❛ 𝘃. 𝖼𝗈𝗇𝖽𝖾𝗆𝗇𝖾𝖽 𝗍𝗈 𝗋𝖾𝗉𝖾𝖺𝗍 𝗍𝗁𝖾 𝗉𝖺𝗌𝗍.
❛ 𓄼 QUINTO CAPÍTULO 𓄹 ៹
HABÍA UNA COSA EN LA QUE TODO EL MUNDO CONCORDABA SOBRE JASON TODD, y esta vez no era la irritante actitud del muchacho al hablar, era el odio a mostrar sus pensamientos profundos y sentimientos. Odio a la idea de mostrarse vulnerable, y permitirle a la gente ver su interior. Su destrozado e inseguro interior, el cual era cubierto con una capa de superioridad.
Pero Lydia Petrova, desde el momento en aquella terraza con sus amenazantes ojos violetas, había arañado hasta destruir aquella capa con el transcurso de semanas. Jason había quedado hipnotizado, se identificaba con Lydia como una versión más grande de él, una versión que aparentaba ser fuerte, y ocultaba sus inseguridades bajo la ironía y egolatría, pero en cambio de él, Lydia sí procuraba mejorar.
Por eso, cuando el corazón de Lydia subió a su garganta, sus piernas temblaron y sus ojos se cristalizaron —pareciendo entrar en un trance— Jason la observó con angustia en el rostro, envolviendo sus brazos alrededor de ella, conteniendo en un abrazo emocional la aura violeta que salía de ella, pareciendo tentáculos removiéndose inquietos ante la fotografía de Slade Wilson en pantalla, o como Lydia y Jason lo conocían. Deathstroke.
—Vuelve a hacer la prueba, Gar —la voz de la castaña no pudo haber salido más quebrada, la repulsión arañando el tono de voz.
—Pero... —balbuceó el adolescente, siendo interrumpido por una estruendosa exclamación.
—¡Hazlo! —había gritado Lydia estampando uno de sus tentáculos contra la pared a su derecha. Los recuerdos del villano la embargaron, sus dedos acariciando el anillo por sobre su cuello.
Garfield tecleó velozmente asustado, la Lydia normal se hubiera disculpado, pero esta vez no reparó en la abolladura, y si lo hizo no pudo importarle menos.
—El mismo resultado.
El cuerpo de Petrova tembló, aún en los brazos del castaño, un flashback de aquel hombre viniendo a su mente, con un rifle en manos, escondido.
Desde la sala de controles escucharon el timbre del elevador, ella expandió su poder a la entrada, sintiendo que Dick no había vuelto solo como se suponía.
—Gritará tanto que deseará estar muerta —sus ojos adquirieron bruscamente el violeta, sus manos se iluminaron y con pasos seguros caminó hacia ellos.
—¡Lydia, no! —Jason y Gar corrieron detrás de ella, sumándose Rachel al escuchar los gritos.
Cuando los ojos en llamas se encontraron con los de la peliblanca, Dick sintió el temor recorrer su cuerpo.
—¡Lydia, aguarda! —el castaño se interpuso en su camino, levantando las manos como si fuera a detenerla. Lydia mostró una sonrisa llena de maldad a eso.
Lo último que sus sentidos captaron fue el golpe contra la parte posterior de su cabeza antes de caer contra los brazos de alguien.
LYDIA REPRIMIÓ UN QUEJIDO AL DESPERTAR, observando atentamente su entorno. Se encontraba de vuelta en la sala de controles, pero tenía ambas manos esposadas detrás de la silla, la misma puesta en la esquina del lugar, a espaldas de los adolescentes y Dick.
—Según Interpool, se jubiló hace años tras morir su hijo, Jericho. Traté de buscar en la computadora...
—Yo sigo desde aquí —interrumpió Dick acercándose a la máquina, apagando todo en lugar de dar respuestas.
—Tienes que sacarla de aquí —espetó Lydia llamando la atención del resto en la habitación—. Si no lo haces, estaremos condenados a repetir el pasado.
Dick no respondió, sus ojos se quedaron mirando al vacío en la pared, pensando.
Alerta de seguridad. Entrada principal. Acceso denegado —escucharon la voz robótica de la computadora informar. Una vez más, Lydia usó su poder para reconocer a quiénes se encontraban en la entrada. Los nombres de Hank, Donna y Dawn viniendo a su mente.
Con su fuerza de sirena rompió las esposas de metal, levantándose del asiento y sobándose las muñecas caminando al ascensor.
—Lo sabes más que nadie —fue lo último que salió de sus labios antes de doblar una esquina.
—JASON, POR FAVOR —suplicó Lydia girando su cuerpo al castaño, consiguiendo el asentimiento que Dick no logró segundos antes.
