❛ 𝘅𝗶𝘃. 𝖻𝗅𝗈𝗈𝖽 𝖽𝗈𝖾𝗌𝗇'𝗍 𝗆𝖺𝗄𝖾 𝗍𝗁𝖾 𝖿𝖺𝗆𝗂𝗅𝗒.



❛ 𓄼 CAPÍTULO CATORCE 𓄹 ៹



          NOS MONTAMOS AL AUTO AL MINUTO, manejando tan rápido como pudimos, llegando en la noche en un tiempo récord del estimado. Tenía miedo, por Rachel y por Gar, aunque dudaba que superara la furia hacia estos por ser tan imprudentes.

La rosada soltó un suspiro. —¿Qué probabilidades hay de que aún no hayan capturado a nuestros genios?

—¿Sinceramente? —inquiero quedándome a su lado—. Ninguna.

—La siguiente revisión de seguridad es en diez minutos —avisa Dick—. Vamos.

Nos movemos entre los túneles buscando algún indicio de los chicos, Dick nos indica una vuelta en izquierda deteniéndonos al escuchar el chirrido de unas llantas.

—¡Gar! —resuena su voz por el lugar. Suelto una maldición, nos habían encontrado.

—No se preocupen —una mujer aparece detrás nuestro—, está tomando una siesta.

—Chicos...

—También tenemos a la chica —agrega, uno de los guardias recarga su arma apuntando a la cabeza del peliverde—. No quiero matar a ninguno de ustedes dos, pero si intentan algo, daré la orden.

Observó que habían sido rodeados por gente que les triplicaba en número, la ira y el coraje de estar en aquella situación sin un previo plan la invadieron. Tensó la mandíbula, no permitiría que nada les sucediera a ellos de ser posible, y si tenía que agotar su fuerza vital, lo haría.

Sin que ella lo note, un halo de luz morada comienza a envolverla, lo que alerta a los trabajadores de la tétrica institución. Al mismo tiempo, sus reacciones causan la intriga de Dick y Kory por saber qué miraban con tanto pánico, y la vieron.

Hubiese podido controlar las mentes de todas esas personas, hubiese podido rescatar a Roth y Logan, hubiese podido conocer la magnitud de sus poderes, si no la hubiesen sedado con un dardo tranquilizante directo a su cuello.

—¡Lydia! —gritó Dick viéndola caer en los brazos de quién parecía un enfermero.

          DESPERTÓ EN UNA HABITACIÓN BLANCA, un enfermero estaba parado a lado suyo con una jeringa vacía en manos, por lo que supuso, había sido despertada intencionalmente.

—¿Por qué me han despertado? —fue su primera pregunta con tono brusco. Trató de levantarse, pero tanto como sus muñecas como sus tobillos estaban atados a la cama.

—Tengo órdenes de llevarte con Rachel Roth —responde.

Luego de desatarse, la guiaron a una oficina. En todo momento no la soltaron de los brazos, no se quejó y tampoco los atacó o hipnotizó —en especial porque ellos podrían ser controlados, y al igual que con Carmelita Polainas, no los podría usar a su favor—. Necesitaba encontrar a Rachel para encontrar al resto.

Uno de los hombres dio unos leves toques a la puerta y cuando se apartó, Lydia tomó el pomo girándola, y encontrando a Rachel y al doctor Adamson en su vista.

—Rachel, ¿Estás bien, cariño? —prácticamente corrió a ella, tomando sus mejillas entre sus manos examinándola con preocupación.

—Lydia, pensé... —balbucea dejando las palabras en el aire sin importancia, abrazándola, sintiéndose segura por fin.

—Es adorable verlas juntas —dijo el doctor con una sonrisa interrumpiendo el momento—. Nunca he visto a dos personas tan unidas en tan poco tiempo.

—¿Dónde están? —espeta, más preocupada por el bien de sus amigos que el de ella.

—Tal vez quieran usar sus habilidades para escapar de esta situación, pero si lo hacen, pondrán en peligro las vidas de Gar, Richard y Kory.

