┆OO.4
━SUNAGAKURE ━
• • •
Eran las tres de la madrugada, cualquiera persona estaría durmiendo en su cama calientita.
Y después estamos nosotros, aquí frente a nuestro sensei, más dormidos que despiertos. Como hoy, ni mañana tenemos misiones, él quiso aprovechar eso para entrenar.
──Bien, primero que nada para calentar y quitarles ese sueño van a dar 100 vueltas al campo, ese será nuestro entrenamiento matutino.
Ninguno de los tres nos quejamos, pues cada vez que lo hacemos sufrimos un castigo. A decir verdad llevamos casi seis meses conociéndolo y sabemos de lo que es capaz.
Los tres maldiciendo al hombre en nuestros pensamientos comenzamos a dar las cien vueltas.
Cuando por fin las terminamos, después de dos horas, nos puso hacer cincuenta lagartijas, sentadillas y abdominales dejándonos casi muertos en el suelo.
──Bien, chicos descansen un poco ya regreso. ─lo vimos desaparecer.
──Propongo mudarnos de aldea y cambiar identidades para que no nos encuentre. ─habló Kenzo tirado de panza en el suelo.
──Hmp. ─fue lo único que mi boca emitió.
──No encontrará y nos matará. ─comentó Suki. ──. No tenemos salida.
──Nuestro destino es vivir un infierno al lado de ese cruel hombre. ─murmuró Kenzo y la única imagen que se me vino de Banri, fue cuando intentaba atrapar una mariposa para Kata.
──Un cruel hombre. ─dije cerrando mis ojos.
Todo quedó en silencio, disfrutando del tiempo son Banri. Pasaron alrededor de media hora cuando regresó, nosotros ya podíamos respirar mejor que antes.
──Tengan, coloquen esto en sus muñecas y tobillos. ─nos entregó cuatro pulseras.
──¿Qué es esto? ─pregunto la castaña observando sus pulseras color morado.
──Digamos que son como pesas, pero más bonitas que las normales.
──¿Pesas? ─el pelirrojo menor se colocó una en la muñeca y en cuanto lo hizo no podía mover el brazo. ──. No puedo mover mi brazo. ─miramos cómo trataba pero no se movía ni un poco.
──¿Qué ganamos con esto? ─preguntó Suki colocando las pesas en sus tobillos. ──. Realmente no puedo mover mis piernas. ─se quejó intentando mover sus piernas.
──Bueno, con esto van a ganar velocidad. ─nos sonrió. ──. Cuando ya se acostumbren a ellas trabajaremos en su taijutsu y en sus jutsus.
Mire las mias eran de color negro.
──Esto es estúpido. ─susurré mientras las coloco en mis tobillos.
──Con que estúpido, ¿eh? ─mire a Banri parado al frente mío. ──. Ahora usarás cuatro más.
──¡¿Que?! ─me entrego otras de color blanco. ──. Esto es injusto. ─murmuró terminando de colocarmelas todas.
Trate de mover mi cuerpo, pero esto no se movía ni un poco.
──Bien, ahora harán lo mismo que hicieron hace rato. ─nos sonrió con malicia. ──. Pero el doble.
──¡¿QUÉ?! ─gritamos los tres sin poder creerlo.
──¡¿Acaso está loco?! ─gritó Suki.
──¡¿Cómo piensa que podemos hacerlo si ni siquiera podemos movernos?! ─preguntó Kenzo desesperado.
──Ese es su problema. Ustedes no se irán de aquí hasta ver que han hecho lo que les ordene. ─dicho eso se fue a sentar debajo de un árbol. ──. ¿Qué hacen ahí parados? Acaso quieren el triple.
Los tres muy apenas comenzamos a movernos, ellos iban más adelante que yo, porque solo tenía cuatro pesas no como yo que tengo ocho pesas.
──¡Como odio este día! ─escuche la risa de Banri.
Ya se estaba haciendo de noche y la única que seguía "corriendo" alrededor del campo era yo, ya que mis compañeros lo hicieron más rápido al no tener tanto peso. Lo bueno es que ya puedo dar pasos un poco más largos mientras que ellos ya pueden casi trotar.
Pasaron más de siete horas, eran casi las doce de la noche y por fin estaba por terminar las abdominales.
Tanto mis compañeros y sensei ya se habían ido a casa. Los primeros ya habían hecho todo mientras que Banri dijo que su esposa lo esperaba dejándome a mí en medio de la nada.
──Noventa y nueve... cien. ─me dejé caer al suelo con mi respiración agitada. ──. P-por fin... te-termine.
No tenía fuerzas para levantarme he irme a la casa así que opte por dormir en el campo al aire libre, porque gracias a dios Banri nos dijo que nos quería mañana a las ocho para entrenar, eso significa que nos quiere a las seis y como me estoy acostumbrando a levantarme a las tres de la madrugada iré a la casa a tomar un baño.
──Veo que ya pueden caminar mejor.
Miramos al sensei casi muriendo del dolor que sentimos en todo el cuerpo.
──Habla por ellos dos. ─dije, yo muy apenas y puedo caminar bien.
