❛ 𝘅𝗶𝗶. 𝗁𝖾 𝗄𝗂𝗅𝗅𝖾𝖽 𝗈𝗎𝗋 𝗉𝖺𝗋𝖾𝗇𝗍𝗌.



❛ 𓄼 CAPÍTULO DOCE 𓄹 ៹



          EL AMBIENTE ERA AGRADABLE A LOS SENTIDOS DE LYDIA, uno en el que si fuera una chica normal —sin problemas disfrazados— se involucraría cada una de sus noches, pese a que fuera un bar clandestino y tuviera peligro de perder su placa. Y si no fuera porque esa noche estaba ahí para proteger a Clay o tuviera una reciente —no tanto, considerando el actuar del uno con el otro desde hace tiempo— clase de relación con Dick, se involucraría con aquellos ojos claros que la miraban desde la esquina con un movimiento de caderas.

—Disculpa —Dick fue el primero en dirigirle la palabra al de tez morena.

—¿Si?

—¿Cómo podríamos entrar mi chica y yo a la sala VIP? —ella rodó los ojos ante su manera de llamarla.

—Díganme la contraseña.

—¿Qué te parece el circo Haly? —preguntó con una sonrisa al verlo, y recordarlo.

Los ojos del gran hombre pasan a ser de neutros, confusos a incrédulos abriendo los ojos a más no poder admirando a los dos jóvenes adultos parados frente a él.

—¿Dicky? ¿Di–Di? —los atrapa en un fuerte abrazo que los deja sin aire en sus pulmones, por lo que los suelta aún sin poder creerlo—. Dios santo, ¿Qué hacen aquí? ¡Juntos! —rio—. Sabíamos que terminarían juntos —los castaños se miraron incómodos, removiéndose en sus lugares.

Al segundo después, cambiaron su sonrisa por un tenso ❛ ¿Podemos hablar? ❜.

—¿Asesinados? —cuestiona luego de conocer los sucesos recientes.

Asienten dolidos. —Y creemos que tú eres el siguiente de la lista.

—¿Has visto algo extraño en tu casa? ¿Alguien te ha seguido? ¿Te has topado con cualquier extraño que pueda parecer raro? —lo aborda de preguntas tomando su mano entre las suyas.

—No que me haya dado cuenta.

—¿Seguiste en contacto con alguien del circo? ¿Desde que se cerró?

—Hablé con Abigail hace unos años, después de que su esposo murió —responde con total sinceridad—. Quería hablar con Percy, pero nunca lo encontré. Después de... —se interrumpe queriendo dejar esos recuerdos en el pasado—, cada quién se fue por su lado.

Volvieron a asentir al unísono ahora comprensivos. —Sí.

—Creo que la última vez que vi a alguno de ellos, fue en el funeral de sus padres —se remueve incómoda en su asiento separando sus manos de Clay, juntándolas ahora con las de Dick como un gesto habitual que había adquirido desde niña cuando tenía que hablar de sus padres—. Debí seguir en contacto. En especial con ustedes.

—Oye, fue culpa de los tres —tranquiliza el hombre—. Nos da gusto saber que estás bien.

Se pasan sus números telefónicos esta vez, prometiendo estar en contacto sin excusas.

—No puedo creer que sean policías —niega con una sonrisa—. Y que trabajen en el mismo lugar.

—Detectives, de hecho.

—Solo les diré que estoy muy orgulloso de ustedes, chicos.

Grayson mira de reojo a la sirena. —Sabes, siempre nos preguntamos cómo pudo ser nuestra vida si nos hubiésemos quedado contigo. Ir a una escuela normal, y tener amigos normales.

—¿Normal? Querrás decir pobre. Porque eso hubiéramos sido, pobres. Pero mira en lo que se convirtieron, son perfectos —Lydia sonrió falsamente—. Son felices. ¿Lo son?

—Creo que por ahora sí —afirma.

Escuchan disturbios detrás suyo, y es cuando sueltan un ❛ mierda al ver a Jason Todd en medio de ese disturbio.

—Hagámoslo —masculla al hombre.

—Mejor no —niega Dick, separándolo. Lydia se mantiene en medio de ellos.

—Apártate, yo me encargo —espeta.

—Jason —regaña Lydia en el momento que cada ventana explota, y los cristales salen volando hacia todas partes.

—¿Estás bien? —preguntan ambos muchachos tras la sorpresa, dejándola levantarse luego de cubrirla.

—Sí, sí. Clay, llama al novecientos once.

Dick y Lydia toman a Jason de la chaqueta saliendo del establecimiento, a ver qué había ocurrido. Y la causa, era un auto en llamas.

