1: Sin importar qué.

ADVERTENCIA: Pequeños detalles AU. Situado entre Man of Steel y Justice League.

Aquel día estaba sentada tranquilamente en una pequeña plaza, solo para sentir el pequeño placer de observar a la gente ir y venir, ocupada en sus quehaceres personales. Algo que siempre había disfrutado desde que salió de Themyscira al mundo exterior. Pero en un momento todo estaba bien, y al siguiente, había logrado sacar a una mujer con sus dos pequeños hijos del radio de una explosión que logró detectar a tiempo, antes de que pudiese cobrar vidas inocentes. De inmediato, todo se volvió una mancha de humo negro y desesperación. Unos encapuchados aparecieron y apuntaron a todos los que podían para evitar que alguien reaccionara.

Los gritos y los murmullos le hicieron comprender que estos intentaban robar un banco... y que muchos de ellos no eran tan experimentados en el campo, a pesar de contar con un buen armamento. Sería fácil detenerlos, estaba segura. Pero antes de siquiera poder alzarse, altiva y heroica, un golpe rápido desmayó al ladrón que estaba más cerca de ella y que había cargado en un vano intento por tomarla como rehén. Giró de inmediato, levemente sorprendida, solo para encontrar a un hombre vestido sencillamente, cargando una placa que indicaba su trabajo en la prensa. Aquel reportero estaba deteniendo a los malhechores con sus mejores esfuerzos mientras instaba a la gente a salir del lugar.

Por supuesto, ella no se quedó de brazos cruzados. En cuanto reaccionó, rápidamente comenzó a ayudar a la gente a huir, en medio de las balas y algunas explosiones sueltas que, en segundos, fueron rápidamente detenidos por la llegada del hombre de acero, el símbolo de esperanza de esa ciudad, de la humanidad. Las sirenas comenzaron a sonar; la policía llegó, y los ladrones fueron aprehendidos casi al instante. Por fortuna, no hubieron pérdidas humanas que lamentar, los daños materiales fueron controlados después de unos minutos de angustia, y los únicos heridos de gravedad fueron tres policías y dos de los malhechores. Todo gracias a la acción oportuna de Superman, que en cuanto se vio libre de todo, fue rodeado por los reporteros que andaban cerca de ahí.

Esto hizo que la mujer recordara al desconocido reportero, y movida por un repentino sentimiento de inquietud, comenzó a buscarlo, sin éxito. No podía encontrarlo fácilmente entre la multitud. Al instante dirigió su vista hacia el banco, aún rodeado por policías y paramédicos. No. No había nadie ahí. Caminó hacia los que estaban siendo atendidos en las ambulancias, pero tampoco lo vio ahí. Y empezaba a sentirse más preocupada, ignorando por completo que la masa de reporteros se había dispersado, cuando de repente, un pequeño carraspeo la hizo girar.

—¿Está bien, señorita? —le preguntó él con preocupación al verla en medio del caos que se intentaba sofocar poco a poco. La joven mujer asintió en silencio al cabo de unos segundos, disimulando perfectamente el alivio que sintió al verlo, con la ropa llena de hollín, pero completamente ileso. —Supe que me estaba buscando...

—No se preocupe... estoy bien. —respondió con la calma que la caracterizaba.— No lo vi salir del banco durante la evacuación y me preocupé por el bienestar del que me salvó la vida. —añadió sincera. El reportero bajó la mirada por unos segundos.

—Sí, bueno, Superman se encargó de salvarme en el último momento. —dijo al fin, en un tono curiosamente bajo. Sabía que se le daba pésimo mentir, por lo que normalmente evitaba hacerlo. Pero ella había sido tan buena observadora que había captado su ausencia. Un sentimiento curioso se instaló en su corazón. No sabía si sentirse halagado o intrigado. —Permanecí alejado de la multitud por una llamada de mi madre. Lo vio todo por las noticias y se angustió bastante.

—Lo entiendo. —su interlocutora sonrió un poco.— Por un momento también temí que algo grave le hubiese sucedido.

Y un silencio pesado cayó entre ambos. El rostro de pena del reportero delataba su clara culpabilidad. Era una completa desconocida, sí, pero podía ver la sinceridad en su mirada. Ella realmente se había preocupado por el hombre que se arriesgó por salvarla y a tantos otros bajo su forma de civil.

—Siento mucho eso. Permítame compensarlo...

—¡Oh, no no! No es necesario, no fue su culpa en...

—Por favor, no es de caballeros dejar así a una dama a la cuál se la ha agraviado sin querer. Le ruego, acepte mi oferta.— Diana apenas si reprimió un jadeo de sorpresa. Aquel hombre era todo un caballero... uno de esos que parecían no existir hoy en día. Suspiró y dejó caer levemente los hombros.

