❛ 𝘅𝗶𝘅. 𝗁𝖾 𝖼𝖺𝗇'𝗍 𝗌𝗎𝗋𝗏𝗂𝗏𝖾 𝗍𝗁𝖺𝗍! 𝗂 𝗌𝗁𝗂𝗍 𝗈𝗇...
❛ 𓄼 CAPÍTULO DIECINUEVE 𓄹 ៹
EL SOL RESPLANDECIENTE DE CALIFORNIA ARDÍA SOBRE LYDIA, bronceando su piel y dándole una cálida sensación a su cuerpo cubierto por el traje de baño negro de dos piezas.
Dejando caer una mano fuera del inflable, sintiendo el agua fresca de la piscina, levantó medio cuerpo para beber un sorbo de su cerveza. El momento era completamente de paz y serenidad, admirando su enorme hogar que había conseguido sin mucho esfuerzo, ser una Wayne sin duda tenía sus beneficios.
—¡Mamá! —su pequeña hija exclamó, lanzándose a la piscina y haciéndola caer.
Ella y la menor rieron luego de emerger a la superficie. —Corre, Hope, corre —advirtió, echándose a correr tras ella, recordando la esperanza que había sido para Lydia su nacimiento, debido a que Dick y ella no estaban pasando por los mejores momentos.
—¡Papá! —cruzó las puertas traseras de la casa a todo velocidad, con Lydia siguiendo sus pasos.
—Como si tu padre te fuera a salvar de esta —dijo, atrapando la toalla que su hija le lanzó queriendo retrasarla—. ¡Ven acá!
—¡Papá, sálvame! —llegaron al cuarto del matrimonio tan rápido como pudieron, encontrándose a Dick recién salido de la ducha, sin embargo seco.
—Nadie puede salvarte de mamá —rio tomando en brazos a su hija—. Estás empapada.
—Hola, amor —saludó besando los labios de su esposo con fervor.
—Tú también —agregó tras el beso.
—Es su culpa —hizo un puchero que Dick adoró—. Se me ha lanzado a la piscina y derramó mi cerveza.
El castaño negó con una sonrisa sentando a la colorada en la cama, tomando la toalla de la mano de Lydia para secar su cabello dando la espalda a su esposa.
—Ya que estamos en la misma habitación —abrió un cajón y tomó dos paletas de colores—. ¿Verde frío o mango tango? ¿O crees que debamos elegir un color más oscuro? ¿Tal vez más claro? —divagó preocupada. Dick y Hope se dieron una mirada—. ¿Y si no le gusta? Tal vez la habitación sea pequeña para ella, podemos cambiar todo si quiere. ¿Deberíamos esperar a que ella elija?
Él caminó hacia ella, tomando sus mejillas le besó los labios para tratar de calmarla.
—No importa, ella lo adorará —aseguró—. Hazel es una linda niña, no te odiará por un color de pared o una habitación.
Suspiró. Después de tener a su primera hija, el matrimonio decidió adoptar, así como lo habían hecho con ellos. Y a quién adoptaron, fue a una pequeña niña, un año menor que Hope, que acababa de pasar por un accidente que había matado a sus padres.
Terminó por darle la razón a Dick con una sonrisa.
Su celular que reposaba en la cama emitió una ruido que llamó la atención de los tres, Dick fue quién lo tomó y se lo entregó a Lydia. Sonrió mostrando la pantalla a Dick y luego leyendo la notificación a su hija.
—Videollamada de chico bestia.
—¿Quieres ir a ver quién es? —le preguntó Dick a su hija.
—¡FaceTime! —exclamó como respuesta, corriendo al fondo del pasillo para perderse tras la puerta de la última habitación del segundo piso, el cuarto de juegos.
—¡Wow! —exclamó Lydia, soltando una risa cuando Dick la tomó de la cintura y la cargó en su hombro caminando hacia la misma dirección.
Lydia y Dick tomaron asiento frente al computador, esperando a su hija para aceptar la videollamada en lo que se acomodaba en sus piernas. Una vez lo hizo, asintió satisfecha presionando el icono verde.
—Hola, chicos —saludaron los castaños, a la ahora completamente pelinegra Rachel y el aún peliverde Gar.
—¡Hola, Hope! —saludó Gar con efusividad y sacudiendo la mano, Rachel imitó su acción.
—Llamamos solo por Hope —dice a su lado—. ¿Recibieron los regalos?
—Por supuesto —afirmó—. La lámpara de conejo es tan hermosa que queda con la habitación y cualquier color que le de —todos sonrieron.
—Ah, Hope, ¿Recibiste el regalo que te di?
La niña respondió con un ❛ sí ❜ entusiasta, enseñando a la cámara el pequeño peluche de tigre entre sus dedos.
—Lo adora —añadió la madre—. No lo suelta jamás.
—De acuerdo, ¿Cómo lo llamaremos? —Rachel lleva sus ojos hacia el techo, pensando en qué nombres se le podrían ocurrir a su chico—. ¿Gar Junior? ¿O pequeño Gar? O tal vez...
