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Único
El viaje había sido un completo éxito. El hotel elegido al azar, resulto ser perfecto, pequeño, limpio y bien situado. Paris se porto bien con Rosé y el sol lucio lo justo para sacar las mejores fotos. Y él se había portado mejor que el tiempo incluido, entro en todas las tiendas, sonrío para todas las fotografías, llevo todas las bolsas que pesaban ... perfecto.
Y el sexo ... sencillamente increíble, tan bueno como lo recordaba, incluso mejor.
La había derretido con la mirada en cada restaurante, había aprovechado para deslizar su mano furtivamente por su cuerpo cada vez que se encontraban a solas.
Pero ahora volvía sola a casa, como siempre, él se quedaba y ella se tenia que marchar.
La ciudad todavía dormía cuando se subió al tren. Por el andén, solo se oía el replicar de los tacones de sus botas y el ruido de las ruedas de su maleta. Le pareció que el último vagón era el más oscuro y ese opto por tomar. Los asientos, colocados de cuatro mirándose de dos en dos, y estaban tapizados de color rojo. Se sentó en el último de la izquierda, siempre la izquierda.
Dejo su maleta apoyada en él asiento de enfrente y comenzó a quitarse las capas de ropa, hacia demasiado calor ahí. Se quedó en mangas de camisa y se acomodó en el asiento. Él tren no tardaría en salir.
Un único hombre entró al tren; medianamente alto, ojos oscuros, cabellos sedosos del mismo color. Llevaba un elegante abrigo negro y una bufanda roja haciéndola resaltar junto a una pequeña maleta la cual delataba que su destino era el mismo.
Fue hasta el final del vagón y se sentó en él penúltimo de la derecha, quedando de esta manera mirando a Rosé de forma diagonal. Con un leve movimiento de cabeza y una sutil mirada, saludo a la joven de cabellos dorados.
Ella contestó con una pequeña sonrisa. Se coloco sus auriculares inalámbricos y cruzó sus piernas en dirección a él, dejando caer su falda estratégicamente y con ello que gran parte se viese parte de su pierna y piel expuesta.
En los oídos de Rosé sonaba una canción muy sensual, la cual en sus primeros acordes le encendía. Tras escuchar la letra, no podía dejar de pensar en las noches de sexo del que había disfrutado durante el fin de semana, cada postura, cada caricia y cada orgasmo vinieron a su cabeza provocando que su sexo se humedeciera.
Comenzó a cantar la canción entre susurros que se escapaban de sus labios. Movía su cabeza de forma lenta y sensual marcando el ritmo de la música con los ojos cerrados, llevando sus dedos a la comisura chupando la punta de su dedo índice, mientras lo pasaba por encima como en escasas horas antes había hecho con su amante.
Él la miraba perplejo, nada más al entrar y verla algo en ella había llamado su atención. Probablemente había sido su perfume o quizás su la personalidad que representaba.
Observaba como sus largos cabellos rebeldes se movían con un ritmo continuo y como sus dedos se posaban en su boca deslizándolos por sus labios de forma sensual, simplemente no podía dejar de mirar lo que ella le estaba provocando, ya que su vaquero le habia comenzado a presionar en cierta zona más pecadora.
Por parte de la chica, ya no podía aguantar más la temperatura que habia alcanzado su cuerpo. Abrió sus ojos por un segundo, provocando que las miradas de ambos se cruzaran y posaran sus ojos en el otro. La expresión de asombro de la chica paso a una sonrisa torcida, reemplazándola por una completamente coqueta al ver el bulto que sobresalía de los vaqueros del hombre frente a ella.
Él le devolvió la mirada -al momento de bajar un poco sus gafas-, y recorrer el cuerpo femenino de arriba abajo mientras alzaba una ceja y le regalaba una sonrisa invitándola. Ella sin pensarlo demasiado, se incorporo y fue hasta el asiento que el pelinegro utilizaba.
Una vez allí, intento abrir la boca para decirle unas cuantas cosas pero el chico se lo prohibió posando la suya contra la propia de ella.
Rosé lo recibió gustosa, comenzado así un beso salvaje y totalmente apasionado donde sus dientes casi chocaban por tal acción. La pequeña rubia jugaba y mordía el labio inferior del pelinegro mientras el contrario le correspondía de la misma manera tomándola firmemente de la nuca haciendo que el beso fuese aún más profundo y desenfrenado.
La delicada mano femenina bajo hasta la entrepierna del mayor hasta encontrase con el zíper abriéndolo en el momento y adentrarla para tomar el erecto miembro comenzando a estimularlo con firmeza junto a una sonrisa picara en su rostro mientras Jimin solo jadeaba y tiraba su cabeza hacia atrás.
