❛ 𝗶𝗶. 𝗐𝖾'𝗋𝖾 𝖺𝗅𝗅 𝗆𝗈𝗇𝗌𝗍𝖾𝗋𝗌, 𝖽𝖺𝗋𝗅𝗂𝗇𝗀.



❛ 𓄼 CAPÍTULO DOS 𓄹 ៹



          SOY LA PRIMERA EN SALIR AL CORREDOR, unos segundos después Dick ya se encuentra a mi lado con sus brazos alrededor mío, buscando el consuelo que yo también necesito. El sentimiento lo devuelvo acompañado de inseguridad, recordando esos momentos trágicos tanto para Dick como para mí. Amaba a los señores Grayson, había sido la segunda vez que perdí a mis padres.

—Lo que me dijo fue que asesinaron a su mamá —informa Dick al teléfono mientras tenía una mano sobre mi muslo—. Me ayudarían si envían a alguien... Gracias... Sí, lo sé —divaga y siento cómo su presión en mi cuerpo disminuye.

El noticiero —que estaba siendo visto por la mayoría en la estación a un alto volumen— reproduce nuestra pelea contra aquellos hombres, luego una corta y censurada toma de mí asesinando a Tyler Hackett. El encabezado nos pide marcharnos, afirmando que éramos sociópatas violentos y no bienvenidos en Detroit.

—Ahora si tengo ganas de joder a la primera persona que se cruce en mi vista —mascullo decidiendo tomar un respiro al aire libre, cruzando la puerta para salir de la comisaría. Dick me sigue manteniendo una corta distancia por si mis palabras eran ciertas, aún así, dándome la completa razón.

Tratamos de relajarnos respirando con profundidad, el estrés llegaba a nosotros más de lo usual esta noche y la voz de Amy queriendo hacernos preguntas no nos era de mucha ayuda.

—Estamos ocupados —evade Dick frunciendo el ceño, tomando mi brazo y encaminándonos de regreso al establecimiento después de verme fulminar con rabia a la mujer.

—Cuéntenme, ¿Se pelearon con su compañero? —preguntó, lo que nos hizo detenernos por instinto al hablar de Bruce.

—¿Qué? —espeta molesto ante la curiosidad de Amy.

—Su tercera rueda de la policía en Gotham. No soy una adivina, pero es muy obvio.

—Teníamos diferentes maneras de trabajar.

—¿Por qué? ¿Aceptaba sobornos? Oí que la mayoría en Gotham lo hace.

Tenso la mandíbula y cierro mis manos en puños, soltando el agarre que mantenía Dick sobre mí, queriendo que Amy tragara sus palabras. Pero ni siquiera había dado el primer paso cuando él me jala levemente de la blusa y toca mi espalda baja, deteniendo mis intenciones.

—Él no —contesta—. Era un héroe para muchas personas. Incluyéndonos. Nada lo detenía. Solucionaba todo con sus puños. Al principio admirábamos lo que hacía —lo miro, no le gustaba abrirse con el tema en específico y lo respetaba, pero no podía soportar que lo estaba haciendo con una desconocida—, o lo que intentaba hacer. Pero en algún momento teníamos que irnos —Oh, Richard, si supieras que el único aquí que piensa eso eres tú.

Extrañaba a Bruce, y a nuestro difunto Alfred, nuestra vida en la mansión Wayne saliendo de vigilancia cada noche sin falta alguna, y cuando el sol comenzaba a salir, mi padre me regalaba una sonrisa junto a un ❛ excelente desempeño ❜. Si Dick hubiera abierto su corazón desde un principio con él, no estaríamos en Detroit.

El castaño baja la mirada y es el momento en el que Rohrbach pregunta el por qué. —Porque me estaba volviendo como él —responde. Como acto reflejo, separo su mano de mi espalda entrelazando nuestros dedos—. Lydia me apoyó en todo y no me dejó nunca.

—Entonces no lo son.

—¿Qué?

—Idiotas —aclara a la pregunta confundida de Dick. Mi ceño se arruga, ¿Trataba de coquetear con nosotros?

—No tendríamos una vida de ensueño, claramente —espeto.

Dick se ríe a eso. Molesta, me separo de él. —No lo digas. Arruinaría nuestra reputación.

—Sí, bueno, será nuestro secreto.

—¿Qué? —cuestiona al verme de brazos cruzados.

—❛ Será nuestro secreto ❜ —me burlo de Amy imitándola una vez se ha ido—. ¿Qué fue eso, Grayson?

—Grayson, entiendo. Regresamos a eso —murmura abatido, recordando cómo al principio de conocernos en el circo no nos agradamos en ningún sentido, espetando nuestros apellidos con sorna en cada cruce.

