❛ 𝘃𝗶𝗶. 𝖽𝗈 𝗇𝗈𝗍 𝗅𝖾𝗍 𝗆𝖾 𝖽𝗈𝗐𝗇.
❛ 𓄼 CAPÍTULO SIETE 𓄹 ៹
—¡LYDIA! ¡Lydia! —los gritos desgarradores provenientes de Dick resonaban y rebotaban entre las copas de los árboles del bosque alrededor del lugar. Había regresado al convento junto a Kory, y saber que el paradero de Rachel era desconocido y que Lydia no se hallaba por ninguna parte lo asustaba.
—¡Lydia! —gritó la colorada buscando a la sirena.
Intentaron buscarla dentro del destruido establecimiento, pero los bomberos no lo permitieron al estar la estructura inestable.
La habitación de Rachel —a lo largo de su estancia de bebé— era el lugar en el que Lydia descansaba durante la explosión, la misma que ocurrió debajo de ella en un calabozo y que provocó más impacto, dañándola.
Dick odiaba llorar, desde la muerte de sus padres no había cosa que derribara su corazón, pero Lydia Petrova lo hacía, y ahora solo quería llorar, temiendo no encontrarla. No le importó que los bomberos le gritaran, él corrió dentro del lugar buscándola, sin dejar de gritar su nombre.
—¡Lydia! —gritó exasperado, ignorando el deseo de sus pulmones de toser, debido al humo.
—¡Lydia! —también grita Kory unos metros lejos de él, apareciendo de un momento a otro.
—Kory... —escuchó apenas un murmullo. La morena se giró mirando a todos lados, hasta que la vio arrastrarse hacia ella.
—Mierda, Lydia —masculla Dick sin saber que había aparecido.
—¡La encontré! —avisa Kory. La toma en sus brazos, cargándola al estilo nupcial dirigiéndose a cualquier salida que no estuviera a la vista de los policías, bomberos y enfermeros, para evitar que se la llevasen al hospital. Dick corrió siguiéndolas.
—Siempre terminas herida, y no haces nada —se jacta Grayson.
Lydia tose, dejando caer su cabeza en el pecho de la chica nueva. —Lo siento... —se disculpa cansada, abriendo los ojos para mirar los de él—. No me sueltes —pidió. Dick no supo si era para él o para ella.
—No tengo planes de hacer eso pronto —contestó Kory con una sonrisa, pensando que era a ella.
—Necesito agua. Necesito curarme —estruja el abrigo de Kory, el dolor recorriendo su cuerpo.
KORY Y DICK DECIDEN ALQUILAR UNA HABITACIÓN DE MOTEL DURANTE UN PAR DE HORAS, esperando que Lydia pudiera usar la tina para que el agua la curase.
—Explíquenme lo que hacen —pide Kory al ver a Dick introducir a Lydia en la tina.
—Lydia es una sirena, y como cualquier criatura ella tiene debilidades. El fuego a gran escala afecta sus poderes de curación, lo cuál nos hace volver a la vieja escuela donde tenemos que recurrir a un reposo en una bañera con agua salada —mientras Dick explicaba ayudaba a Lydia a desvestirse, él sabía lo mucho que no quería arruinar su cazadora—. Un par de botellas bastarán.
Vertió las botellas de agua salada en la tina, llenando el resto con el agua del grifo. Dick siempre cuidaba de ella por lo que se aseguraba de tener agua salada para cualquier ocasión.
Lydia se aparta de Dick. —Bueno, ya que estamos entrando en confianza, ¿Por qué no te muestro mi cola, Kory? —pregunta sintiendo su transformación avecinarse, despojándose de su blusa para quedar en ropa interior.
Sus ojos se tornan dorados involuntariamente. De un momento a otro, sus piernas han desaparecido y en su lugar hay una enorme aleta, sin embargo, es hermosa con su color dorado. Dick la ayuda haciendo un esfuerzo para sacarla de la tina y dejarla colgando. Mientras tanto, ella bufa cubriendo sus desnudos pechos con su cabello castaño. ¿Por qué no podía ser de las sirenas de la televisión que traían la parte superior cubierta?
—Esto es... —Kory se queda sin palabras observando anonada la aleta y sus escamas—. Es hermoso.
—¡Gracias! —exclama con una sonrisa llevando la mirada de uno al otro—. Ahora, haré esto sola, ustedes deberían buscar a Rachel —los invita a marcharse, conectando sus audífonos al celular y buscando su playlist favorita.
—¿Puedo tocarla? —interrumpe la rosada con una mirada curioso.
—No, nos vamos ahora —niega Dick empujando a Anders fuera—. Llámame si me necesitas —avisa, ambos retirándose del motel.
UNAS POCAS HORAS DESPUÉS, Dick y Kory llegan y se encuentran a Lydia completamente desnuda en la bañera ya sin agua. Dick se marcha de la habitación tratando de no verla. Kory se queda ayudándole a vestirse, como si no fuera un problema que estuviera desnuda. Para Lydia no lo era y Kory estaba bien si con eso ayudaba a la chica.
—Y bien, ¿Qué tienen? —pregunta, subiendo al asiento del copiloto.
—Descubrimos que unos cazadores vieron a Rachel en el bosque junto a un tigre verde —Lydia frunce el ceño girando hacia Kory en el asiento trasero—. Y no. No es una maldita broma —niega por su cara de incredulidad—. Dick conduce a casa de uno de ellos.
