❛ 𝘃𝗶. 𝗍𝗁𝖾 𝗌𝗍𝗋𝖺𝗇𝗀𝖾 𝗀𝗂𝗋𝗅 𝗐𝗂𝗍𝗁 𝗍𝗁𝖾 𝗆𝖺𝗀𝖾𝗇𝗍𝖺 𝗁𝖺𝗂𝗋.



❛ 𓄼 CAPÍTULO SEIS 𓄹 ៹



          ABRIENDO LAS ENORMES PUERTAS DEL GARAGE DE LA CASA WAYNE, unos jóvenes Grayson y Petrova quedan asombrados por la variedad de autos lujosos dentro, pero siendo uno de ellos el que les llama la atención de entre todos los estilos.

—Este es Dick. Lo presiento —afirma atontada, pasando la mano por el capo del auto—. Lo llamaré bebé.

—Solo hay una manera de saberlo —Lydia gira su cabeza para ver a su amigo con las llaves del auto en manos, y no puede evitar emocionarse subiendo al asiento del copiloto.

El joven Dick pronto se encuentra conduciendo el auto por las calles vacías de Gotham. El volumen está al tope al igual que la velocidad, y los gritos de euforia de Lydia no se tardan en escuchar.

—Maldición, Dick —Lydia quiere hundirse en su asiento cuando una patrulla comienza a ir tras ellos.

Él no duda en acelerar, pero al poco tiempo ya no es una patrulla quién los persigue, ahora son tres que no tardan en dejar atrás, superando bebé la velocidad de aquellos autos de la policía.

          LAS HORAS DE VIAJE HABÍAN TERMINADO, por fin llegando a Ohio, bajando en el estacionamiento de un establecimiento de patinaje, y apenas pisan el lugar, Lydia se pierde divagando sobre comida y una pizza bien caliente, o tal vez una hamburguesa.

—Oye, nos vamos —es lo primero que le dice Dick a Rachel cuando la encuentra.

—¿Qué haces aquí? —pregunta, sin emociones positivas acompañando sus palabras.

—¡Rachel! —grita aliviada Lydia, envolviendo a la pelinegra entre sus brazos, aunque sus manos estuvieran llenas de bolsas de comida.

—Lydia, no sabes cuanta alegría me da de verte —Rachel se separa de ella segundos después, volviendo su cuerpo a Dick.

—No es difícil de averiguar que tú eres la chica extraña del cabello magenta —apunta sacando el envase de soda, llevando el popote biodegradable a sus labios.

La tensión surge, siendo un chico de cabello verde envuelto en ella. Dick se va y la chica del extravagante vestido lo sigue sin dejar otra opción más que seguirlos. —Fue un placer, niño lindo —Lydia pestañea haciendo al chico sonrojarse y se va antes de que pueda contestar.

—¡Espera! —la detiene tomando su brazo—. Se le ha olvidado su hamburguesa —menciona, tendiendo la comida de Rachel en una bolsa.

—Lleva menos de una hora en este lugar y ya te gustó. Eres adorable, chico —no puede evitar pellizcar su mejilla sin llegar a lastimarlo—. Lo siento, soné como una madre. ¿Cuál es tu nombre?

—Me llamo Garfield, pero todos me dicen Gar. ¿Y...? —la pregunta queda inconclusa al desatarse un estallido que llama la atención de todos los clientes.

Lydia corre hacia la entrada en el momento en que su auto aparece frente a ella, lanzándose a los asientos traseros.

—¿Qué acaba de suceder? —preguntó. Su mirada se dirige a Rachel, quién tenía los ojos completamente negros—. Rachel —musita. Sus ojos se vuelven dorados y hay una confrontación de negro contra dorado, y mal contra bien, haciendo desaparecer al final del viaje los ojos negros de la chica.

Kory Anders, como se había presentado la chica magenta, esperaba fuera del convento a los adultos. Dick estaba dentro de la capilla junto a Rachel, y Lydia frente las puertas esperando el momento adecuado para entrar.

—¿Qué? ¿Que confíe en ti? —escucha a Rachel interrumpir a Dick pensando que era el momento correcto de hablar con la chica—. Alguien más puede ayudar, ¿En serio? No, nadie puede. Solo hacen promesas, pero no las cumplen.

—Ugh, siempre se olvidan de mí —sonrió hacia ellos mientras se persigna como muestra de respeto—. Yo, no hago promesas, Rachel. A mi parecer son comunes, y es por eso que yo hago tratos. Esos son los que se respetan —se sienta junto a ella cuando Dick se ha marchado—. Y yo siempre respeto y cumplo mis tratos. Rachel...

—Tengo miedo. Tengo miedo de mi misma, no se a quién más voy a lastimar. Las lastimé, a ti y a Dawn porque me buscaban a mí, no a ustedes.

—¿Qué sucedió allá, Rae? —pregunta con una mano en su hombro.

—No lo sé. Quiero saberlo, pero no lo sé. Y tampoco entiendo qué es lo que sucedió. Tus ojos y los míos... Quisiera saber qué fue eso, porque los vi violetas un segundo antes de ser dorados.

—Yo también quisiera saberlo —murmura desviando su vista, pensando.

—Supongo que tienes una teoría —Rachel levanta una ceja, mirándola.

—Sí, eso creo. Cuando los padres de Dick murieron, y Bruce Wayne nos adoptó, él me confesó algo. Esa noche en el circo, no fue una coincidencia, Bruce me estaba buscando.

—¿Y qué quería? —la pelinegra frunce el ceño confundida.

—Quería ayudarme. Dos noches atrás mis padres biológicos murieron y mi madre le hizo prometer a Bruce que me buscaría si algo malo le sucedía, pero Rachel, estoy pensando en lo que dijo. Él me llamó la bendición del mal y el bien, pero más que nada dijo que yo era luz. Yo siento la oscuridad dentro de mí, pero también la luz; la luz opaca a la oscuridad, pero aún está ahí.

—Creo que esa es la razón. Quiero creer que hay algo bueno dentro de mí, pero la oscuridad lo destruye. Tú eres luz, y yo soy oscuridad, es por eso que cuando la oscuridad me invade eres quién la controla. Eres mi persona para desatar la luz en mi interior, y yo soy la tuya para desatar tu oscuridad.

Lydia se queda muda. Rachel y ella. Desde que la conoció, estrechó los lazos con ella al instante, sintiendo cierta conexión extraña, como si algo las uniese de por vida, surgir. Cerró los ojos cargada de tanto información y suspiró.

—Estaré en tu habitación. Necesito descansar —presionó un beso en su cabeza y salió de la capilla.

          ¡LYDIA! —el grito de Rachel resonó en los oídos de la castaña haciendo que se levantara de la cama, despertando sobresaltada. Pero a los segundos se encontraba en el suelo, tosiendo a causa de una explosión. Una que había provocado Rachel.

Mezclar una sirena, parte del mar, y al fuego no era buena idea, en especial cuando la sirena se encontraba en desventaja, sin agua a la cuál acudir y el fuego esparciéndose a su alrededor.

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