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━MISIÓN━
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Mi mirada se enfoca simplemente en techo oscuro, por la noche.
Podía escuchar las suaves gotas de la lluvia cayendo contra el suelo. Era una noche lluviosa, no una fuerte, era más bien ligera. Tenía mis manos arriba de mi estómago cruzadas entre sí, llevaba alrededor de media hora despierta quedando en esa posición apreciando mi techo como si fuera la pieza más importante de un museo.
De pronto escuche el fastidioso sonido del despertador de mi hermano indicando que eran las dos y media de la madrugada. Solo fue cuestión de segundos dejar de escucharlo para comenzar a escuchar los pasos pesados de mi hermano venir a mi habitación.
La puerta fue abierta sin problema alguno, no preste atención al hombre recargado en ella, sorprendido de que este despierta. Por una extraña razón algo dentro mío me decía que este sería un pésimo día.
──Esto es extraño, ¿lo sabes, cierto? ─habló después de unos segundos. ──. Normalmente te tengo que levantar a gritos, pero hoy no. ─no conteste, solo seguía con mi vista puesta en el techo.
Asuma soltó un suspiro entrando por completo a mi habitación tomando asiento a un lado mío, colocándose en la misma posición en la que me encontraba. Algo que amaba de mi hermano era que siempre se daba cuenta de que algo me sucedía, él me conocía con detalle y siempre tenía tiempo para saber porque un detalle no se encontraba en su lugar.
──Estás preocupada por tu primera misión de rango chunin. ─no era una pregunta, él sabía lo que me pasaba.
──No lo sé. ─dije en un susurro. ──. Siento algo más. ─confesé.
──¿"Algo más"? ¿Cómo qué? ─preguntó mirándome de reojo.
──No lo sé. ─cerré mis ojos. ──. Es como si algo me este diciendo que ir a la misión es una mala idea.
──Posiblemente solo es la preocupación por tus compañeros. ─me limite a verlo de reojo. ──. Es tu primera misión como líder del equipo. Muchos sienten eso, la preocupación por sus camaradas.
──Creo que eso no es lo mío precisamente. ─dije seca. ──. Creo que hay algo más.
Él se quedó en silencio procesando mis palabras. Sabía que no era muy buena demostrando mis sentimientos con las demás personas incluso ni siquiera hacía el intento. Eso de preocuparme por mis camaradas no es lo mío y mis compañeros de equipo lo saben perfectamente, esa es la principal razón del conflicto que tenemos en cada misión en donde hayamos tenido una batalla.
──Debes aprender ayudar a tus camaradas como ellos a ti. ─dijo después de unos minutos en silencio.
──Tengo mis razones para no hacer tales cosas, Asuma. Si no les ayudo es por algo... ─me interrumpió.
──¿Es por no romper las reglas? ─no conteste. Él soltó un suspiró levantándose de la cama. ──. Te diré algo Yumei. No como tu hermano mayor, ni como tutor, sino como shinobi. ─me limite a escucharlo. ──. Conocí a una persona que no le importaba nada más que seguir las reglas. Fue el mejor shinobi de su generación, sí, pero, el destino le jugó cruel ver como no valoraba a sus camaradas, que a diferencia de él, ellos sí lo ayudaban. Poco a poco se fue quedando solo, viendo morir a su equipo completo.
Me senté en mi cama mirando la puerta donde se encontraba mi hermano dándome la espalda.
──Él sufrió mucho por ello y tomó un camino oscuro hasta que encontró a personas nuevas que lo hicieron volver a ver la luz de nuevo. ─termino de contar.
──¿Qué es lo que quieres decirme, Asuma? ─pregunte harta al ver hacia donde quería llegar esta conversación. ──. Me estás tratando de pedir que valore a mis compañeros porque morirán algún día. Porque si es así no me interesa. Todos vamos a morir de todas formas, nos guste o no.
──Solo te estoy diciendo que si él, logró encontrar el camino de regreso, es porque él lo decidió por cuenta propia. ─me miró de reojo. ──. Pero no puede ser salvado alguien que no quiere ser salvado. ─se fue cerrando la puerta detrás suyo.
Solté un suspiro pesado pasando mi mano por mi cabello despeinado. Mi vista se enfocó en mi reloj de la mesa, marcaba las tres y cuarto de la madrugada.
Cerré mis ojos unos segundos pensando en las palabras de mi hermano. Yo no era como el tipo a quien se refería, no no he caminado por la oscuridad. Y si fuera así prefería ir por ese camino que por la estúpida luz.
Es mejor estar sola bajo la oscuridad que estar con personas insoportables quedando ciega por tanta luz.
Cierto, ¿verdad?
