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DÍA A DÍA


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──Gracias, Naruto. 

Escuché la voz de Kankuro con gran sinceridad por haber ayudado a su hermano.

──Oye, no me veas a mí. ─dijo el rubio. ──. A quien hay que agradecerle es a la abuela. ─miró a la nombrada en brazos de Sakura. ──. Ella logró revivir a Gaara con un ninjutsu médico increíble. Se agotó tanto que se quedó dormida.

Suspiré ante su inocencia de aquel jutsu.

──Pero estoy seguro de que estará bien cuando vuelva a la aldea. ─soltó con una sonrisa inocente.

──No será así. ─le corrigió el castaño. ──. La abuela Chiyo uso el jutsu.

──¿De qué hablas? ─preguntó desconcertado. ──. ¿Cómo que no? 

──Ustedes, mocosas. ─miré a las chicas que estaban intentando abalanzarse contra Gaara, pero Temari se los impedía. ──. Silencio. ─ante mi mirada y tono de voz se callaron.

Gaara por su parte escuchaba la conversación entre Kankuro y Naruto.

──Ella no usó ninjutsu médico, usó el jutsu de reanimación. ─el pelirrojo miró a su hermano sorprendido al igual que Naruto. ──. La abuela Chiyo está muerta.

──¿Qué dijiste? ¿Cómo puede estar muerta? ─preguntó el rubio.

──Es un jutsu que te permite revivir a alguien a cambio de tu propia vida. 

──No puede ser. ─murmuró Tenten.

──En la corporación de maestros de títeres, hace años se decretó un jutsu para darle vida a los títeres. ─comentó Kankuro. ──. La abuela Chiyo encabezó el proyecto. Se clasificó como un jutsu prohibido y se cerró. 

Naruto se levantó del suelo mirando el cuerpo de la abuela Chiyo. A su lado se encontraba otro señor de avanzada edad, posiblemente un familiar suyo por cómo la veía.

──Mírenla. ─habló. ──. Parece que va a empezar a reírse. Se ve tan tranquila. 

──Sí. ─susurró Sakura derramando lágrimas. 

De reojo miré al pelirrojo en mis brazos, él solo miraba el cuerpo de la abuela Chiyo. 

──Naruto. ─llamó Temari. ──Hay algo muy diferente en ti. Efectivamente tienes el poder de cambiar a la gente. 

Dejó de verlo para enfocar su mirada en ella. Sin poder creer que ella dio su vida por la de Gaara.

──La abuela Chiyo nunca en su vida se preocupó por el futuro de Sunagakure. No era de las personas que haría algo así por Gaara. 

Apreté el hombro del pelirrojo al verlo cerrar sus ojos. Supongo que esto realmente lo tomó por sorpresa.

──La Sra. Chiyo les confío el futuro a ti y a Gaara. ─dijo el Hatake y agradecí que no me mencionara. ──. Tuvo una digna muerte para un shinobi. 

──Sí, igual que el Sandaime Hokage. 

Cerré mis ojos al sentir el viento soplar con suavidad acompañadas de las miradas de mis compañeros.

──Es cierto. 

──Ya comprendí lo que deseaba la abuela. ─murmuró el rubio mirando al frente. 

Gaara comenzó a levantarse negándose a mi ayuda hasta que Naruto lo tomó del brazo ayudándolo a ponerlo de pie. Por mi parte me quedé de cuclillas en el mismo lugar observando a ambos frente al cuerpo de ella. 

──Elevemos una oración para la maestra Chiyo como despedida. ─pidió Gaara cerrando sus ojos al igual que todos nosotros.

Cerré mis ojos aunque no era muy creyente sobre las religiones. Un minuto de silencio era lo mínimo que podía hacer.

El viento se movió con calma golpeando mi rostro. Abrí mi ojo derecho después de aquel minuto de silencio. 

──Es momento de regresar. ─habló Temari mirando a su hermano menor. ──. Es hora de volver a casa, Gaara. 

Él la miró asintiendo con la cabeza.

Solté un suspiro pesado a punto de levantarme. Para sorpresa mía había una mano estirada hacía mi dirección. Mi ojo se cruzó con los azules del rubio.

