❝ 14. - 𝙋𝙤𝙧 𝙨𝙞𝙚𝙢𝙥𝙧𝙚 ❞
𝑯𝒐𝒚 𝒑𝒓𝒆𝒔𝒆𝒏𝒕𝒂𝒎𝒐𝒔
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Por siempre
╰───⌲Cap. 𝟏𝟒. ༣. .
El camino a casa era silencioso. Pero un silencio demasiado tranquilo. El único sonido que se podía escuchar era el sonido de los autos pasando. El radio de su mamá reproduciendo música suave, con las cortas conversaciones que tenían.
Ambos se sentaron en la parte trasera del auto. Sus piernas eran una almohada para tu cabeza mientras recargaba su codo en la puerta del auto, mirando afuera de la ventana mientras sus manos jugaban dulcemente con tu cabello.
Cuando llegaron, saliste del auto para entrar a tu casa, pero Izuku te detuvo sosteniéndote delicadamente de tu mano.
—Necesito que a las siete estés en la playa donde entrenamos -murmuró sonrojado, antes de acerarte a él y susurrar en tu oído- Ponte un lindo vestido -dijo.
Asentiste con una sonrisa desconcertada y te despediste de ambos. Al entrar, te diste cuenta de que Yuuto estaba limpiando la cocina.
—Oh, Yuuto -sonríes.
—Mi niña -sonríe acercándose a ti para abrazarte- Felicidades por haber ganado el primer lugar
—Muchas gracias -dices- Bueno, me voy a bañar y a arreglarme, dentro de unas horas saldré -comienzas a subir las escaleras.
—¿A dónde, si se puede saber? -como siempre, anda de chismoso.
—Izuku me dijo que a las siete me necesitaba en la playa donde entrenamos, me dijo que me colocara vestido, ¿para qué? ¿Quién sabe?
—Oh, creo saber a dónde va esto -sonríe.
—¿A dónde? -preguntas.
—Muy pronto lo sabrás -comienza a subir contigo las escaleras- Vamos, no dejes a tu Romeo esperando demasiado -camina hacia tu ropero.
—¡No es mi Romeo! -entras al baño.
—¡Pues muy pronto lo será! -saca un hermoso vestido.
• • •
Por suerte, tus padres todavía no se encontraban en casa, por lo que fue más fácil para ti el salir de casa. Yuuto se encontraba manejando y tú te encontrabas de copiloto, cantando tu canción favorita.
—Bien, ya llegamos -estaciona la camioneta.
—Muchas gracias, Yuuto -sales- ¿Me esperas o gustas irte?
—Me quedo -dijo.
—Está bien -asentiste.
Cerraste la puerta y comenzaste a caminar hacia las escaleras. Antes de poder bajar, te encontraste a Izuku, quien tenía un traje de color negro, y una rosa roja. Él, al notar tu presencia, se acercó a ti y te extendió su mano hacia ti. La tomaste cuidadosamente, y él la dirigió a sus labios para dejar un suave y tierno beso.
Un rubor se extendió por tus mejillas. ¿Desde cuándo ha sido tan coqueto?
—Vamos -entrelaza sus manos y comienza a bajar contigo las escaleras.
Siguieron caminando un par de minutos más, bajo el cómodo silencio que tanto se habían acostumbrado. Izuku se detuvo y tú igual, dirigiste tu mirada hacia el frente, solamente para ver un pequeño picnic, con velas aromáticas a su alrededor. Se veía hermoso.
—Izuku -sonríes- ¿Qué es todo esto? -volteaste a verlo, solamente para notar que él ya te estaba mirando con una pequeña sonrisa.
—Es una sorpresa -coloca la rosa en tu cabello.
Izuku te guio hasta la manta que estaba extendida en la arena, y ambos se sentaron.
• • •
Ambos estaban frente a la manta, sintiendo la arena en sus pies. Ambos estaban en su propio mundo después de una pequeña cena entre risas y caricias.
—___-chan -la voz de Izuku llamó tu atención. Esa voz que, con tan solo escucharla, alegraba tu día.
—¿Sí, Izuku? -volteas a verlo.
—Creo que es momento -se coloca frente a ti.
—¿Momento de qué? -toma tus manos entre las suyas. Izuku suspiró fuertemente antes de abrir la boca para comenzar a hablar.
—Hace mucho tiempo atrás, para ser más exactos, desde que te conocí sentí algo que jamás había sentido antes y desde ahí supe que serias siempre alguien especial en mi vida -acaricia tus manos- Sé que esto te sorprenderá o quizá no. Sé que nos llevamos de maravilla, no te imaginas como me levanto cada día, solo de imaginarme que podré verte porque sé que eso me alegrara mi día. Contigo no dejo de reír y contigo aprendí a abrir mi corazón, inclusive para contarte cosas que a nadie más le he contado y que con tu ayuda he aprendido a superar -sonríes- Creo que desde el primer día, cuando te conocí me pareciste la chica más dulce del universo, pero que además de tu dulzura eras tan genuina, tan tú, sin caretas y más bien con mucha franqueza -se detuvo unos segundos- ¿Has oído hablar alguna vez del amor? Ese sentimiento que te permite mover montañas enteras con la fuerza de un solo dedo. Algo así es lo que hay en mi interior cada vez que pienso en ti, mi hasta ahora mejor amiga. Me enamoré de ti porque hasta para hacer ver mis errores me lo decías tan amablemente y con tanta paciencia que lograbas cambiar mi ánimo o malestar en tan solo pocos segundos -dirige su mano a tu mejilla para acariciarla con delicadeza- Me enamoré de tu forma de ser, de tu sonrisa, de cuando cantabas canciones románticas y yo aprovechaba en hacerlas mías para que así cada que las escuchara pensara tan solo en ti -ve directamente a tus ojos- Me enamoré porque siento que me complementas, porque nadie más que tú sabe comprenderme, porque nadie más que tú sabe alegrar mis días, porque me acostumbré a esa última llamada en el día para desearnos las buenas noches y decirnos cuanto nos queremos -sonríe- Es el momento de decirte lo que creo que has sospechado desde hace tanto tiempo: te amo, te amo más que a mi propia vida. Eres lo que más deseo en el mundo, una persona que ha conseguido que me ilusione como si fuese lo único que existiese. Quiero que me des la oportunidad de demostrarte que, además de buen amigo, soy capaz de ser el mejor novio del mundo.
