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━CUSACK Y CHANDLER━
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Ya habían pasado algunos días desde que me separe de los pecados y vine a Camelot. No me he separado mucho de Ezio, me alegraba verlo de pie caminando por el castillo aunque solo hayan sido pocas horas. Lo mejor era que durmiera y descansara para que sus energías se restauren por completo.
Hoy tuve que ir a buscar a Monspeet y a Derieri por petición de Zeldris. Los encontré pero ellos me pidieron que no le dijera a nadie, y como buena amiga que soy de la chica lo haré. Al parecer ahora están cuidando a los humanos de un pequeño pueblo, donde una mujer los salvo después de que Meliodas les diera pelea.
Lo primero que hice al llegar a Camelot, fue ir a la habitación de él. Abrí despacio la puerta para no despertarlo. Al entrar logré verlo dormido en la cama, se miraba menos pálido que ayer y eso me relajaba. Si pecho subía y bajaba lentamente sumergido en un profundo sueño.
Me acerqué más sentándome con cuidado de no ser brusca para no mover mucho la cama y él se despierte. Retire con mis dedos algunos mechones de su cabello que estaban en su frente, me acerque despacio depositando un pequeño beso en su frente.
──Mamá ya esta contigo, cariño. ─susurré alejando mi rostro de su frente.
──Se parece más a Estarossa que a ti. ─mire de reojo a Zeldris que estaba en la puerta cruzado de brazos.
──No necesitas decirme. Después de todo él es su padre. ─sonreí levemente.
──Se que no te gustará lo que te dire pero la curiosidad me esta matando. ─solo me limite a escucharlo. ──Él te...
──No. ─cerré mis ojos. ──Aunque no lo creas no tengo recuerdo de eso, solo varias imágenes distorsionadas. Pero nunca sentí que él hiciera eso... sonará extraño pero sentía que era él y no tu hermano.
──¿Segura de eso? Si tienes miedo de decirme...
──Zeldris. ─lo interrumpi. ──Me conozco a mi misma y se que si alguien intentaba hacer eso no salía ileso. Te digo que no lo recuerdo del todo pero estoy segura de que él no sería capaz de eso. Talvez si aparenta o a demostrado que lo puede hacer pero juro por mi vida que él nunca lo hizo.
──No entiendo tu relación con él, ¿sabes?
──Ni yo tampoco. ─afirmé. ──Te juro que siento que estoy con él en algunas ocasiones. Siento que Estarossa no es él realmente, siento que siempre lo he amado pero por más que trato de decirme a mi misma que él asesino a Mael mi cuerpo simplemente lo rechaza como si dijera que eso nunca paso y él en verdad esta vivo... a un lado mío.
──Solo tú comprenderás. Eres la única capaz de comprender tu corazón. ─dicho eso salió del cuarto. ──Es mejor que descanses, te notó agotada. Después puedes decirme como te fue.
Nadie lo entendería.
Nadie me comprende.
Me tratan como loca cuando les digo que siento en lo profundo de mi corazón que estar con Estarossa es como si estuviera con Mael. Talvez no recuerde con claridad como fue que procreamos a Ezio, pero de lo que si estoy segura es que sentí una parte de Mael.
Seguramente mis recuerdos no están del todo claros por el sello y sentí su presencia seguramente porque estoy mezclando recuerdos de él con los de Estarossa.
Eso debe ser. Es la única lógica que tengo.
Cerré mis ojos al sentir un fuerte dolor en mi cabeza, lleve mi mano a esta intentando que el dolor bajara. Solo logre calmarme al dejar de intentar recordar las cosas con claridad.
──Lo mejor sería dormir. ─murmuré acostándome a un lado de Ezio. ──Unos minutos no estarían mal. ─cerré mis ojos cayendo en una oscuridad, una que necesitaba.
「• • •」
Abrí mis ojos lentamente dándome cuanta de que en poco tiempo iba amanecer, mire Ezio y él seguía durmiendo y eso era bueno así puede retomar pocas fuerzas para que en pocas horas pueda estar de pie yendo por todo el castillo.
Acaricie su cabello dejando un leve beso en su mejilla, con cuidado de no despertarlo me fui levantando de la cama. Me metí a la ducha para darme un relajante baño, lo necesitaba más que nunca. No había tenido este pequeño tiempo para mi sola y es algo que me encanta.
Al salir me vestí con otro atuendo, no cambiaba mucho pero me sentía mejor. Salí de la habitación caminando por los largos pasillos hasta llegar donde estaba el pequeño Zeldris sentado en el trono.
──Ah, me acabo de encontrar con el rey... ─él solo sonrio de medio lado. ──Del reino de los estúpidos. ─me reí al ver su mala cara. ──¿Qué has hecho mientras dormía? ─pregunté caminando a el balcón mirando la luna.
──Digamos que tuve una charla con la diosa maldita. ─lo mire de reojo.
──¿Qué le dijiste a Elizabeth?
──Solo la verdad y es probable que recuerde todo. ─gire mi cabeza mirandolo.