Una sonrisa casi visible surco mis labios tomando con fuerza esta y de un tirón estar frente a frente. Su estatura era unos centímetros menos que la mía, parecía que no había cambiado mucho.

──Sigues igual, Naruto. ─dije al ver su sonrisa. ──. No has cambiado mucho.

──Me gustaría decir lo mismo, pero tu si que cambiaste, Yumei. ─sonrió. ──. Te pareces a la vieja Tsunade, "ttebayo.

Alcé una ceja al verme comparado con la Hokage. No creo tener nada iguala ella, ¿o sí?

──Voy a fingir que no dijiste eso. ─solté colocando mis manos en mi cintura. 

──Shikamaru si que tiene suerte. 

Preferí ignorarlo. 

Era hora de regresar.

Suspiré.

Miraba alrededor observando solo los restos de las marionetas destrozadas de Sasori. Caminé hasta encontrar lo que parecía ser su forma verdadera.  

──Vaya, así que esta era su verdadera forma. ─dije con una pequeña sonrisa. ──. Era bastante lindo a decir verdad.

──¡¿Y yo, Suki-chan?! ─escuche la voz infantil de Tobi mientras buscaba el anillo. ──. ¿Creé que Tobi es un chico lindo? 

──¡Por supuesto que sí, Tobi! ─sonreí, a pesar de todo me encantaba hacerlo. 

──Ni siquiera has visto su rostro. ─habló Zetsu caminando a mi lado. ──. No lo engañes de esa forma.

──La belleza siempre está en el interior, no en el exterior, Zetsu. ─le aclaré pasando mis dedos por mi cicatriz. 

──Lo dices porque tienes esa horrenda cicatriz, de lo contrario dirías otra cosa. 

Sonreí mirando a otro lado que no sea él.

──Creo que me conoces bien, Zetsu. ─di unas palmadas con mis dedos al terminar de delinear aquella cicatriz. ──. No importa la cicatriz, sigo siendo hermosa. 

──¡Miren, aquí está! ─ambos giramos a ver a Tobi, había encontrado el anillo. ──. ¡Aquí está Sr. Zetsu, Suki-chan! ¡Lo encontré!

──¡Vaya, eso es genial! ─sonreí mirando tomar el anillo. 

──Tal vez ahora pueda ser un miembro de los Akatsuki, ¿eh? ─comentó. ──. Después de todo, ya hay una plaza, ¿no? ─lanzó el anillo al aire jugando con este.

──Tonto. ─habló Zetsu Negro. ──. ¿En serio crees que es tan fácil? 

──Oh, vamos, Zetsu. ─lo miré con mis manos en la cintura. ──. ¿Por qué no admitirlo? Tobi es un buen chico.

──Creo que Suki-chan tiene un poco de razón. ─dijo Zetsu blanco estando de acuerdo conmigo.

──Solo velo. ─dije. ──. Se esfuerza por serlo. 

Ambos lo miramos, justo el anillo paso de sus manos cayendo a los escombros. Una gota de sudor bajó por mi frente sintiendo su mirada en mí.

──Ay, Tobi. ─susurré escuchando los pasos de Zetsu irse. 

──¡Vámonos! 

──Sí, antes de que alguien venga. ─di media vuelta siguiendo a la planta. ──. ¡Tobi no te quedes atrás! Tenemos que buscar a Deidara. 

──¡Un minuto, Sr. Zetu, Suki-chan! ─pidió al no poder sacar el anillo, ninguno le hizo caso y seguimos el camino. ──. ¡Sr. Zetsu! ¡Suki-chan! ¡Oigan! ¡¡Oigan!! 

Solté una risa al escuchar su grito por toda la cueva.

Me detuve observando el cielo sintiendo el viento soplar como lo hace normalmente. 

──Así que vives... Yumei. ─relamí mis labios al imaginar su rostro con aquella horrible cicatriz que le deje. ──. Pronto nos volveremos a ver.

El sol se estaba escondiendo detrás nuestro anunciando que pronto sería de noche, pero eso no impedía que siguiéramos caminando. Faltaba poco y desde aquí podíamos ver la aldea de Sunagakure la cual, para sorpresa de muchos, estaba rodeada de los habitantes esperando la llegada del Kazekage.

Tanto Naruto como Kankuro ayudaban a Gaara a caminar, pues aún no podía mantenerse del todo bien, mientras que Gai-sensei ayudaba al Hatake. 