Caminaba por las calles silenciosas de la aldea, la lluvia había parado. No había aldeanos caminando solo unos pocos shinobis que venían de alguna misión o iba alguna. Ya eran las seis menos tres de la madrugada, me dirigía a la oficina del Hokage para saber cuál era la misión que nos asignaría.
Visualicé a Kenzo y a Suki esperando en la entrada de la torre, sin decir nada más que un "andando" me siguieron directo a la oficina. Toqué tres veces esperando a que nos indicaran que pasaramos.
──Adelante. ─escuchamos su voz, pasamos haciendo una reverencia en forma de respeto. ──. Llegan justo a tiempo equipo 5. ─dijo cruzando sus manos sobre el escritorio.
──¿Cuál es nuestra misión, Lady Tsunade? ─pregunte mirando sus ojos directamente.
──Tan impaciente como Banri dijo que serias, Yumei. ─soltó una pequeña risa.
──No es que sea impaciente, es solo que estoy ansiosa por la misión. ─hable sin expresión en mi rostro.
──Por lo que veo tus compañeros no están ansiosos. ─mire a los mencionados, Kenzo se veía nervioso mientras que Suki solo miraba un punto fijo ocultando su nerviosismo.
──Lo estarán en unos minutos. ─le reste importancia. ──. Cómo decía antes. ¿Cuál es nuestra misión? ─me miró con un semblante serio en cambio mi rostro no refleja ninguno.
──Bien, escuchen con atención. ─cerró sus ojos unos segundos. ──. Cómo sabrán los jounin están haciendo misiones por su cuenta dejando a sus equipos sin instructor.
──Así es, Banri-senseí nos lo ha dicho. ─hablo Kenzo quitando un poco de sus nervios. ──. Esta será nuestra primera misión sin él.
──Y la primera misión que Yumei tendrá como chunin liderando a ustedes dos. ─mencionó la Hokage. ──. Esta misión es de suma importancia. ─nos mostró un pergamino dentro de una caja. ──. Su misión es llevar este pergamino a Sunagakure. Ellos firmaran el tratado de paz que fue corrompida por Orochimaru.
──¿Disculpe? Acaba de decir "tratado de paz". ─ella me miró. ──. Quiere decir que Konoha perdonará lo que causaron los de Sunagakure.
──Es exactamente lo que acabo de decir. ─me miró. ──. No estamos en momentos de guerra, si las otras aldeas vecinas se enteran de que estamos indefensos atacarnos y no tenemos muchos shinobis que puedan combatir.
──Olvidaron la parte de que mataron a el Hokage. ¡Mi padre! ─exclamé enojada. ──. Y no solo a él, muchas personas murieron.
──El responsable de todo eso fue Orochimaru. ─aclaró. ──. Él mató a el Kazekage tomando su identidad planeando el ataque. ─informó. ──. Los del consejo de Sunagakure nos ofrecieron un tratado de paz y en nuestras condiciones las aceptamos sin protestar. ─dijo tranquila.
──¿Por qué me está dando esta misión? ─pregunte. ──. Si veo a los de Sunagakure no los recibiré de brazos abiertos, precisamente. ─la mire apretando mis puños.
──Ellos me pidieron que fuera la hija del anterior Hokage. ─se recarga en su silla. ──. Quieren disculparse personalmente por lo que pasó con tu padre.
──¡A la mierda sus disculpas! ─exclamé. ──. No quiero nada de ellos. ¡Nada!
──Lo entiendo Yumei, tu padre fue mi maestro y su muerte también me afectó. ─cerró sus ojos unos segundos. ──. Pero ahora soy Hokage y mi deber es proteger a la aldea. Tome esa decisión para no estar en conflicto con ellos.
Cerré mis ojos respirando profundamente, no dejaré que mis sentimientos nublen mi juicio. Aunque odie admitirlo ella tiene razón.
──Bien. ─dije una vez calmada. ──. ¿Esa es toda la misión? ─sentía que había algo más.
──Una misión de rango S. ─nos sorprendimos a diferencia de mis compañeros lo oculte.
──¡¿Rango S?! ─Kenzo preguntó aumentando sus nervios. ──. Eso es peligroso, ¿no quiere mandar a un jounin mejor?
──Lo haría, pero la mayoría está en una misión y otros están por ir a una. ─comentó. ──. Confío en sus habilidades, son el equipo más destacado de su generación. Además, Yumei tiene que ir.
──¿Cuál es el riesgo de esta misión? ─pregunte seria.
──Hay algunos ninjas renegados de Kumogakure que se infiltraron en los exámenes para obtener el secreto del Byakugan. ─nos informó.
