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━CONFÍA EN MI━
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Los días pasaron o eso creo, mi cabeza no medía el tiempo con detalle.
Observaba a lo lejos de la habitación, en un punto muerto en pared. Pronto oscurecerá y mi vista se enfoca en aquel punto, como si fuera lo más interesante de observar. Todos los días era lo mismo. No podía dormir, si lo hacía, mi sueño no duraba más de tres horas.
Mi mente juega pésimo con mis recuerdos, aquellos que deseo olvidar y también llevar siempre presentes. En la mitad de mis sueños todo se tiñe de sangre y en medio un cuerpo sin vida. Cada que me acercaba distinguía a la persona; era el cuerpo de Kenzo.
Me acercó a él intentando ayudarlo inútilmente con la estúpida esperanza de que siga respirando, pero cuando reacciono, es cuando observo mis manos teñidas de sangre, de su sangre.
Despierto gritando con mucha desesperación corriendo al lavabo en un intento de limpiar su sangre que nunca se iba. Para las enfermeras es imposible tratar de tranquilizarme y llevarme a la camilla, por ello, me inyectaron un tranquilizante.
Lo único que ha salido de mis labios desde que desperté han sido gritos por la madrugada, no he hablado con nadie más bien no puedo, no me salen las palabras. Me han diagnosticado un posible trastorno por estrés postraumático, para estar más seguros me tendrán en observación hasta que mis heridas cicatricen.
También por lo que he escuchado tras la pared, es que solo encontraron el cuerpo sin vida de Kenzo junto a los ninjas renegados. Se desconoce el paradero de Suki, no se sabe si está viva o muerta, pero al llevar su ojo la dieron por muerta.
Ojalá. ─pensé cuando escuché aquello entre el tranquilizante que me habían inyectado.
He visto matar a personas e incluso lo he hecho en alguna misión, pero eso lo hice para proteger a mis compañeros y completar la misión. Y hace unos días comprendí que no es lo mismo ver morir a otras personas, que solo robaban y mataban por gusto y placer a ver morir a mi compañero, al chico que ni siquiera podía matar una hormiga porque tal vez era hembra y no quería hacerle daño.
Kenzo no merecía eso, él merecía cariño. Era como un osito, no le hacía daño a nadie y la persona que más amaba lo traicionó por la espalda. Entiendo que me odie a mí por todo el "daño" que le ocasione en su vida, pero, involucrar a Kenzo en esto. Jamás se lo perdonaré.
Le haré pagar con creces la muerte de Kenzo.
Desde que desperté, evitó observarme en el espejo, realmente no me apetece ver el ojo de ella en mi rostro. Sinceramente, lo que viví aquel día me está llevando mucho más tiempo para procesarlo de lo que pensaba.
Ella prácticamente nos entregó al enemigo en una bandeja de plata. Solo por poder, por qué la he humillado frente a todos. Me da asco él tan solo ver a esas personas, que ponen el poder por encima de todo, y sin tener un propósito justificable... solo quieren ser fuertes para sí mismo.
Nunca entenderé eso, ¿que sirve ser poderoso si estás solo?
Aunque, despues dijo algo que me inquieto un poco.
Seguramente la familia de Kenzo me odiara al igual que los Hyuga. Pensaran que yo cause todo esto, lo vi venir desde que abrí mis ojos y entendí que no fue una pesadilla. Todos me culparán, porque siempre fui tan antipática y estoy segura de que esa es una de las razones por la cual la gente comenzara a pensar que no me importo dejarlos morir.
Y era cierto, no voy a mentir. No era muy amigable con las personas y menos con mis compañeros, tal vez jamás les haya hablado amistosamente y sonreí porque deje eso de pequeña.
Pero, te aseguro que aún siendo la chica más antipática, que no le interesa nada. No significa que no tenga sentimientos, que no los demuestre es una cosa. Porqué me duele la muerte de mi compañero, por qué él era un amor en persona tal vez un poco empalagoso, pero llegó a entender mi manera de ser.
Nunca lo demostré, pero amaba mis días con ellos. Fueron los únicos que no me invitaban a comer porque sabían mi respuesta, ellos me arrastraban a comer con ellos porque éramos un equipo.
Éramos los tres o ninguno. Solíamos decir los tres.
Lo éramos ─pensé.
