𝟎𝟗


𝟎𝟗 │no time to die



Willow abrió los ojos lentamente y su ceño se frunció al sentir un dolor punzante en el lado izquierdo de su cabeza. Se incorporó como pudo en el suelo mientras un pitido taladraba sus oídos y se echó una mano a la cabeza, notando inmediatamente el tacto cálido y pegajoso de su propia sangre.

Soltó un pequeño quejido cuando sus dedos rozaron la herida y, durante unos segundos, se olvidó de cómo había acabado tirada en el suelo. Cuando lo recordó, sintió un latigazo de dolor recorrer su pecho y dejarla sin aire durante unos segundos antes de que el nudo de su garganta se pronunciara y su paladar se llenara de un amargo sabor.

El pitido de sus oídos fue disminuyendo, y gracias a eso oyó la conversación que cinco personas estaban teniendo justo debajo de ella.

—Mindy tenía razón. Amañar lo del sorteo fue muy fácil.

Willow tuvo que luchar para que sus ojos no se llenaran de lágrimas al escuchar la voz de Ethan admitir todo lo que había hecho con ese tono de superioridad y orgullo que solo le provocaba ganas de vomitar a la pelirroja.

La chica se asomó entre los barrotes del palco, pero solo podía ver los rostros confusos y sorprendidos de las hermanas Carpenter.

—Lo único que tuve que hacer para conoceros solo tuve que compartir cuarto con un chulito creído que literalmente se llama Chad. ¡Joder, qué gustazo matarlo! —Exclamó el chico, haciendo que Willow diera un respingo ante aquella noticia.

¿Chad también había muerto?

—Esto era de tu abuela, Sam. Nancy Loomis. Sí que es cosa de tu puta familia, ¿no? Y hablando de familia...

—Antentas al giro —Dijo una voz que Willow reconoció como la del oficial Bailey. ¿Él también estaba en todo esto?

—Mi nombre no es Ethan Landry —Confesó él y el estómago de Willow se encogió ante el descubrimiento de otra igual de dolorosa mentira—. ¿A qué no, papá?

Tara pareció leer la mente de Willow porque pronunció lo que estaba pensando.

—¿"Papá"? —preguntó la menor de las hermanas con asco mientras Bailey se reía con ganas.

—Esperad. Si sois vosotros, solo queda... —Habló Sam antes de mirar hacia su izquierda.

Willow frunció el ceño, ¿había más?

—¿Willow? —preguntó la chica con la voz rota y la pelirroja alzó las cejas desde su sitio.

Una parte de ella quería gritar y decirle que ella estaba allá arriba, aunque no era lo más sensato, pero su cuerpo estaba tan ocupado asimilando todo en lo que la habían engañado que estaba congelado.

Sin embargo todo su cuerpo se tensó al escuchar aquella quinta voz, aquella que pertenecía a alguien al que creía muerto.

—Hola, compis —Dijo Quinn con una voz cantarina—. No lo habéis visto venir, ¿eh? Hasta habéis escogido a la pelirroja equivocada.

—Pues no, porque te mataron —Explicó Tara con la incredulidad reflejada en su rostro.

—Parece que no. Aunque fue una buena forma de salir de la lista de sospechosos, apuñalar a Gale Weathers, a Mindy en el metro, esas cosillas...

—Sí, y yo me aseguré de llegar el primero a la escena del crimen para cambiar su cuerpo por otro —Confesó Bailey.

Willow se llevó una mano al estómago, intentando mantener la compostura desde el suelo del palco. Aquello era todo tan retorcido...

—Un poco de sangre falsa, una prótesis... Os sorprendería lo que dejan hacer a un padre de luto.

—Llevo la máscara de Stu Macher —Dijo Quinn mientras ella y Ethan entraban en el campo de visión de Willow—. Siempre fue mi favorito.

Ethan colocó la máscara de la abuela de Sam donde estaba el atuendo de la difunta mujer y Willow fue capaz de esconderse a tiempo, justo antes de que la mirada del chico se disparara en su dirección durante unos segundos.

—Sí, esa es la número tres —Habló Bailey—. Esa es la dos. Lo que nos deja... la de tu padre —Dijo el hombre tendiéndole una máscara a la mayor de las Carpenter—. Para esto era la cuenta atrás, Sam. Vas a tener que ponértela.

—¡Y una mierda! —Dijo Sam mientras le daba un manotazo a la máscara.

