❝1O. - 𝙏𝙪... ❞

𝑯𝒐𝒚 𝒑𝒓𝒆𝒔𝒆𝒏𝒕𝒂𝒎𝒐𝒔
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Tú...
╰───⌲Cap. 𝟏𝟎. ༣. . 

La noche había caído, las estrellas brillando en el cielo, el viento helado moviendo delicadamente las plantas al alrededor, la tenue luz en las calles. Esa noche demostraba que ya era hora de comenzar con el patrullaje.

Estabas terminando tu tarea de Historia con ayuda de Yuuto, ya eran las nueve de la noche, y después de dos horas, por fin pudiste terminarla. Terminaste de guardar tus cosas y rápidamente acomodaste tu cuarto.

—¿Estás lista? -Yuuto entró a su habitación. Te diste cuenta de que estaba usando un traje de héroe parecido al que tenía anteriormente, solamente que con ligeros cambios.

—Sí -seria- Completamente lista

—Bien, solamente di las palabras

—"Kuepalistli" -susurraste cerca de la pulsera.

Una luz te rodeó por completo, cegando a ambos por un breve momento. Al abrir los ojos, viste que tenías tu traje de héroe puesto, solamente que un poco más ajustado. Volteaste a ver a Yuuto con una mirada seria, dando a entender que era hora de salir.

Ambos abrieron la ventana de la habitación y salieron de ahí, escalando hacia el techo de la casa. Al estar ahí, un holograma se extendió frente a ambos, mostrando el mapa de todo el estado, indicando los puntos de cada uno de los asesinatos que ha habido durante todo el mes.

—Bien -dices- Estos son los puntos donde se cree que van a atacar nuevamente -volteas a verlo.

—En ese caso, tú ve por el sur, yo voy para el norte -voltea a verte- Tú estás más familiarizada en el sur, y yo estoy más familiarizado en el norte -asientes- Bien, comencemos, si ves algo raro, manda mensaje

—De acuerdo -asientes- Nos vemos en un rato


• • •


Varios minutos han pasado desde que comenzaste a patrullar. Tu respiración era agitada y varios mechones de cabello se movían por todas partes, debido al ejercicio que estabas haciendo.

Avanzabas por los tejados del pueblo, con ayuda de tu cinta hecha del mismo material que el de tu padre. A veces, uno que otro gato en los tejados te desconcentraba, pero eso era algo sin importancia para ti en esos momentos.

Pudiste seguir avanzando por los tejados, pero algo en tu interior te decía que debías detenerte e ir por otra dirección.

Sigue... No es nada... No te preocupes... Todo está bien

Pero por más que tratabas de convencerte de que no era algo malo, sentías que era todo lo contrario. No querías avanzar sin saber que era lo que tanto te estaba atormentando, y lo que te impedía seguir con tu patrullaje.

Rápidamente, comenzaste a correr nuevamente por los tejados, pero hacia otra dirección, donde creías que estaba sucediendo todo lo malo.  Después de un par de minutos, te detuviste en el tejado de una casa. Con discreción, asomaste un poco la cabeza, para ver lo suficiente lo que estaba pasando a tu alrededor.

Pudiste darte cuenta de que una chica, de más o menos tu edad, estaba viendo desesperadamente a sus lados, y meterse rápidamente a aquel callejón sin salida. Detrás de ella, venía un señor de unos cincuenta años; por la forma en la que caminaba, dedujiste que estaba borracho... Demasiado borracho. El hombre se metió al callejón y se acercó rápidamente a la muchacha.

—¡Suéltame, asqueroso! -trató de zafarse del agarre del mayor.

—¡Cállate! -la sostuvo de manera brusca de sus brazos- Es tu culpa por traer esa falda tan pequeña que me excita tanto -la toma de la cintura- Es mejor que guardes silencio y disfrutes de esto

—¡No, suéltame, depravado! -le pegó una cachetada.

—¡Ya me hartaste! -le regresa la cachetada- ¡Si te digo que te calles es para que te calles! -la sostiene bruscamente del mentón- Ahora si, a seguir con lo nuestro -la besa bruscamente.

—¡A-Ayuda! -trató de zafarse de su agarre.

—¡Nadie te va a ayudar! -exclamó mientras le levantaba lentamente la falda- Ya nadie visita estas calles en la noche, es imposible que alguien te ayude, así que será en vano, esta noche serás mía -dirige su rostro hacia su cuello.

Antes de que el hombre pudiera hacer algo más, saltaste del tejado y aterrizaste a un lado de ambos. Dirigieron su mirada hacia ti, solamente para encontrarte a ti con la mirada baja.

—¡Oye, ¿quién eres tú?! -exclamó el señor.

—¿Mi nombre? No te importa, ¿mi edad? Tampoco, ¿toda mi información? Menos -comienzas a caminar lentamente hacia ellos.

—Vaya, vaya -relamió sus labios- Rudas -sonríe- Así me gustan -suspiró- Vamos a divertirnos, pequeña -da una mirada a todo tu cuerpo.

—¿Qué tal si hacemos otra cosa? -levantas la mirada, solamente para encontrar tus ojos azules brillar en la oscuridad, con un pequeño rayo en las esquinas de estos.

—¡¿Qué mierda?! -el hombre exclamó, antes de soltar a la joven y salir corriendo, tratando de salir del callejón.