Ruedo los ojos frustrada, caminando de regreso. —¡Lydia, espera! ¡Por favor! —exclama yendo detrás de mí.

          —NO ESTÁ —niego al no encontrar a Rachel en donde la habíamos visto por última vez.

Los dos salimos corriendo en diferentes direcciones para tratar de hallarla. Busqué en celdas y en los baños de mujer, esperando que haya sido un error o un despiste nuestro, siendo inútil y siendo otra la respuesta, recibiendo unos segundos después la llamada de Dick informando que una patrulla se había llevado a Rachel, ella no pareciendo consciente de aquello.

—Más rápido —me apura Dick, sin perder de vista el punto de la patrulla en el GPS.

—Cállate, Dick. No me digas cómo manejar mi propio auto —después de varios minutos terminamos por llegar y estacionarnos a unos metros de la patrulla. El edificio y su estructura, frente a nosotros y en donde mi sentido detectó a Rachel —tenía una poderosa y atrayente esencia, por lo que no fue difícil detectarla una vez decidí despertar aquella parte de mis poderes que tenía dormida desde que nos fuimos—, se mostraba abandonado y acabado. Nos pareció, fuera de eso, el lugar más obvio para buscar. Juntos soltamos un suspiro, esperando solo encontrarnos con el oficial ahí dentro.

Nos adentramos al edificio topando con el secuestrador en la entrada, Dick es el que toma la oportunidad y lo golpea varias veces, dejándolo tirado en el suelo. —¿Lo mataste? —pregunto al verlo inmóvil—. Olvídalo, no quiero saber.

Caminamos con cautela y armas en alto, pateando la puerta al pisar el segundo piso gritando el nombre de Rachel, siendo la mencionada la que grita por ayuda un piso arriba nuestro.

Subo las escaleras seguida por Dick. Cerca de entrar a la habitación con Rachel, la puerta de esta se cierra bruscamente haciéndome caer sobre el castaño, tirando mi arma. Ambos nos levantamos con la ayuda del otro, gritando a la pelinegra que abriese la puerta. Lo único que escuchamos fueron los quejido de un hombre y luego un grito.

Al él impactarse contra la puerta y dejar una rastro de sangre, retrocedimos por la sorpresa. La puerta se abre como en una película de terror, por lo que agarro con más fuerza el mango del arma siendo la primera en entrar, viendo al hombre tirado sobre un charco de sangre y a Rachel atada en una silla frente a lo que parecía una ofrenda.

—Rachel —susurré sorprendida al igual que Dick. Nuestras rodillas caen al suelo deshaciendo los nudos, confundidos por la escena y esto solo aumenta al recibir la respuesta de la adolescente de nuestra pregunta a lo que había sucedido.

—No sé —niega con un mohín del susto. Se arroja a nuestros brazos sollozando y le correspondemos el gesto mirándonos de reojo—. Por favor, ayúdenme.

          EN LA MAÑANA SIGUIENTE, Rachel, Dick y yo subimos nuestro poco equipaje al auto, conociendo ya el lugar al cual iríamos para tratar de solucionar este recién y creciente problema.

—¿Es suyo? —la de tez pálida cuestiona al encenderse las luces del garaje y ver a lo que a mí me gustaría llamar ❛ bebé ❜, pasando sus dedos por la superficie.

—Reliquia de la familia —contesta Dick, mientras tiende su mano hacia mí y yo le deposito mi maleta.

—¿La del circo? —inquiere, incrédula.

Observo a Dick divertida. —De otra familia —aclaro, compartiendo una mirada significativa con el castaño—. Vamos, sube. Yo conduciré.

—Ni hablar —se niega el otro dueño, cansado y molesto de jamás poder sentarse en el asiento del piloto.

—Vamos, D. Déjame conducir, ¿Si? —pregunto, tomando de su mano las llaves y mirándolo con mis dorados ojos.

Dick asiente bajo el efecto y suelta las llaves antes de subir al asiento del copiloto.

—¿A dónde vamos?

—A un lugar seguro.

—Mi mamá me dijo que no existen los monstruos. Creo que se equivocó —susurra.

—Rachel —llamo su atención buscando sus ojos a través del espejo retrovisor—. Todos somos monstruos, cariño —hice relucir mis ojos dorados y, creyendo por un segundo, que habían sido correspondidos por unos pozos negros de su parte.

Sonreí a ella sintiendo una especie de conexión instaurarse en mi interior, volviendo mi vista al frente mientras toqueteaba el anillo de oro colgado de mi cuello.

Y pensar que todo esto inició a causa
de un turno nocturno.

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