trenes mentales en fiestas subterráneas pt. 2


trenes mentales en fiestas subterráneas ; pt. 2 


Sus ojos se reflejan en diversos colores sobre todas las cosas, como si yo acabara de mirar al sol por 3 segundos y luego su fantasma de luz me persiguiera a todos lados en puntos dispersos incluso cuando cierro los ojos. Incluso cuando suena un buen riff, algo corto, sigo viéndolo y muevo la cabeza. Tengo el cabello en la cara. Parece un cover. Lo es, The Hunter de SOFTPLAY. De repente siento el estómago revuelto, como si me hubieran lanzado una pelota en clase de educación física, el juego de quemados con sudor y mucha más gente alrededor. Por supuesto, es muy diferente, pero la sensación es la misma. Yuta me dice algunas cosas al oído, realmente no puedo escucharlo bien, así que digo "¿Qué?" y él lo repite, vuelvo a decir "¿Qué?" y el vuelve a repetir. Si pregunto de nuevo, él volverá a repetirlo. Lo veo en sus ojos. Todas nuestras bebidas están adulteradas. Yuta probablemente tendrá un bajón más adelante, como lo sufre a menudo cada que hay bebidas alcohólicas y música. Mis ojos dejan de reflejar cosas cuanto más lo pienso.

—¿Estás bien, Bekka? —pregunta él a gritos en mi oído

—Sí, ¿por qué? —pregunto algo aturdida por la bebida y el temblor de la tarima tras los cables, conectores y saltos de quienes están encima. Dejo mi vaso a un lado, con riesgo a que se caiga—. Eres tú el que no está soportando su primer trago.

—Estuve bebiendo antes de venir —confiesa y tiene esa sonrisa rara, que ya he visto antes, pero aún no la descifro. Cuando me acomodo en la tarima, él se inclina para escuchar lo que tengo que decir, lo cual no es nada interesante.

Y no invitas.

—Tú tampoco invitas.

—¿Qué cosa? —río.

—Cualquier cosa que te haya puesto los ojos rojos.

—Estaba llorando.

Me río otra vez, pero si se viera de lejos, parecería muda por la forma en que el sonido de voces, gritos y guitarras llena el lugar hasta el tope. Cuando Yuta mantiene la sonrisa y parpadea por cuenta propia, yo miro a los chicos de la banda otra vez. Los cabellos húmedos pegándose a la piel, el maquillaje en los ojos... Quizás no he sido muy habladora en esta parte, pero siempre han tenido este estilo particular. A Gojo lo conocemos —Maki, Yuta, Megumi y yo, y todas las personas que tienen ojos en la facultad— por ser en parte un fratboy que tiene un aspecto bastante limpio, notas en estado de coma, cara encantadora y presumida; bajo este punto, no mala por ello, es alguien guapo que sabe que es guapo y que, de forma consecuente, es conocido no solo en el campus, sino en algunas zonas de la ciudad —esto último quizá más por el apellido que la nariz respingada y ojos grandes. En este bajo pequeño mundo, su aspecto desarreglado pesa más. Es común verlo con ropas oscuras, pero no por ello es discordante con toda la escena, más bien me recuerda a la antigua escena vkei, por lo menos en el estilo fresco. Cuando canta parece que bromea, por el tono, por los gritos. No es la voz de siempre, aquí parece liberarse de algo.

Diría que su estilo en la escena musical parece más bien performativo.

Al otro chico, Geto, lo he visto en los templos a menudo, con los dedos llenos de anillos. No hablo con él, a veces confundo su nombre. Sé que su padre es dueño de una de las pocas iglesias cristianas en la ciudad y, hasta donde sé, su hijo no sigue esa religión—aunque esa es otra historia—Cabe decir que la mayoría tiene mucho de aquí y mucho de allá, como si la escuela media encerrara un mundo de performance y baja cultura que simplemente se libera en la universidad y con poco más de dinero o reutilización de telas y accesorios olvidados. Es algo decepcionante si se lo compara con mi caso. A mi estilo lo llamo loquehay, pronunciado bajo el acento de niño de ciudad (city boy) Megumi, quien fue el primero en acuñar la palabra.

