4: Promesas nocturnas.

ADVERTENCIA: AU con presencia de OC. Situado antes de Infinity War.

Miryenna pertenece completamente a _AnneSeymour_

Si Enna tenía un momento preferido a lo largo de su día, ese era las horas comprendidas entre el crepúsculo y el siguiente amanecer. Y esas eran sus favoritas porque eran tan fugaces que le impedían traer de regreso recuerdos más profundos en su mente, y a la vez duraban lo suficiente para que disfrutase del momento, grabándolo en su memoria, rememorando aquellos momentos que eran buenos y agradables, sin dejarla ir más lejos. Además, tenían muchos tonos intensos y suaves de naranja, cálida y dulce como el rojo, y esperanzadora cual amarillo. Cualquier cosa que tuviera esos colores era buena para ella.

Sin embargo, su felicidad se veía truncada cuando el crepúsculo pasaba y dejaba una noche fría, sin luz, como estela rememorante de su fugacidad. Enna odiaba las noches, porque muchas veces le traían los recuerdos de lo vivido en el infierno de la calavera roja, del dolor y los gritos, del temblor implacable que la atenazaba cuando salía del laboratorio; de los crímenes cometidos en su pasado oscuro y cruel, lo hubiera querido o no. La noche casi siempre era el eterno recordatorio de la eterna cadena que arrastraría consigo el resto de su vida... pero desde que se había reunido con él, al menos podía permanecer en calma durante esas horas tranquilas y silenciosas, compartiendo sus horas de insomnio en cómplice acuerdo silencioso, acallando sus propios demonios lo más que podía.

Aquellas horas preciadas y odiadas eran las únicas en las que ambos podían reunirse y vivir verdaderos momentos de paz.

Y esa noche no fue diferente en absoluto para ella. Se escabulló por la puerta de su habitación, corriendo sigilosa por el largo pasillo mientras rogaba que nadie la sorprendiera, tal vez porque aún guardaba el recelo de ser pillada haciendo algo que tal vez no debía, tal vez porque no quería dar explicaciones a nadie, no aún. Llegando a la puerta, la abrió silenciosamente, colándose dentro. No le fue difícil hallarlo en medio de la oscuridad, después de todo esa era la única figura que la esperaba anhelante. Ella sonrió con alivio y la rutina de ambos comenzó una vez más.

Esta vez, él había decidido desafiarla a una partida de ajedrez. Después de explicarle la temática del juego, se llevó la victoria dos veces seguidas, pero a la tercera, ella comenzó a darle batalla. La cuarta vez consiguió ganar, y para la séptima partida Barnes se había rendido.

-No lograrás vencerme de nuevo... -murmuró intentando convencerse de ello, sin éxito. Sabía que sus oportunidades ya se habían hacía mucho tiempo. Sin esperanzas albergadas, movió el único alfil que le quedaba. La rubia sonrió.

Y él supo que había perdido.

-Jaque mate. -con un inteligente movimiento de su caballo, Miryenna selló el destino del rey blanco. Bucky sólo sonrió y le tendió la mano.

-Deberías presentarte a un campeonato. Apuesto a que le ganarías a todos y serías imbatible. -ella solo bufó, incrédula, con una sonrisa burlona.

-No digas tonterías James. Mi vida afuera es muy diferente a las horas que paso contigo y lo sabes.

-Pero podría no serlo. Podrías cambiar eso, lo sabes. -intentó animarla. Ella se negó de nuevo, esta vez transformando su sonrisa en una mueca pequeña y triste.

-Nada cambiará lo que fui ni lo que hice, y lo sabes. -él bajó la mirada, comenzando a sentirse derrotado. Él mismo no podía superar sus fantasmas... ¿cómo podría pensar en ayudarla a dejar ir los suyos? Era un completo iluso. Los monstruos de la muchacha eran más grandes... más aterradores... más letales y capaces de llevar al borde de la locura a cualquier persona. Los suyos propios podían pasar como cachorros en comparación a los que cargaba ella. Nadie más aparte de ella podía comprender ese dolor. La desesperación...

