𝐕𝐄𝐍𝐓𝐈𝐃𝐔𝐄. FIDANZATO E FIDANZATA
Capítulo 22. Novio y novia
— ¿Madre, Padre?
Pandora empuja a Vincenzo espantada al ver a sus progenitores al frente de ellos. El italiano frunce su ceño tocando su pecho por la fuerza que empleó su novia. Acostumbrarse a sus acciones sorpresivas le cuesta cuando su relación es un secreto.
— Te vuelvo a preguntar, Pandora ¿es este tu nuevo esposo? — pregunta el hombre mayor acercándose.
— Padre, no es lo que parece.
— ¡Señorita Myeong! ¿sabe dónde hay...? oh. — la señorita Hong se calla al notar el ambiente tenso afuera del cuarto, los inquilinos salen y se quedan observando entre murmullos a los mayores preguntándose quiénes son.
— ¿No me vas a responder, Pandora?
La rubia traga en seco asustada sobre qué decir. Obviamente Vincenzo no dirá nada si ella no lo hace, ya que después de todo es decisión suya.
— Señor, yo...
— Es mi novio — suelta entrelazando la mano de su pareja con la suya. Todos abren sus ojos asombrados ante la noticia, incluyendo a Vincenzo. Pensó que lo negaría por completo pero al parecer la juzgó mal. Cha-young empuja al público hacia el cuarto para darles privacidad.
— Oh, ya veo— el hombre lo mira de arriba a abajo, extiende su mano— Fernando Di Fazio ¿y tú eres...?
— Vincenzo Cassano — acepta su mano dándole un apretón aceptable. Se inclina un poco hacia su novia susurrando — no me dijiste que tu familia era de apellido Di Fazio.
— Mi abuelo era un mafioso de la provincia de Catania, no pensé que fuera tan importante, además, nosotros no seguimos su legado pero al parecer mis papás conocen tu apellido.
— Cassano ¿eh?... Interesante. Ahora, Pandora, ¿qué le pasó a mi nieto? — pregunta la mujer colocando una de sus manos en sus caderas mirándola.
— Es una larga historia, madre, te va a divertir mucho. No me regañes por favor— sonríe nerviosa.
Los mayores caminan delante de ellos. Vincenzo y Pandora se miran entre sí confusos por la situación y les siguen adentro.
(—🍒—)
Llegó la hora de la cena, el momento más incómodo del día para Pandora. Generalmente cuando comen, sus padres no dicen ni 1 sola palabra, se limitan a concentrarse en nutrirse, y eso no le preocupa. Pero ahora que Vincenzo los acompaña está muy asustada, no hablaron sobre cómo les contarían las cosas o qué respondería él. Sólo espera que sea sincero e inteligente como siempre lo es para que pueda impresionar a su padre.
— Así que, Vincenzo, eres hijo de Fabio ¿cierto? que en paz descanse— el italiano asiente dándole la razón — recuerdo que tu abuelo y mi padre una vez pelearon juntos en la guerra de 1800.
— Mi padre me contaba muchas cosas sobre mis antepasados, decía que si no conoces a los que vinieron antes que tú ¿Quién se supone que eres?
— Estoy de acuerdo.
— Deberíamos pedir una copa de vino para celebrar. Es la primera vez que conocemos a un novio de Pandora desde que Park-jon nos dejó. Espero no te moleste, Vincenzo — ofrece la mujer mayor sonriendo melancólica.
— Para nada, señora.
— ¿Están usando protección? — Pandora se atraganta con su pasta ante la pregunta atrevida de su padre, quien mantiene su semblante serio.
— ¡Padre!
— Te recuerdo que te embarazaste de Seong-jin cuando eras una adolescente. Eres una adulta pero estoy siendo precavido y no me fío ¿Cuánto tiempo llevan juntos?
— No tanto, sólo un par de semanas, creo. Les juro que les iba a contar, es que... He estado ocupada con el trabajo y no sabía cómo decirles. Cuando me llamaron esta mañana no pensé que vendrían de pronto — responde la rubia rápido.
— Señor, no tiene nada de qué preocuparse. Pandora y yo somos conscientes de lo que llegaría a pasar. — tranquiliza Vincenzo calmando las aguas.
La mesa se queda en silencio durante un tiempo. Vincenzo se dió cuenta que la relación padre e hija de su suegro y su novia no es tan buena que digamos, por lo que la comunicación es muy cerrada entre ambos.
— ¿Dónde está tu anillo, Pandora? — pregunta el mayor mirando su mano, ella inmediatamente la esconde bajo la mesa — ¿Te lo has quitado? ¿acaso no respetas la muerte de Park-jon?
— ¿Qué? eso no tiene nada que ver.
