‎ ‎ ‎ ‎ ‎ abstinencia



 abstinencia 


No he ido a la clase del primer día después de los parciales. Me levanté tarde y, particularmente hoy, me dio cierta vergüenza ir con retraso. Tengo otra en tres horas, así que, para matar el tiempo, estoy echada junto a algunos amigos de la carrera que también no quieren asistir al estudio. Somos cuatro cuerpos en el pasto, como una escena del crimen desorganizada —pero, en evidencia, sí organizada para holgazanear durante la clase de teoría—. Megumi está echado a unos pasos más arriba en esta pequeña colina olvidada detrás de la Facultad de Psicología. Si mueve los pies, probablemente me dará en las costillas. Tiene la gorra cubriéndole el rostro, ya que hace sol, y los audífonos puestos. Maki tiene su cabeza reposando en mis piernas mientras come algunos palitos de chocolate que le quitó a Yuta, el chico que está nervioso mientras rueda incómodamente, buscando una mejor forma para recostarse: el pasto está algo caliente. Yo, en cambio, permanezco un poco absorta mirando hacia arriba, a las hojas de los árboles y arrugando el ceño cuando algunos rayos febriles de sol me incomodan los ojos y veo más colores de lo normal.

—¿Y a qué hora iremos a clase? Solo quedan 15 minutos —dice Yuta

—Te mentimos, Yuta. Pensé que ya te habías dado cuenta, pero estamos evadiendo las clases.

—¿En serio? Bueno, no me quejo. El profesor nos dejó casi muertos con su parcial.

Me río en respuesta mientras estiro el brazo y le quito un palito de chocolate a Maki, quien no parece importarle.

Siendo honesta, tras autoexplorarme en 3 segundos, creo que me he saltado la clase solo para no escuchar mi nota del parcial. El profesor de curso tiene la poca modestia de dictar las notas, después de decir el nombre y apellido, en frente de todo el alumnado. Es como una especie de sexualización metafórica del trauma como la que experimento cada vez que recuerdo que no sé pintarme bien las uñas. Tal vez es un efecto de lo que llaman girls and novacane.

Mi repentina risa hace que Megumi se quite un audífono y me de un toque en la costilla con la punta de su zapato, fue suave, poco notorio. Le devuelvo el golpe cinco veces más fuerte.

—Me acordé de cuando en la fiesta de no sé quién alguien destruyó el baño —. Enfoque el «alguien». Megumi entreabre la boca y deja de estar echado para sentarse y señalarme.

—Tú también estabas dentro —dice.

—Esperen, esa parte de la historia no la sabía —. Maki frunce el ceño para luego sonreír.

—Salía agua por doquier —digo, luego bostezo. Mi cabello está rojo, oscuro, parece un coágulo despintado por partes, así que tendré que volver a retocar el color... cuando tenga algo de dinero para ello.

—Olía a mierda —añade Megumi sobándose el muslo.

—Se me mojaron los zapatos y usamos el agua del baño de un restaurante para lavarlos. El dueño salió a botarnos.

—Y luego secamos sus medias y sus zapatos en la avenida.

Ese día no había sido bueno. Nada salía bien desde la mañana. Ahora es un recuerdo que me saca algunas carcajadas, pero hay ese ligero pinchazo que me corta suavemente la respiración cuando recuerdo que los celulares los dejamos en la mochila de Yuta —quien se fue temprano a casa aquella vez—, así que no podíamos pedir un taxi de aplicación y la avenida estaba tan vacía que daba un poco de miedo. Me senté con Megumi en el suelo, al lado de una cafetería cerrada; él, comiendo una hamburguesa —que yo pagué porque él le dejó la billetera a Yuta... Otra vez— mientras que yo fumaba un poco, ambos esperando a que sean las siete de la mañana, que es la hora en la que sale la primera línea del tren subterráneo.

«Pareces sobreviviente de un tsunami» fue lo que dijo Megumi antes de quitarme el cigarro de la boca y botarlo al suelo porque le recordaba a su papá.

Yuta mira a otro lado, con una risita nerviosa.

—Es que ustedes también le dan sus cosas a Yuta —Maki se burla.

—Sabemos que se va temprano a veces, pero mínimo que avise. Se fue sin decir nada.

—Ahora ya saben, dejen las cosas en mi bolso.

—Una vez te di mi labial y lo perdiste.

—Nunca me lo diste. Se lo acaba de inventar tu cerebro —dice ella y yo le presiono la frente con un dedo.

—Hablando de labiales, aún tienes ese rojo... ese que es como oscurito.

—Sí, sí lo tengo.

—Ay, Megumi, podemos maquillarnos en tu casa el fin de semana ¿verdad?

—En el sótano. Si llegan una hora antes mi papá todavía estará en la sala —Megumi pone los ojos en blanco al mencionar a su papá.

—¿Por qué en el sótano? —pregunta Yuta, ahora un poco más seguro ya que cambiamos de tema.

—Megumi nos quiere matar —respondo al instante.

Él realizará una fiesta el sábado. En realidad, Megumi no quería que fuese en su casa, ya que vendrá más gente de los que ya conocemos de vista. Pero hace poco comenzó a hablarle a un chico que parece ser más extrovertido que nosotros cuatro juntos. Y no sé cómo lo ha convencido para que la basement party sea en su casa.

—Ah, mierda, carajo.

—Bekka.

—Tenemos que avanzar el proyecto final.

—Pero hace poco salimos de parciales...—murmura Yuta con una media sonrisa.