──A ti te costará más tiempo.
──Tsk. ─trate de cruzarme de brazos pero me pesaban. ──. Estúpidas pesas.
──¿Sensei qué haremos ahora? ─pregunto la ojiperla.
──Vamos a pulir su taijutsu. ─sonrió. ──. Pero primero la rutina matutina.
Suspiramos para comenzar a "correr" hasta dar cien vueltas al campo, para después hacer las cincuenta lagartijas, sentadillas y abdominales.
Esto tardará horas...
──Es hora de comenzar con el taijutsu.
Empezó con Kenzo quién de las tres era el mejor en ello, a nosotros nos puso a correr para que nos acostumbremos más a las pesas.
Cuando terminó con él, Suki fue la siguiente, el sensei le dijo a Kenzo que ya podía irse a casa mientras que yo me quedé cinco horas más corriendo, pero lo bueno es que ya puedo correr lento, pero corro.
──Bien, Yumei es tu turno. ─miré a Suki irse con los pies en rastra. ──. Unas horas más y te irás a casa a descansar para mañana descansar e ir a una misión después.
──Que buen consuelo. ─me coloque en posición.
Solo podía bloquear sus ataques ya que me pesaba un poco poder dar patadas. Él lo noto, por lo cual comenzó a moverse más rápido provocando que con esfuerzo y un poco de dificultad empecé a dar leves patadas que con el tiempo fueron incrementando.
Y sin darme cuenta pasaron unas horas y me sentía un poco más ligera que ayer, es como si ya me estuviera acostumbrando a las pesas.
Daba más rápido mis patadas moviéndome más rápido que antes, esto causó una sonrisa de su parte.
──Bien, es suficiente. ─habló con su respiración agitada como la mía. ──. Me sorprende que te puedas mover con más agilidad.
Me tire al suelo mirando el cielo que comenzaba a oscurecer, mi pecho subía y bajaba frenéticamente tratando de llenar mis pulmones de aire.
──Será porque fui la que se quedó haciendo más vueltas que los demás.
──Por eso lo hice, para que te acostumbres más rápido.
──Haré como que te creo. ─este me miro para posar una sonrisa típica de él.
──Todo lo hago para que seas una kunoichi fuerte algún día.
Lo miré irse.
──De qué sirve ser fuerte si no tengo nada que proteger.
El viento sopló moviendo mis cabellos que estaban adheridos a mi piel por culpa del sudor. La fresca brisa me hizo sentirme bien, desde que tengo memoria el viento siempre me protege.
Han pasado meses desde que Banri nos obligó a colocarnos las pesas. Hoy en día se siente como si fueran simples pulseras que adornan nuestra ropa o eso creo.
En estos meses cada quien se ha enfocado en perfeccionar nuestros jutsus, taijutsu. Eramos buenos en ellos, pero no es mi fuerte.
Mi fuerte, para mí son los jutsus de Futon y Katon.
El fuerte de Suki, pues es el taijutsu de su clan, ya que poseé el Byakugan.
El de Kenzo es el taijutsu y jutsus de Doton sin mencionar que es un ninja sensorial cosa que nos es de mucha utilidad cuando Suki no puede encontrar a un enemigo.
Últimamente, por estar en misiones tras misiones no he visto mucho a mi hermano y menos alguno de nuestra generación. Y sinceramente, siento que cuando nos volvamos a ver no seremos los mismo de antes.
Justo ahora, caminaba a paso lento por la aldea para llegar al lugar donde Banri nos sito. Se me hizo un poco extraño que nos citará al medio día ya que siempre es desde la madrugada.
──¡Yumei! ─ignoré el grito de Kenzo y seguí mi camino. ──. ¡Ayuda, me quieren linchar!
──Muere en silencio. ─solté sin interés.
──Por favor, ayúdame. ─se paró al frente mío mirando con terror a mi espaldas.
──¡Hitomi Kenzo estás acabado! ─escuche unos gritos de chicas provenir a mis espaldas.
Kenzo me dio la vuelta ocultándose detrás mío mientras un grupo de chicas enojadas llegaba hasta nosotros.
──Lo siento mucho, chicas. ─se disculpó el pelirrojo. ──. Nunca les fui infiel. Mi corazón las ama por igual.
──¡Cállate maldito mujeriego!
──¡Me la vas a pagar!
──¡Nadie me es infiel!
Solté un suspiro al escuchar las quejas de las chicas, al parecer por fin se dieron cuenta que Kenzo no es muy estable para las relaciones.
──Cierren el hocico, todas ahora. ─demande con calma, todas me miraron. ──. No se si son estúpidas o son lo que les sigue de estúpidas para pensar que Kenzo tendría una relación estable. Si saben que el idiota es mujeriego, para que seguirle la corriente. Así que dejen de quejarse y olviden algo de un día, que no se acabará el mundo.
──¿Y tú quién crees que eres para hablarme así, estúpida?
──Alguien que no está a tu par, escoria. ─la miré fríamente. ──. Así que lárgate y llévate a tu mierda lejos de mi, sino quieres que te rompa un brazo. ─mi voz severa la hizo temblar.