Ethan no dudó ni un segundo antes de hacerle un corte en el brazo a la mayor con la ayuda de su cuchillo para después hacer un gesto burlón mientras Bailey reía.

—¡No te acerques a ella, cabrón! —exclamó Tara.

—¿Qué? ¿De qué va esto? —preguntó Sam—. ¿Lo habéis hecho en familia?

—¡Pues claro, puta! Tú deberías saberlo mejor que nadie —Le dijo Quinn mientras la apuntaba con su cuchillo.

—Siguen sin pillarlo —Habló Ethan entre risas.

—No sé lo que creéis, pero yo no cometí los asesinatos de Woodsboro. ¡No fui yo! —Se defendió Sam.

—Oh, ya lo sabemos. Claro que no. ¿Crees que esto lo hacemos por una teoría conspiranoica de mierda? —preguntó el hombre—. ¡Anda ya! ¿Quién te crees que empezó los rumores en primer lugar?

Quinn levantó la mano y agitó sus dedos con una sonrisa malévola.

—¿Sabes lo fácil que fue convertir a Sam, la gran heroína de Woodsboro, en la villana? ¿Lo fácil que es convencer al mundo para que piense lo peor de la gente en vez de lo mejor? —Dijo la chica.

—Hoy en día no basta con matar a alguien y ya está. Primero tienes que asesinar a su personaje —Completó Ethan—. Así que cuando papá descubra vuestros cadáveres horriblemente mutilados —Tara soltó un grito cuando Quinn apuñaló el aire en su dirección— llevando tú la máscara de tu padre, dirá que algún tarado leyó en internet que tú eras Ghostface y se tomó la justicia por su propia mano.

Willow observó el rostro de aquel chico, el cuál en ese momento se veía como un completo desconocido con aquella sonrisa maniática y el psicótico brillo en sus ojos, y sintió cómo su corazón se partía en mil pedazos.

—¡Exacto! —exclamó Bailey—. Por eso es la coartada perfecta. Y las mejores mentiras se basan en la verdad. Que tú eres una asesina. Igual que tu padre —El hombre señaló a Sam, quien lo miró escandalizada.

—¡No lo soy!

—¡Sí que lo eres, hija de puta! ¡Mataste a nuestro hermano! —Gritó Quinn, creando un silencio sepulcral en aquella sala.

—¿Cómo que a vuestro hermano?

—Dijiste que murió en un accidente de coche —Aportó Tara.

—No, no, no, guapita —Dijo Ethan en un tono de voz bajo que le provocó escalofríos a Willow—. Murió en Woodsboro, a manos de la asquerosa de tu hermana.

La mirada de Sam varió entre los hermanos antes de que una ola de realización la azotara cuando se dio cuenta de quién estaban hablando.

—Sois la familia de Richie —Dijo, mirando a Bailey, que asintió.

Willow abrió mucho los ojos.

Richie. El novio Ghostface del año anterior.

"Cuando Ghostface reapareció el año pasado, Emma le pidió a Jake que fuera él solo cuando Dewey los llamó a ambos para pedirles ayuda."

Por eso habían atacado a Emma y a Jake en su apartamento. Porque habían ayudado a acabar con su vida.

—Sí.

Sam se giró hacia los otros dos y Ethan le clavó el cuchillo casi en el hombro.

—¡Ding, ding, ging! —Exclamó el chico.

—¡Corre! ¡Corre! —dijo Tara mientras empujaba a su hermana.

—¡Por fin empiezan a pillarlo!

—Hasta que no vi la foto de lo que le habías hecho a mi hijo, no lo supe —Explicó Bailey mientras Quinn y Ethan acorralaban a Sam y Tara—. ¡Ahí supe que tenías que morir! ¡Había que castigarte! ¡A ti y a todos los que se interpusieran en nuestro camino!

Willow se agarró a los barrotes de la barandilla y observó aquella escena, intentando pensar en algo que hacer para poder ayudar a las hermanas. Sin embargo, nada le venía a la cabeza, hiciera lo que hiciera, Bailey podía acabar con ella en menos de dos segundos si le disparaba con la pistola.

—A todos menos a Willow, ¿verdad? —preguntó Tara mientras miraba fijamente a Ethan, el cuál tensó su mandíbula—. ¿Te metiste en un lío cuando la salvaste en casa de Emma?