Cuando me toco la rodilla al sentir un suave roce en el escozor del golpe anterior, recuerdo el chismografo —uno de los peores inventos hechos por estudiantes anónimos en el foro de la facultad— del semestre pasado donde la portada de la semana era un dibujo del planeta saturno— el cual pegaron en los tablones de anuncios de cada piso— y dos hombres besándose en el anillo, más abajo, una foto de Satoru Gojo junto a un chico que nadie más que él probablemente conoce, en una pose comprometedora y por el enfoque, quizás incluso se estaban besando. Fue en San Valentín del año pasado, en esa época también enfrentaba un aprieto.

Sigo buscando con la mirada a Maki, pero probablemente no la encuentre ya que en estos momentos todos están pegándose con los cuerpos entre sí, pogueando. Yuta fue abducido por ello. Lo vi desaparecer, estirando la mano, pero no me di cuenta que me estuvo pidiendo ayuda hasta que se fue. Entonces, bajo de la tarima de un pequeño salto y empiezo a caminar aunque sigo sintiendo que me estoy yendo de lado. O solo mi cerebro se va de lado. Estoy caminando de forma recta, pero mi mente está de cabeza. Pensándolo mejor, hay más gente de la que debería haber. El desastre que dejen será una pesadilla.

La figura de Maki, algo empapada, se ve al lado de Yuta mientras saltan, no se saben la letra de la canción, probablemente la mitad de aquí no lo sabe o no lo recuerda a completitud, pero siguen saltando. Mis pies no quieren seguir avanzando hacia donde están ellos, así que retrocedo y observo antes de guiarme por otro camino, hacia el baño, para mirar claramente si mi rodilla está más cerca de empeorar o sanar, ya que planeo usar shorts durante más tiempo—pensar en no usar shorts me provoca calor . Mis piernas siempre terminan heridas sin querer. Siento que aquellas me reflejan más que mi corazón o mi cerebro, solo a veces. Tengo mucha inestabilidad como para mantenerme intacta de heridas.

Como es de esperar, la gente alrededor de la puerta del baño sigue siendo bastante y abrumadora. Entre leves empujones, mi mano toma el pomo de la puerta, pero está asegurada. Intento tres veces más, una de las chicas me dice que está así desde hace poco y creen que probablemente alguien "cayó muerto" dentro. Algunas personas se ríen, en especial un chico que siempre se cubre los labios al hablar y siempre se tiñe el cabello, ahora lo lleva casi blanco. Resuelvo entonces que iré a buscar a Megumi.

Miento, creo que entraré por la ventanilla que da hacia la calle.

Salir de la fiesta y dar una gran bocanada de aire afuera me hace sentir mejor. Adentro es un desastre, afuera también, hay muchos autos y gente conversando y fumando. Huele extraño y familiar, acompañado de la brisa nocturna o de las primeras horas del día, no recuerdo qué hora es.

Camino por todo el borde de la casa hasta llegar a la ventanilla que da al baño del sótano, detrás de una caja de madera. Desde allí no se ve nada ya que el vidrio es grueso, pero la luz está encendida. Esto de las ventanillas tiene un truco que Megumi olvidó callar, y aunque caigo en cuenta que realmente no me importa ver mi rodilla, lo que sí quiero ver es quien "cayó muerto" en el baño. Tengo una corazonada.