—De acuerdo —asiente mirando a Dick quién no le ha dirigido palabra o mirada alguna—. ¿Hay algún problema en mí? —inquiere llamando su atención.
Dick niega incómodo preguntando la razón de su cuestionamiento. —No me has hablado o dirigido tus ojos a mí desde lo de la bañera. ¿Acaso tienes algún problema con mi cuerpo del que deba saber? ¿Kory acaso te parece que mi cuerpo esté mal? —pregunta molestando a Dick, y Kory lo entiende soltando una risilla.
—Para nada. Fácilmente podría convivir con él —sonrieron burlonas.
—Lo entiendo. Muy gracioso —dice Dick con sarcasmo soltando una sonrisa fingida.
TARAREABA EL CORO DE UNA CANCIÓN MIENTRAS CONDUCÍA A LA CASA CAULDER. Dick se había callado desde que dejamos atrás el hogar del cazador a quien golpeó frente a su hijo sin ser intencional.
—Dick, está bien. Te preocupabas por Rachel. No hiciste nada malo —tomo su mano que no está llena de sangre sin despegar la otra del volante.
—Lydia tiene razón. Escucha, Dick, no es mi problema, pero si no expresas eso que sientes, explotarás. Justo como Rachel —dice Kory ayudando a la situación.
—¿Eras psicóloga en tu otra vida? —Dick pregunta evadiendo una respuesta.
—Tal vez. Tal vez sea psicóloga en esta. No sé. Tienes problemas. Pareces un buen chico, pero no estoy tan segura.
—Tuve unos problemas cuando era niño —se explica Dick. Ambos nos miramos fugazmente antes de volver la mirada al camino.
—¿Esto es sobre ti? —pregunta Kory.
—No quiero que cometa los mismos errores que yo. Que confíe en la gente equivocada —aparto la mano incómoda al escucharlo.
—Tal vez tuviste problemas. Tal vez Lydia. Tal vez también yo, no lo sé. Pero lo que sí sé es que nadie puede manejarlo solo —Dick gira sorprendido a Kory—. No debo recordar tanto para recordar eso.
ARRIBAMOS A LA CASA CAULDER, el primer acontecimiento extraño en suceder fueron las luces encenderse y apagarse en parpadeos. Y para nosotros y nuestros instintos, era una señal de Rachel.
—¿Hola? —habló Dick luego de abrir la puerta, con un tono de voz fuerte.
—Esto parece sacado de una maldita película de terror —susurro cerca de Kory, dando vueltas en mi lugar esperando algún ataque.
La luz se apaga por completo y estoy segura de haber escuchado una voz espetando un ❛ Váyanse ❜.
—¡Largo de aquí! —Dick hace retroceder a Kory y ella a mí viendo a una mujer con rostro y brazos deformes.
Al darnos la vuelta dos personas más aparecen, uno es un robot y el otro está cubierto de cabeza a pies por vendas.
Cuando escuchamos un ruido que más parecía un grito, Kory y yo miramos a Dick. —Ve por ella —digo viendo a Dick irse y a las tres personas rodearnos.
El robot va a seguir a Dick, pero lo detengo con mi mano. —No me obligues a pelear —su amigo vendado salta a defenderlo—. No quiero mostrar quién soy en realidad.
—Tampoco nosotras —Kory se da la vuelta mostrando sus ojos completamente verdes, y yo los míos que cambiaron a dorados. Los dos hombres retroceden, inseguros—. Ve con Rachel.
Corro hacia donde los gritos se escuchan y me encuentro con un desastre total. Algo que parecía plasma negra circulaba por todo el sótano, y Rachel estaba parada al otro lado de la habitación frente a lo que parecía un portal.
—Dick, aguarda aquí —me toma del brazo sin estar de acuerdo—. ¡Solo hazlo, Richard!
Me suelto de su agarre y bajo las escaleras de caracol cruzando la habitación hasta llegar a Rachel.
—Rachel, cariño —llamo su atención tomándola de los hombros.
—Vas a morir —la voz que sale de ella no es la suya—. Vete de aquí, antes de que sea tarde.
—No lo haré, Rach. ¿Sabes por qué? Porque tú eres mi oscuridad, y yo soy tú luz —hago mis ojos volverse dorados sintiendo un cambio en ellos—. Soy tu persona, Rae, y no te dejaré.
Abrazo a la pelinegra quién me lo devuelve sollozando. —Aquí estoy —Dick se acerca con cautela, le extiendo mi mano—. Aquí estamos —jalo a Dick a nosotras y nos abrazamos quedando Rachel en medio.
SALGO DE AQUELLA CASA CON UN BRAZO SOBRE LOS HOMBROS DE RACHEL, atrás me siguen Dick y Kory que no dicen palabra alguna mientras nos dirigimos al auto.
—¿El chico vendrá? —le pregunto a Dick observando a Gar despedirse.
—Supongo. Pero no será mi responsabilidad —niega, abriendo la puerta del conductor.
—¿Entonces será mía? Ugh. Rachel, Kory, vamos —abro la puerta del copiloto y dejo pasar a Rachel, Gar y Kory a los asientos traseros. La última no está de muy de acuerdo con ir atrás, pero mi auto, mis reglas.
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