—Cierra el pico si no quieres que te raje a ti también—Ordenó el chico entredientes antes de dirigir su vista hacia el palco, el cuál estaba bañado en la oscuridad.

Willow sintió su pecho temblar mientras el agobio comenzaba a pesar sobre sus hombros y tuvo que hacer un esfuerzo gigante para reprimir un sollozo.

—Aquí estás —Dijo Quinn mientras colocaba su cuchillo en la garganta de Sam—. Aquí está la puta asesina.

—Qué bien los has educado, por cierto —Habló Tara mientras miraba a Bailey.

—¡Cállate la puta boca! —Gritó Quinn mientras empujaba a las dos chicas.

—Joder —Se quejó la menor al notar la apuñalada de su espalda escocer.

—¿He sido un padre perfecto? No —admitió el hombre—. ¿Quizá le diese demasiada manga a Richie y sus peliculitas? Sí, quizá. Para mí son un poco violentas. Pero... a Richie le encantaban. ¡Le encantaban! Hasta hizo unas cuantas él mismo. ¿Lo sabíais? —preguntó mientras se giraba hacia la horrible película que se proyectaba sobre lo que quedaba de pantalla de cine—. ¿Lo sabíais?

La cara de un adolescente apareció en la pantalla y Willow no tuvo que pensar mucho para saber que ese era Richie.

—Estáis pensando que no posteé un especial navideño, pero lo intenté. Os lo juro. Quería interactuar —dijo el chico de la pantalla mientras su padre se subía al escenario para admirarlo más de cerca.

—Se forja un vínculo muy especial entre un padre y su primer hijo.

Los ojos de Willow viajaron a Ethan y se odió a ella misma cuando se dio cuenta de que, a pesar de todo, se estaba sintiendo mal por él. A pesar de todo solo quería darle un abrazo a aquel supuesto desconocido y decirle que todo iba a salir bien.

—Por eso lo ayudé a hacer esa colección —Willow se agachó un poco más en su escondite cuando Bailey se dio la vuelta con el arma de fuego en la mano y, entonces, una bombilla se encendió en su cerebro.

Pues claro, la colección de armas que había guardado un arma de fuego que había acabado debajo de una mesa sin querer cuando sus manos empujaron la cristalera.

Solo le quedaba esperar que tuviera balas de sobra, porque Willow tenía claro que sabía utilizarla.

—¿Esto era... suyo? —preguntó Sam mientras Willow gateaba intentando no hacer ruido hacia la salida del palco.

—Sí, el coleccionismo era su pasión. E inspiró a otros. Tuvimos que matar a esos dos estudiantes de Cine con aspiraciones porque...

Una vez su cuerpo pasó por la puerta, la pelirroja se levantó de golpe e intentó avanzar lo más rápido posible mientras no hacía nada de ruido.

Bajó las escaleras con prisa y cuando llegó a la planta baja tuvo que taparse la boca con la mano para reprimir un grito de sorpresa al encontrarse el cuerpo de Chad tirado en el suelo con apuñaladas por toda su anatomía.

—Chad —Susurró mientras se arrodillaba a su lado sin importarle la sangre que rodeaba al chico.

Este tembló ligeramente mientras intentaba tomar aire, lo que sobresaltó a Willow.

—W-willow...

—¡Chad! —Exclamó en un susurro—. Aguanta un poco más, ¿vale? Iré a por ayuda —Dijo la pelirroja mientras se quitaba la chaqueta e intentaba tapar las heridas del moreno con ella—. Volveré ahora.

Se acercó con sigilo a la puerta y analizó todas las formas de entrar sin que se dieran cuenta. Al final optó por gatear hasta la vitrina de su hermana mientras ellos seguían hablando.

—Sí tu hijo —Dijo Sam—, era un niñato inmaduro que le pidió a su novia que matase por él.

—¡Era un joven viril y fuerte! —exclamó Bailey.

Willow intentó gatear con rapidez, pero el dolor de su mano derecha —la cuál estaba magullada por los cristales de la ventana— hacía que se mordiera el labio inferior para reprimir quejidos.

—Era un mierdaseca pichafloja que lloró antes de que le rajarse la garganta —Dijo Samantha.

No fue capaz de contener uno y se quedó quieta detrás de una vitrina cuando la cabeza de Ethan se giró en su dirección.

Probablemente el chico se habría dado cuenta de su presencia si no fuese porque, en ese mismo momento, se había desatado el caos.