Todo volvió a inundarte. Todos los recuerdos que ustedes dos tenían juntos.
La primera vez que se hablaron, cuando le salvaste la vida por primera vez, de pie allí tan llena de coraje y fuerza. El primer día que viniste a su casa te escondiste detrás de él cuando te presentó a su madre. El día que tú y él se rieron tanto que ambos colapsaron en el suelo. Noches de cine que siempre acababan tirando palomitas de maíz.
Y también a él... El día del incidente de la USJ cuando prometió protegerte. Cómo se aseguró de que todos supieran que no debían mencionarlo a tu alrededor. Cómo hizo que Iida te vigilara si tenía que irse.
Los paseos nocturnos. Accidentalmente, te quedaste dormida en su hombro. El día que te consoló por primera vez. Los días en clase cuando decías lo que tenías en mente. El día en que supo que sentía algo por ti hasta aquí. Con tus ojos caídos y somnolientos mirándolo fijamente.
Ambos sentían lo mismo el uno por el otro, ahora tú lo sabías.
Mientras lo mirabas fijamente, con la cabeza inclinada hacia un lado, él se inclinó lentamente hasta que sus labios se encontraron con los tuyos.
Él sintió que te tensabas al principio hasta que te relajaste permitiéndole besarte. Su mano se movió hasta que estuvo en la parte de atrás de tu cuello, atrayéndote más hacia él mientras sentía que lentamente envolvías tus brazos alrededor de su cuello, aferrándote a él como si fuera a desaparecer.
De repente, te alejaste mientras los dos se miraban fijamente, con los ojos entrecerrados, jadeando levemente, pero aún lo suficientemente cerca como para que tus narices se tocaran.
—¿Por qué? -susurraste, los ojos aún miraban sus labios ahora rosados.
—Siempre quise hacer eso, probablemente desde el día que nos conocimos -susurró de vuelta, sosteniendo tu rostro mientras trataba de recordar cada curva, textura y hundimiento, mientras trataba de recordar cada pequeño detalle.
Soltaste una pequeña risa antes de inclinarte hacia atrás.
—Bueno, hazlo de nuevo
Él sonrió.
—Como quieras, cariño
Y así, mientras los dos se besaban, persiguiendo la boca del otro, sus corazones pertenecían al otro. Le diste todo de ti como él hizo lo mismo.
No tuvo que sobrevivir a tu tormenta, solo tuvo que aprender a bailar bajo la lluvia. Una vez que se dio cuenta de eso y tú le permitiste hacerlo, la tormenta se abrió y la luz brilló con un arco iris que se colocó sobre sus cabezas.
Ustedes dos apenas pudieron sostener los besos, ya que ambos no pudieron evitar sonreír. Sonríes al saber que esto realmente estaba sucediendo. Los dientes chocando entre sí con pequeñas risitas de pura alegría escaparon de la boca de los dos.
Pasó sus manos por tu espalda, inclinándose ligeramente mientras las movía hacia la parte posterior de tus rodillas, levantándote mientras los giraba a los dos en la arena. Rompiendo el beso para reír, inclinando su cabeza con pura alegría mientras colocabas ambas manos sobre sus mejillas, decoradas con las pecas de las que no podías tener suficiente.
Mientras ustedes dos reían y se besaban un poco más, él los llevó a los dos a la manta y se acostaron uno al lado del otro, aun lo suficientemente cerca como para sentir el calor del otro.
Él tiró de ti mientras su brazo estaba colocado sobre tu cintura mientras se miraban el uno al otro con sonrisas que no parecían desaparecer.
El beso confirmó los sentimientos que ambos tenían. Ambos se querían sin importar qué, sin importar las reglas, ustedes dos estarían juntos.
Y luego ambos continuaron viviendo en la pequeña, pero perfecta parte de su mundo. Deseando poder olvidarse de ser héroes y responsabilidades y simplemente quedarse ahí. Vivir el resto de sus días ahí en los brazos del otro.
Si pudiera tener otro quirk que le permitiera quedarse para siempre, la usaría. Este momento duraría para siempre, si él fuera capaz de tomar una foto de lo feliz que parecías estar con él, viviría en el trozo de la fotografía para siempre.
Se inclinó para recibir otro beso del que no podía tener suficiente. Podía besarte ahora porque eras suya y él era tuyo.
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