──Meliodas te matará, ¿lo sabes cierto? ─regresé mi mirada a la luna.
──Cómo si eso me importará.
Sentí a la brisa del viento mover mi cabello mientras cerraba los ojos disfrutando del tacto del aire golpear mi rostro.
──¿Los encontraste? ─preguntó levantándose.
──No. Ningún rastro de ellos. Como si la tierra se los hubiera tragado. ─mentí mirando sus ojos. ──Y no me extraña, después de todo tuvieron una pelea con Meliodas.
──Talvez estén refugiados entre los humanos.
──Talvez. ─dije dando media vuelta. ──Ire a ver como se encuentra. Si me disculpas.
Sin esperar repuesta me aleje de él caminando a la habitación donde se encontraba Estarossa. Me acerqué a la cápsula donde estaban mis lágrimas curando sus heridas o tratando de revivirlo en el peor de los casos.
Adentre mi mano a el agua acariciando su mejilla, sinceramente no me gustaba que estuviera así aunque Ezio no lo demuestre le duele ver a su padre así.
──Aún no despierta, ¿cierto? ─gire mi cabeza al escuchar esa voz.
──Hijo. ─se miraba un poco mejor pero aún así me levante para ayudarlo estar de pie. ──¿Qué haces fuera de la cama en esas condiciones?
──Madre, no voy a pasarme todo lo que me queda de vida en una cama. Quiero levantarse y caminar para no aburrirme.
──Lo sé, pero aun así estas débil. ─le acaricie su mejilla. ──Pero si te hago algo para que comas te repondrás mejor. ─deposite un dulce beso en su frente. ──¿Qué dices?
──Que suena delicioso. Amo tus comidas para mi son lo mejor del mundo.
──Entonces, vamos. ─lo tomé de la mano.
「• • •」
Ya había pasado pocas horas desde que comió, estábamos fuera del castillo. Él estaba sentado debajo de un árbol descansando un poco. Yo por mi parte estaba de pie mirando el cielo, no tardaría en ser medio día y desde hace rato tenía un mal sabor de boca.
──¿Te pasa algo madre? Te noto muy callada. ─se levantó llegando a mi lado. ──¿Qué te tiene intranquila?
──Solo siento como si alguien estuviera peleando con alguien que es capaz de matarlo. ─le acaricie su cabello. ──Pero tranquilo, cariño. No es nada. ─tome su rostro besando su frente. ──Será mejor que vayas a descansar, te estas poniendo pálido.
──Ahora que lo dices me siento sin muchas energías, iré a dormir un poco. ─besó mi mejilla. ──Te quiero mamá.
──Y yo a ti cariño. ─lo mire irse directo a su habitación. ──Cada dia te vas más ─murmuré dando media vuelta para entrar a el castillo.
Pero me detuve al sentir ese poder, ahora no había duda Escanor estaba peleando usando "The One". Y temo que la idea que tengo sobre quien es su oponente sea correcta.
Sin más camine por los pasillos llegando a la habitación donde se encontraba Zeldris intentando sacar la espada sagrada excalibur, pero no podía hacerlo.
──Veo que el pequeño no puede sacar una espada, ¿eh? ─me cruce de brazos mirándolo.
──Cómo si tu pudieras. ─yo solo mire a mis espaldas a el demonio gris llegar y decir algo que a el pequeño no le gusto. ──¡¿...Qué dijiste?! ¡Esta vez mataron a 100! ¡Y aun no tienes idea de quién diablos lo ha hecho! Todos son inútiles.
──No te desquites con él. ─mire a el demonio que miraba a otro lado. ──Puedes retirarte, gracias por tu informe. ─el hizo una reverencia para retirarte. ──No seas cruel con ellos.
──No lo entiendes. Dia tras dia, este dios de la muerte hace una matanza sobre nuestros nombres... y aún no tenemos la mínima idea de quien será. ─me acerque acariciando sus cabellos.
──No te agobies por ello, Zel. ─le di palmadas como si fuera un perrito.
──Hmph. Tendré que enseñarle por mi mismo la verdadera intensidad de su tontería.
──Si, aja. ─dije sin importancia.
En ese sentimos la presencia del Rey Demonio formandose a nuestra espada.
──Zeldris... Scarlett... mi representante, mi verdugo... mi hijo, mi nuera. ─ambos volteamos.
──¡¡Padre!! Juro que capturaremos a el responsable de esta vergüenza. ─dijo Zeldris.
──Suficiente de eso... más importante, traigo buenas noticias.
──¿Buenas noticias? ─pregunté.
──El Rey Demonio esta despertando.
──¡¿Estas despertando, padre?! Pero sigue faltando tiempo para que el sello sea roto.
──No yo... sino aquel que originalmente debió haber tomado mi mando... ─entre cerré mis ojos al mirar las escenas que mostraba la niebla, pues era Merlín de espadas mirando un cubo perfecto.
──Habla de Meliodas, ¿cierto? ─pregunté fríamente con mi semblante serio.
──No puedes referirte a... ¡¿ese traidor?!