—De acuerdo.— Clark sonrió, algo más animado.

—¿Te parece tomar un café a las 5, mañana? Conozco uno cerca de aquí.

—Me encantaría.— sonrió casi perfecta, angelical.— Estaré esperando allí.

—Entonces procuraré no llegar tarde.— y así como llegó, se fue. Ambos esperando con ansias secretas ese encuentro.

Y la ansiedad fue tal que se encontró esperándola una hora antes de lo acordado.

Y ese primer encuentro fue más alentador de lo que creyeron. Ahora sabían cuáles eran sus nombres, Clark Kent y Diana Prince. Ahora ellos no eran más ningunos desconocidos. Y a pesar que solo tuvieron dos horas de contacto antes que una discreta llamada de emergencia dirigida a Superman los separara, estas fueron suficientes para pactar otra salida, que trajo consigo muchos otros encuentros más que sirvieron para hacerlos más cercanos. A los pocos meses, ya sabían casi todo el uno del otro. A los ojos de ella, Clark siempre era sincero y abierto con ella, pero para Diana... era un poco más difícil. Después de todo, había ocultado su vida personal desde hacía mucho tiempo, que le era algo complicado revelar los detalles más importantes de esta. Especialmente uno, que nunca se había molestado en siquiera pensar decírselo a nadie hasta ese momento.

Si tan solo hubiera sabido que detrás de su sonrisa confidente pensamientos similares se anidaban, sumándose a un sentimiento de traición a la confianza que ella estaba poniendo en él. Un amigo, y aun así, un desconocido que en el fondo, comenzaba a comprender que ya no quería mentirle más.

Entonces, un día, decidió tomar el riesgo. Y le habló de Superman.

—¿Crees que, en vez de ser un héroe, él es un destructor...?— le preguntó Clark un día, recordando con amargura lo que había sucedido con Zod hacía varios meses.

—No.— dijo categórica, con un tono de voz repentinamente firme y seguro.— Sé que él no es de este planeta, y por eso todos le temen. Porque creen que es como Zod. —el hombre arqueó levemente las cejas. Era más perspicaz de lo que imaginaba.— Pero no es un destructor. Hizo lo posible por salvar las vidas de todos en este planeta, no arrebató ninguna. Eso lo hace un héroe, ¿no crees?— Clark sonrió con cierta pena. No era del todo cierto. No había podido salvar a muchos inocentes, y en su desesperación, había acabado con la vida de su enemigo. Y estuvo a punto de hablar cuando una columna de humo se hizo presente en la lejanía. Habían problemas, y parecían grandes esta vez. Instintivamente tomó su teléfono cuando este sonó. No necesitaba saber qué era.

—Debo irme... en verdad lo siento Diana.— le dio un beso rápido en la mejilla y desapareció tras una puerta. Y estaba a punto de tomar otra salida, cuando se detuvo. La decisión ya había sido tomada desde el momento en el que ella sinceró su postura acerca de su otra identidad.

No.
Tenía que correr el riesgo.
Ella no se merecía más mentiras.

Unos segundos después, Diana logró ver la silueta de Superman alzarse al cielo y alejarse en medio de la noche. Muy cerca. Como si hubiese estado cerca de ahí cuando el humo se alzó hacia el cielo. Y por primera vez, el beso, su figura cada vez más perdida, la columna de fuego y el cielo teñido de rojo cobraron todo el sentido con las constantes desapariciones que la habían hecho sospechar, pero que también la hicieron abandonar la idea, considerando que sería mejor para él si lo ignoraba, en caso de que sus sospechas fueran ciertas. Su corazón se estrujó ante la comprensión de la verdad, y un impulso ciego que no había sentido en mucho tiempo la obligó a salir y tomar de nuevo su identidad de superheroína para ir en auxilio del hombre de acero.

Llegó cuando las llamas habían consumido todo el edificio. Mucha gente había salido gracias a Clark, otros lograron salir gracias a ella, algunos necesitaban atención médica urgente... pero él no aparecía por ningún lado. La voz aterrada de una anciana le hizo saber que el héroe aún estaba dentro, ayudando a dos hermanos a salir del siniestro, pero antes de que siquiera pudiese entrar, él salió triunfante, con los niños. Suspiró aliviada, antes que su suspiro se transformara en un grito de advertencia al ver una parte del edificio derrumbándose sobre ellos. Ni siquiera lo pensó, solo corrió y sostuvo el escombro que caería encima de los tres, antes de lanzarlo lejos, sin que hiriera a nadie. La mirada atónita de Kent y una emoción indescriptible en esta le provocó un torbellino de emociones. No pudo decirle nada... la gente habló por ella.

—Es increíble...

—Pero... ¿no era una leyenda?