—Tuvimos suerte.

El teléfono de Grayson suena, lo saca de su chaqueta contestando al instante.

—Clay, ¿Estás bien?

No, no lo está —es la respuesta al otro lado—. Pon el altavoz.

La sirena se acerca a su compañero al notarlo tenso. —¿Qué pasa?

Por fin puedo hablar con ustedes, Dick Grayson. Lydia Petrova —su nombre salió con un suspiro—. Llegaron justo a tiempo.

¿Quién eres?

Ustedes saben.

No es posible.

—Pura mierda —dicen él y ella respectivamente, siendo las palabras de Lydia que no escuchan. 

¿Por qué no? —inquiere aquella voz.

—Porque tú estás muerto.

Creo que me confundes con mi papá.

¿Dónde está Clay? —se lanza Lydia, obteniendo silencio. Dick cuelga.

—¿Quién era? —les pregunta Jason luego de verlos cortar.

          DICK GRAYSON SALE FURIOSO DE AQUEL CUARTO CONTIGUO DONDE TONY ZUCCO ESTABA TENIENDO UNA REUNIÓN CON SU HIJO, Nick. Y con motivos. La policía planeaba hacer un trato con Zucco para dejarlo en custodia preventiva a cambio de recibir nombres y lugares, pero eso no les importaba al hijo y la acogida de los difuntos señores Grayson.

—Este tipo de cosas pasa todo el tiempo —les dice el agente que les había permitido verlo a través de la pantalla—. que no parece justo, señores Grayson... —Dick omitió el detalle de haber usado su apellido como el de ambos. Lydia nunca había tomado el apellido Grayson pese a que eran una familia para ella.

—Por eso las personas como Batman hacen lo que hacen. No se deben de hacer tratos con Tony Zucco. Lo deben de encerrar hasta que muera. Después enterrarlo en la cárcel y dejar que arda en el infierno —le espeta en la cara, girando al chico que el agente mira detrás suyo. Ella también lo hace.

—¿Se te perdió algo? —inquiere la castaña apretando los puños dentro de su chaqueta negra.

Él se marcha ante las feroces y desgarradores miradas de Grayson y Petrova.

Esa misma noche, Banshee y Robin sin resistirse a sus deseos más oscuros, salen de caza.

Justo cuando el camión que transportaba a Zucco pasaba por un puente, se vio rodeado de una niebla provocada por un pequeño artefacto explosivo.

Robin salta desde lo más alto, seguido de Banshee, cayendo los dos sobre el techo del vehículo. Lo siguiente que se supo, fueron los guardias inconscientes sobre el suelo y Tony Zucco arrastrado fuera por ambos enmascarados, recibiendo golpes y patadas de ellos.

—Por favor.

—¿A cuántas personas mataste que rogaron que no lo hicieras? —masculla Robin con sus manos en el cuello del hombre.

Banshee presenciaba la escena con una expresión altanera, parada a un lado de Robin.

—Escucha, te daré lo que quieras.

—¡Quiero a mis padres devuelta! —gruñe, y es la primera vez que Lydia agradece no ser incluida. Richard la había cagado en grande, exponiéndose.

Al llegar los Maroni —la familia que lo deseaba asesinar por igual— se alejan de Tony Zucco, quién les pide ayuda.

—Conoce nuestras identidades —murmura la castaña a su oído, siendo persuasiva sin usar su poder—. Él asesinó a nuestros padres.

Dick se congela en su lugar, mirando a la nada brevemente antes de negarle la ayuda. Lo observaron morir, y al menos Petrova se sintió satisfecha.

          NOSOTROS MATAMOS A SU PADRE —le contesta el castaño después de volver a la realidad. Lydia lo acompaña.

—¿El tipo que mató a sus padres? —Jason los siguió—. Fue lo mejor por donde lo veas. Una escoria menos en este planeta. Debió sentirse grandioso.

—Sí —concordaron—. Ese es el problema. Oye, ¿Quieres un consejo? No seas Robin —el más joven y la chica se detuvieron a la par al escucharlo, quedando hombro con hombro debido a la gente que los empujaba suavemente—. Bruce me convirtió en un arma, en su arma.

Se disculpó una segunda vez con Jason, dispuesta a caminar a cualquier lugar a salvar a Clay.

—¿Quieres otro consejo, Jason? No eres igual a Dick a como lo eres a mí. Si quieres ser Robin, sé Robin, si quieres dejarlo, hazlo. Solo asegúrate de tomar la decisión en base a lo que tú quieras y deseas, no lo que te digan o esperan de ti.