—No. Se llama Bambi —le interrumpió, recordando que sus padres decían que el joven solía irse por las ramas.
—Oh, qué original.
—¿Todo bien en la universidad? —preguntó Dick.
—¡Sí, todo está bien! Llevamos cuatro semanas y no han expulsado a Rachel, así que... —empujó su hombro con el de la chica, sonriendo juguetonamente.
—Sí, y Gar no ha ido a clase, así que...
—Espero no recibir una llamada sobre eso, bestia —le guiñó al menor con referencia al antiguo apodo. A la antigua vida. Todos volvieron a sonreír.
—Sigan así, estamos muy orgullosos —aseguró Dick.
—Oigan —llamó su atención Gar—, sé que es un poco pronto, pero está haciendo un poco de frío en Chicago. Tal vez podamos ir a visitarlos para el día de Acción de Gracias.
—¡Sí!
—¡Sí, nos encantaría! —exclamó entusiasta Lydia, su lado maternal deseando verlos—. La adopción de Hazel va bien, entonces podrían conocerla y elegir una habitación, ustedes podrían dormir en la misma también —soltó una carcajada ante las miradas embarazosas que se dieron.
—Puede ser en Navidad, pueden elegir qué día quieren que arruine Gar. Decidan.
—Elegimos ambos —respondió Petrova.
—Los extrañamos.
—Y nosotros también —correspondió Gar con una sonrisa que demostraba lo dicho.
—Pero más a Hope. ¡Adiós, Hope!
—¡Adiós! —nos despedimos—. Vaya que han crecido —sonrió, pero su sonrisa de un momento a otro decayó un poco—. Pero aún me preocupa Rachel.
—Yo también. Pero está bien. Se encuentra bien —repitió para si mismo.
—Mami. Papi —la voz de Hope, parada frente a la ventana, los llamó—. Alguien está en la entrada.
Los ojos de Lydia resplandecieron su característico violeta —que había reemplazado al dorado con el tiempo y la práctica— permitiendo a su aura recorrer el perímetro de su casa con intención de conocer a esa persona.
—Hope, cariño —dijo después de unos segundos—. ¿Por qué no le pides a tu nana que te de un baño? —le sonrió incitando a su pequeño cuerpo a buscarla.
—¡Claro!
AQUELLA PERSONA QUE HABÍA MENCIONADO LA PRIMOGÉNITA DE LOS GRAYSON PETROVA, era nada menos que Jason Todd, el segundo Robin que tuvo que abandonar el puesto tras el accidente que lo dejó en una silla de ruedas.
—Puedo tratar de ayudarte —se ofreció Lydia—. Mis poderes son mucho más grandes y fuertes de lo que alguna vez fueron y...
Jason lo rechazó con una sonrisa, la cual cambió drásticamente al contarles el motivo por el que había ido sin avisar. Bruce, Batman, quería asesinar al Joker. Esta vez no planeaba detenerlo, arrestarlo y meterlo preso, esta vez iba en serio con matarlo. Traspasando sus límites morales, los únicos que podían detenerlo eran Banshee y Robin. Lydia y Dick.
—Si Bruce quiere hacer algo lo hará. Ambos lo sabemos —Jason ya se había marchado y Lydia se encontraba picando algunas frutas de la ansiedad—. Se pone el traje para combatir el crimen. Funciona para él. Pero esta idea de que somos los únicos para salvarlo es mentira.
—No lo es y lo sabes, D —lo miró con el ceño fruncido—. Puede que nuestra relación se debilitara con el tiempo, pero siempre nos escuchó y actuó ante ello como pudo. Y si no, ¿Quién?
—¿Qué?
—Ya escuchaste a Jason. Jim está muerto. Alfred también —hizo un gesto triste al recordar a Gordon y el funeral de Alfred—. Barbara desapareció. Se peleó con Superman hace años. Ya no tiene a nadie.
—Jamás tuvo a alguien.
—Nos tiene a nosotros aún. Tal vez no fuimos la familia perfecta, pero si fuimos una familia. ¿Cómo te sentirías tú si no lo intentas?
—Bruce Wayne no es nuestra responsabilidad.
Lydia endureció la mirada y su postura ante el grito de Dick. Él suspiró caminando a ella para disculparse y rodear su cintura, pegando su espalda a su torso.
—Escucha, después de adoptar a Hazel si no lo ha solucionado, iremos.
Lydia bufó. —Sí, de acuerdo —no lo estaba, ella si quería ir tras Bruce inmediatamente, pero tendría que decirle cuando se calmara un poco.
—Bambi quiere ir con ustedes —apareció Hope con el peluche—. Quiere ir a Gotham.
—Pero Bambi es tu favorita —contradijo su padre.
—Ella los protegerá —se los entregó, insistiendo.
—¿Qué hay de tus baños de agua salada, H? ¿O de tus brotes de poder? —preguntó Dick sin estar convencido aún. Y sí, Hope había heredado aquella mitad sirena de Lydia por lo que ella sin duda era una criatura sobrenatural al igual que su madre. Una vez más, el gen materno vencía contra el paterno.
—Nana podrá con eso —afirmó. Se fue dando saltos felices.