Y sin embargo...
A pesar de todo...
Él era el único que podía entenderla mejor que nadie.

¿Y cómo no podría? Si formaban parte de la misma moneda desde el principio.

Estaba en HYDRA cuando la conoció. Ella apenas frisaba los 17 años, demasiado joven como para estar ahí. Sin embargo, a pesar de su edad, era una de las agentes más letales que hubiera conocido jamás. Valiente, decidida, fuerte; jamás vencida en combate, con poderes extraños, increíbles, que nadie había visto jamás antes. Nunca derrotada, jamás capturada... esa joven era sin duda el orgullo y la mejor creación de Hydra. Su hermosura iba rodeada por un aura helada y distante, y aun así tenía algo que le causaba atracción. Algo que el inquebrantable puño de Hydra no sabía desentrañar ni explicar.

En cuanto los presentaron, fueron compañeros. A los ojos de sus controladores, el dúo era invencible, glorioso y despiadado. Las misiones eran fáciles, los objetivos no tenían oportunidad de huir o defenderse. Los dos mejores asesinos de Hydra fueron por mucho tiempo la causa de que la era de victorias doradas llegara a su organización, sin que les importara el rastro doloroso y oscuramente rojo que dejaban tras de sí. Después de todo... nada podría derrotarlos ahora, finalmente los habían vuelto inquebrantables...

Eso hasta que, de repente, algo comenzó a pasar en el interior de James. Algo inexplicable, como si de repente, la coraza se hubiera resquebrajado y una pequeña luz de memoria, de personalidad o alma hubieran escapado, provocando que de repente se sintiera confundido, enojado, asustado incluso, ante las nuevas y a la vez conocidas sensaciones. No quiso buscar ayuda, ni siquiera lo intentó. No era una opción preguntar la posible causa de su inesperada reacción, no sabiendo que en cuanto supieran eso lo "reprogramarían" para eliminar la "falla". Porque esa era la eterna solución para ellos, arreglar las fallas de sus armas, de sus milagros. Y él no sería el único, por supuesto que no. Probablemente, también harían lo mismo con la misteriosa rubia para "mejorarla" y evitar una posible falla en ella.

Porque sí, era la conocida como Miryenna Wynthrev la causante de aquellos torbellinos extraños y repentinos que cada día parecían alterar el control de Hydra sobre él.

¿Qué estaba pasando?
No sabía si quería averiguar la respuesta.

¿Cómo podía ser esto posible?
No podía saberlo.

¿Por qué le estaba pasando?
Su confusión le impedía hallar la coherencia entre algo que en otras circunstancias le habría parecido natural.

¿Cuándo había comenzado?

La respuesta era solo una: el día en el que, extrañamente, dos soldados listos y astutos dispararon a quemarropa contra James Barnes... y ella se interpuso, recibiendo casi todos los impactos. Verla caer fue el detonante, el aliciente que necesitaba para despertar su ira ciega y terrible y acabar con todos los enemigos antes de tomar a la joven desfalleciente y llevarla con rapidez al helicóptero que aguardaba por ellos. Tuvo suerte de no saber expresar el temor que lo invadía, porque así nadie sospechó de él en ningún momento. Sin embargo, la sensación no menguó, ni siquiera un segundo de todo el tiempo que él estuvo al lado de la joven, alegando que necesitaba saber que su compañera de trabajo estuviera bien. El miedo estuvo consumiéndolo hasta el día en el que Miryenna abrió los ojos y respiró de nuevo, sin ayuda de ningún aparato. Ese día, ella sobrevivió para ver la luz del día una vez más.

Y ese día el aliento y la vida también volvieron a él.