—Ojalá las circunstancias fueran mejores, pero... Bienvenidos a casa.
—¿Están bien? —preguntó Dawn.
—Mejor ahora que todos están aquí —tras escuchar a Dick miran a Lydia, observándola encogerse de hombros.
—Dos ataques en dos días —menciona Hank el tema por el que se han reunido—. ¿Encontraron algo?
—Nada que no sepan ya. El Doctor Luz está fuera de prisión, lo ayudaron a escapar. Ha dejado una fila de muertos desde entonces.
—Lo sabemos —con pesar, escucharon la voz de Dawn—. Mató a nuestro amigo.
—Sí, lo sentimos —suspira Dick.
—Gracias a Robin dos punto lo que sea, ese anuncio en la televisión nos puso en la mira.
—Aún así, Arthur Light buscará venganza por encerrarlo —Lydia se cruzó de brazos, seriamente—. Intentó ir contra nosotros uno a uno, es lógico que ahora venga a por todos.
—Pero estamos juntos, y somos más fuertes —interrumpe Dick.
—Guarda el discurso para los niños —Lydia suelta una risa seca, recordando el por qué de su estrecha amistad con Hank. Su sentido del humor—. Nos ocuparemos del Doctor Luz y luego nos vamos.
—Yo también. No puedo quedarme —negó Donna.
—Me parece un trato justo —asiente la castaña.
—Muy bien, linda charla. Manos a la obra —giró para marcharse, recordando que ya no vivían ahí se regresó a la pareja—. ¿Misma habitaciones?
—Mismas habitaciones —confirmó Dick cerca de irse en la dirección opuesta, pero deteniéndose después de recibir un golpe en sus costillas, la mirada colérica de Lydia queriendo que él les contara lo que había hecho—. Chicos... Una cosa más.
LYDIA MIRÓ DE REOJO A HANK PERCIBIENDO SU IMPACIENCIA, palmeando suavemente su torso para intentar calmarlo. Hank mostró una sonrisa queda a su acción, sintiendo la espalda de la castaña recargarse contra su hombro, mientras él se recargaba contra el marco de la puerta.
—Tiene talento y entrenamiento —suspiró—. Y entonces vi esto —cambió de cámara, proyectando ahora una primera plana de Deathstroke.
—Joder —el rubio de la impresión se despegó del marco y colocó sus manos en los brazos de Lydia conociendo el dolor emocional que aquel villano le había causado.
—Creí...
—Que había muerto —más que una duda acusó, Donna y Lydia compartiendo una mirada furiosa.
—Todos lo creímos. Pero está vivo y en San Francisco.
La pelinegra sacudió su cabeza, negativa. —¿Ella quién es?
Las lágrimas se acumularon en los ojos de Petrova, tensando la mandíbula antes de dirigir sus peores insultos a Grayson. —¿Pueden imaginar que Dick ha acogido a la jodida hija de nuestro mayor enemigo? —soltó una risa seca—. Rose Wilson.
—¿Tienes aquí a la hija de Slade Wilson? —preguntó Dawn, incrédula de su actuar.
—Es un chiste, ¿No? —sintió una breve presión de Hank, sin atreverse a soltarla.
—No sabía quién era cuando la traje.
—Pero ahora lo sabes —Lydia se cruzó de brazos, asintiendo a las palabras de su mejor amiga—. Y sigue aquí.
—Tiene que irse, Dick —masculló como apoyo.
—Me preocupa.
—¿Te preocupa? Es patológico. Dick, entiendo tu debilidad por los perdidos, pero ella no puede quedarse —concuerda Dawn.
—Deathstroke es la razón por la que clausuramos este lugar —la voz de Donna se escuchó rota por un segundo, antes de recomponer la calma—. Apenas logramos salir vivos. No vine por un segundo round.
—No lo olvidé, pero no puedo echarla. Slade intentó matarla una vez, volverá a hacerlo otra vez.
—¿No piensas que estamos más allá de eso? ¿Esa misma cámara no te vio traerla aquí?
—No tiene idea. Cubrí mis huellas —se defendió de Hank—. No la echaré. Miren, nos unimos por el Doctor Luz. Ocupémonos del Doctor Luz. La chica es mi problema.
Cuando estuvieron cerca de quedarse solo los cuatro en la habitación, Lydia detuvo a Dick, envolviendo sus dedos agresivamente alrededor de su antebrazo. —Y como siempre, estás ciego de ver la maldita coincidencia frente a tus ojos. Será únicamente tu problema, Dick, y si llega a cruzar palabra conmigo no dudaré en arrancarle el otro ojo.
Con la misma brusquedad lo dejó ir, alzando ambas cejas con ironía hacia Hank.
—Adiós a la magia del reencuentro.
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