3 | 𝗙𝗜𝗩𝗘
La fiesta se encontraba totalmente sin control, y Nancy Wheeler parecía disfrutarlo.
Sia de inmediato se acercó a ella, para después tomarla del antebrazo y sacarla de aquella locura que estaba haciendo.
— ¿Qué crees que haces? — cuestionó la rubia, mientras paraba de caminar — ¿Cuántos vasos tomaste en tan sólo 10 o 15 minutos?
Nancy no respondia, sólo mostraba una leve sonrisa al ver a su novia.
Mientras Windsor esperaba una respuesta, la castaña solo puso sus manos en la cintura de la chica, así recargandola en la pared.
La ojiverde por un momento olvidó todo lo ocurrido ante la acción de su novia, y borró por completo a todas las personas que estaban en el lugar.
La castaña sin algún avisó atrapó los labios de la ojiverde entre sus labios, dando todo a un beso desesperado, cosa que la ojiverde siguió sin algún problema.
Sia pareció reaccionar cuando Nancy se alejó un poco para retomar su respiración, fue cuando de inmediato la separó.
— Apestas a alcohol — fué lo único dicho por Windsor.
Por su parte, la castaña sólo beso la mejilla de su novia, ignorando aquel comentario, para después volver a retirarse ya que quería seguir bailando.
Windsor dió un vistazo más hacía a su alrededor, aún sin saber algo de Munson.
Un suspiro cerca de su cuello hizo que se sobresaltara, al ver de quién se trataba, vió a un grupo más de chicos que la molestaban.
— Tu novia, Nancy Wheeler ¿Verdad? — mencionó un chico de la nada, haciendo que la chica frunciera el ceño, completamente confundida.
— ¿Qué? — se escuchó el murmullo de la ojiverde.
— Es lo que más quieres — afirmó otro chico castaño — Sería una lastima que lo de la carta sea real.
En ese instante, Sia comprendío, eran ellos quien habían mandado la carta amenazando a Nancy. Algo de alivió apareció en ella al saber que no había sido Mike Wheeler.
— ¿Creías que Nancy no recibiría los mismo golpes que tú? — la cuestionó con una risa — Más bien, le irá mucho peor, por estar con una menor.
— Esperaremos a tu novia afuera de la casa — mencionó por último muy cercas de la rubia, para finalmente sólo retirarse hacía la salida del lugar.
En ese instante Windsor pudo soltar un suspiro, parecía que había aguantado su respiración al tener tan cercas al chico amenazándola.
Un chico se encontraba acercandose lentamente hacia su mejor amiga, en el rostro de Munson había confusión, ya que la rubia no había intentado molestarlo.
— Sia — la llamó, mientras movía su mano enfrente de ella — ¿Estás bien?
Windsor pasó su mirada al chico — Ya sabes, lo de siempre — explicó cansada, Eddie asintió —Solo que ahora no me amenazaron a mí, fue para Nancy.
Munson frunció el ceño, ya que todos sabían que jamás le habían hecho algo a la castaña.
La ojiverde le entregó su vaso a su mejor amigo, para después acercarse a su novia.
— Nancy — la llamó varias veces, Wheeler asintió sin conciencia — No salgas de aquí, mantente cercas de alguien de confianza ¿Entiendes? — cuestionó, la chica asintió una vez más.
Sia sólo vió a la chica volver al centro, su mirada pasó a la puerta principal, la cuál estaba abierta, podía visualizar afuera de esta a uno de los chicos.
Este miraba con atención a Nancy Wheeler, por lo cuál sintió el enojó recorrer en su cuerpo.
La chica empezó a caminar rápidamente hacía afuera del lugar, para después observar al grupo, quienes parecían sonreírle sarcásticamente.
— Es ridículo que trates de defender a tu novia — mencionó uno castaño. Los demás terminaron acercandose a Windsor — Está ahogada en alcohol, en cualquier momento podemos entrar y agarrarla.
Ahora, Sia se encontraba ahora sujetada por los chicos — Te dare dos opciones, podrás elegir.
La ojiverde alzó ambas cejas — Que amable — mencionó, mientras intentaba soltarse.
— La primera opción, es la de siempre — encogío sus hombros, mientras mostraba una sonrisa — Nosostros golpeandote.
— La segunda opción, es que Nancy finalmente reciba gran parte de lo que tú haz recibido, sería justo para ambas ¿No? — cuestionó, mientras que en los brazos de la chica empezaban a marcarse por la fuerza con la que la sujetaban.
La rubia los observaba con el ceño fruncido, realmente enojada
— Diez golpes más, diez golpes menos, siempre será lo mismo, elijo la primera.
El chico se acercó a su auto, para después sacar por la ventana un bat de béisbol. Windsor sin pensarlo, empezó a respirar aceleradamente.
— No serán diez golpes más, recibirás lo que a Nancy le tocaba por primera vez, y la última — comentó con una risa, algo que hizo que sus nervios aumentaran.
— Sujetenla bien — les indico, mientras empezaban a caminar para alejarse del lugar.
En el momento en que uno de los chicos logró tropezar por una roca, Sia aprovechó la oportunidad, tomó la rápida decisión, oh, sin pensarlo bien, corrió cuesta abajo, debido a la colina.
Windsor lograba mantenerse de pie apesar del largo camino, aunque sabía que aún la perseguían, ya que lograba escuchar sus pasos detrás de ella.
Al estar cansada, sus piernas empezaban a dejar de responder, por lo cual, dejó de pensar muy bien ante el miedo.
Sia se mostró aún más asustada al ver que había terminado en un callejón, exactamente alado de un edificio.
La chica volteó rápidamente al escuchar más pasos, dándose que aquel grupo se encontraba caminando hacía ella.
Todos se acercaron lo suficientemente cercas de ella, mientras que el castaño terminó alzando el bat para golpearla.
Antes de ésto, Sia sólo pudo cerrar sus ojos, mientras en sus mejillas quedaban lágrimas desesperadas.
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Un chico pelirrojo se encontraba algo desesperado, tratando de buscar a alguien.
Al ver que afuera de la casa dónde sucedia la fiesta, visualizo a Max Mayfield, quien parecía buscar a alguien con la mirada.
Rápidamente se acercó a ella, tomándola por desprevenida — ¡Maxine! — la llamó algo preocupado.
Mayfield volteó algo desconcertada y muy poco enojada, ya que no le gustaba ser llamada por su nombre.
— ¿Qué ocurre? — cuestionó — Tengo que buscar a una amiga.
— Es sobre Sia — mencionó en murmullo, la ojiazul prestó atención de inmediato — Ella salió corriendo, y detrás de ella, la perseguían el grupo de chicos que la molestan
La pelirroja abrió los ojos aún más, sin pensarlo entro de nuevo a la casa, está vez en busca de alguien que la acompañara al lugar que la llevaría el chico.
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