—¡Callate puta! —Gritó Quinn antes de que Tara le diera con un ladrillo en la boca, rompiéndole la mayoría de los dientes y tirándola al suelo.

Kirby salió de la nada, disparando a Bailey y Ethan se tiró encima de la rubia, apuñalandola en el estómago.

Sam le dio con el ladrillo a Ethan en la cabeza y después lo apuñaló varias veces antes de seguir a Tara por la escalera que daba al palco.

Todo esto sucedía mientras Willow gateaba con más rapidez hacia la vitrina de su hermana y levantaba el mantel de la mesa en busca de la pistola mientras ignoraba los cortes que se estaba haciendo en las palmas de las manos por culpa de los añicos del cristal que había tirado hacía unas horas.

Casi se le escapan las lágrimas de felicidad cuando se encontró con aquel revólver y lo cogió con las manos temblorosas. Una ola de ansiedad agitó su cuerpo y su respiración comenzó a agitarse.

Si hacía algo mal, si la pistola no tenía balas, estaría acabada para siempre ya que algo le decía que negociar con Ethan por su vida no iba a funcionar.

Un disparo resonó en aquel santuario y Willow cerró los ojos con fuerza, temblando debido al terror que sentía en aquel momento.

Ahora entendía por qué los protagonistas de las pelis tomaban las peores decisiones, el miedo la dejaba paralizaba y cortaba cualquier hilo de pensamientos que se le pasara por la cabeza.

—Respira hondo —Dijo la voz de Jake en su oído.

De repente, Willow tenía 12 años y estaba en un campo de maíz junto al novio de su hermana y con un arma de fuego en sus manos.

—Primero mira cuántas balas tienes, después vuelve a respirar hondo, apunta y dispara mientras cuentas. Venga, tú puedes.

Willow abrió los ojos, respiró hondo y abrió el tambor de la pistola para contar cuatro balas antes de que Bailey apareciera en su campo de visión y ella se metiera con rapidez debajo de la mesa.

Suspiró con alivio al ver que los pasos del hombre pasaban de largo.

—¿Por qué no bajas para que pueda clavarte esto, eh, Tara? —preguntó Ethan.

—¡Que te jodan! —respondió la chica.

—¡Que te jodan a ti! —dijo él, de vuelta.

Willow observó la pistola en su mano antes de levantar el otro lado del mantel y observar cómo Tara colgaba del palco y se intentaba agarrar a Sam mientras Ethan intentaba hacerle daño con el cuchillo que tenía en la mano.

Quinn apareció por las puertas del palco, sorprendiendo a Sam, quien miró a su hermana sin saber qué hacer.

—¡Ahora sí que estáis bien jodidas! —Giró Ethan desde abajo.

Willow respiró hondo, recordó las cuatro balas y salió de su escondite sin darse cuenta de que sí, había cuatro balas en aquella pistola pero estaban separadas por dos huecos. Es decir, que solo tendría dos disparos antes de encontrarse con dos disparos vacíos.

Corrió hacia Ethan en el mismo momento en el que Tara caía al suelo y le daba una patada al chico en la cara, haciendo que los dos se cayeran al suelo.

Antes de que ninguno pudiese levantarse, Willow alzó su mano derecha mientras sujetaba la pistola y apretó el gatillo, haciendo que el estruendo de este resonara en aquel cine.

Los dos la miraron inmediatamente y Willow caminó hacia Tara aún con la pistola en la mano.

—Tara, aléjate de él —Le ordenó la pelirroja mientras se colocaba entre los dos.

—¿Estás con ellos? —preguntó la menor de las Carpenter desde el suelo con el ceño fruncido y la confusión en su rostro.

—Pues claro que no —Dijo Willow antes de darse la vuelta y apuntar a Ethan con la pistola.

Ethan la miró con la mandíbula tensa y con seriedad mientras su mano se aferraba con fuerza a su cuchillo.

Willow respiró hondo cuando sus miradas se anclaron para intentar no llorar.

Tuvo que tragar saliva antes de hablar.

—Ethan, suelta el cuchillo —Le dijo mientras intentaba que el temblor de su mano se sujetaba el arma no se notara mucho.

El chico apartó la mirada, lo que hizo que el estómago de la pelirroja se revolviera. Después habló.

—Se suponía que tú no ibas a enterarte —Murmuró él entre dientes.

El dolor que teñía aquellas palabras hizo que el pecho de Willow ardiera con ira y tristeza a la vez.