—Él nos salvó, amor —subió su mano a la mejilla del castaño—. Si no fuera por él tú y yo no estaríamos casados, estaríamos a miles de kilómetros con otras familias porque habríamos sido separados. ¿Y si fuéramos las únicas personas en la Tierra que pudieran salvarlo? —no le dio tiempo de responder cuando ya estaba decidiendo cuándo se irían para Gotham.
EL AVIÓN TUVO UN ATERRIZAJE DURANTE LA NOCHE, y media hora después un taxi los transportó hasta el ❛ mejor ❜ hotel de la zona a la que pudieron acceder.
—¿Habitación de dos horas? —preguntó tras examinar a ambos adultos. Con las manos entrelazadas y el mentón de Lydia en el hombro de Dick. Asumió que solo buscaban tener sexo.
—No —frunció el ceño dejando caer la maleta a su lado como lo había hecho Dick—. Queremos una habitación por toda la noche.
—Cuánta resistencia —se burló el recepcionista.
—No vinimos a tener sexo —masculló—. Y si fuera así, no es de su maldita incumbencia.
—El precio es de cincuenta y cinco dólares toda la noche —balbuceó—. Y solo aceptamos efectivo.
Lydia detuvo la mano de su esposo, entregando el dinero exacto al hombre.
—¿Necesitan sábanas limpias?
—¿Qué clase de pregunta es esa? Por supuesto que sí —respondió ella.
El mayor sacó unas sábanas apiladas y limpias dejándolas sobre el mostrador. —Son seis dólares adicionales.
La castaña rodó los ojos. —Tome diez.
—Habitación tres cero nueve. Tercer piso —Dick cogió las maletas y Lydia la llave y las sábanas, mirándolas con escrutinio para saber qué tan limpias estaban—. El elevador está en reparación —escucharon tras presionar el botón.
Se quitaron las cazadoras una vez entraron a la habitación, Lydia no perdió tiempo indicándole a Dick que le ayudará a poner la cama parando un segundo para poner la televisión y subirle el volumen contrarrestando el sonido de golpes y gemidos ahogados de la habitación vecina.
Unos minutos después, luego de llamar a la policía por violencia doméstica en la habitación mencionada, la radio del uniformado reporta un código que era usado para enmascarados, por lo que no dudan en ir hacia allá.
Lydia endereza su espalda, tirando de su chaqueta para quitarle las arrugas, visualizando la escena del crimen y el gran problema que se había generado. Sus botas de tacón resonaron contra el pavimento, acercándose al cuerpo del Joker estrellado contra un auto, toda su sangre esparcida en él.
—Mierda, Bruce. En serio lo hiciste.
—Jason nos lo advirtió, ¿O no?
Tomaron sus manos girándose, se marcharían de ahí de no ser por un hombre con uniforme de policía que había aparecido detrás de ellos. De repente.
Dick parpadeó confundido, arrugando el ceño. Lydia imitó su acción. —¿Lo conocemos?
—No nos conocemos —responde este, mirando a Lydia más de la cuenta sin ser percibido por el matrimonio—. Soy el capitán Frank Finney, policía de Gotham. ¿Qué demonios hacen en mi escena del crimen?
—Detective Dick Grayson de la policía de Los Ángeles.
—Capitana Lydia Petrova Grayson, también de la policía de Los Ángeles —mostraron sus respectivas placas al capitán.
—¿Casados? —inquirió, frunciendo el ceño.
—Diez maravillosos años —afirmó la mujer con una enorme sonrisa y brillantes ojos. A Dick le enamoró, aún más de lo que podía estar, su reacción—. Vivíamos aquí. Solo estamos de visita.
—¿Vieron algo?
Sacudieron la cabeza en negativa. —Si yo fuera usted, revisaría aquel edificio —señaló al que estaba detrás de el hombre.
Él volvió a fruncir el ceño sin entenderlo. Dick estaba parado frente a él, el cuerpo del Joker detrás del detective y este apuntaba a un edificio detrás suyo. ¿Era posible tan siquiera?
—¿Por qué piensa eso?
—Por la posición del cuerpo —respondió Petrova en su lugar—, el ángulo del impacto. Las ventanas rotas, del lado del conductor, no del copiloto.
—No hay salida de emergencia en este edificio. La cierran de noche. No hay acceso a la azotea. Nadie pudo haber subido.
—El que lo arrojó sí pudo.
Trataron de esquivar al capitán para largarse de una vez, pero se mostraba insistente en que se quedaran y ayudaran en la investigación, o le proporcionaran alguna información que pudieran darle de Batman. Ni Dick y ni Lydia lo tomaron en cuenta con la determinación en su mirada.
Definitivamente que el Joker no estuviera muerto en realidad, los tomó por sorpresa.
—¡No me jodas! —exclamó Lydia frustrada. Dick trató de calmarla poniendo sus manos en los brazos de esta, pero ella se removió exaltada—. ¡No tiene superpoderes! ¡Él no puede sobrevivir a eso! Me cago en...
Dick fue quién la calló con sus manos alrededor de su boca al notar las miradas prejuiciosas.
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