Eramos otro equipo desfuncional de Konohagakure. De los cuales uno está muerto, el otro nos traicionó, una se encuentra internada en el hospital mientras que el instructor triste por ver a su equipo caer y sin poder hacer nada.
La puerta se abrió lentamente provocando que saliera de mis pensamientos. Sabía quién era la persona que acababa de entrar, era mi hermano. Aunque no podía verlo mucho, él ha estado conmigo en todo momento, preocupado por mi salud tanto mental como física. No he visto a nadie más que a él y al Hokage, la rubia no permitía que nadie entrara ya que estaba en observación.
──¿Cómo estás, princesa? ─como cada noche, se sentó a un lado mío acariciando mi cabello. ──. Tienes que recuperarte pronto. Konohamaru llora por verte.
No dije nada, no porque no quería sino porque mis labios no me responden. Intentaba realmente hablar, pero parecía imposible e incluso respiraba frenéticamente al no poder hacerlo. Es como si mi mente solo esperara a la persona indicada para hablar o tal vez con el tiempo podré hacerlo.
Como en cada noche, Asuma venía a desearme las buenas noches, no tiene permitido quedarse a dormir conmigo.
──Se que esto es duro aún para ti. ─soltó un pequeño suspiro. ──. No sé qué pasó ese día o cómo fueron los hechos. Quiero que sepas que nadie piensa mal de ti por lo que sucedió con Kenzo o Suki.
Con lentitud gire levemente mi cabeza mirando sus ojos que brillaban de preocupación. Mi ojo reflejaba un "mientes" y él lo entendió de inmediato.
──No importa lo que digan. ─aclaró.
──. Todavía falta el reporte de la misión completa. ─me acostó con cuidado en la camilla para dormir. ──. No hay que pensar en ello. Será mejor que descanses. ─deposito un beso en mi frente. ──. Solo descansa, ¿sí? ─susurró antes de levantarse de la camilla.
Lo mire salir de la habitación cerrando la puerta detrás suya. Solté un pequeño suspiro cerrando mi ojo tratando de conciliar el sueño, pero no era posible hasta que a las horas mis ojos se cerraron cayendo en un profundo sueño.
Desperté sobresaltada en medio del oscuro bosque. No sabía con certeza cómo llegué hasta aquí, lo último que recordaba era haberme ido a dormir.
Hacía frío, mi cuerpo temblaba al sentir la fría brisa pegarme en todo mi cuerpo, entrando por la holgada bata que cubría mi anatomía.
Me abracé a mí misma observando con inseguridad a todo mi alrededor. Caí en cuenta de que estaba en el mismo lugar en que murió Kenzo. Mis labios titiritean del inmenso frío, únicamente se escuchaba el sonido de mis dientes al chocar entre sí.
──¡ARGH! ─escuche un fuerte grito de dolor.
Camine hacia donde se escuchó el grito, consumida por la curiosidad. Cada vez que me adentraba al bosque escuchaba el sonido de una pelea, haciendo que apresure mis pasos. Fue entonces que llegue a un pequeño claro y como tenía mis sospechas, se estaba llevando una pelea, pero no una cualquiera.
Conocía a la persona que se enfrentaba a dos hombres de aspecto intimidante. Unos de ellos solo estaba de pie observando la batalla que tenía su compañero de cabellera platinada con una gran y filosa guadaña roja con plata.
──¡Kenzo! ─grité horrorizada al verlo tan herido a punto de colapsar. En cambio, mi grito no llamó la atención de ninguno de los tres. ──. ¡Kenzo, cuidado!
Le advertí de la filosa guadaña que iba directo a su pecho, pero mi voz no le llegó a diferencia de la guadaña que le dio directo en el corazón. Quise correr a su lado, abrazarlo y tratar de curarlo, pero mis pies no se movieron. Intentaba todo para moverme, pero parecía como si estuviera adherida a la tierra, solo me quede gritando sin poder evitar la muerte de Kenzo.
Nunca imagine que verlo morir frente a mis ojos me diera un gran golpe bajo, no de nuevo. Cerré mis ojos dando por vencida de poder ir a su lado estando en sus últimos segundos de vida.
──Y-yu..mei. ─abrí mis ojos sorprendida de tener a Kenzo acostado en mis piernas tratando de retener la sangre con mis manos.
──No hables. Ahora fuerzas. ─dije haciendo más presión. ──. Mierda. ─solté reteniendo mi llanto.