El Park llevo uno de sus dedos hasta la boca femenina, a lo cual ella lo lamio y chupo encantada sabiendo que el haría con él. La mano masculina se deslizo por debajo de la falda y entre las tangas, encontrándose con la sorpresa de que no tendría que abrirse camino entre las medias ya que la mujer llevaba ligas, lo cual facilito bastante lo que le tenia pensado hacer con ella.
Dos de sus dedos se deslizaron por el sexo de ella y lo encontró empapado. Jimin le sonrió cuando se dio cuenta de lo húmeda que estaba su amante, un dedo se posó en su clítoris, y un suspiro salió entre los labios de Rosé.
Ella jugaba con los testículos, masajeándolos y dando pequeños tirones. Él movía sus dedos sobre el clítoris de ella sin parar, cambiando de ritmo, pero sin descanso. Primero rápido, luego más despacio pero fuerte, rápido otra vez. Los pezones de Rosé estaban duros y expectantes. Sus cuerpos, cada vez más calientes vibraban con cada caricia.
Rosé comenzó a besarle y morderle el cuello mientras le desabrochaba los primeros botones de la camisa para así acariciar el firme pectoral. Ella misma se arrodillo frente al hombre y sin pudor alguno introdujo el miembro masculino obligándolo a soltar un ronco gemido de satisfacción como a la vez su respiración se acortaba entre cada succión. Jimin se mordía el labio para no gritar de placer, pero en ese mismo instante se escucho claramente como la puerta del vagón contrario se deslizaba y unos lentos pasos iban en dirección a ellos.
En un rápido movimiento el pelinegro cogió el abrigo y se lo coloco encima tapando así su miembro completamente erecto. Rosé se incorporó y arregló su largo cabello un mientras se giraba para ver de quien se trataba, pues no era otro que el boletero del tren. Ella le dio una rápida mirada al mayor y este al percatarse de ello le sonrío mientras la veía dirigirse a su asiento.
El boletero se encaminó primero hacia Jimin quien, tranquilamente, pero muy sudoroso le dio el boleto de abordaje que sacó del bolsillo de su abrigo. Luego se dirigió a Rosé, esta sacó el mismo boleto que el chico anterior del bolso y se lo entregó al hombre de gorra con una dulce sonrisa. Al comprobarlos, el boletero se fue por donde había venido y antes de que hubiese cerrado la puerta del vagón Rosé ya estaba de pie delante de Jimin, ambos se miraron y soltaron una fuerte carcajada que resonó en el vagón.
El pelinegro se retiró el abrigo de las piernas para descubrir su miembro, que seguía completamente erecto. Agarró a Rosé por la cadera y la acercó hacia para así dejar el vientre delgado de la mujer frente a él, una vez en esa posición fue levantando poco a poco la blusa de la menor comenzando a dar pequeños besos en la pálida y tersa piel que podía ver, cuando se encontró con el ombligo femenino comenzó a lamerlo y jugar con él, mientras ella suspiraba y desordenaba sus oscuras hebras ante las caricias, junto a la par que masajeaba el trasero de la fémina aún cubierto por la falda.
Jimin metió una mano por debajo de la falda y le arrancó la tanga de un rápido movimiento para poder meter dos de sus dedos en su húmedo sexo. La rubia soltó un gemido de placer que le hizo perder la cabeza, mientras él se dedicaba a estimular la feminidad, con su zurda intentaba buscar un preservativo en su cartera. El cuerpo de Rosé ardía como una hoguera, mientras ella sudaba y jadeaba cada vez más fuerte y rápido.
Park la miraba a los ojos mientras movía frenéticamente sus dedos sobre el clítoris, y con la contraria intentaba abrir el preservativo con sus dientes, cuando lo tuvo en mano le pidió permiso a la chica para poder colocárselo, ella lo acepto sin decir más y en cuanto se lo coloco tomó a Rosé de la cintura y alzo la falda con obvias razones. La menor se sentó sobre su pelvis rozando ambos sexos haciéndolos perder la cabeza por un segundo y en un hábil movimiento, introdujo la masculinidad en su sexo obligándolos a soltar un gemido al unísono. Rosé comenzó a moverse disfrutando con cada roce, despacio sacando el miembro casi por completo para volver a introducirlo hasta su interior de golpe, provocando así un maravilloso sonido al golpear ambos cuerpos desnudos al chocar con fuerza.
Jimin comenzó a repartir sus manos por el menudo cuerpo femenino, llegando una de ellas hasta el brasier y liberar el busto llevándose uno a su boca, y el contrario estrujarlo y pellizcarlo fuertemente con su mano libre. Gracias al traqueo del tren, tanto su pelvis como la chica que cabalgaba sobre él marcaban un ritmo continuo y placentero, para ese entonces Rosé aumento sus movimiento al mismo tiempo en que sus gemidos y respiraciones se hacían más altos, los gemidos de ambos -suaves y roncos- se convirtieron en pequeños gritos cada vez más entrecortados, Jimin la abrazó con firmeza y ella rodeo el cuello del mayor para luego besarlo apasionadamente.
