrededor de ella.
—¡Lucía!—gritaron todos.
—Tráiganle una manta—dijo Bryce y todos salieron corriendo como locos a por una.
Entré a la casa y me senté en el sillón, con mis manos rodeando mis piernas.
—Aquí tienes—le dijo Josh a Bryce pasándole la manta, después este me la pasó y yo me tapé con ella—. ¿Qué le...?—preguntó Josh a Bryce susurrando, pero este le interrumpió.
—No lo sé, no me lo ha dicho—le dijo Bryce a Josh—, pero no le vamos a agobiar—añadió.
—Vale, estábamos preocupados—le dijo Josh a Bryce y giré la cabeza.
Los chicos se fueron a la cocina, dejándome sola para poder estar tranquila. Después de unos minutos apareció Bryce en el salón.
—Bueno pequeña, vamos a darte una ducha—dijo agarrándome para empezar a subir las escaleras.
(...)
Terminé de ducharme, me miré en el espejo: Tenía los ojos rojos.
¿Por qué me afectó tanto lo que me dijo aquella perra? —me pregunté— Ya ni siquiera es alguien en mi vida.
Me limpié la cara para refrescármela un poco y me vestí con la ropa de Bryce. Una sudadera gigante de color negra con un calzoncillo color gris que se encontraba tapado por la sudadera.
Recordé la otra vez que Bryce me había dado su ropa, me encantaba estar con ella.
Pero qué bien huele, dios —pensé y al momento solté una risa—. Estás fatal Lucía.
Salí del baño y, como no había nadie, me tiré a la cama de Bryce. Necesitaba dormir un rato, aunque después de la ducha me encontraba mejor; pero al parecer, en esta casa, no se puede.
Todos los chicos entraron a la habitación y se lanzaron, literalmente, a por mí.
—¡Pequeña!—gritó Jaden dándome un abrazo.
—Nos diste un susto—dijo Anthony uniéndose al abrazo.
—Si, no lo vuelvas a hacer—añadió Josh para unirse junto a los demás.
—A mí casi me da un infarto—dijo Kio.
—Como te hayas resfriado... después te tomo la temperatura—añadió Griffin y todos nos reímos.
—Desaparezco un momento y todo el mundo ya va a por Lucía—dijo Bryce apareciendo por la puerta. Después entró a la habitación, con un vaso de... ¿agua? No lo sé—. ¿Qué les dije?—preguntó Bryce a los chicos— ¿Acaso no les dije que no la agobiasen?—añadió Bryce cruzándose de brazos.
—Estoy bien—dije con una sonrisa mientras me encogía de hombros.
—Bueno, nosotros ya nos vamos—dijo Griffin saliendo de la habitación con los chicos siguiéndole detrás.
—¿Estás mejor? —me preguntó Bryce sentándose en el borde de la cama, no sin antes colocar el vaso en la mesilla de noche, cuando los chicos ya estaban fuera de la habitación.
—Si, mucho mejor, gracias —le contesté y me acerqué para darle un pequeño abrazo. Me encantaba darle abracitos, como digo yo: Es muy achuchable.
Nos quedamos así un pequeño rato, no mucho tiempo. Él sosteniéndome entre sus brazos, como si me tratase de un bebé o de un pequeño animal, mientras yo descansaba en su gigante cuerpo comparado con el mío.
Nos separamos y nuestros rostros se quedaron muy cerca, él, poco a poco se iba acercando...
¡Hola hermos@s!
Aquí un nuevo capítulo. Espero que os haya gustado.
Si es así no duden en votar.
Al parecer hubo algún error con el otro capítulo y lo he vuelto a subir.
Esta es una nueva parte, y lo que hice fue copiar y pegar aquí.
Ahora la cosa se pone más interesante, ¿eh?
Bueno... os dejo aquí con las ganas de saber qué pasa en el siguiente capítulo y me voy alejando lentamente...
Les quiero <3
Lo siento por la confusión y... ¡Hasta el próximo capítulo!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top