—¿Así que cuál era tu plan? ¿Matar a todos mis amigos y fingir que tú no habías tenido nada que ver? —preguntó ella con la voz rota.

Ethan alzó la cabeza y volvió a mirarla, ahora con un leve brillo de tristeza en los ojos.

—¿Ibas a estar a mi lado consolándome por la muerte de mis seres queridos sabiendo que tú me los habías arrebatado? —cuestionó la pelirroja, ahora con las lágrimas acumulándose en sus ojos con rapidez.

—¿Sabes todo lo que arriesgué para mantenerte con vida? ¿Lo que pagué por salvarte aquella noche en el apartamento de tu hermana? —preguntó Ethan con la impotencia llenando su cuerpo. Cuando las cosas tenían algo que ver con Willow era muy fácil que perdiera los estribos y el control de sus emociones.

—¡Yo no quería nada de eso! ¡Yo te quería a ti! —le reprochó ella mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.

Ethan apartó la mirada y la clavó en el suelo al sentir el dolor que llevaban aquellas palabras.

—O al menos quería a la persona que creí que eras tú —Añadió ella y el chico levantó la cabeza de golpe mientras sentía cómo aquella frase le atravesaba el corazón como el más venenoso de los filos de los cuchillos.

Willow respiró hondo, intentando calmar el torbellino de emociones que se revolvía en su interior.

—Ese era yo —Dijo el chico, intentando defenderse.

—No, Ethan. Este eres tú —La pelirroja señaló el cuchillo cubierto de sangre que aquel chico sujetaba con la cabeza—. Pero yo no pude verlo antes y ahora otra persona que me importaba muchísimo también está muerta.

—Willow, yo... —Ethan dio un paso hacia ella pero frenó cuando el agarre de la chica se afianzó sobre aquel arma de fuego—. Todo lo que hice fue por ti —Dijo en un intento de hacer que ella lo entendiese.

No obstante, Willow soltó una risa carente de gracia.

—¿Por mí? Casi matáis a mi hermana, ¿hiciste eso por mí?

—Tú lo has dicho: 'casi'.

Willow alzó las cejas, sorprendida por el hecho de que Ethan estaba tan mal de la cabeza que no se daba cuenta del mal que le estaba haciendo.

—Bueno, no puedo decir lo mismo de Anika, ¿me equivoco? Porque ella sí que murió. Y ahora tengo que vivir el resto de mi vida sin mi mejor amiga por vuestra culpa.

—Eso fue algo que se me fue de las manos —Murmuró Ethan.

La boca de Willow cayó abierta mientras daba un paso hacia atrás como si una flecha acabase de impactar sobre su pecho.

—¿Fuiste tú? —preguntó con un hilo de voz ya que el ardor de la traición le presionaba con tanta fuerza que no le dejaba ni hablar.

—Willow... —Empezó él, pero la chica no le dejó continuar ya que la ira inundó todo su cuerpo.

—Suelta el cuchillo, Ethan —Le ordenó mientras se humedecía los labios, los cuales estaban salados por el sabor de sus propias lágrimas.

—Te prometo que yo...

—¡Suelta el cuchillo! —Exclamó alterada al ver que él se estaba acercando a ella.

—¡Escúchame por favor!

Willow ignoró su petición y movió su mano hacia la derecha antes de apretar el gatillo.

Su puntería era casi perfecta por no decir perfecta, así que la bala salió de la pistola y rozó el brazo izquierdo de Ethan, tal y como ella quería. El chico se tambaleó hacia atrás y se llevó una mano a su brazo antes de volver a mirar a Willow pero ahora con ira resplandeciendo en su mirada.

Se acercó a ella con decisión y agarró la mano con la que la chica sujetaba el arma antes de subirla para colocar la pistola sobre su frente.

—Venga, hazlo —Le ordenó Ethan mientras Willow sentía su mano temblar.

La pelirroja bajó la mirada mientras un sollozo emergía de su garganta y el castaño levantó su mirada con brusquedad y con la ayuda de la hoja de su cuchillo.

—Aprieta el gatillo —Ordenó él—. Mátame.

Willow lo miró a los ojos mientras pensaba en todos los momentos que habían pasado juntos, pensando en los días en los que iban a comer helado después de clase o en los que todo su grupo de amigos se quedaban viendo películas en su piso y ella lo pillaba mirándola en la oscuridad.