Los gritos y aplausos de todos los aldeanos no tardaron en hacerse escuchar al ver su Kazekage llegar en una pieza.

──Eso es una gran bienvenida. ─comentó Kankuro.

──Oh, sí. ─murmuró Naruto feliz por su amigo. 

──¡Qué gran cantidad de gente! ─expresó Lee a un lado de Tenten.

──Es lo que se merece un Kazekage. ─soltó el Hyuga.

──Sin duda. ─le apoyo la castaña.

──Es un lindo detalle, sin duda. ─dije caminando a un lado del castaño. ──. Pero muy empalagoso para mi punto de vista. 

──Lo dice cuyo nombre es conocido por toda la aldea. ─murmuró Tenten.

──No es por mi, sino por mi padre. ─le aclaré golpeando su frente con mi dedo índice impulsado por el pulgar.

──Auch. ─se quejó.

Decidida a no seguir hablando, observe al frente a todos los shinobis acercarse a Gaara.

──Me alegra que estés bien. ─habló su sensei. 

──Es gracias a esta gente. ─dijo el pelirrojo. 

──Uzumaki Naruto te agradezco. ─miró al rubio.

──Yo no soy el que... es decir... ─miró a otro lado avergonzado. ──. Bueno, yo casi no hice nada, "ttebayo. 

──Lord Kazekage. ─su mirada paró en el chico. ──. La gente espera para recibirlo en casa. ─las personas abrieron paso para dejar un camino. ──. Vamos, adelante.

──Aún no. ─se sorprendieron al escucharlo, pero lo comprendieron cuando vieron lo que miraba.

El cuerpo de la abuela Chiyo.

──Es muy justo. 

──Honremos la memoria de la Sra. Chiyo. ─pidió Baki. ──. Un minuto de silencio. 

Todo quedó en silencio mientras la camilla, donde era llevaba, entraba a la aldea.

──Hermana, volviste a casa.

No pasó mucho tiempo para que todos nosotros nos encontráramos listos y con energía suficiente para regresar a nuestra aldea. Hacía casi tres semanas que no he estado en casa y no he visto a nadie, supongo que después de esto descansaré un poco. 

──¿Qué? ¿Ya se van? ─preguntó el castaño en cuanto le dijimos de nuestra regresó a la aldea. ──. Quédense un poco más, por favor. 

──Kankuro tiene razón. ─habló la rubia. ──. Un par de días. Necesitan descansar.

──Ojalá pudiera, "ttebayo. 

──También yo, pero debemos pasar un reporte completo a la Hokage a la brevedad. ─comentó Sakura.

──Entiendo. 

──Además, si los Akatsuki lograron penetrar Sunagakure, me preocupa la seguridad de Konoha. ─aclaró Kakashi siendo sostenido por Gai-sensei.

──Comprendo. ─dijo Baki al comprenderlo. ──. Han de querer volver pronto. Pero en tus condiciones...

──No pasa nada. ─se apuró a decir. ──. Tengo colegas que pueden ayudarme a regresar.

──¡Él tiene toda la razón! ─exclamó mi sensei con energía.

──Por cierto, mandamos un reporte preliminar con Takamaru, pero no mencionamos los detalles de los dos Akatsuki. ─informó Baki. ──. ¿No querrán informar a su aldea?

──Yo le reportaré eso a la Hokage en persona ─aclaró el peligris. ──. Porque hay algo más que me conflictua.

No sabía a qué se refería él con aquello.

Antes de irnos pasamos por la tumba donde descansa la Sra. Chiyo a dejar nuestro último adiós antes de regresar a casa. 

──Vámonos. ─ordenó Gai-sensei.

Todos caminamos, pero esperamos a Sakura y Naruto, quienes seguían despidiéndose de ella. Supongo que ellos sentían el peso de conocerla un poco antes que nosotros.  

Suspiré observando a los hermanos de la arena venir a despedirnos. 

──Hasta pronto. ─dijo Kankuro.

──Eh, si. ─el rubio no era bueno despidiéndose, solo miraba a Gaara sin saber qué decir. ──. Supongo que ahora es cuando la gente acostumbra a darse la mano. ─comentó mirando al suelo avergonzado. ──. Yo nunca he sido muy bueno en esas cosas, así que mejor lo dejamos así.