──Hah... hah... no digas eso... él es tu propio hermano, y deberíamos la bienvenida como el nuevo rey de los demonios.
──¡¡Eso es... pero...!!
──Con todo respeto mi rey. Pero creo que lo más conveniente es otorgarle el mando del Rey a Zeldris. No creo que lo demonios acepten a un traidor como su nuevo rey. ─hablé cruzando mis brazos.
──Mis planes para ti eran convertirte en la nueva reina demonio... pero Meliodas nos traiciono antes de comprometerlos. ─entre cerré mis ojos. ──Pero eso ya no pasará. Meliodas será el nuevo rey demonio. Así que ahora les doy esta orden. ¡¡RESCATEN A MELIODAS!!
──¡T-tu debes de estar bromeando! ¿Quieres que vayamos a rescatar a Meliodas para que pueda ser el próximo rey demonio? ─expresó enojado. ──¡¡Padre!! No puedo cumplirlo, yo...
──Yo no quiero oír ninguna propuesta. ─Zeldris apretó su mano. ──Meliodas se dirige actualmente a su ubicación, junto a sus compañeros los ocho pecados capitales. Para intentar romper la maldición sobre la hija de la Suprema Deidad, Elizabeth... hah... hah... Ya no hay ninguna amenaza para el clan demonio aparte de ellos. Cuando lo rescaten, maten a todos los ocho pecados capitales... antes de que se conviertan en una amenaza mayor. ─lo mire sin expresión. ──Y mi querida, nuera. Tu eres uno de mis verdugos que hayas asesinado a todo tu clan fue lo mejor que pudiste hacer, ellos solo vivían porque tu era la única que me interesaba, tu poder debía de estar bajo mis ordenes, confío en ti, en mi mejor verdugo que jamás me fallará. Estaré vigilando a través del purgatorio.
──¡Sí, señor! ─dijimos ambos sin titubeos y con claridad de las cosas.
Dicho eso se esfumó, solté el suspiro que estuve reteniendo en todo este tiempo.
Mire de brazos cruzados con una sonrisa de medio lado a Zeldris en cuanto les quito los mandamientos a Gloxinia y Drole mientras los demás no le contestaban.
──Te dije que debía matarlos cuando tenía la orden. ─dije con burla al ver los dos mandamietos en su mano.
──Estarossa actualmente esta en coma. Lo que significa que los diez mandamientos han sudo esencialmente aniquilados. ─murmuró apretando su mano incrementando su poder haciendo que su marca en su frente creciera. ──¡Muy bien podemos manejar todo esto nosotros mismos como antes! ¡Le mostraré a todos quien es el más digno de convertirse en el rey demonio!
──Así se habla mi pequeño Zeldris. ─lo abrace y por ser tan pequeño su cabeza quedo en mis pechos.
──Puedo verlo bien. Sus imágenes reinando en lo alto del trono del rey y reina demonio. ─ambos miramos a las dos personas que estaban llegando. ──Por favor, permitamos dejar que nuestra fuerza sea de utilidad para usted de alguna manera.
──¡Ustedes dos...! ─hablamos ambos al ver a los hombres. ──¡¡Cusack!! ¡¡Chandler!!
──Ha pasado mucho tiempo, príncipe Zeldris, princesa Scarlett. ─se arrodillo bajando su cabeza. ──Me alegra saber que después de 3000 años, mi sueño de que ambos estén juntos se vea cumplido.
──Cuanta veces te he dicho que no me interesa Zeldris, Cusack. ─me cruce de brazos alejando a Doris de mi. ──¿Y como han logrado liberarse? ─pregunté.
──Luchamos con el sello de las diosas, que se hace más grande y más poderoso ante un demonio de clase alta como el príncipe Zeldris. Pero debido a los efectos del sello, nos habíamos debilitado significativamente. Y gracias a eso, de alguna manera pudimos escaparnos. ─explicó sin subir su cabeza. ──Pido disculpas por mi rudeza, pero escuche su conversación con el rey demonio. El deber de exterminar los ocho pecados capitales, que fueron los suficientemente hábiles para derrotar a los diez mandamientos... y al rey gigante y hada... por favor, permítanme manejar ese deber.
──Levante su cara. De pie. ─ordenó Zeldris. ──Has hecho bien en volver. Con ustedes dos aquí, el vacío dejado atrás por esos 9 será más que compensado.
──Ocho, Estarossa no tardará en despertar. O eso creo. ─susurré lo último.
──Yo soy indigno de tal alabanza. ─dijo Cusack con una sonrisa al ver a su pequeño alumno.
──Ohh! Una reunión conmovedora de maestro y estudiante. ─habló Chandler. ──Hmph! ¡Estoy tan celoso!
──No se sienta tan mal. Ya que viejos soldados como nosotros podremos servir para el ejercito de los demonios otra vez. Yo, como el antiguo maestro de Zeldris. Y tú, como el de Meliodas.
──Y el dia apenas comienza. ─dije en un suspiró. ──Y lo que viene.
Solté un suspiró mirando el cielo.
Esto esta por comenzar. ─pensé con mi semblante serio.
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