Caí en cuenta que estoy soñando con lo mismo de siempre. Repitiendo la muerte de Kenzo una y otra vez. En todas soy una inútil que no pude cuidar sus heridas. Siendo un fracaso como el líder del equipo que era. Se supone que era mi responsabilidad cuidar a mis compañeros, pero fue todo lo contrario él me protegió recibiendo la muerte como premio.
Sabía que esto no era real. Deje de sentir presión en sus heridas, la sangre salía más rápido mientras que yo dejaba caer mi cabeza ahogando mi llanto.
──E-estoy muriendo... de nuevo... ─murmuró sorprendiendome. ──. Quiero que escuches esto Yumei. ─lo mire, el brillo de sus ojos estaba por esfumarse. ──. No te culpes. Esto no es tu culpa, yo siempre quise que mi muerte fuera protegiendo a las personas que quiero... pero en cambio. ─tomo mi mano dando un apretón sin fuerzas. ──. Me iré feliz sabiendo que protegía a una de las pocas personas que amo.
──Kenzo... ─solté en susurro.
──Cuídate mucho. Recuerda que no estás sola, tienes a muchas personas que siempre te apoyarán. ─me dio una sonrisa que se formó como mueca. ──. No te alejes de los demás, ya no estaré para tomarte la mano y traerte de nuevo con nosotros. ─hizo una pequeña pausa. ──. Vive Yumei. Vive por los dos, haz lo que te parezca mejor. Yo siempre estaré de acuerdo con lo que elijas... siempre.
Al apretón de su manos se esfumó al igual que el brillo de sus ojos. Su cabello pelirrojo se mezclaba con su sangre. Su sangre estaba en todo mi cuerpo en especial en mis manos. Temblé al verlas bañadas en un líquido carmesí.
Me levanté sobresaltada dando un enorme grito cuando en mis manos observaba la sangre de Kenzo. Corrí directo al cuarto del baño abriendo el grifo de agua.
Tome el jabón y una esponja tratando de quitar la sangre de mis manos con desespero, pero esta no se iba, en cambio solo salía más. Estaba tan desesperada por quitar la sangre que no me di cuenta de la presencia de una persona hasta que tomo mis manos evitando que siga con lo que hacía.
──Fue suficiente, Yumei. ─levante mi mirada observando al hombre al frente mío. ──. No hay nada. ─se refirió a mis manos. ──. Están limpias.
No dije nada solo miraba mis manos, él me llevó a sentarme en la camilla secando mis manos con una pequeña toalla. Sin embargo, ante mí ojo seguía mirando la sangre en mis manos, me hacía sentirme culpable, de cierta forma siento que yo lo maté. Tomé con brusquedad la toalla comenzando a tallar mis manos con ella, pero las manos de él me sujetaron las mías entrelazando nuestros dedos para que dejara de forjar.
──No tienes nada, Yumei. Tus manos están limpias. ─mire mis manos intentando quitar las suyas, pero él apretó más el agarre. ──. Mírame pequeña. ─levanté mi cabeza lentamente observando su único ojo a la vista. ──. Sé mejor que nadie como te sientes. ─aclaró. ──. Y te puedo ayudar. Solo necesito que me digas todo lo que pasó. ─me quedé en silencio sin saber qué hacer. ──. Confía en mí.
Cerré mi ojo bajando mi cabeza soltando un pequeño suspiro. Necesitaba desahogarme, necesito hablar o gritar antes de que llegue a mayores. Mi subconsciente me pide a gritos que hable, ya no puedo seguir callada sin poder dormir por las pesadillas que me atormentan sin poder decir la cruel verdad de los sucesos de esa misión.
Mi cuerpo y mente se sentían relajados y confiados ante la presencia cálida de él. Del hombre que pasó algo igual en su pasado, aquel hombre me dio confianza para hablar y lo agradezco.
Abrí mi boca intentando hablar, pero no salió nada. Cerré mi ojo respirando con calma.
──L-los... ─aclaré mi garganta. ──., consejeros de Sunagakure nos dieron una habitación para pasar la noche. ─comencé a relatar sin perder mucho detalle. ──. En la mañana nos dieron el pergamino firmado. Nos despedimos y corrimos hacia la aldea. Sabíamos que nos seguían desde que salimos de aquí...
──¿Cuantos son en total? ─le pregunté a Kenzo saltando por los árboles lo más rápido posible, para ello ellos se quitaron las pesas, yo quedé con dos mientras que ellos sin ninguna.