—¡Es ella! ¡Es la mujer maravilla!

Giró a todos lados con cierto miedo, pero no pudo hacer más. Superman, sin embargo, después de soltar a los niños para que fueran a los brazos de su madre, se levantó y dio un paso hacia ella, sin importarle la conmoción. Y entonces habló, casi como si fuera un autómata. Sutil, apenas un movimiento de labios, pero ella consiguió oírlo perfectamente.

—¿Diana... eres tú?

Jamás había sentido que el mundo se le cayera encima con solo 3 palabras.

El silencio la mataría...
Eso era lo único en lo que podía pensar.

Después de haber atendido rápidamente a las preguntas incesantes de la prensa, ambos se retiraron, aparentemente cada uno por su lado. Pero se reencontraron en una azotea cercana a su pequeño refugio, sin acuerdo mutuo. Solo por mera casualidad... o tal vez porque sabían que tenían pendientes, y que ese sería sin duda el mejor lugar para aclararlos.

—Lo siento. —murmuró ella, con los ojos fijos en la noche. No quería pensar en que él se hubiera sentido traicionado por la revelación repentina.

—¿Por qué? —preguntó suavemente, mirándola con serenidad. —No tienes por qué sentirlo. Al final, todos tenemos secretos que ocultar por razones que solo nosotros comprendemos.

Pero esto no la hizo sentir aliviada, en absoluto. A pesar de ocultar que era Superman, él siempre había sido sincero con ella. Todo el tiempo. Incluso en los detalles más pequeños. Pero no podía decir eso de sí misma. Cerró los ojos, trató de convencerse a sí misma de que lo había hecho porque aún no era tiempo, pero fue en vano.

Había construido su amistad en base a una fachada, la misma que mantenía con todo el mundo. Y si ahora se derrumbaba, sería culpa suya. Solo suya.

—Quería decírtelo. —habló al fin.— Pero siempre pensaba que no estaba lista. Trataba de no pensar en esa historia porque creí que así estaría bien. Pero nada lo está.

"Y ya no puedo cerrarme a mi pasado."

Él permaneció con la vista fija en la ciudad por unos minutos más. Una parte de sí se preguntaba qué pudo haberle ocultado. Qué más no conocía de ella. Tal vez no importaba, o tal vez sí. Tal vez... no, definitivamente tuvo sus motivos. Y lo único que pudo pensar fue que, a este punto, necesitaban saberlo. Ambos.

Ya no podían dar marcha atrás.

—Te escucharé, entonces. —susurró. Dispuesto a entender la verdad desconocida, y decidido a tomar el riesgo de mostrar el lado oscuro de su propia luna.

Ninguno se movió de ahí el resto de la noche. Cuando ella terminó con la historia detrás de su vida, él comenzó la suya.
Hablaron, se escucharon, callaron, dejando que solo la verdad fluyera entre ambos.
Y al llegar el amanecer, permanecieron en silencio. Contando los minutos que les quedaban. Conscientes de que ahora dependería de cada uno lo que vendría después. 

—Cuando te dije que no estaba lista, no era por ti. —respondió la fémina, finalmente.— No estaba preparada para hacerle frente al fantasma de un amor perdido. No cuando comenzaba a sentir que mi corazón vivía otra vez, sin él.— Clark volvió a tomar su mano y apretarla. Ella continuó hablando.— Steve se sacrificó para salvar las vidas de muchos, lo vi irse... y no pude hacer nada para evitarlo. No quería que alguien más llegase y se fuese de la misma manera. No podría soportarlo y lo sabía.— ahora su voz era tenue, e incluso algo temblorosa. Era la primera vez que había confiado algo así a otra persona. Pero en el fondo no se arrepentía. Sabía que él la entendía.

—Antes de que llegara Zod conocí a una mujer. Parecía no temerle a nada. Cualquier cosa que fuera de su interés era cosa que ella sin duda perseguiría hasta conseguir lo que quería saber. Me enamoré de ella al poco tiempo de conocerla y... funcionó. Por un tiempo lo hizo. Incluso después del desastre que causó la llegada de Zod ella siguió conmigo. Pero cada día, su vida estaba más en riesgo por culpa de aquellos que buscaban lastimarme. Cada día, sentía que el peligro de perderla era mayor. Y al final... decidimos parar. Por el bien de ambos. Ella se rehízo. Fue feliz. Yo solamente me refugié en mi trabajo y en ser el héroe que la ciudad necesitaba... y sin embargo...— dijo al fin mientras ella apretaba sus manos entre las suyas, comprendiéndolo.