Me siento cerca a la ventanilla y la empujo, solo abre un poco. El espacio es suficiente para que entre mi cuerpo y esto solo me recuerda a cuando bromeé con que Megumi nos iba a asesinar en su sótano y actualmente, tiene esas típicas ventanas donde a las justas una sola persona podría llegar a escapar. De todos modos, fuerzo un poco más y la abro completamente: solo veo la bañera empolvada, la vista de alrededor está cubierta por la cortina de baño. Me siento en el borde y bajo las piernas, pero a medida que me deslizo, puedo escuchar a alguien vomitar al mismo tiempo que pienso que es mala idea seguir con este plan porque sigue siendo muy alto y me duelen los brazos.

Caigo duro en la bañera.

Me duelen los pies y más aún la rodilla.

Abro la cortina y Yuji me mira con los ojos muy abiertos mientras abraza el váter de rodillas.

—¿Q-Qué...? ¿Bekka?

—Hola.

—Blegh.

Hace una arcada y vuelve a vomitar. Un poco se escurre por el borde de la taza del baño y camino —casi cojeando— al pequeño armario— para buscar algún pedazo de tela o gasa, pero debido a que es el baño de un sótano, hay escasez. La música es aterradoramente alta dentro que puedo imaginar la posibilidad de que haya parlantes escondidos en las paredes.

—Ugh... huele terrible, ¿qué bebiste? —digo entre risas mientras me arrodillo a su lado.

—No sé...

—O qué sustancias consumiste... —hablo en voz alta cerca de su oído.

—No recuerdo... Creo.

—Mientras no sean inyectables creo que estarás bien. Muéstrame tu brazo.

—No me desnudes.

—Oye.

Él se abraza a sí mismo, aunque sus brazos están desnudos porque solo lleva una camiseta grande. Se ríe solo así que le golpeó la frente con los dedos y finalmente estira ante mí ambos brazos.

Aunque tenía mis dudas, no encontré alguna herida superficial que podría generar una persona ebria tratando de inyectar a otra. No confío mucho en mí tampoco, hace ya un pequeño rato que me siento mareada —aparte de coja—; lo miro a los ojos, están algo dilatados, de que consumió algo, lo consumió y no le cayó bien... Pero al menos lo está vomitando. O lo vomitó en gran parte.

—¿Crees que Megumi tenga su celular con él? —le pregunto mientras le palmeo la zona interna del codo.

—...Uhm... sí... lo vi usándolo hace como una hora.

No entendí tanto su balbuceo final, pero el "sí" me es suficiente. En mi bolsillo trasero no está mi celular, así que reviso en la bañera y allí está. Tiene una pequeña rajadura en el protector de la pantalla, pero aún sirve así que busco el contacto de Megumi. Aunque creo que es mejor escribirlo en el chat grupal de kakaotalk, por si no me contesta directamente. Yuji se recuesta dentro de la bañera y tiene mejor color y aspecto, pero no mejor olor.


beck-a23: «megumiii (T_T) rápido, ven al baño del sótano, pero con una escoba o telas viejas»

m-987: «Qué hiciste»

maki: «rompió el baño. ya te tocaba.»

okkts: «ksksksikwskiwooolsalwo»

m-987: «Qué»

m-987: «Estoy afuera ¿han visto a Itadori??»

beck-a23: «con tu bonita cara voy a limpiar el vómito de itadori si no te apuras»

okkts: «o4uryryiu8wuwiuiweuiuasiu usyiiuyieo»

m-987: «traduzcan»

maki: «yuta se está riendo»

[tienes un mensaje privado de m-987]

«Aún sigo afuera, ¿sabes si hay más gente dentro?»

«si estás afuera, ve a la ventanilla exterior del baño»

«Ok.»

Me pongo de pie para pasar la llave del inodoro. Pasa con pena, es casi deprimente. Aún hay algo de vómito alrededor, pero más que limpiar, pensaba llevar a Itadori a la habitación de Megumi. Claramente no puedo hacerlo sola, así que sería mejor que él me ayude a llevarlo. A pesar de que luce mejor que cuando lo encontré, prefiero evitar que consuma otras estupideces de las cuales parece no ser tolerante. Tenía idea de que algunos dealers iban a estar aquí, pero prefiero evitarlos por el momento y por como alguna vez terminó una fiesta del semestre pasado y del que todos parecen ya haberse olvidado. En la bañera le reviso los bolsillos traseros para asegurarme que aún tiene sus pertenencias como billetera y celular.

