3 | 𝗧𝗛𝗥𝗘𝗘

Sia Windsor se encontraba en su casa, específicamente en la cocina, ya que desde la ventana podía observar como las gotas de lluvia caían sin parar.

Al salir de sus pensamientos, caminó hasta la pequeña alacena, al abrirla notó que no había para comer, soltó un suspiro cansado, aún recordaba la nota que su madre le había dejado.

"Deje dinero en mi habitación por si ocupas algo"

Al recordarlo, alzó ambas cejas ¿Cuánto tiempo había pasado desde que su madre se fue? Que hasta la comida se había acabado.

Caminó hasta la habitación de su madre, al abrir la puerta, visualizo lo mismo de siempre, todo muy decorado y con pequeños detalles, pero su dueña nunca estaba.

Rápidamente agarró el dinero para guardarlo en su bolsa, antes de salir tomo su impermeable, el cuál era color gris.

Al salir, notó que la lluvia no era fuerte, por lo cuál decidío tomar su bicicleta para llegar más rápido.

Al empezar a pedalear, notaba que la llovizna cada vez más aumentaba, por lo cuál decidío acelerar, ya que el sol empezaba a ocultarse.

Sia podía visualizar como la mayoría de establecimientos se encontraban cerrando. Esperaba que el local al que iría, no estuviera cerrado.

Al pasar su vista hacía la otra acera, vió al grupo que solía molestarla, ellos sin preocuparse por la lluvia, empezaron a caminar hacía la dirección de la rubia.

La ojiverde cambió por completo su expresión, ahora tenía sus cejas levemente alzadas, mientras que su respiración empezaba agitarse al pensar lo que le podrían hacer.

Sus manos y piernas al fin reaccionaron, por lo cuál no dudó en volver a pedalear con una velocidad acelerada.

Rápidamente miró hacía atrás, dándose cuenta que el grupo solo estaban parados en dónde ella estaba anteriormente.

Al doblar hacía una esquina, sus manos y piernas perdieron totalmente el control, ya que la bicicleta había derrapada, por lo cuál termino cayendo, mientras que su bicicleta se encontraba arriba de ella.

Al estar ya en el piso, soltó un quejido, ya que le había dolido más cuando la bicicleta cayó en sus piernas. Aunque su expresión  de miedo, aún estaba.

Sia intentaba calmar su respiración, para después intentar quitar la bici con sus manos, al tener sus manos con algunas cortadas, falló en el intento.

— ¡Sia! — escuchó una voz gritar su nombre.

La chica tenía sus ojos cerrados, intentando calmarse. Al de repente sentir que el peso de la bicicleta ya no estaba, abrió los ojos.

— ¿Estás bien? — preguntó, mientras que la ayudaba a pararse.

Windsor no pudo formular alguna palabra, después de varias semanas, al fin volvió haber a la persona que le había tenido más confianza, como también la había perdido, Mike Wheeler.

Mike podía ver que Sia se encontraba algo sorprendida, aunque también notaba que tenía algo más, algo que jamás logró ver en ella, hasta ese día.

Miedo

El pelinegro jamás logró verla de tal modo, por lo cuál se preocupó más, aunque la ojiverde no había dicho alguna palabra.

— Tu pierna está herida — mencionó preocupado — No puedes irte tu sóla, yo te puedo llevar a tu casa.

Sia aún no podía lograr decir alguna palabra, ya que ver a la persona que le tenía más confianza, que contó su secreto con todo el pueblo, y que ahora le hablará tan normal, no podía procesarlo.

La rubia bajó su vista hasta sus piernas, sólo tenía unas pequeñas cortadas, sin embargo sentía dolor en estas, sólo asintió levemente sin verlo.

Mike de inmediato subió a la bicicleta de la chica, mientras que ella subió en la parte de atrás.

El caminó entre ambos, era claramente incómodo. Sia nisiquiera paso sus brazos por la cintura del chico, sus manos estaban posicionadas en el asiento.

Los adolecentes ya llevaban algo de recorrido, faltaba poco para llegar a la casa de la rubia.

La ojiverde notaba como las pocas personas que estaban afuera, parecían sonreírle. Tal vez pensando que había cambiado a Nancy por Mike.

Y eso al pelinegro, lo hacía sonreír.

< Completamente ridículo > pensó

Al llegar a la casa, Wheeler bajó primero, para después ayudar a la chica, quien no lo veía a la cara.

Al estar enfrente de la puerta, Sia por primera vez volvió a hablarle.

— Ya te puedes ir — habló con un tono indiferente, ni siquiera tenía la necesidad de decirle un gracias.

Mike paseo su vista por la chica, quien de inmediato al notar su mirada, cerró la puerta fuertemente.

La rubia soltó un gran suspiro, al ver sus piernas con raspones y pequeñas cortadas, de inmediato hacía su cajón. Al darse cuenta que no tenía un kit de medicina, su mirada paso al teléfono.

Caminó hasta este para después empezar a marcar los números, decidida a llamar a tres de sus amigos.










🏳️‍🌈 ‧ ⌗ 📀  👥  🍰◦۪۪̥‧  ☈  ⛓️

Max Mayfield, Steve Harrington y Eddie Munson, se encontraban en la residencia Windsor.

Maxine se encontraba terminando de curar las piernas de la rubia, quien evitaba soltar algún quejido de dolor al sentir el algodón con alcohol entre sus heridas.

— ¿En serio Mike se apareció muy normal a hablarte? — preguntó de nuevo Munson sin creerlo, Sia solo asintió.

— ¿Fue una clase de burla o se le olvidó lo que hizo? — cuestionó Steve, quien aún mantenía el cariño amistoso hacía la chica.

— Es un doble cara... — murmuró entre el silencio la pelirroja.

La ojiazul al terminar de curar a su amiga, guardó todas las cosas en su lugar. Al recordar algo, rápidamente se sentó a lado de la ojiverde.

— En dos semanas hay una fiesta, no te vendría mal ir — informó con una sonrisa. Windsor pareció pensarlo — Nose si Nancy quiera ir.

Eddie de inmediato habló — Ella nos dijo que si le gustaría ir, pero que quería saber tu opinión.

Los tres amigos intentaban convencerla, Sia al saber que iría Nancy, de inmediato aceptó.

No le vendría mal distraerse.

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