En aquellos momentos cualquiera podía pensar que el amor no era para seres como ellos. El peligro siempre estaría cerca, sin importar lo que hicieran. Para ellos... para sus familias... sería invariable. El mundo pensaba así, ellos mismos lo hacías. Y sin embargo... a Clark dejó de importarle todo cuando, en aquel impulso ciego, se acercó lo suficiente a Diana para unir sus labios con los suyos y finalmente besarla, como había deseado hacer la tarde anterior. Ella no se apartó, para sorpresa y alivio de ambos. Necesitaban eso, sin duda. Necesitaban sentirse amados, necesitaban saber que lo que inconscientemente habían comenzado a cultivar entre los dos era capaz de funcionar esta vez, sin que hubiera la necesidad de decirlo. Y aun así, él no pudo evitar dudar cuando finalmente se separaron, sus manos sosteniendo las de la amazona, su mirada ahora diferente y más tierna.

—Intentémoslo.— pidió ella mientras acariciaba una de sus mejillas.

—No puedo arriesgarme a perderte. No a ti.— esa era la confesión que ambos esperaban. No cabía duda. Lo que existía entre ellos era más que la complicidad que brindaban sus encuentros en ese café.

—Lo sé. Y no lo harás. Te lo prometo.— con cierta desesperación, él la atrajo contra sí y la abrazó tiernamente.- Estaremos juntos siempre... sin importar qué.

—Sin importar qué.— repitió como si fuera una promesa sagrada que jamás rompería.

Y no lo haría, de eso estaba seguro.

Pero las promesas a veces se rompen. Incluso si uno intenta que no sea así.
Incluso si uno está seguro, es mejor no jurar.

Ella ya no sabía qué hacer en ese instante. La desesperación de los últimos meses finalmente le venía encima, como un aluvión devastador, y la ahogaba. La mirada sombría y casi insensible de Clark le lastimaban, pero no podía diferenciar si era realmente su falta de sentir o su inevitable pérdida de recuerdos sufrida en el momento de su forzada resurrección. Fuera como fuere... ahora parecía haberlo perdido completamente. Pero ya lo había hecho antes. Lo hizo desde el momento en el que la guerra entre él y Batman comenzó, y él le pidió que no tomara parte hasta que todo terminara. Lo hizo desde el momento en el que, en medio de la pelea con Doomsday, él salvó su vida y mató al monstruo... pero también perdió la suya propia.

"Kal... recuerda..."

—Recuerda quién eres...— susurró mientras él parecía intentarlo por un momento, antes de volver a atacarla.

"Por favor..."

Aquel golpe contra el suelo jamás le había dolido tanto, y fue incapaz de hacer nada más que ver a sus nuevos aliados intentando detener al hombre de acero, sin éxito. Vio con horror cómo Clark se acercaba a Bruce, amenazante, mientras parecía reconocerlo y tomaba una decisión fatal, y después no pudo más.

—¡No! ¡Clark, no!— se elevó con rapidez y tomó la mano del castaño con fuerza. Este giró a verla, con esa expresión muerta y fría, llena de ira. Ya no le importaba si el mundo se enteraba de lo que alguna vez existió entre los dos. Necesitaba recuperarlo. Necesitaba aferrarse a la promesa, porque no podía perderlo a él. Jamás a él.

—Estaremos juntos siempre... sin importar qué.— repitió apresuradamente, recordando con desesperación en la mirada. Él ladeó la cabeza, sin comprender por qué la voz de la mujer era tan familiar... hasta que las palabras finalmente despertaron un torrente de memorias que le hicieron soltar a Batman y bajar al suelo, aturdido, asustado. No soltó las manos de Diana en ningún momento. Dejando salir finalmente todo lo que había contenido, ella lo abrazó, con fuerza y alivio.

—Diana...— susurró mientras besaba su frente, incrédulo, aún atónito ante tantas imágenes familiares volver a él a la vez.

—Aquí estoy Clark. Aquí. Junto a ti.— La mirada del hombre se suavizó claramente y sin importarle nada más, tomó el rostro de la joven y la besó con amor y desesperación. Ella correspondió, sin evitar que algunas lágrimas salieran y corrieran libres por su rostro. Un comentario asombrado de Barry y otro sarcástico de Arthur resonaron por sus oídos lejanamente, sin hacer mella alguna. Solo le importaba él. Cuando se separaron, él aún lucía algo confundido, pero le sonreía.

—Sin importar qué...— repitió las palabras que le habían devuelto realmente la vida. Ahora estaba seguro finalmente: podían caer mundos, venir tiempos oscursos, sus enemigos podían arrebatarle el alma cuantas veces quisieran... pero si ella estaba ahí, él siempre volvería a la vida.

Dedicado con el corazón a . Sissy, espero que te guste tu primera parte de tu regalo. Y nuevamente te deseo un ¡muy feliz cumpleaños! Que lo pases muy bien en este, tu día especial, y espero me guardes algo de pastel XD.

ValerieMN

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