Pero la marca que dejaría el recuerdo jamás se borraría. El sentimiento no desaparecería ni siquiera con la eternidad. Desde la fatídica situación, la humanidad había vuelto a James Buchanan Barnes... pero con ella regresó el miedo que creía perdido, extinto en el pasado que poco a poco volvía con la fuerza de mil huracanes, despiadado, trayendo de vuelta a la vida memorias de lo que fue, y también de lo que hizo después de perder su primera vida. El huracán se tornó rojo, y con el tiempo comenzó a hacerse evidente que él necesitaba "una pequeña mejora" para corregir esto.

Mas no se esperaba que, junto con su propio despertar, el de la muchacha también se desencadenara. Más salvaje. Más confundido. Más vulnerable y peligroso que nunca.
El día en el que comprendió que Miryenna empezaba a ver la realidad del infierno de la calavera, fue el día en el que también entendió que, si lo descubrían, se encargarían de eliminar todo rastro de ese fallo para siempre. Porque él podía resistir los constantes borrados mediante el protocolo, porque podía volver a un punto de su memoria que sirviera de retorno y ancla, un escollo que siempre estaría ahí. Pero ella no había conseguido formar uno. No había conocido algo que pudiese evitar que su mente se rompiera y quedase a la deriva.

Si la destrozaban, jamás podría ser la misma de nuevo. Y la sola idea le hizo tomar una decisión desesperada, una que le costaría sus memorias, su pequeño progreso en su regreso a la humanidad. Un sacrificio que le provocó un dolor intenso, pero que decidió aceptar con gusto, si eso significaba que ella sería salvada.

Y desde el día de la huida desesperada y forzada de Miryenna para evitar el caos y su pérdida en la oscuridad...

Desde el día en el que él también logró ser libre de su yugo gracias a la reaparición de Steve Rogers...
Desde el día en el que, después de lo sucedido con Ultrón, creyó verla en las noticias del desastre de Sokovia...
Desde el día en el que ambos se reencontraron, primero separados por un cristal, y luego por un enfrentamiento que ninguno había pedido...
Desde el día en el que despertó en Wakanda, después de la trágica guerra civil... y la vio cara a cara por primera vez en mucho tiempo...

Desde ese día hasta ese momento, Bucky había tenido un solo gran temor.

Y ese era el saber que probablemente podría perder en cualquier momento a la única persona que había estado ocupando sus pensamientos por tantos años.
Perderla porque le arrebataran la vida de una manera fugaz, injusta, que estuviera a su lado un momento, y al siguiente ya no.
Perderla porque ella quedara sin alma, consumida por los demonios que habían insertado dentro de su mente, siendo ella tan solo una niña sin uso de razón, sin capacidad de elegir.

Perderla, perderla para siempre...

Esa era una idea que no podía soportar.

-No digas eso Enna... -murmuró finalmente, cuando la escuchó hablar.

-¿Que no diga qué? ¡Es la verdad James! ¡Nada hará que cambie mi pasado, nadie puede! Soy un maldito títere que solo sirve para matar, ¿por qué no te das cuenta? -dominada por la ira, comenzó a temblar levemente, apretando los puños y los dientes, intentando controlarse sin éxito. Incapaz de verla en ese estado, el soldado la sostuvo por los brazos con fuerza y la obligó a mirarlo, igual de desesperado que ella.

-Porque eso es una mentira. Una vil mentira que usaron para controlarte... para evitar que los desafiaras. ¡Te estaban quitando la oportunidad de una vida por temor a perder los beneficios que les dabas con tu fuerza! ¿No lo ves? -ella negó. Negó mientras las lágrimas rebeldes caían por su rostro, como clara muestra del aluvión de emociones que había reprimido por tanto tiempo y que finalmente salían, quebrando la coraza. Un gemido escapó entre sus dientes apretados. Y él la abrazó con fuerza, como si intentara absorber su dolor. La apretó contra su pecho, buscando calmarla a como diera lugar...