—¿Dónde están? —se alejó de Rachel acercándose al escritorio, enterrando sus uñas en la madera.

—Los están evaluando. Pueden ser útiles.

—¿Útiles como la familia que secuestró a Rachel en un principio? —habló de pronto—. Trabajaban para ustedes, pero si ustedes me querían, ¿Por qué no me llevaron con ellos?

—Fallas técnicas. Siempre las hay —responde sin preocupación por aquellas vidas perdidas.

          DICK YACÍA EN EL SUELO DEL CUARTO EN EL QUE LO ABANDONARON. Al despertar, notó que vestía el disfraz de Robin. Se encontraba desorientado y adolorido.

No tiene caso que niegue quién es en realidad, señor Grayson —una voz sonó.

—Este no soy yo.

Claro que sí —insistió—. No puede cambiar su naturaleza, señor Grayson. De una forma u otra tendrá que ceder —el castaño intenta levantarse, pero le resulta difícil, la habitación da vueltas a su alrededor.

Dos enfermeros entran, lo sostienen y le inyectan una sustancia en el cuello. Al instante, Dick cae al suelo sufriendo un paro cardíaco, alarmándolos. Cuando están distraídos, le golpea la cabeza a uno, patea al otro y deja inconsciente al primero, usando al segundo como método de chantaje para lograr escapar.

Sale sin lograr mantener el equilibrio, tambaleándose en el pasillo usando las paredes como soporte.

Ve a Lydia, una Lydia más joven de la actual, de cuando estudiaban en la preparatoria. Esta sostenía sus libros contra su pecho, mirando con una sonrisa aparentemente inocente a un chico. Recordó ese día.

Petrova era de las más atractivas en el instituto por lo que no era inusual ver a un chico coquetear con ella. Y ahí estaba, Lucas Highmore, el mariscal del equipo, con una mano apoyada en el casillero, mirando a Lydia como la octava maravilla.

Ella vio la figura del adulto. Soltó una risa antes de salir corriendo a otro pasillo, seguido por el jugador.

—¡Lydia, espera! —gritó Dick, persiguiéndolos.

Date prisa —la escuchó—. Nos verá.

Y al girar al pasillo, los libros de Lydia estaban esparcidos en el suelo, mientras que su dueña acariciaba el abdomen de aquel jugador recibiendo besos demandantes.

Algún día ya no toleraré tus idas y venidas —la versión adulta de la castaña aparece, con una sonrisa socarrona adornando su rostro—. ¿Que tu chasquearías los dedos e iría corriendo hacia ti? Oh no, Dick, pagarás por todo mi sufrimiento —nuevamente un aura morada la rodeó.

          ¡NO PUEDO CREER QUE HAYAMOS HECHO ESO! Fue jodidamente increíble —Lydia grita al ver al doctor Adamson muerto sobre el escritorio, a causa de la herida que habían abierto en su cuello—. Bien, ahora buscaré al encanto que tengo por pareja para escapar de aquí. Tú ve por Gar y nos veremos donde Kory —dice, tecleando el nombre de cada uno en la computadora para conocer sus paraderos.

—No, debemos buscar a mi mamá —Lydia rueda los ojos ante la insistencia de Rachel.

—No suena a algo que yo haría —niega, leyendo el informe de Dick—. Así que no. Solo nos pondremos en peligro.

—Por favor, Lydia, es tu tía —trata de persuadir con las manos en su propio pecho.

—Como si la hubiese conocido —rebate—. Rae–Rae, haría lo que fuera por ti, pero no esto. No pondré a una desconocida por encima de Dick, Gar y Kory. La sangre no hace a la familia siempre —termina, leyendo por último el informe de Kory—. No sacrificaré todo mi mundo —y no es que se estuviera refiriendo a Dick como su mundo, más bien a todo lo que ella conocía. A Lydia no le importó que Roth emanara molestia, tarde o temprano tendría que conocer su lado egoísta.

La mujer rápidamente desaparece de su campo de visión, viéndola doblar el pasillo.