—Ah... guarda mi número.

—Te agrego —le afirmo mientras copio su número en mis contactos.

—¿Desde hace cuánto tiempo están ahí?

Me asusto por la repentina voz y miro hacia arriba para ver el rostro de Megumi por la ventanilla abierta. Luego esconde la cabeza y saca su mano que sujeta una bolsa la cual deja caer a nuestro lado: es una camiseta vieja y otras cosas las cuales no puedo leer las letras pequeñas. Luego veo los pies de Megumi, luego las piernas. Su pie toca la manija de la bañera.

—¡Megumi no pises ahí, nos vas a mojar!

—Esta cosa no funciona —responde aunque luego de unos segundos se arrepiente porque un chorro de agua cae seguido de toda una lluvia—. Bueno, sí funciona.

—Carajo —río y me atoro, para empezar a toser.

Su cuerpo cae mejor que el mío de la ventanilla, aunque se empapa también. No es agua exactamente transparente pero tampoco tiene olor. Tiene un ligero color de óxido, probablemente se conectó mejor, pero le hace falta un cambio a la tubería.

—Con razón mi papá dijo que estaba arreglando este baño aún.

—¿No le creíste?

—Dice esas cosas para fingir hacer algo y lo que en realidad hace es quedarse todo el día con el celular —Él sacude su cabello, lo empujo suavemente, Yui ni se puede mover en la posición en la que está, además que solo se mojó la camiseta, la mayor parte cayó sobre mí. Se puede decir que lo protegí sin querer y de haber opción, hubiera elegido también cubrirme.

—Fu-shi-gu-ro. Lo siento

—Haa...

—¿Lo siento por qué? —. Me confundo sola.

—Ya no importa —responde Megumi a regañadientes—. ¿Cómo terminaste así?

—No le digas a mi hermano, él se preocupa mucho —. Yuji se frota la cabeza mientras trata de ponerse de pie. Ya no se tambalea tanto ni balbucea, pero aún así...

Megumi pone algunas camisetas viejas para limpiar los restos de vómito.

—¿Viniste con tu hermano? ¿están en la misma universidad? —pregunto mientras lo acomodo a que se apoye en mi hombro. Megumi tiene una cara de constipado.

—¿No sabes quien es su hermano?

—Si pregunto es porque no sé, genio.

—Es uno de esos chicos de la banda.

Hoy se presentaron como tres o cuatro bandas de la universidad.

—Ah, creo que ya sé quién es.

No, pero tampoco es que me importe mucho.

—Afuera se apoyan en la puerta, por lo que no se puede abrir.

—¿Cómo sabes?

—Maki me llamó, ella quería entrar también —. Dicho esto, dada la mala función de la puerta que se abre hacia el exterior, no se mueve ni un poco.

—Hay que subirlo por la ventanilla.

Camino hacia el pequeño armario del baño, pues al lado hay una silla, la cual muevo hacia la bañera.

—Tu rodilla...

—Sí, solo es un moretón.

—Voy a subir primero, me pasas a Itadori y luego te ayudo a subir —dice Megumi mientras se sube a la silla, la cual está un poco inclinada debido a la naturaleza del piso de la bañera, aparte de la humedad, pero aún así es funcional y pronto Megumi termina afuera. Yuji parece tener una expresión adormilada, así que lo ayudo a subirse a la silla. Ahora se siente más ligero que de costumbre. Él se queja cuando le sujetan y yo lo empujo un poco.

—Ni lo sueltes, Megumi, o su trasero va a caer en mi rostro.

¡Puedo escuchar que se ríe!

