10
Sentí que no podía respirar cuando me paré frente a Finn, mi mano ardía y se ponía roja mientras nos gritábamos el uno al otro. Podía verlo luchando contra las ganas de llorar cuando exclamé que Edward tenía razón, qué no tenía nada que hacer con un Shelby.
El dolor golpeó en oleadas. Cada sollozo recorría mi cuerpo cuando mis rodillas golpearon el suelo y Arthur sacaba a un angustiado Finn del edificio.
—¡Dijiste que era suficiente para ti!
Finn gritó.
—Me equivoqué.
Mis hermanas me rodearon en segundos tratando de alejarme de las miradas. Antes de que se cerrara la puerta del baño, miré a Catherine a los ojos. Se veía tan complacida y alegre con mi dolor.
—Te lo dije—salió bailando de sus labios mientras Edward caminaba hacia mí, diciendo:
—Esto es para mejor.
El paseo en carruaje fue silencioso mientras trataba de decirme a mí misma que todo iba a estar bien. Finn y yo todavía estábamos juntos. Íbamos a estar bien. Teníamos que estar bien.
—¿Jo?—Frances puso su mano sobre mi rodilla—Jo, dime que fue una puesta en escena. Dime qué es mentira.
La voz de mi hermana tembló. Me volví hacia ella con los ojos en blanco. Se sentía tan real como si alguien me hubiera arrancado el corazón del pecho y lo hubiera pisoteado hasta convertirlo en un montón de papilla.
—No quería que Edward me echara—susurré—. Dijo que esta era la única manera.
—Oh Josephine. Mi dulce hermanita, ese chico te daría el mundo. ¿Por qué Edward no ve eso?
Ambas estábamos llorando mientras me acompañaba a su habitación e informábamos al resto de las chicas Jennings sobre el plan que Finn tenía, para mantenernos juntos.
—¿Qué pasa si su plan no funciona? ¿Qué pasa si los atrapan?
—Nos aseguraremos de que no lo hagan—dijo Beth con tanta confianza que sentí que mi mente se calmaba.
Pero una vocecita en mi cabeza seguía susurrando que no terminaríamos juntos, lo que me hizo llorar más fuerte.
[...]
Narra Finn
—Edward, solo necesito un momento de tu tiempo—corrí detrás del tío de Jo mientras él fingía no darse cuenta de mis súplicas—. Estoy enamorado de ella. ¡Tú, más que nadie, deberías saber lo que es no estar con la persona con la que se supone que debes estar! ¡Es una tortura! ¡Por favor!
El hombre mayor se detuvo en seco volviéndose hacia mí con el dedo apuntando en mi dirección mientras se acercaba un poco más, la ira claramente lo consumía.
—La única forma en que podrás estar con mi Josephine es si yo ya no vivo. Así que ponme una bala en el pecho, Shelby, porque si no lo haces, me aseguraré de que nunca vuelvas a ver a esa chica.
Edward gruñó clavando su dedo en mi pecho.
—Pero recuerda que sí lo haces, si me matas, ella nunca te perdonaría, Finn Shelby.
Un mes había pasado desde esa conversación en la boda de su tío. Ocultar nuestra relación se estaba volviendo más difícil día con día. Tuvimos muchas llamadas cercanas de Edward casi pillándome escabulléndome por la ventana o ella volviendo a entrar.
Acerqué a Jo hacia mí mientras estábamos sentados en la habitación privada del Garrison. Su desordenado cabello rubio me hizo cosquillas en la nariz y me dio ganas de estornudar mientras ella se reía de las tonterías que Arthur estaba murmurando borracho.
—Estás muy callada.
Jo se volvió hacia mí y sus ojos escanearon mi rostro.
—¿Qué tienes en mente Finn?
—Lo que siempre tengo en mente—le di una débil sonrisa mientras levantaba las cejas—. A ti, amor.
—¿Y te molesta?
—En lo más mínimo—insistí inclinándome para besarla.
Ella se rió contra mis labios mientras mis hermanos nos gritaban que consiguiéramos una habitación, la puerta de la habitación se abrió de golpe y nos separamos por inercia.
—¡Jo! Edward se dirige hacia aquí, necesitamos sacarte de aquí rápido.
Beth agarró el brazo a su hermana corriendo hacia la entrada trasera para escapar. Los ojos de Jo se posaron en mí de nuevo, las palabras lo siento amortiguadas por los gritos enojados de Edward Jennings.
—¿Dónde diablos está mi sobrina?
El hombre gritó claramente borracho.
—¡Alguien aquí lo sabe, así que habla antes de que empiece a disparar!
—Eddy, cálmate, ella no está aquí—se puso de pie Tommy—. Vamos a tomar un vaso de whisky y ponernos al día, ¿no?
—¡Vete a la mierda, Shelby!
Escupió en la cara de Tommy haciendo que mi hermano mayor hiciera una mueca.
—¡Sé que ese hermano tuyo delincuente convirtió a mi dulce Josephine en una zorra!
Levantó el arma y me apuntó.
—¡¿Dónde está ella!?
—¡No sé! ¿Por qué no revisas la casa en dónde la mantienes prisionera?
Lamenté mi arrebato en el momento en que se acercó a mí y me apuntó con la pistola a la frente. Pero no me detuve.
—Yo la amo y ella me ama a mí.
Mi voz temblaba.
—Y te dije que no me importa, Shelby.
—Edward, ¿qué estás haciendo?
Josephine chilló corriendo hacia nosotros, el hombre mayor se volvió rápidamente para ver a su sobrina entrar en pánico.
Tommy le apuntaba con su arma y Edward apuntaba con la suya a mí.
Un grito rompió el caos del bar cuando un disparo ondeó en el aire.
No sabía de quién de nosotros venía, pero sí sabía que sentía como si mi vida estuviera pasando ante mis ojos y la única constante a través de todo era Josephine.
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