— Por supuesto que sí. Eres una mujer casada, por favor, tenlo más presente.
— Ella no necesita ese anillo, y si lo hiciera, es su decisión si quiere usarlo o no— habla Vincenzo interrumpiendo, los tres lo miran — ya tiene un hombre a su lado.
— Pero no eres su esposo.
— ¿Eso hace alguna diferencia para usted? — lo mira directamente a los ojos con seguridad — lo que importa es que la ame.
— A ver, Cassano... ¿Qué es lo que me intentas decir?
— Park-jon murió y Pandora debe tener derecho a seguir con su vida. Si se quita el anillo no significa que no lo haya amado o dado lo mismo su muerte. Yo la entiendo y respeto su opinión si desea usarlo o no, nadie la debe obligar a hacer algo que no quiere. Con todo el respeto, ni siquiera usted, señor.
— Vincenzo...
— Soy una persona sincera. Y por lo que veo es de esas personas que el matrimonio es algo sagrado para usted, pero créame cuando le digo que no necesito que ella lleve mi apellido para jurarle amor eterno. Con permiso.
El italiano se levanta de su asiento saliendo del restaurante, quedándose afuera. Pandora queda en shock.
— Tu novio me cae bien, tiene agallas — exclama la señora Di Fazio sonriente.
La rubia toma su bolso yéndose igual. Cruza la esquina del establecimiento encontrando a Vincenzo jugando con su encendedor como siempre.
— Oye ¿y eso qué fue? nunca había escuchado que alguien le hablara así a papá.
— Necesitaba soltarlo, perdóname.
— No te disculpes, estuvo increíble. Creo que te ganaste su respeto — sonríe contenta, baja su mirada sonrojándose levemente — las cosas que dijiste también fueron muy tiernas.
Vincenzo sonríe tomándola de la barbilla, para después besarla lentamente y separarse unos cuantos centímetros.
— Hace mucho frío y no estás bien abrigada, deberíamos ir a casa.
— Cierto, mis padres van a quedarse con Seong-jin junto con los demás para que pueda descansar. Estoy más tranquila si Jin se encuentra acompañado con bastantes personas y tú estás conmigo.
— Bien, entonces andando.
El camino a casa fue rápido por fortuna, en poco menos de 1 hora Pandora ya se encontraba en su tocador quitándose el maquillaje. Vincenzo ya está listo leyendo un libro con su fina pijama de seda como todas las noches (literalmente tiene como 30 conjuntos diferentes). Al terminar, va a su lado de la cama acostándose. Sonríe al sentir al hombre abrazándola por la espalda, dejando pequeños besos en su cuello.
— Espera, acabo de recordar... — coloca su mano en su pecho obligándolo a observarla. Se sienta en la cama — ¿Te enoja que pase tiempo con el señor Jang?
Vincenzo chasquea su lengua mirando a otra parte con una sonrisa divertida y regresa su vista hacia ella. — non farmi arrabbiare... (no me hagas enojar)
— Tomaré eso como un sí— se aparta de él. La mira apretando su mandíbula y se acuesta serio — te voy a ser muy sincera y espero que tú lo seas también, Vincenzo. Reconozco que eres muy celoso, y por eso estoy empezando a pensar que crees que soy una perra.
— ¡No he dicho eso!— se sienta igual—sabes que confío en tí, pero obviamente me doy cuenta cuando un hombre quiere algo más contigo. Li ho appena messi al loro posto (sólo los pongo en su lugar)
Hace una mueca sin creerle demasiado.
— ¿Y por qué sacas ese tema ahora? ahg, non ce la faccio (no aguanto) — jala su cabello desesperado.
Pandora ríe y lo toma de las mejillas.
— Sólo quería hacerte enojar, Vin. Tengo tiempo sin verte molesto.
Vincenzo rueda sus ojos y la besa. Pandora se recuesta en el colchón rozando con sus dedos el pelo de su nuca, al mismo tiempo que sus manos entran en la pijama de su novio.
— Vin — lo llama, él se apoya con sus manos a cada lado de su cabeza mirándola con atención — ¿alguna vez... te has enamorado?
— No, jamás— responde luego de unos segundos.
— ¿Pero sabes lo que se siente?
— Sí — afirma.
— Cuando me miras ¿qué ves?
Al verla a los ojos, Vincenzo sintió algo que nunca podría describir con palabras. Su mirada lo reconforta, están llenos de amor, un amor tan hermoso que quiere que sea sólo de él. Al verlo a los ojos, Pandora vió su oscuridad, aquella que tanto le asustaba, llena de profundidad y frialdad.
— Sólo tú, bebé. Sólo tú, cariño. Sólo tú, mi bionda.
Ella es la luz que él siempre buscó, y él la oscuridad a la que ella estaba tratando de huir.
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