Se notaba que él quería darle la mano a Gaara, pero no sabía si a él le parecía bien ese gesto. Hasta que Gaara le extendió la mano tomándolo por sorpresa. 

El rubio no sabía como reaccionar hasta que la arena lo hizo responder aquel saludo.  

Una idea surgió en mí al ver aquello. Nunca había pensado en usar al viento para poder mover a las personas. Podía hacer que alguien golpeara a otro por accidente.

──Ni lo pienses. ─me susurró el Hyuga al ver mi mirada con un brillo.

──Le quitas lo divertido a la vida. ─lo miré de reojo. 

──Bien, es hora de irnos. ─anunció Gai-sensei haciendo que ambos separaran sus manos.

Sin decir nada más dimos media vuelta comenzando a caminar o al menos eso hacían todos menos yo. Miré mi cintura sujetada por la arena.

──En serio creerías que te irías sin despedirte. ─escuche la voz de Temari.

La arena me atrajo hasta llegar al frente de ellos. Mis compañeros se detuvieron observando desde luego.

──No creí que fuera relevante. ─dije viendo la arena desaparecer. 

──Yumei. ─miré a Gaara. ──. Gracias. ─al igual que con Naruto me extendió su mano. 

Me quedé un segundo observando esto. Solté una leve sonrisa apartando está tomando por sorpresa a todos al verme envolver mis brazos en él. 

──No me hagas preocuparme de nuevo, pequeño menso. ─susurré para que escuchara solo él. ──. Cuídate, Gaara. Tienes que proteger a muchas personas. 

Pude sentir sus brazos corresponder al abrazo con timidez, como si este fuera su primer abrazo. 

──Eso haré. ─dijo cuando me separé de él. 

──Supongo que nos vemos después. ─me despedí mirando a los tres. 

Di media vuelta comenzando a caminar hasta llegar junto a los demás.

──Ninguna palabra sobre eso, ¿entendieron? ─hablé con seriedad.

──Quien te viera abrazando al Kazekage con tanta confianza. ─soltó Tenten riendo.

El viento le dio un empujo haciendo que cayera de cabeza a la arena.

──¡Oye! ─se quejó. 

──Ups. ─miré a otro lado.

──Estás acabada. ─se levantó dispuesta a venir por mí.

──¡Hyuga! ─salté a su espalda. ──. Tenten me quiere pegar, dile algo.

──A mí no me metan. ─dicho eso me dejo caer, pero Lee me tomó a tiempo.

──Neji, a una dama no se le debe dejar caer. ─dijo dejándome a un lado.

──Hmp. ─miró a otro lado.

──Por cosas como esas, Lee me cae mejor. ─comenté sintiendo la mala mirada del castaño. ──. No me arrepiento de nada. 

Para Gai-sensei este tipo de cosas eran normales entre nosotros después de cada misión. Pero para los demás era una sorpresa de terror al verme interactuando con mi equipo.

Desde que dije que comenzaría de nuevo, hablaba en serio. Sigo teniendo mi misma expresión, pero ahora valoro la vida de mis camaradas. 

No quiero perder el tiempo inexpresiva con ellos, como sucedió hace años.

Solté un bostezo siguiendo el camino. Íbamos a paso lento porque Gai-sensei no podía correr cuando el Hatake apenas podía mantenerse de pie.

Desesperaba mucho, pues ya habíamos llegado a tocar el pasto verde, pero seguimos en la arena. 

──¿No puede ir más rápido, sensei? ─preguntó Tenten desesperada por su velocidad.

Aunque nuestro sensei parecía estar igual, ir lento no era lo suyo. Ambos adultos parecían hablar o eso era el Hatake, ya que el sensei no tenía buena cara.  

──¡Apurensen, ¿quieren?! 

Me detuve al ver como mi sensei lanzó al Hatake al cielo. El platinado soltó un grito que hizo que los demás se detuvieran.

──¿Qué pasó? ─preguntó el Hyuga.

Nos quedamos en silencio al ver al Hatake encima de Gai-sensei; en caballito. 

¿Por qué no me sorprende ya esto? ─pensé regresando a mi rostro inexpresivo.

