La luna resplandecía entre la oscuridad de la noche, tu estabas sentada en el jardín que tenias adentro de tu finca, estabas demasiado cansada, ese día fue demasiado movido, el Patrón te llamo para conversar contigo, sin contar que te obligaron a ir a la finca mariposa para que te chequearan, y los abrazos de tus compañeros. 

Una presencia apareció atrás de ti, sonreíste levemente al sentir quien era.

—¿Por qué estas despierta?, tuviste un día bastante agotador—la suave voz de Koinatsu resonó en tus oídos, escucharla hablar era muy agradable

—Lo mismo digo, ¿Qué haces despierta?—también le preguntaste

—Costumbre, siempre trabajaba por las noches, así que por eso se me hace difícil dormir—se sentó a tu lado con la intención de hacerte compañía

La chica de cabello marrón empezó a hablarte de cualquier cosa, algunas te causaban gracia, y otras curiosidad. Pero mientras la escuchabas, la admirabas sin darte cuenta, era tan linda a tus ojos, su voz la escuchabas como una melodía relajante que podrías escuchar sin cansarte.

—Y por esa razón no duermo con un broche desde entonces, se me enreda todo el cabello y luego no puedo quitarlo...-—rio recordando esa anécdota, y estaba por continuar pero hablaste antes

—Eres muy linda Koinatsu....—le dijiste con una leve sonrisa

—Entonces, por-...¿Eh?—paro en seco su hablar al escuchar eso

—Que eres muy linda—una suave risa salió de ti al ver como sus mejillas se tornaban un rojo carmesí

La mirabas de una manera especial, a alguien a quien admirar incluso en las oscuras noches, con su sola presencia alumbraba tu visión. Dejando la timidez de lado, abriste tus ojos al sentir como Koinatsu te beso sin avisar, haciendo que tu corazón latiera mucho más rápido, no esperabas eso.

A unos cuantos metros de distancia, Tanjiro miraba todo con una leve sonrisa de felicidad y complicidad, estaba tan contento de ver a su hermana feliz, hace tiempo que no distinguía ese olor a amor dentro de ti. Se fue de su escondite para dejar a las dos almas y amantes que habían esperado tantos siglos para poder encontrarse y poder vivir la historia de amor que no pudieron completar la otra vida.

La luna también contemplaba esa escena, ella también era testigo de ese amor floreciente como una rosa en plena primavera, que ahora se encontraba en su máximo esplendor.