Y entonces cedió.

Solo se derrumbó, sollozando entre sus brazos, rota. Necesitada del amor que le habían negado toda su vida. No estaba segura de cómo había sucedido... cómo había sido posible que él pudiera atravesar el muro helado que se había autoimpuesto a lo largo de los años para no seguir sintiéndose dañada y vulnerable ante aquellos que querían verla caer. No entendía del todo cómo había sido posible que él, un hombre aparentemente igual a los demás, fue el único capaz de encontrar el modo de recuperar aquello que ella creía ya perdido. Se aferró a él como si se estuviera aferrando a la vida misma, no queriendo soltarlo jamás. Su mirada desesperada se clavó en el océano de sus ojos. Sintiéndolo tan cerca... tan suyo...

Tan suyo como ella era de él.

No pudo resistir el grito del destino que clamaba lo evidente.
No pudo evitar acabar con la distancia y besar los labios que, sin necesidad de palabras, anunciaban que debía suceder.
Que ambos eran el uno para el otro, sin importar qué.

No le importaba nada en ese momento. Solo perderse en la plenitud de ese ósculo perfecto y único, correspondido por dos almas envueltas en la suave bruma de su sentimiento, anhelantes de sentirse juntas por tanto tiempo, complacidas por hacer su deseo realidad finalmente. El tiempo dejó de correr, todo se detuvo y se convirtió en su momento, perfecto y anhelado. Y permanecieron así, unidos, hasta que él decidió separarse, decidido y consciente de lo que haría después.

Finalmente lo entendía. Y se lo diría.

-¿Te incomodé...? -preguntó la joven, insegura, hipnotizada ante su mirada llena de vida y emoción. Los ojos más hermosos que hubiera visto jamás estaban fijos en los suyos.

-En absoluto. -susurró él, mirándola con ternura y cariño.- Es solo que acabo de darme cuenta de algo. -"La revelación más importante de mi vida, estoy seguro" pensó mientras le sonreía, enternecido ante su expresión de confusión.- No sé qué hiciste con exactitud... pero has hecho que este corazón viejo y helado vuelva a latir por ti. -aún sin entenderlo, la joven lo miró por unos segundos hasta finalmente entender a lo que se refería y negó, incrédula, reaccionando con miedo ante la sola posibilidad...

-No puedes... James... -intentó apartarse de él pero esta vez no pudo hacerlo, no del todo. Sus cuerpos ya se habían separado, pero sus manos seguían suavemente entrelazadas, y a juzgar por el agarre mutuo era evidente que ninguno pensaba dejarse ir de nuevo, nunca más. Aún si ella no lo sabía.- No puedes amarme...

-¿Quién lo impediría? ¿Qué razones existen para que yo no pueda sentir esto por ti? -su tono de voz era suave, calmado, pero tenía un toque de preocupación tras esa aparente serenidad. Si ella no sentía lo mismo, la dejaría ir, pero necesitaba saberlo. Necesitaba la verdad.

-El destino James. Yo misma. -negó suavemente intentando convencerse de ello.- Si me arriesgara a saltar, tal vez te haría daño. Lo haría, porque siempre que he intentado amar y ser feliz, he fallado. He lastimado a la gente que me importa. No puedo arriesgarte a esto, no puedo atarte a mí... no puedo darte lo que esperas.

Nuevamente, su voz se quebraba, su temor resurgía y la posibilidad de que él entendiera y la dejara ir... seguían ahí. Era lo mejor... él se merecía algo mejor que ella, se merecía a alguien que lo sanara y le diera la oportunidad de una vida segura y feliz. Todo lo que ella jamás podría darle por más que lo intentara. Las lágrimas corrieron una vez más al notar que sus dedos se deslizaban de entre los de él, y él no la detenía. Lo amaba, pero no iba a condenarlo a ese destino. No lo haría.