Una vez Yuji sale del baño, Megumi me deja ver su cara.

—Sube.

—Voy a apagar la luz. Espérame.

Recojo mi celular, apago la luz y una vez encima de la silla, él me ayuda a subir. Afuera se siente el aire frío y el ruido de una pelea insignificante. No sé por qué lo relaciono con aquella escena de El descenso, cuando una chica salía por un hueco entre las raíces de un árbol, empapada de sangre, pero solo que yo salí de una ventanilla y, en cambio, empapada de agua con algo de óxido. Yuji está tirado en el pasto sin podar, luego gatea un poco para luego ponerse de pie a duras penas.

—Vamos por la entrada principal, está más cerca a la escalera que da a mi habitación.

...

El ventilador está encendido. Tres de ellos. La habitación se siente fresca y la mañana está blanca, ese tipo de blancura que no sabes si lo de arriba es cielo o nube gigante —probablemente nube gigante. Hay muchos tatamis en el suelo amaderado, pies descalzos y brazos desnudos. La habitación de Megumi es ordenada, también siempre piensa en todo: hace casi un año lo acompañé a comprar tatamis y yo le dije "¿para qué tantos?" y respondió "para cuando se queden a dormir, ¿o prefieres dormir en el suelo?". Me duele la espalda, los omóplatos para ser específica. Así que estoy echada y tiesa, sin ganas de moverme realmente. Maki sale del baño de la habitación, con la misma ropa de ayer, con su cepillo de dientes en la boca mientras esquiva mis pies. Ella deja caer una toalla húmeda en mi rodilla mientras me hace un gesto y luego vuelve al baño.

A mi lado esta Yuji, despierto —escuché más temprano que quien vomitó a las siete de la mañana no fue él sino Yuta—, echado, con el control remoto del televisor en la mano, mientras cambia de una plataforma a otra, pero siguen siendo los mismo canales de exploración sobrenatural urbana. La fiesta continuó hasta no sé qué hora exactamente, pero para las seis o siete, ya no había nadie. Ahora son las 10 am.

—¿Tienen hambre? —pregunta Megumi, echado y envuelto en su cama, que es más alta que los tatamis.

Niego con la cabeza. Me arde el estómago, aunque Yuji asiente con entusiasmo mientras se arrastra más cerca de mí y prende su celular. Tiene como veintiséis llamadas perdidas.

—¿Dónde está Yuta? —Mi voz suena terrible. Muy ronca. La verdad es que no lo veo ni en el tatami ni tampoco alrededor. Sé que a veces se aísla, pero últimamente lo hace a menudo.

—Afuera —susurra él—. Se fue hace media hora porque lo llamaron al celular.

—Pobre Yuta.

—Sí, pobre Yuta ¿por qué? —Yuji se une a la conversación, aunque claramente no tiene el contexto de un año. Hay unos gritos que provienen de la serie puesta en el televisor.

—Porque es tan débil que sigue cayendo como idiota. Tenemos que ayudarlo —bromea Megumi. En realidad, a veces no sé si bromea o no, pero suena gracioso.

—¿Yuta es el que vomitó en la mañana? —pregunta Yuji.

—Sí, Itadori, el que tropezó con tus pies —. Él se sienta en la cama. Maki sale del baño otra vez y se sienta en la cama de Megumi también.

—Escuché que allanaron la casa de uno de los chicos que vino ayer, uno de los dealers de la otra facu, la de ciencias y humanidades. Ha sido hoy—menciona ella mientras se frota los ojos y estira el brazo hacia uno de los muebles, donde dejó sus lentes.

—¿Qué? —. Me quito la camiseta mientras Megumi me señala el cajón debajo de la cama, donde guarda algo de ropa. Sin embargo, permanezco con mi camiseta en mano y en brasier mientras escucho atenta a Maki en conjunto con Itadori.

—Sí, hay videos y todo, están que los pasan en los foros de la escuela. Conveniente, ¿no?