──Muchos. ─dijo temeroso.
──¿Muchos? Eso no es un número. ─hable con el peor ánimo, tenía mal presentimiento. ──. Te pedí un número en concreto.
──Lo siento. ─se disculpó. ──. Siento alrededor de siete chakras.
──¿Cómo de qué rango? ─pregunte tratando de encontrar una estrategia o solo un plan.
Por un segundo mi vista cayó en Suki, quien se miraba tranquila sin prestar atención a nuestra conversación. A decir verdad no me siento segura de darle la espalda después de ver lo extraña que se ha comportado.
──Hay uno que destaca mucho. Su nivel es grande como el de Banri-sensei. ─suspire un poco aliviada al saber que solo era uno y no todos con ese rango.
──Un Jounin, los demás Chunnin. ─dijo con seguridad Suki. ──. Son fuertes, no hay que subestimarlos.
──¿Cómo sabes tanto de eso? ─preguntó Kenzo con seriedad, algo que no me gustaba.
──Intuición. ─se encogió de hombros.
Me limité a mirarle por unos segundos con desdén para regresar mi vista al frente. Ya íbamos por el tercer día y ellos no se dignan en atacar, como si esperaran a que nosotros fuéramos directo a una tram... ¡Mierda!
──¡Detente Kenzo! ─grité al ver lo que temía. ──. ¡Es una trampa!
A pesar de gritar el pelirrojo ya había caído en la trampa. Exactamente los árboles a nuestros alrededores comenzaron a explotar solo faltaba un árbol, justo en el que estábamos los tres.
──Doton: Dōmu. ─el pelirrojo nos tomó entre sus brazos cayendo en la tierra siendo cubiertas por un domo de roca.
Se escucharon las explosiones cesar, cuando el domo se deshizo. Salí mirando enojada a Suki.
──¡¿Qué mierda te pasa?! ─le grité sin poder evitarlo. ──. ¡Casi morimos si no fuera por Kenzo! ─ella solo me miraba neutral. ──. Se supone que puedes ver a 360°. Úsalos para detectar una trampa y a los enemigos.
──Lo siento. ─no parecía sincera. ──. Estaba distraída.
Una ventisca de viento pasó por mi cuerpo.
──Mierda. ─saqué mis cuchillas.
──Y-yumei. ─llamó Kenzo tembloroso.
──Lo sé. ─fruncí mi ceño. ──. No hay tiempo para correr. Ya están aquí, posición C.
Ellos se pegaron a mi espalda haciendo un círculo cubriendo nuestras espaldas. Justo al frente de nosotros aparecieron seis ninjas renegados de Kumogakure, mi vista iba a los lados buscando a su líder.
──No se molesten en pelear. ─dijo uno de ellos. ──. Conocemos todas sus habilidades.
──¿En serio? ─pregunto Kenzo nervioso.
──Muy en serio. ─contestó otro con una sonrisa burlona.
──¿Cómo es que saben nuestras habilidades? Acaso alguien les dijo. ─pregunta de nuevo el pelirrojo.
Suki se tensó.
──Es confidencial. ─de entre los árboles deshechos salió un tipo. Me supuse que era el líder al ver a Kenzo ponerse más nervioso sintiendo su chakra. ──. Bien, a lo que estuvimos esperando desde hace días.
Drene mi chakra por las cuchillas dispuesta a enfrentar a los tipos de adelante. El sujeto soltó una risa al ver eso.
──Tu eres la que pone su vida antes que la misión. ─me habló el tipo al frente mío.
──Tu eres de los perritos falderos que ponen su vida primero que todo. ─él me miró mal.
──¡Maldita perra! ─estaba por abalanzarse contra mi, pero otro lo sostuvo.
──No podemos matarla. ─dijo uno. ──. No hasta sacarle toda información sobre Konohagakure.
──Torturenmé todo lo que quieran. ─hable llamando la atención de todos. ──. Jamás les diré nada.
──¿Y qué hay de tus compañeros? ¿Qué pasa si los torturó en tu lugar? ─preguntó el líder.
──Hagas lo que hagas, ellos son shinobis. Shinobis de Konohagakure. ─hable con la cabeza levantada orgullosamente. ──. Aceptaran la muerte antes de decir algo sobre nuestra aldea.
Mis compañeros no dijeron nada o hicieron algo, solo se quedaron pensando en mis palabras. En cambio él tipo se veía enojado.
