❛ 𝗶𝘅. 𝗌𝗁𝖾 𝗐𝗈𝗇'𝗍 𝗀𝖾𝗍 𝗋𝗂𝖽 𝗈𝖿 𝗎𝗌 𝗌𝗈 𝖾𝖺𝗌𝗂𝗅𝗒.



❛ 𓄼 NOVENO CAPÍTULO 𓄹



EL DOCTOR LUZ NO ERA RIVAL ALGUNO PARA JASON, Lydia quería estar segura negándose a temer lo peor de su pupilo. El nuevo compañero de Batman era maquiavélico y sanguinario, probablemente se estaba tomando su tiempo en escapar para regresar con una presumida sonrisa en su jodida cara. Sí, Jason no podía estar en peligro.

Salió de su habitación que compartía con Dick —la antigua, la cual compartía con su difunto marido, se encontraba al extremo contrario, evitando cruzar el pasado y el presente— dirigiéndose al pasillo con dirección a la sala de control, donde sus antiguos compañeros se encontraban reunidos para tratar de hallar con el paradero de Todd.

—Han estado actuando extraño incluso desde antes de la desaparición de Jason —oye murmurar a Gar. Lydia puede sentir sus emociones, se encuentra herido, confundido e indignado—. Reuniones a puerta cerrada. Guardando secretos. ¿Notaste que casi no hablan entre ellos?

Lydia suspiró, efectivamente mantenían secretos y era culpa de ambos adultos. No compartían la misma opinión sobre abrirse al pasado con los jóvenes, y aunque por mucho que Petrova fuera la más afectada de entre Dick y ella, por mucho que le fuera a reabrir la herida, ella anhelaba descargar sus sentimientos.

Sus tacones de bota resonaron contra el mármol de la cocina, ocasionando que Gar y Rachel callaran. Se colocó detrás de la barra y con pesar y un temblor de manos se quitó la cadena de su cuello, posándola con sumo cuidado frente a los rostros de ambos adolescentes.

—No deseo ocultarles nada, y lamento que Dick y yo no podamos estar de acuerdo sobre qué contarles y qué no, pero esta parte es de mi historia y es mi deseo decirles —acarició el anillo, una sonrisa nostálgica deslizándose de ella—. Este es mi anillo de matrimonio, soy viuda desde hace cinco años y mi esposo murió aquí, en San Francisco. Era un miembro de los Titans, por aquella época en la cual Hank y yo congeniábamos —sorbió la nariz y guiñó un ojo a Rachel, recordando cuando Dick y Lydia tuvieron su reencuentro con Hank y Dawn y Rachel se enteró de sus pasados encuentros—. Vivíamos aquí, comíamos aquí y dormíamos aquí. Fue mi épico amor que me hizo olvidar quién era más allá de Banshee y la trágica Petrova Wayne; entre todas las personas vio a Lydia —un nudo se formó en su garganta, no encontró las fuerzas para continuar y comenzó a negar, tratando de bloquear la angustia y el dolor.

—Está bien, Lyds —Gar y Rachel apoyaron sus manos sobre las de la mayor, asegurándose de no tocar la alianza que Petrova mantenía con un agarre feroz—. Gracias por contarnos esto; me hubiese encantado conocerlo.

—Garth —nombra Lydia.

—¿Si? —responde el peliverde.

Petrova vuelve a negar, pero esta vez ríe y más lágrimas salen de ella. —No. Se llamaba Garth. Te hubiese encantado —miró al chico y no evitó besarle la cabeza—, pudiste haber sido su copia y nunca te hubiese soltado. A ti te hubiese empujado hasta sacarte de tu zona de comfort —se giró a Rachel—. No dejaba a nadie fuera de la fiesta. Y Jason, oh, a esa pequeña mierda lo amaría, diría que es mi clon en versión masculina y le daría tanto amor y comprensión que sería como su hijo —sus manos comienzan a temblar, los espasmos apareciendo por la sobrecarga de emociones. Nunca tuvieron la oportunidad de formar una familia.

—Está bien, Lyds, aquí estamos —sus alumnos saltaron fuera de sus asientos y rodearon la barra para ir en su encuentro en el suelo, envolviéndola en abrazos y caricias—. Encontraremos a Jason, no es fácil de perder. Siempre volverá a nosotros para jodernos y comerse nuestra comida.

—Por favor, no vuelvan a hacer eso. Jamás quiero que salgan por su cuenta, aún son niños, tienen mucho tiempo para disfrazarse y salvar al mundo —son mis niños, las palabras se atascaron y no fueron capaces de salir, pero Lydia subió los brazos y agradeció tenerlos—. ¿Pueden prometerlo? Nunca quedarán como idiotas frente a mis ojos, pero prefiero eso a que arriesguen su vida por nuestra aprobación. Ya la tienen, ¿Si? Siempre la tendrán.

—Lo prometemos —aseguraron.

—Aún queda mucha historia. Los Titans, Garth, yo —la venganza—, pero continuará cuando recuperemos a Jason.

          EL ATISBO DE ESPERANZA RESULTÓ EFÍMERO, cuando creyeron haber encontrado a Jason al recibir señal de su localizador, todo fue en vano, encontrando el cadaver del Doctor Luz en su lugar.