          UNA HORA COMPLETA PASÓ, y vieron alrededor de Clayton cadenas, manteniéndolo suspendido en el aire dentro de una fábrica abandonada.

Se acercan a pasos lentos a socorrerlo, siendo evitado por una gota de ácido cayendo cerca del hombre, y una advertencia de Nick.

—Nos quieres a nosotros, deja ir a Clay.

—¿Lydia? ¿Dick?

—Todo estará bien.

—No, no es cierto, morirá. Y tú también, Robin. Pero a Banshee, le tengo algo especial guardado —sus puños se apretaron, como cuando lo vio por primera vez—. Deberías agradecerme, es mejor morir.

—¿Qué te pasó?

—Fue su culpa. Los federales me contaron todo. Robin y Banshee interceptaron el vehículo de mi padre y lo entregaron a los Maroni. Después de tu arrebato con los federales —señaló al de traje rojo, amarillo y verde—, no fue difícil saber que tú eras Robin, y por consiguiente Lydia Banshee.

—No sabíamos que los Maroni estarían ahí.

—No, ustedes querían tener el honor. De todas maneras creo que debo agradecerles por lo que pasó después. Parece que su pequeño acto de venganza tuvo sus consecuencias —frunció el ceño, nadie nunca sabría que verdaderamente fue su culpa al persuadir a Robin—. Después de que mataron a mi papá, el trato se acabó. Los federales no nos protegieron. Así que los Maroni fueron por mi mamá... Y mi hermana —su voz se quebró—... Y mi prometida. A todas las quemaron. También intentaron quemarme.

—Entonces creíste que podrías vengarte matando a nuestra familia. ¿Te hizo sentir mejor? ¿Funcionó tu jodido plan? —la mano de Lydia se posó detrás del hombro de Dick, Nick sonrió ante el gesto quitándose la máscara.

—Más de lo que me imaginaba. Cuando el ácido toca la piel no quema, es mucho peor. Sientes que tienes insectos comiéndote la piel, intentando meterse. Todavía los siento, caminar encima de mí.

—No queríamos que eso te pasara, Nick.

—Yo ya no soy Nick —negó—. Eso me hizo el ácido. Me cambió —deseó soltar una risa burlona, pero el hijo Zucco abrió de una llave dejando caer ácido sobre el hombro de Clayton provocando sus quejidos—. Descubriste tu verdadera identidad en el puente, Dick. Lydia solo mostró a la luz algo que ella ya sabía. Así fue como el ácido quemó la superficie para descubrir mi verdadera identidad.

—Es inocente, suéltalo.

—No —Banshee está apunto de usar su poder, pero una cuarta voz se escucha.

—Te dio una oportunidad, idiota —miran a Robin dos punto cero asombrados—. Debiste tomarla.

Con un rápido movimiento de muñeca, el Robin original cortó la soga yendo a ayudar a Williams. La antiheroína se apartó de un brusco movimiento del punto en que Nick Zucco y Jason Todd cayeron segundos después.

—¡Robin! —grita interponiéndose entre el más joven y la bala de ácido, siendo su pecho el que recibe el impacto, cayendo en sus brazos y soltando un quejido.

El adulto, pierde los estribos, atacando a diestras y siniestras al descendiente Zucco terminando con él en el suelo.

—¿Estás bien? —Dick se acerca y la abraza con preocupación.

—Sí, sí —suelta otro quejido—. No es Zylon, pero lo maneja bastante bien —se apoya en él pasando su brazo por un hombro suyo.

Las sirenas de las patrullas los apartan, y mientras un Robin se va a encargar de ellos, el otro y Banshee se acercan a Clayton.

Su sexto sentido la alertan, y manda a Dick con un rostro preocupante a averiguarlo, por suerte, lo ha hecho a tiempo que al menos aún quedan un par de policías en pie, que no han caído en las manos sangrientas de el nuevo Robin.

—Está bien —tras hablar con ❛ El hombre fuerte ❜ volvieron al auto que había conducido Dick hasta Milwaukee, sentándose por un momento en la parte trasera, con Dick sentado entre las piernas de Lydia, recargando su espalda en el torso de ella recibiendo lentas caricias en el cabello—. Tú sabes quién eres, yo sé quién eres, no dejes que las palabras de un niño te definan. Usa el traje de Robin todo lo que quieras, te ata a tu pasado, y es el único recuerdo que tienes ahora. Lo dejarás ir cuando estés preparado para un nuevo capítulo en tu vida. Nadie puede tomar esa decisión por ti. Ni siquiera yo.

Pero lo que ella no sabía es que Dick la seguiría a todas partes y renunciaría a su traje y a su pasado tan solo con una palabra suya.

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