-P-por favor n-no te detengas, sigue... .-pese a que habló en ingles, Jimin le entendió perfectamente, y eso fue exactamente lo que hizo.
Rosé comenzó a gritar mientras se retorcía de placer, miles de partículas bullían dentro de ella para explotar en su vientre, un grito agudo y alto marcó el final de un grandioso orgasmo. Cayó rendida dejando dentro de su feminidad el miembro de Jimin quedándose quieta unos cuantos segundos, y después trago saliva para mojarse un poco la garganta y tratar de regularizar su respiración.
Sus miradas se conectaron y ambos sonrieron satisfechos. Chaeyoung apoyo su cabeza en el hombro masculino y acaricio las oscuras hebras de la nuca con suavidad mientras sentía como este le correspondía posando sus manos en la cintura hasta llegar a su firme trasero sosteniéndolo con fuerza.
Una vez más se miraron y sin decir más, Jimin fue quien la beso en esta oportunidad siendo correspondido de la misma manera, una dulce, romántica como a la vez pasional al tiempo en que la menor le acariciaba parte del cuello y quijada masculina. Cuando se separaron, ella le dio una sonrisa coqueta mientras se incorporaba liberando su sexo del contrario y lo guio hasta el asiento del frente dándole la mejor vista de su trasero, Jimin trago saliva dificultosamente en cuanto la rubia alzo por completo su falda dejándolo expuesto hacia él, y apoyo sus rodillas en el sillón invitándolo descaradamente a una segunda ronda.
Jimin se acerco a ella y sin apuros volvió a posar sus manos en el menudo cuerpo frente a él, Rosé suspiro en cuanto este hizo un camino de besos desde su espalda baja hasta que llego a su cuello donde le regalo un profundo beso, lo cual supuso que quedaría una marca. El mayor comenzó a frotar su masculinidad con la entrada de ella volviéndola loca, la rubia se mordió el labio en cuanto Jimin entro en su interior dejando salir a ambos un gemido de gozo.
Comenzó a moverse lentamente mientras sostenía las caderas con firmeza mientras la embestía continuamente. Rosé le ayudaba siguiendo su ritmo, el cual incremento cogiendo impulso provocando que el vagón se llenara de gemidos placenteros y que la ventanilla se empañara gracias a sus cuerpos sudorosos y respiraciones agitadas.
Sus cuerpos hacían sonidos obscenos entre cada embestida que Jimin realizaba, Rosé tiro su cabeza hacia atrás para girarla levemente y con su brazo derecho tomo del cuello al mayor obligándolo a besarla mientras sus lenguas batallaban, Jimin la penetraba salvajemente apretándole el trasero con ambas manos dejando sus dedos marcados en la suave piel.
El hombre jadeaba, sin detenerse en cada embestida. Rosé se contorsionaba y gritaba a punto de recibir un nuevo orgasmo, por el lado de Jimi, este embestía fuerte y profundamente a tal punto de venirse por segunda vez consecutiva. Llevó una de sus manos hasta el delgado hombro femenino para poder empujar hasta el fondo mientras le mordía la nuca a la vez que se corría en su interior.
Rosé grito ante el orgasmo apretando con fuerza el brazo del asiento mientras jadeaba agitada. Jimin se dejo caer sobre el cuerpo femenino al mismo tiempo en que ambos trataban de controlar sus respiraciones quedándose inmóviles por unos segundos, sus cuerpos estaban completamente bañados en sudor y se podía notar a leguas su cansancio. Jimin se retiro del interior femenino, ocasionado que la menor soltara un débil gemido ante el abandono y sin decir más, poco a poco volvieron a la realidad.
Rosé tomo su tanga negra del suelo y se dirigió hacia su asiento para así guardarla en su bolso. El tren aminoraba, estaba llegando a su destino. Se miraron una vez más esa noche y volvieron a sonreírse, se acercaron y se besaron con dulzura. Ninguno de los corazones había vuelto todavía a su ritmo normal.
-I hope we meeting in the next train.-le dijo ella con su perfecto ingles. Para ese entonces el tren ya se habia detenido llegando a la estación. Jimin le sonrió y la besó de nuevo.
-I hope so.-musito sobre los rojos y atrayentes labios de la joven rubia.
Bajaron del tren y volvieron a besarse en el anden, esta vez con más fuerza. Se miraron y volvieron a sonreírse, no hacía falta decir nada más, aquellos desconocidos sabían lo que el otro pensaba. Cada uno cogió su maleta y se fueron hacía caminos opuestos.
Ambos giraron la cabeza para ver como se alejaba el otro. Y el cabeza de ellos resonaba la misma pregunta:
¿Volveremos a encontrarnos?
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Momo
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