9 | MALAS NOTICIAS |


"Mmgh, cinco minutos más", respondo adormilada al sonido de mi nombre.

"¡Imira! ¡Imira, despierta!" Escucho la voz de Edmund y regreso del país de los sueños.

"¿Qué? ¿Qué está pasando?!!" Alcanzo el cuchillo que guardo debajo de mi cama y salto tropezando un poco.

"¡Whoa! Solo solo", me informa Edmund a la vez que salta hacia atrás, evadiendo la hoja afilada. 

"¡Lo siento mucho, Edmund!" Me disculpo con él, guardando el cuchillo. "¿Qué sucede?" Pregunto mientras recupero la compostura.

Él me mira muy serio y yo me comienzo a preocupar. "Es Aslan. Dicen que está muerto"

Me pongo los zapatos y lo sigo hacia la tienda que él y Peter compartenEl sol apenas ha salido, pero ya todo el ejército está despierto y listo para moverse. Oreius también ha llegado.  Intercambiamos una breve mirada, las palabras no tienen sentido, antes de que Peter salga de la tienda.

Vacilante, se vuelve hacia nosotros: una rubia ansiosa y ligeramente somnolienta, un hermano impredecible y un centauro leal.

"Ella tiene razón. Se ha ido", anuncia con tristeza antes de descansar las manos sobre la mesa mientras examina el mapa. Se ve abrumado. Por supuesto que sí, ahora está a cargo de liderarnos en batalla contra la Bruja. El peso de Narnia descansa sobre sus hombros, con ese tipo de presión, ¿quién no se sentiría abrumado?

Me pregunto brevemente quién o qué se encuentra adentro, pero antes de que pueda calmar mi curiosidad, la voz de Edmund me vuelve a encaminar.

"Entonces tendrás que guiarnos", 

Peter ciertamente no parece querer guiarnos, de hecho, parece que quiere irse a casa, pero Edmund continúa. "Peter, hay un ejército allá afuera. Están listos para seguirte", le recuerda a su hermano.

"No puedo", responde Peter desanimado. 

"Aslan creía que podías", intenta Edmund, pero Peter mira hacia otro lado. "Yo también", agrega suavemente.

Escuchar la confianza que Aslan tenía en él podría no haber tenido el efecto que Edmund pretendía, pero la confianza que su hermano acaba de expresar sí y Peter se renueva con confianza.

"El ejército de la Bruja está más cerca, Señor. ¿Cuáles son tus órdenes?" Oreius pregunta ya que es evidente que Peter no retrocederá ante el desafío que se le ha presentado y Peter comienza a examinar los planes de batalla.

Como mi ejército aún se encuentra a horas de distancia, si no es que un día demasiado tarde, Peter decide que es mejor enviarles un mensaje para que nos veamos en el campo de batalla lo antes posible, así que me retiro a escribo la carta de inmediato y se la entrego a un cuervo antes de ir a escuchar sobre el plan.

"¿Entonces, qué piensas?" Peter me pregunta expectante.

Hasta donde yo sé "Es un buen plan", respondo asintiendo.

Los chicos se miran entre sí, contentos con su estrategia y luego me miran, orgullosos de lo que han hecho, aunque probablemente Aslan y Oreius pensaron en la mayor parte.

"Entonces, ¿qué pasa ahora?" Edmund pregunta.

"Ahora nos ponemos la armadura y vamos a la guerra," 


Termino con mi armadura y Kraneia tira de mi cabello hacia atrás en una elaborada trenza para la batalla. Mientras tanto, he estado desayunado, no hay tiempo para una comida formal, pero como mientras ella me arregla el pelo. Una vez que ha terminado, le doy las gracias y procedo a ocultar mis armas en su lugar apropiado y termino con la pintura de guerra que los Datramitas usan para la batalla. Me doy una última mirada en el pequeño espejo antes de salir de la tienda. Con suerte, volveré para la cena. Por favor, quiero regresar para la cena. Sería lo más patético haber vuelto a la vida para morir una semana después a manos de la misma bruja, o peór, de uno de sus seguidores. 

Encuentro a Peter y Edmund ya en su armadura hablando con algunas mujeres centauro. Sin desear interrumpir, espero a que terminen antes de acercarme por detrás.

"¿Listos?" Les pregunto sorprendiendoles y ellos se dan la vuelta. 

"Whoa, te ves-" Peter comienza a decir, pero su hermano lo interrumpe.

"¡Genial! Das miedo, pero es genial," exclama emocionado. "Me alegro de no pelear contigo porque si lo fuera, estaría huyendo", dice Edmund, sacando una sonrisa de mí.

"Bueno, esa es la intención", le respondo, dando un paso más cerca.

"¿Ya desayunaste?" Peter me pregunta, cambiando de tema.

"Sí, mientras me cambiaba. ¿Ustedes?" Les pregunto. 

"Nosotros también", me dice Edmund. 

Nos quedamos allí brevemente en un silencio incómodo, sin saber qué decir antes de la batalla hasta que suena el gran cuerno.

Peter intercambia una mirada nerviosa con su hermano antes de girarse para mirarme. 

"Creo que ya es hora," 

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