—¿Por qué dices eso?

—Vamos, Bekka. Se supone que el chisme de foro semanal iba a ser el beso entre esos dos, pero será opacado por lo de hoy.

—Cierto —murmura Megumi mientras vuelve a echarse.

Yuji se ríe y agrega:

—Se besaron en tu sótano, Fushiguro. Ahora monetízalo.

Mi amigo le tira una almohada.

—¿Pero quienes? —pregunto con algo de impaciencia.

—Oye, Bekka, tú estabas allí y todavía me dijiste "pero ya todos sabíamos que era homosexual"

Megumi ahoga una risa.

—¡No me acuerdo!

—Drogada de mierda. Satoru y Suguru. Y Yuta lo grabó sin querer.

Todos dirigimos nuestra mirada hacia la ventana. Afuera, Yuta sigue en llamada.

—No quiero ir a la universidad el lunes. Siento que todos van a estar hablando de eso —murmura el pelinegro mientras vuelve a cubrirse con las sábanas delgadas.

—Por cierto, Bekka, ¿te parece si hoy tomamos algunas fotos en tu apartamento? Temprano le consulté a Yuta si estaría libre, y creo que todos podemos hoy.

—Pero nos duele la cabeza.

—Me gustan esas expresiones.

—Eres una pervertida.

—Tienes que tener un tornillo zafado para tener una mirada creativa.

Me siento aún pensativa. Sería bueno tener algunas tomas ya sea para el cuaderno de avances como para el producto final. También, mi cabeza esta llena de todas las cosas que se han dicho hoy. Las estéticas desordenadas, los olores dispersos siguen siendo un buen producto a mis ojos. Descubrir pequeños aspectos como espectador me permite ese pequeño gusto, pero tengo un sentimiento algo atorado en el pecho, bajo la caja toráxica. No se si es mi corazón el que quiere salir o mis pulmones se sienten apretados. Quizás mi diafragma aguanta un suspiro eterno desde ayer. Todos parecen tener un historial interno, creo que simplemente estoy un poco celosa de aquellas cosas que se me ocultan o que descubro sin querer. Tal vez no es eso, sino que no tengo nada interesante que ocultar adrede. "Ocultar" suena mal, suena como algo que no se debería hacer. Yuji y Maki salen de la habitación para traer a Yuta —a la fuerza— y Megumi aclara su garganta.

—¿Quién era el que te llamó ayer?

—Nada importante, solo cosas de la renta.

No me gusta mentir. Pero siempre sale tan fácil de mi boca que hasta me avergüenza.

—¿Tienes problemas? Porque desde ayer te veo un poco ida.

—No. Solo estaba pensando en los chicos de la banda de Gojo, ayer. Tú me entiendes, son atractivos.

—Pero tú nunca piensas en eso.

—De hecho, uno de ellos me llama la atención.

—¿Es en serio, Bekka? —. Se lee en toda la cara de Megumi que ya se ha dado cuenta que le estoy cambiando el tema de conversación, pero no dice nada.

—Sí. Ese chico de cabello largo que a veces lo lleva amarrado. Choso, ¿verdad?

Tampoco me gusta utilizar a otras personas para mentir o desviar del tema.

—Es lindo.

Mentirosa.

El adjetivo  "lindo" suena tan asqueroso al salir de mi boca. Como si realmente hay palabras que no están permitidas para que ciertas personas las utilicen.


▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃

⊰ 𝐍𝐎𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐔𝐓𝐎𝐑! ⊱

de aquí nos vamos en picada,  en el capítulo 5 habrá algunos cambios de narrador/a, pero esencialmente, tras lo sucedido en el sótano, será como un efecto mariposa para muchos.

no he estado actualizando, pero me alegra que les esté gustando la historia ¡me esforzaré en continuarla! no me he sentido muy bien como para seguirla, al igual que mis otros fics, aún así ¡gracias por estar aquí!

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