—Él no es la persona que conocías —Le recordó Tara, haciendo que Willow se diera cuenta de que en aquella sala no solo estaban ellos dos y que como no acabase con él en ese momento, ellos las matarían a ellas tres—. Eres tú o él.

Willow tragó saliva mientras observaba aquellos ojos marrones por última vez y memorizaba todas las facciones de su rostro.

Después cerró los ojos y apretó el gatillo.

No obstante, los abrió de golpe cuando escuchó que la pistola no había emitido un disparo.

Se encontró de golpe con la expresión enfadada de Ethan, a quien no le había hecho gracia que Willow estuviese dispuesta a matarlo.

A la pelirroja no le había dado tiempo de asimilar lo que acababa de pasar cuando sintió la hoja del cuchillo rasgar su piel y hundirse en su abdomen con fuerza.

—¡Willow! —Gritó Tara con desesperación mientras la hoja del cuchillo de Ethan se hundía cada vez más y más en el cuerpo de su amiga.

El chico la agarraba por el hombro con fuerza, atrayéndola hacia él y empujando el arma hacia el interior de la pelirroja.

—¿Sabes? Yo nunca fui de esos que dicen "si no eres mía no serás de nadie". Pero la verdad es que no sería capaz de soportar ver cómo rehaces tu vida sin mí a tu lado. Y ya que ese es tu plan... bueno digamos que no me queda otra opción.

Willow observó el rostro psicótico de Ethan que era tan distinto al que estaba acostumbrada durante unos segundos antes de que Tara los pillara a ambos desprevenidos y se abalanzara sobre Ethan, separándolo de Willow.

La pelirroja cayó al suelo y los observó rodar a un par de metros de distancia de ella.

Cuando el chico se intentó levantar del suelo, Tara no dudó antes de alzar el cuchillo que tenía en la mano y clavárselo en la boca.

Los ojos de Willow se abrieron al igual que su boca mientras sus manos sujetaban el cuchillo que seguía clavado en su abdomen dolorosamente.

Tara giró el cuchillo en la boca del chico y Willow observó cómo la sangre resbalaba por la barbilla de Ethan en una especie de estado de shock.

—Ahora muere como un puto virgen —Susurró la mnor de las hermanas antes de sacar el cuchillo de la boca del castaño con fuerza.

Una risa incrédula se escapó de sus labios mientras la sangre le bañaba el rostro y el cuerpo de Ethan caía al suelo, muerto.

El cuchillo cayó al suelo y Tara se giró hacia Willow, quien tenía los ojos cristalizados clavados sobre el cuerpo de Ethan.

—¿Estás bien? —preguntó la menor de las hermanas mientras se agachaba a su lado.

La pelirroja dio un respingo cuando un disparo resonó en la estancia y asintió freneticamente.

—Es solo un rasguño —Dijo, sacándole una sonrisa a Tara, quien la abrazó con fuerza, sacándole un quejido.

—Perdón, perdón —Se disculpó—. Al menos ahora todo se ha acabado.

Willow tragó saliva sabiendo que, a pesar de que llevaba varios días pensando lo contrario, para ella que aquello se acabara solo significaba que lo peor acababa de empezar.

—Sí, todo ha acabado —Dijo mientras forzaba una sonrisa—. ¿Dónde está Sam?

Dos gritos llenaron la estancia y lo siguiente que supieron Tara y Willow fue que Sam y el detective Bailey acababan de caerse del palco.

La mayor de las hermanas se retorció en el suelo, pero se levantó casi de inmediato y se acercó a aquellas dos chicas.

—¿Estáis bien? —Tara asintió, respondiendo a la pregunta de su hermana por ambas—. Bien, acabamos con este hijo de puta entonces —Dijo la mayor mientras las tres miraban a Bailey, quien estaba inconsciente en el suelo.

¡PENÚLTIMO CAPÍTULO! Aunque podemos decir que con este capítulo ya nos despedimos de Ethan y Willow de la peor manera posible </3

Todos sabíamos que esto iba a pasar pero bueno, aún así estoy triste por decirle adiós a esta historia :(

La amistad de Tara y Willow, aunque no pude representarla mucho en el fic, es de mis favoritas y espero que en algún futuro (si es posible) pueda profundizarla un poco más.

Bueno, eso es todo por hoy, ¿que opinaron del capítulo? ¿Y de la charla de Ethan y Willow? Os leo <3

Nos vemos el próximo miércoles una última vez!!

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