──¿Eso que tiene que ver con el tratado de paz? ─preguntó Suki incómoda o eso demostró.
──No solo buscan el Byakugan, sino que también están en contra de este tratando.
Toda la habitación quedó en silencio.
──Su misión es llevar el pergamino intacto a la aldea de Sunagakure y traerlo firmado. ─nos miró seriamente. ──. Tengan mucho cuidado, la paz de la aldea queda en sus manos. Si por algún motivo el pergamino se pierde... no queda de otra que prepararnos por si nos atacan.
Por una razón pensaba que estaba exagerando, pero nadie conoce cómo son los de Sunagakure. Posiblemente se sientan ofendidos al pensar que rechazamos su tratado de paz y nos ataquen.
──De acuerdo. ─hable. ──. Tomaré todo el riesgo y responsabilidad.
──Tomaremos el riesgo y la responsabilidad. ─corrigió Kenzo. ──. Somos un equipo después de todo.
Lo miré de reojo sin decir nada.
──Cuento con ustedes. ─me entregó la caja. ──. Y cuidado en el camino. No estarán solos.
Mire a mis compañeros parecían nerviosos y con miedo. Y siendo sincera no solo ellos, tengo un pésimo presentimientos sobre esto.
Una vez que todos salimos de la torre me quedé parada mirando ambos.
──En una hora los quiero en la puerta principal. ─ordené. ──. Quiero que se tomen su tiempo para despedirse de sus familia y amigos.
──¿Por qué lo dices? ─pregunto Kenzo. ──. Sabes que me asusta lo que dices.
──Los veo en una hora. ─dije desapareciendo de sus vistas.
Camine directo a la casa, quiero pasar a despedirme de mi pequeño y tierno sobrino. Deje mis sandalias en la entrada yendo directo a la habitación de Konohamaru. Estaba dormido profundamente, todavía era temprano y en dos horas iría a la academia. Me senté a su costado acariciando su cabecita, no lo vería en días y él era lo que sin duda extrañaría.
──Te quiero pequeño renacuajo. ─bese su frente.
Antes de salir de la habitación le escribí una nota diciendo que me fui a una misión y llegaré en algunos días.
Salí de la habitación hacia la de Asuma, probablemente ya estaba despierto. Entre sin tocar encontré a mi hermano acostado en su cama, al notar mi presencia me miró levantando su cabeza.
──Eres tu. ─dijo regresando su cabeza a su almohada.
──Lo siento por no ser Kurenai. ─dije sentándome a su costado.
──Cállate. ─me golpeó con su almohada. ──. No deberías de estar en una misión.
──Tu no deberías pedirle a Kurenai ser tu novia. ─contraataque.
──¡Yumei! ─dijo mirando a otro lado.
──Solo vine a despedirme. Volveré en unos días. ─me miro preocupado. ──. Estaré bien.
──Eso espero, porque si algo te pasa desearías morir cuando te castigue por descuidada. ─rodé mis ojos. ──. No me voltees los ojos jovencita.
──Lo que tu digas anciano. ─me levanté antes de que me golpeara. ──. Te veré después anciano. ─le di un beso en su mejilla sorprendiendo.
Antes de que hablara me fui de la habitación, salí de nuevo de la casa caminando a donde mis pies me llevaran. Cuando levante mi cabeza mire la casa de Shikamaru, no iba a tocar solo me escabulló entre la casa hasta llegar al cuarto de el vago.
Estaba durmiendo, apenas iban hacer las siete y el vago no tenía misiones así que probablemente despierte tarde, lo cual dudo por su madre. No quise despertarlo solo me dedique a verlo dormir unos minutos, al igual que Konohamaru le deje una nota diciendo el motivo de mi ausencia.
Mi última parada iba hacia la casa de él, de aquel rubio que me protegía de pequeña. Entre fácilmente por la puerta pues estaba abierta.
──Que descuidado Naruto. ─dije en voz baja a mi misma. ──. ¡Dios! ¡Qué horror! ─exclame al ver todo el lugar de cabeza. ──. Tengo 30 minutos. Puedo hacerlo.
En este poco tiempo limpie su casa y aproveche para hacerle su tan amado ramen. Él ni siquiera se despertó ante el ruido que hacía, pero lo haría con el olor de su ramen. Faltaban cinco minutos para irme, le serví un tazón dejándolo en su mesa junto a una nota.
Salí de su casa, antes de irme por completo escuche un enorme grito de felicidad.
──¡¡GRACIAS YUMEI!! ─mire por la ventana a el rubio que me sonreía. ──. ¡Y suerte en tu misión! ¡Acaba con ellos de un golpe!
──¡Eso haré! ─le grité antes de desaparecer apareciendo en la puerta.
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