Los chicos a mi lado tenían un rostro de pena ajena sobre nuestros sensei's, menos Lee, quien parecía iluminado.

──Ya entendí. ─dijo al verlo. ──. ¡Va a entrenar! 

Ante eso, Gai-sensei sonrió. 

──¿Querían que fuéramos más rápido? ─preguntó corriendo a gran velocidad pasando entre nosotros dejando polvo. ──. ¡Les mostraré velocidad! 

El viento dispersó el polvo antes de terminar muertos por la tos.

──¡¿Qué les pasa, tortugas?! ─lo escuchamos gritar. ──. ¡¿No nos alcanzan?! ¡Vamonos!

Solté un suspiro. 

──Patético. ─murmuré.

──Neji. ─miré a Lee con su mochila en su pecho dando la espalda al Hyuga para que se subiera encima suyo. 

──Olvídalo. 

Oculté en mi mano una pequeña risa al imaginar a este encima de Lee. 

──Tenten. ─ahora su espalda estaba en la susodicha. 

──Ni de broma. ─negó.

──Yumei. 

──Piérdete. ─miré a otro lado comenzando a caminar.

Suspiré al verlo correr con las mochilas de todos, menos del Hyuga y mía. No tardamos en aumentar nuestra velocidad hasta podía notar como el castaño corría más rápido para que Lee no lo dejará atrás. 

Solté un pequeño suspiro.

Este era mi día a día.

Columpiaba mis pies de la rama del árbol donde me encontraba sentada. Habíamos llegado a un lugar del bosque justo donde encontramos el brazo de Deidara. 

Hice una mueca. No me gustaba que saliera herido, ni siquiera sabía si estaba con vida. 

──Vaya, ¿cómo ves? ─escuche a Tobi hablar mirando el brazo. ──. Parece que Deidara también murió. 

──No creo que haya muerto. ─dije con una mueca. ──. Deidara es fuerte.

──Claro~ ¿y como explicas este brazo? ─no dije nada. ──. Por como se ve, ha de haber explotado, ¿no lo cree, Sr. Zetsu? ─se inclinó tomando la mano. ──. Tal vez sus restos están regados por todo el lugar. ─se soltó a reír.

──Quitale tus manos de encima, idiota. ─una sonrisa apareció en mí al escuchar la voz de Deidara. 

──¡Deidara! ─exclamé feliz de verle, aunque este no tenga brazos y se encuentra muy cansado.

──¡Vaya, está vivo! ─expresó Tobi mirando al rubio. 

──¿Dónde está el jinchuriki? ─preguntó Zetsu negro.

──No me mires, yo hice lo mío, hmn. ─soltó de mala gana, como si recordara lo que pasó. 

──Me alegra verte, Deidara. ─salté de la rama llegando a su frente. ──. Por un segundo temí que estuvieras muerto.

──Por quién me tomas, Suki. ─me miró. ──. Por cierto, conocí a tu amiga. ─sonrió de medio lado. ──. Sus golpes son iguales a su belleza. ─susurró, pero lo escuché.

──No debe ser la gran cosa. ─me crucé de brazos restando importancia.

──Vaya, vaya, creo que tu encuentro estuvo fuerte, Deidara. ─habló Tobi. ──. Pero saliste de una pieza, ¿no? ─el rubio lo miró sin buen semblante. ──. Bueno, perdón, lo siento. 

──Tobi, ni el más paciente soportaría una tercera falta de respeto. ─dijo el rubio. ──. Una palabra más, y serás el causante de tu propia muerte. 

──¿Qué, acaso planeas reventarme o algo así? ─preguntó de broma.

──Esa fue la tercera. ─dijo Zetsu para que terminara por matarlo. 

Suspiré al verlo tirarle una patada para comenzar asfixiarlo con sus piernas.

──Ahora muérete asfixiado. 

──Tenias que decir eso, ¿no? ─miré a Zetsu. 

──Me gusta usar a otros para que hagan lo que quiero. 

──Ya lo noto. ─dije viendo como Tobi se quejaba de que ya no tenía aire. ──. Deidara lo vas a matar.

──Esa es mi intención.

Suspiré al saber que tenía que intervenir antes de que terminara con su vida.

Este era mi día a día.

Aprecien la portada hijos míos ♡

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