—¿Qué carajos? —pregunta Hank desconcertado, y Lydia angustiada.

—¿Ese es el rastreador de Jason?

—Alguien debió cortarlo fuera de su cuerpo —el estrés se trasladó a sus manos, Lydia las ocultó dentro de su chaqueta. Lo cortaron.

—Si el Doctor Luz está muerto, ¿Dónde carajo está Jason?

—Debió tener un compañero —junto a las palabras de Donna un teléfono comenzó a sonar, Dick sacándolo del bolsillo del muerto.

Veo que hallaron mi regalo —antiguos recuerdos golpearon su memoria, los más jodidos infiltrándose hacia su corazón.

—Deathstroke —Garth. Jericho. Jason. El jodido Deathstroke. Las llamas se avivaron después de la confirmación. Emociones confundidas. Lydia retrocedió, tropezando con sus pies pero siendo atrapada por Hank para su fortuna.

—¿Dónde está Jason?

Oh, ¿Te refieres a su pequeño sidekick?

¿A quién mierda llamas sidekick, imbécil? —la reacción de Jason es delirante, olvidando frente a quién se encontraba. Un asesino como ningún otro.

Escuchan un golpe. Un alarido de Jason. Otro. Un tercero.

Lydia posa una mano sobre el pecho de Hank, deteniendo cualquier palabra.

—Apuesto a que estás pensando en mí, Slade —Lydia se acercó al teléfono, susurrando tétricamente, sintiéndose enojada—. ¿Acaso no notas el parecido...? Jason —aquella palabra bastaba para hacer al joven retroceder y desistir de su actitud altanera y de mierda con el tono que había usado la sirena, no era una orden, era una súplica cubierta.

Detrás de la voz mordaz y psicótica de Lydia, Jason pudo reconocer que la situación la estaba destrozando, aún sin conocer el contexto.

—Dinos qué quieres.

—Como estaba diciendo, si lo quieren devuelta, entréguenme a Rose.

Cuando los cuatro adultos levantaron las cabezas en dirección a la sirena esta ya no se encontraba alrededor. No tenía que escuchar dos veces para tomar una decisión.

          CUANDO LAS PUERTAS DEL ELEVADOR SE ABRIERON DE LAS CUATRO PERSONAS QUE LYDIA HABÍA DEJADO ATRÁS DOS ENTRARON APRESURADAMENTE, las únicas dos personas que parecían encontrar preocupación sobre lo que haría Lydia al llegar a Rose antes que ellos. Donna entró, siguiéndolos, pero su mente estaba lejos. Hank fue el último, él sabía tanto como todos los demás que compartía cerebro la mayor parte del tiempo con Petrova, y aquel momento no era una excepción.

—Tomaron su tiempo para llegar —Lydia se encuentra parada frente a Kory, las dos parecían hablar de la vida de la alienígena en los últimos meses. Cuando Dick y Dawn ingresan al recibidor Lydia gira su rostro a ellos, formando una sonrisa en su rostro que solo significa problemas.

—¿Kory? —nadie sabía que aparecería, incluso cuando Lydia llegó por Rose le desestabilizó un poco encontrarse a la rosada.

—¿Qué pasó con Jason? —pregunta. Petrova había intentado explicar, siendo inútil.

Dick miró a los tres jovenes, antes de dirigirse a Kory. —Hablemos en la sala de entrenamiento.

Lydia rueda los ojos, no oculta el bufido frustrado que sale de ella cuando se encamina hacia allá. ❛ Lo siento ❜ articula a sus dos pupilos con los labios.

Dick es quien pone al corriente a Kory, los seis adultos creando un círculo donde Hank y Lydia se encargan de la hostilidad, Dawn y Dick de la defensa, Kory de la mediación y Donna de esquivar el tema.

—Debiste echar a la chica fuera al minuto de saber que era hija de Deathstroke —declara Hank.

—Espera un minuto. ¿La chica pirata es la hija de este sujeto? —pregunta Kory tratando de ordenar la información en su cabeza.

—Sí, y él la quiere de regreso.

—Lo que no podemos hacer —niega Dick.

—¿Por qué no? No es una idea loca.

—No hablas en serio —niega Dawn, incrédula.

—¡Estamos hablando jodidamente en serio sobre acabar esto con Deathstroke de una vez por todas! —Lydia da un paso hacia el rubio, apoyando su postura—. Puede que no sea agradable, pero peor es dejar que el lunático mate a Jason.

—Esto no es culpa de Rose. Todos lo sabemos —argumenta Dawn. Lydia suspira pesadamente, mandando una mirada asesina a su antigua compañera de equipo—. La única razón por la que seguimos vivos ahora es porque ella está aquí.

—¿De verdad vamos a creer eso? —Lydia pregunta con incredulidad, empezando a perder la paciencia—. Estamos hablando del maldito Deathstroke, me cuesta mucho trabajo creer la posibilidad de que no nos haya atacado aún para recuperar a su hija. No confío en ella, es un peligro para nosotros y para los chicos.