Y en ese momento...
No pudo alejarse más.
Su cuerpo dejó de responder y se quedó completamente quieto, congelado ante él.

-Tienes razón. -musitó el soldado, con la mirada baja, fija entre sus dedos apenas unidos.- No puedes darme lo que yo quiero. -nunca había sentido dolor más agudo en toda su vida. ¿Así se sentía un corazón roto? Ahogando un sollozo, decidió alejarse antes de desfallecer frente a él, pero no logró soltarse, porque repentinamente el agarre se afirmó, no fuerte, pero decidido.- No puedes darme lo que yo quiero... porque me diste más de lo que merecía. -la joven dejó de forcejear. ¿Qué acababa de oír?- Date cuenta Enna... eres más de lo que crees, y me diste más de lo que pude esperar en mi vida. No quiero nada que no sea contigo, nada. No tendría valor para mí.

-Bucky... -jadeó sintiendo la sensación. Peligrosa y dulce a la vez. No resistiría más si seguía así junto a él.

-No Enna. No voy a alejarme de ti otra vez. No puedo vivir sin ti a mi lado, no lo soportaría. -comenzando a rendirse, volvió a tomar las manos del castaño con lentitud, antes de dejarse llevar y abrazarlo con todas sus fuerzas. Dejando que su corazón tomase las riendas por primera vez. Era lo que necesitaba, lo que había anhelado todo ese tiempo.

Necesitaba amar.
Necesitaba sentirse amada.

-No me alejes de ti... -pidió en susurros ahogados, sintiendo su cercanía abrumadora y dulce. Amando el contacto a cada segundo, más y más.- No me dejes ir nunca.

-Jamás lo haré. -le aseguró aferrándola contra sí. Temeroso de soltarla y verla partir irremediablemente.- Jamás, te lo prometo; te prometo... que nunca te dejaré caer en el vacío. -"Nos lo prometo a ambos" añadió para sí mismo, consciente que era algo que necesitaban.

Las palabras, tan simples en apariencia, trajeron consigo la fuerza de miles de huracanes que se llevaron hasta las dudas y temores más arraigados en los corazones de ambos, dejando solo la seguridad de aquellas bellas promesas nocturnas, realizadas con la mayor sinceridad posible, con la flama de dos almas encendidas por la desesperación y el deseo de amar sin miedo. Lentamente, la sombra en el interior de ambos desapareció, alejándose sin oportunidad de volver a atacar, a sembrar el dolor...

Y entonces ella sonrió.

Sonrió con alegría y seguridad, aferrada al cuerpo del hombre que amaba. Del soldado que había sido su redención, su esperanza y salvación. Dejó fluir algunas lágrimas de felicidad al comprender que esta vez podía ser, y sería diferente al pasado tormentoso que tantas veces la había marcado.

Esta vez ella sería feliz, feliz de verdad.
Estaba segura de ello.
Estaba consciente de que él también sentía lo mismo, y sabía lo mismo.

Y aquella noche, las estrellas brillaron con fuerza, en pos de una nueva era de luz y esperanza para los dos amantes, desafiantes al destino, decididos a luchar en pos de su felicidad. Sin temores, ni mentiras, ni dudas que ensombrecieran la decisión que habían tomado en mutuo silencio, como un travieso secreto, el secreto de los dos.

Aquella noche, la oscuridad pacífica fue testigo de la más pura promesa de amor que se hubiera realizado jamás.

"¡Y finalmente, llegué a uno de mis ships favoritos, más amados y definitivamente, el que más me gusta de los Canon x OC!
Espero lo disfrutes sissy hermosa, lo hice con mucho cariño para ti. Y espero haber captado la esencia de tu hermosa Enna y por supuesto de la ship, que admito, es uno de los que más me han enganchado y que considero como un canon potencial en un universo alternativo por ahí, por supuesto que sí.
¡Pronto se vendrán más shots! ¡Lo prometo!"

ValerieMN

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