──Lo tomaré de tu cadáver. ─sonreí arrogante.
──No podrán. ─dije confiada. ──. El pergamino está en un espacio-tiempo que solo se puede traer de vuelta con la sangre de la Hokage y mia juntas. No podrán tomarlo fácilmente. ─mentí sobre la sangre de la Hokage, solo así se quedarán enojados listos para atacarnos y terminar con esto mucho antes.
El hombre apretó su mandíbula al igual que sus puños de enojo al saber que no podrán conseguir lo que querían.
──Bien, cambio de planes. ─anunció mirando a Suki. ──¡Matenlos a los tres por igual! ─ordenó furioso.
Detuve los kunais que tres de ellos me lanzaron. Comencé a pelear taijutsu con mis cuchillas, los tres tipos eran buenos y no lo voy a negar. Logré golpear con mi manopla en el rostro a uno de ellos, los otros dos se distrajeron al ver a su compañero en el suelo levantándose.
Aproveché ese descuido lanzando mi cuchilla con chakra en el pecho a uno de ellos atravesándolo. Tomé mi abanico que Banri me regaló, moví mi mano fuertemente dejando salir una gran ráfaga cortante de viento. El impacto le dio directamente al chico que estaba de pie dejando solo al que antes había golpeado.
Tomé mi cuchilla que estaba enterrada en una roca llena de sangre, poco me importo y logre esquivar el golpe del tipo. Le tiraba golpes que él esquivaba sin dificultad, en un descuido de mi parte él logró golpearme mi estómago quedándome sin aire. La oportunidad que tenía no la descuido siquiera un segundo, me lanzo kunais enterrandolos en mis piernas para no poder levantarme.
Con dolor le tiré una patada haciéndolo caer unos metros de mi. Mordí mi labio para soportar el dolor que emanaba de mis piernas al quitar los kunais, no perdí tiempo e hice sellos de manos.
──Katon: Haisekishō.
Infle mi pecho dejando salir cenizas de mi boca, cuando estas envolvieron a todo el ninja cerré con fuerza mis dientes causando una gran explosión. Al estar cerca mío me lanzó contra un árbol atontando a mi persona.
──A la otra mide tu jutsu, Yumei. ─me dije a mi misma cerrando con fuerzas mis ojos, moviendo mi cabeza a los lados.
Miraba borroso por el golpe, me levanté con dificultad observando a mi alrededor. No había nada más que los cuerpos de los tipos, escuchaba a lo lejos una pelea. Sabía que era Kenzo porque escuche su grito, decidía ayudarlo camine. A medio camino visualice a Suki pelear contra el líder, solo era él y se que ella puede contra él sola. Aunque miraba el ojo izquierdo de la castaña sangrando.
Cerré mis ojos negando con mi cabeza, ella realmente puede con él. Mi prioridad era Kenzo que estaba herido como yo, no perdí más tiempo y logre acabar con uno de ellos quien no me noto, el chico después de unos segundos acabó con el otro.
──Lo tenía controlado. ─lo mire con una ceja en alto.
──Claro. ─dije con ironía. ──. No me di cuenta, porque estaba ocupada encargándome de quien te iba a dar el golpe de gracia. ─él sonrió nervioso.
──Lo tenía casi controlado. ─alce ambas cejas. ──. Tal vez hubiera muerto si no hubieras llegado a tiempo. ─rodé mis ojos. ──. Recuérdame invitarte a comer llegando a la aldea.
──Jamás.
──Viniendo eso de ti significa "claro, que sí." ─solo lo ignore.
Se escuchan los pasos de alguien venir hacia nosotros, nos colocamos en guardia mirando entre lo poco que quedó de los árboles.
Pero las baja al ver a la castaña, sin saber que ella era el verdadero enemigo.
Hice una pequeña pausa después de contarle cómo perdí mi ojo izquierdo y porque tengo el de ella. Él se quedó en silencio cuando le dije lo que hizo la Hyuga y el porqué lo hizo, al Hatake le costaba saber que la Hyuga nos traiciono por poder.
──Estas diciendo que Suki te quitó el ojo. ─lo miré.
──El tipo a quien le pagó para que hiciera la trampa le quitó el suyo. ─aclaré. ──. Y ella tomó el mío.
──¿Y cómo es que tienes el Byakugan? ─lo mire inexpresiva.
──Lo peor todavía no lo cuento.
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