Saltaste en zig zag por las paredes para acercarte al señor, descendiste nuevamente, para aparecer frente al señor, quien al verte, se puso pálido como la nieve.

—N-No me hagas nada, p-por favor -tartamudeó.

—¿Y dejar que siga acosando a las mujeres? -sonríes- No lo creo -niegas.

El hombre chilló y trató de correr por tu lado, lo tomaste del brazo y lo lanzaste hacia una de las paredes, para saltar y propinarle una patada en el rostro, dejándolo inconsciente inmediatamente.

—Oye, ¿te encuentras bien? -preguntaste.

—S-Sí, muchas gracias -la joven agachó la cabeza, intentando ocultar las lágrimas que amenazaban con salir.

Avanzaste hacia ella con cuidado, te agachaste frente a ella y tomaste delicadamente su rostro para que te mirara a los ojos, lo cuales eran apenas perceptibles por la máscara y la capucha. Usaste tus pulgares para limpiar los ojos de la chica.

—Hey, no llores -acaricias su rostro- No vale la pena llorar por un pendejo que trató de sobrepasarse con una niña tan preciosa como tú -le acaricias los cabellos.

Hubo varios segundos en silencio, en la que la chica solamente se dedicó a desahogarse. No dijiste nada en ningún momento, solamente te dedicaste a tranquilizar a la joven que seguía temblando.

—Disculpe... -murmuró.

—¿Qué pasa? -cuestionó en tono tranquilo.

—¿Puedo abrazarla? -voltea a verte.

—Claro que si -extiendes tus brazos.

La chica no lo dudó, y se lanzó a los brazos de la joven que le devolvió inmediatamente el gesto.

—¿Quieres que te pida un Uber? -preguntó.

—Sí, por favor -respondió mientras hundía su rostro en el cuello de su joven salvadora.

Sin romper el abrazo, sacaste tu celular para poder pedir el Uber. Bloqueaste tu teléfono y lo guardaste en tu bolsillo.

—El Uber ya viene -volteas a verla- Déjame atar a ese asqueroso antes de que te vayas

—De acuerdo


• • •


Después de haber atado al hombre y revisar que la joven se fuera sana y salva a casa, seguiste con tu vigilancia, saltando de tejado en tejado, vigilando cada una de las calles en busca de problemas, o para ser más específicos... La Liga de Villanos.

Te detuviste en un callejón, dijiste las palabras a la pulsera y volviste a tu ropa de civil. Saliste y te dirigiste hacia un oxxo que, para tu suerte, todavía estaba abierto. Entraste y te dirigiste hacia la sección de galletas, y después hacia los refrigerados para comprar una botella de agua.

Tomaste lo necesario y te dirigiste hacia la caja, donde una muchacha registró todos tus productos. Dirigiste tu vida hacia atrás de la chica, notando las cajas de cigarros.

—¿Necesita algo más? -voltea a verte.

—Esa caja de cigarros -señalas.

—De acuerdo -asintió y tomó la caja para entregártela- Serían ochenta y dos -le entregas un billete de cien.

—Quédese con el cambio -sales rápidamente de ahí, sin darte cuenta de que la chica te veía con una sonrisa.

Te dirigiste hacia el mismo callejón y volviste a activar tu traje. Saltaste en zig zag por las paredes para subir al tejado de una casa, sentarte en la orilla y comer las galletas que habías comprado recientemente, ya que ya tenías hambre.

Cuando terminaste de comer, sacaste un cigarro de la caja y prendiste fuego en tu dedo, para prenderlo y dirigirlo a tu boca. El humo llenó tus pulmones, pero no tardaste en expulsarlo por la boca.

Sabías que estaba mal el fumar, pero no lo hacías tan seguido, solo lo hacías cuando el estrés era demasiado, y necesitabas relajarte de una u otra forma, ya que hacer ejercicio ya no era suficiente para calmarte.

Saliste de tus pensamientos al escuchar unos pasos, dirigirse hacia ti, pasos que eran apenas perceptibles. Sentiste que una mano era dirigida hacia ti, por lo que te levantaste rápidamente e hiciste el movimiento que Izuku hizo con Katsuki en las batallas en equipo en la clase de All Might.

Te apartaste rápidamente del desconocido, pero sin bajar la guardia. El desconocido se levantó y quitó la capucha que cubría su identidad. Dirigió su mirada hacia ti, abriste los ojos como platos al darte cuenta de quién era.

—Tú... -te colocaste en posición de combate.

—Vaya... -sonríe- Miren a quién encontré... A la chica de otra dimensión...

—¿Qué necesitas, Shigaraki Tomura? -frunces el ceño- ¿Qué haces aquí?

—Todavía no es tiempo -sonríe macabramente- Hace falta tiempo para que todo esto acabe

El portal de Kurogiri apareció detrás de él.

—Recuérdalo... La próxima vez que nos veamos, será cuando una guerra comience -comienza a desaparecer por el portal- No bajes la guardia -desapareció por completo.

Tu cuerpo comenzó a temblar, lágrimas comenzaron a salir por tus ojos. La impotencia llenó todo tu ser. ¿Cómo ibas a ser capaz de salvar a todos, siendo que solo Yuuto y tú tienen poderes? No eran suficientes para poder derrotarlos.

Te levantaste y comenzaste a correr en dirección a la casa, mientras le mandabas mensaje a Yuuto. Tenías que avisarle de inmediato...

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