—O puede estar ella en peligro. No conocemos las intenciones de Deathstroke hacia ella —contradice el castaño, cruzándose de brazos.

—Tampoco es que Rose sea muy comunicativa al respecto —ella denota con ironía—. La verdad es, no sabemos nada de ella. La confianza que estás depositando en ella es ciega.

—¿Por qué no encontramos a este hombre y lo neutralizamos? —intercede Kory.

Se escuchan burlas en la habitación.

—No es tan sencillo —habla por primera vez Donna, su rostro expresaba que se encontraba en el pasado—. Apenas sobrevivimos en su último ataque.

—Miren —Hank suspira—, Jason está herido, solo y asustado. Y yo... Todos sabemos lo que eso se siente. La cuestión es, él es uno de nosotros y ella no es. Si debemos entregarla para salvar su vida, no sé ustedes, pero yo dormiré un poco mejor en la noche, ¡Sabiendo que hice lo correcto! —Hank expone su perspectiva, dejando ver hasta cierto punto sus emociones y su preocupación por Jason.

—¿Estás bien con esto, Grayson? —todos se giran para mirarlo, esperando—. Dick.

—Solo dame un segundo para pensarlo —pide.

—¡Dick! —exclama con desesperación Lydia—. No podemos perder a otro Titan. No Jason. Es solo un niño.

—Ella también lo es —contradice Dawn.

—La hija de Deathstroke —recuerda Donna, el fantasma de una ira pasada volviendo a surgir—. Seamos honestos, cuanto más se aleje de nosotros, más segura estará.

—Si la dejamos allá afuera sola, Deathstroke la cazará.

—O peor, perderemos nuestra ventaja una vez sepa que ella se fue.

La peliblanca niega con la cabeza. —Ya pasamos por esto una vez y sabemos cómo terminó. No usaremos a la hija de Deathstroke para llegar a él.

—Yo no estoy hablando de usarla —Lydia se apresura—. Estoy hablando de hacer el intercambio solamente. El pasado es la razón por la que debemos mantenernos fuera de su radar. Él obtiene lo que quiere, nosotros recuperamos a Jason y la vida continuará.

—No es lo correcto.

A Lydia no le importaba en lo mínimo lo correcto, ni siquiera era una superheroína para tener la hipocresía de actuar como si lo correcto fuera lo que regía su vida. Las sirenas eran ambiciosas y egoístas, su naturaleza lo confirmaba aquel libro que Kory le había dado cuando partieron camino meses atrás.

La mujer de piel oliva compartió una mirada con el rubio, llegando a un resolución.

—A la mierda. La llevaremos ahí nosotros mismos. Buena suerte tratando de detenernos —asienten y se giran, ignorando las palabras de Kory.

—Se están convirtiendo en monstruos en lugar de pensar cómo combatirlos.

—¡No voy a perder a nadie más por ese hombre, Kory! —Lydia exclama, finalmente perdiendo la paciencia, apenas girándose a la rosada—. Esta batalla es una cicatriz que casi me mata, no estoy dispuesta a que cualquiera de nosotros se convierta en otra.

Una sombra pasa corriendo detrás de ellos, Lydia apenas captando quién es antes de no dudar y salir por Rose, su intención de atraparla.

—¡Bloquea la entrada! —ordena en dirección a Dick.

La sirena siente la presencia de Rose moverse delante de ella, no estando acostumbrada a seguir a alguien por este medio la pierde, dándose cuenta cuando la siente alejarse de ella al meterse en el pasillo incorrecto, regresando sus pasos y tratando de recuperar su ritmo cuando al doblar un pasillo encuentra a Hank con sus brazos envueltos alrededor del cuello de Rose, Dawn enfrente suyo.

—Déjala ir.

El rubio duda ante las palabras de su novia, dándole la oportunidad a Rose de librarse de su agarre, mandándolo de una patada en el pecho a los pies de ambas mujeres.

—Felicidades, Dawn —Lydia se burla, su pulgar pasando sobre la nariz de Hank para curar la piel que la joven ha hecho sangrar.

Cuando se reagrupan los adultos junto a Garfield llegan al recibidor, sorprendiéndose —y algunos horrorizándose— ante la imagen de Rose en el suelo, sus extremidades rotas y retorcidas en ángulos que incluso a un contorsionista le dolerían. Estando Rachel ante ella, ninguno tuvo que hacer preguntas sobre cómo había acabado así.

Tan pronto como Lydia siente un latido agonizante de la peliblanca, se apresura a correr a ella, deslizándose sobre sus rodillas para inclinarse a su figura. —Rachel, dame tu mano —la mujer apura.

La híbrida ahoga un sollozo por lo que ha hecho, pero hace lo pedido, Lydia coloca su mano sobre su hombro para tener la libertad de tomar de su poder, sus propias manos apenas tomando el brazo de Rose para recolocar sus huesos cuando los brazos y las piernas de la chica comienzan a volver a su lugar en movimientos bruscos, la sirena y la demonio retrocediendo de un salto, impactadas.

—Oh, mierda.

Petrova chasquea los dedos. —Hank, cárgala. Ella no puede morir. No se librará tan fácil de nosotros.

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