──M-me iré, p-pero porque yo lo decido. ─dicho eso, se echó a correr con todas las demás.
Sentí a Kenzo suspirar detrás mío.
──Muchas gracias, Yumei. ─limpio el sudor de su frente. ──. Te debo una.
Me giré observando sus ojos turquesas. Sin pavor alguno tome sus mejillas para acercar su rostro al mío, él era un poco más pequeño que yo.
──Me debes más de lo que vale tu vida. ─sentía como temblaba ante la cercanía. ──. Pero, si me compras unos takoyakis será más que suficiente.
──S-sí, te compraré los que sean. ─se apresuró a decir. ──. Si es necesario el puesto completo.
──Me parece bien. ─lo solté, él suspiro de alivio. ──. Ah, y una cosa más. ─me miró. ──. Deja de ser tan mujeriego, idiota.
Sonrió de medio lado.
──No prometo nada.
Solté un suspiro retomando mi camino, esté seguía hablando de las chicas con las cuales quiere salir yo solo ignoraba sus palabras. Hasta que por fin llegamos, Suki ya estaba ahí.
──Vaya, ¿qué hacen los dos juntos? ─preguntó con picardía.
──Yumei me salvó de ser crucificado por un grupo de chicas hermosas. ─dijo con una sonrisa nerviosa.
──Adivinaré, saliste con varias en distintos días, ¿verdad? ─él solo soltó una risa. ──. ¿Por qué no me sorprende?
──Hola chicos. ─nos sobresaltamos al escuchar la voz de Banri tan de repente.
A pesar de eso, me pareció muy extraño eso ya que siempre nos dice "entrenamiento matutino" solamente al llegar.
──¿Sucede algo sensei? ─no fui la única que lo noto, mire a Suki quien fue la que preguntó.
──Nada de qué preocuparse. ─nos mostró tres hojas. ──. Es solo que los recomendé para los exámenes chunin.
Nosotros nos miramos en una especie de shock.
──¿Cómo... ─balbuceo Suki.
──, ha... ─Kenzo se quedó a medias.
──, dicho? ─termine la pregunta.
──Los recomendé a los exámenes chunin. ─sonrió extendiendo nuestras hojas de solicitud.
──Eso es... ─hablo el pelirrojo tomando la suya. ──. ¡Asombroso! ─brinco de felicidad besando la hoja.
──Estoy con él. ─Suki de la emoción abrazó a Kenzo. ──. ¡No puedo creerlo!
──Hmp. ─me crucé de brazos con la hoja en mano. ──. Será interesante. ─el hecho de saber que mi hermano me verá en los examenes me emociona, puede que ahora mi padre se de cuenta de todo lo que se ha perdido de su hija.
──Me alegra verlos feliz. ─nos despeinó el cabello. ──. Es decisión suya si quieren ir o no. ─lo dijo serio. ──.Será dentro de siete días en el salón 301.
──¡Allí estaremos! ─gritaron mis compañeros mientras yo los miraba con una mueca que salió de mi en forma de sonrisa.
──Hagan que me sienta orgulloso.
──¡Cuente con ello, Banri-sensei! ─este desapareció con su típica sonrisa observando al pelirrojo menor.
Guarde mi solicitud dando media vuelta alejándome de ellos.
──¡Espera, Yumei! ─mis compañeros aparecieron a un lado mío.
──¿A dónde vas? ─preguntó Suki.
──Tengo que buscar a Konohamaru. ─dije al doblar la vuelta de la calle.
──¿Te ayudo? ─mire a Kenzo.
──No es necesario. ─comentó Suki mirando al frente. ──. Ya lo encontré, Yumei. ─mire a su dirección.
Mis manos se hicieron puños y la sangre me comenzó a hervir al ver como alguien tenía sujetado del cuello de la camisa a mi pequeño sobrino.
──¿Yumei?
Ignore a Suki y comencé acercarme al idiota con pasos firmes. Cuando llegué a su lado tomé su mano y sin compasión se escuchó el "crack" del hueso romperse.
──¡Agrh! ─soltó un grito de dolor.
──Vuelve a lastimarlo. ─lo mire fríamente. ──. Y te mato. ─este al igual que la chica de cuatro coletas se quedaron temblando.
──Yumei-obasan. ─me abrazo llorando.
──Ya Konohamaru. ─me agaché a su altura. ──. Sabes que no permitiré que nadie te lastime. ─bese su frente. ──. Ven vámonos.
Tome su mano para irnos no sin antes darles una mirada fría a los chicos que por sus bandas se podía ver que son de Suna.
──Donde me entere que tocaron un solo cabello a cualquiera de mi aldea, no responderé y los voy a golpear hasta dejarlos medio muertos. ─sus rostros reflejaban miedo. ──. Moegi, Udon, vámonos. ─di media vuelta llevándome a Konohamaru y sus amigos.
Nadie lastima mi aldea ni su gente. ─el viento movió mi cabello. ──. Tal vez, al final si tengo algo que proteger.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top