          SU PIE SE ESTRELLA CONTRA LA PUERTA, rompiendo con ella el seguro que la mantenía alejada de Richard Grayson.

—Oh, amor —su corazón se retuerce de dolor al verlo atado de cabeza a pies en la silla—. Vamos, levántate, debemos irnos —su cuerpo se mantiene inerte, con los ojos fijos en un punto sin parpadear—. D, por favor, no puedes dejarme —insiste, mordiendo su labio para no llorar—. Te amo, y ahora quiero que seas fuerte para mí. Hicimos un trato —balbucea tomando su rostro entre sus manos.

—... Sí —susurra—. Creo que lo hice.

—Ahora debemos sacarnos de aquí —sonríe derramando las lágrimas que no sabía que tenía.

En el momento en que Dick está suelto y en pie con el apoyo de Lydia, repara en que se siente fuerte y equilibrado de un segundo a otro, como si fuese magia. —Lyds, ¿Qué mierda...? —la pregunta es opacada, ella cae en sus brazos débilmente.

—Estoy bien, estoy bien —asegura—. Tú lo necesitas, solo necesito recuperarme. Acéptalo, estás como la mierda —él gruñe frustrado como respuesta. Besó su frente antes de tomarla en brazos y seguir sus indicaciones para buscar a Kory.

Frente a la puerta del laboratorio, ven por una pequeña ventana a Kory tendida en una mesa, siendo la conejilla de indias a experimentar.

—¡Chicos! —exclama Gar llegando con Rachel y una mujer que asumen, es la madre de la chica.

—Gar, me alegra que estés vivo —Lydia suspira aliviada, bajando de los brazos de Dick y abrazando al adolescente.

—Bueno, me alegra verte también —la envuelve en sus brazos, viéndose como un niño que ha extrañado a su madre—. Salven a Kory, yo la cuidaré —promete.

Dick y Rachel asienten, atravesando las puertas seguidos de la madre de Rachel.

—Ly–Lydia —balbucea Gar. Se separó de ella y la miró como si hubiese cometido el peor acto en el mundo—. Mordí a alguien. Yo, yo lo maté.

—Gar...

—Hora de irnos —apresura Dick al tener a Kory de su lado y escuchar la alarma resonar por las instalaciones.

—Sí. Andando —mira a Chico Bestia, como le había llamado una vez. La ve y su cerebro se enciende tomándola en brazos.

Vuelven a los túneles, la única forma en la que podían escapar con menos riesgo, pero aún así lo había, lo supieron al ver a los guardias correr a ellos.

—Yo me encargo —Lydia hace una mueca separándose de Gar, encabezando al grupo.

—Estás muy débil —le detiene Dick, tomando su brazo—. No tienes que hacerlo.

—Por favor, Gray —sonríe sacudiendo su chaqueta—, siempre tengo que hacerlo, ¿Quién les haría la vida más fácil?

Los guardias están a mitad del camino a ellos, cuando todo pasa. Lydia ha cerrado los ojos, sintiendo el poder brotar por todo su cuerpo hasta llegar a la punta de sus dedos, expulsando ondas de choque hacia sus enemigos, arrojándolos hacia atrás y rompiendo sus cráneos al mismo tiempo, como si hubiese dado su grito de sirena de manera insonora.

—Eso fue... —suelta todo el aire que tiene, cayendo agotada en los brazos de la persona más cercana.

          AGUARDA, no lo hagas —se estremece en los brazos del castaño, ocultando su rostro en su pecho.

—¿Qué tanto viste? —cuestiona, viendo su traje arder.

—Lo suficiente para saber que quiero conservar el shuriken de Robin —separa su cabeza de Grayson levantando una mano para acariciar su mejilla—. Por favor —suplica y su petición no es negada.

Cuando todo el mundo ha subido a la camioneta Lydia no toma su usual asiento como copiloto, en su lugar decide echarse a los asientos traseros junto a Gar, envolviendo al chico con su brazo derecho y recargando su cabeza sobre la de él.

—Aquí me tienes, y estarás bien —murmura en su oído, dejando un beso en su coronilla.

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