Bostezo y me levanto, sacudiendo el pasto que se había pegado a mis pantalones. Quiero ir al baño. Me siento sudorosa, pegajosa y sucia. Coloco mi mochila en las piernas de Megumi y ayudo a Maki a levantarse del suelo para ir juntas. El día parece aburrido, intermedio. Palpo en mi bolsillo trasero algunas monedas las cuales gastaré saliendo del baño en alguna de las tantas máquinas en el pasillo de máquinas expendedoras.

Camino con pesadez, choco el hombro con algunas personas, pero nadie se molesta —ni yo— en disculparse porque el calor es insoportable y da hasta mucha flojera hablar. Me creo una necesidad: poder sacar cada parte de mí, sumergirla en hielo y volverla a colocar. Mi interior ha estado encerrado durante veintiún años y ya debe oler a muerto o algo. Mientras me lavo el rostro como una persona sedienta, recuerdo algo de la escuela primaria, en la clase de laboratorio, cuando vi por primera vez los órganos de un ser vivo.

La profesora de curso abrió una cobaya que había muerto tres minutos antes. Un cuerpo pequeño ya olía bastante mal.

Un cuerpo más grande olerá mil veces peor.

Mis ojos se dirigen a la fotografía de Santa Ana, Estados Unidos, que está colocada al lado de la primera máquina expendedora, afuera del baño, mientras espero a que Maki salga. Supongo que será para una próxima galería, ya que suelen colocar imágenes en lugares aleatorios para llamar la atención. Mi cabello está algo húmedo por el lavado de rostro. Me pregunto si alguna vez seré capaz de salir del país, pero en realidad lo he pensado tres veces en la última semana como si fuese algo que no va a suceder y lo recordaré de vieja con algo de rencor.

Un grupo de chicos sale de un salón de clases cercano. Hacen mucha bulla así que mi vista cambia del cuadro hacia ellos. Maki me devuelve a la realidad.

—Tengo alguna idea para la toma. Para el proyecto final —dice. Tiene el rostro mojado y limpia sus lentes con una pañoleta recortada. En sus botas hay gotas de agua.

—¿Lo haremos juntas?

—Siempre hacemos proyectos juntas.

—Soy la peor de la clase, no sé cómo te juntas conmigo —digo y le golpeo suavemente el brazo con mi codo desnudo.

No es una mentira en su totalidad. No soy la mejor de la clase, quizás podría ser la peor si no fuera por el chico o chica que nunca viene a clases. Pero eso no me da una mejor posición. He sobrevivido por los trabajos grupales y, por ende, las notas grupales. Sola casi no me defiendo o no me dan muchas ganas de asistir a clase. Me recuesto en la cama, pienso cosas feas, cosas buenas y luego vuelvo a recordar lo malo mientras mi rostro se entierra en la almohada pensando en hacer mañana lo que podría ya haber terminado o empezado hoy.

—Tienes muchas ideas, solo que eres un poco floja.

Maki responde mientras trata de reflejarse en la fotografía para acomodarse los lentes.

Le sonrío mientras meto algunas monedas para elegir una diet coke, porque nunca la he probado y siempre encuentro nuevas formas para malgastar mi dinero en algo que no me va a saciar el estómago.

—¡Ah! ¡Esa era la última! —. Un chico de cabellos blancos me mira y luego vuelve a mirar la máquina expendedora mientras mis dedos tocan la lata fría. Maki está concentrada en su celular. Yo no tengo reparos en responder.

—Qué pena.

Lo reconozco un poco, quizás lo vi en alguna fiesta, pero supongo que estuve muy borracha para recordar. Pero si sé que me dijeron su nombre y cosas así. Es «algo» aquí. Demasiado característico como para hacerlo pasar por una persona que no es fácilmente reconocible.

—¿Me la das?

Cuánta confianza.

—Claro que no. Ya te las arreglarás —respondo y estoy a punto de irme con mi compañera.

—Te pago el doble. No quiero caminar hacia el otro edificio por otra de esas —. Él parece un niño.

Sin embargo, no pude evitar darme la vuelta y extender mi mano para obtener el dinero. Uno de sus amigos le golpea la cabeza. Creo que no ha sido fuerte. Creo.

—Deja de molestar a la chica, Satoru.

—Espera, te he visto con el chico sombrío, ese... ¿Cómo se llamaba? —. Satoru hace caso omiso al chico de expansores.

—Megumi.

—Dile que estaremos en la fiesta.

—Bien —. Probablemente me olvide de comentárselo apenas lo vea. No es mi intención ser tan cortante al hablar, pero no lo hago con hostilidad, simplemente las situaciones incómodas me arrastran.

Hay otro chico que no se mete en la conversación y parece aburrido esperando a que los otros dos regresen hacia donde está él. Le echo un vistazo. Está con audífonos. Imagino algunas cosas pero no soy capaz de decirlas ni para mí misma. El albino termina hablando de una cosa completamente diferente con su amigo y Maki sigue hablándome del proyecto.

Son muchas voces a la vez que me confunde y hace del calor algo más insoportable. Se siente como uno de esos días en los que aún había recreo, tenía muchas materias y uniforme escolar.

—Me gustaría que una fotografía tuya aparezca en el fotozine. Haremos fotozines.



▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃

⊰ 𝐍𝐎𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐔𝐓𝐎𝐑! ⊱

adivinen quien se la pasará escribiendo fanfics porque tengo demasiadas horas libres dentro de la universidad (no sobreviviré a este semestre) <3

en este capítulo no aparece Choso, más que como alguna persona x en la visión de la protagonista. siempre tengo una predilección por hacer de los primeros capítulos cortos e introductorios (sin ser el prólogo) me pasa en todas las historias. en el siguiente capítulo les hostigaré con párrafos.

¡espero que les haya gustado! <3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top