1 | NO JUEGUEN CON HIELO |
Temblaba al caminar por la nieve, apretando los puños por la ira. Había estado tan cerca de llegar a Archenland... Si nada hubiese salido mal, habría llegado esta noche y desde allí hubiese sido un paso seguro de vuelta a Datram. Pero maldita mi suerte, fuí capturada por la policía secreta de la Bruja Blanca y ahora no hay vuelta atrás.
Me tendieron una emboscada en mi camino de regreso de Cair Paravel, me acorralaron en el Río Rush y me quitaron mis armas. Intenté luchar, porsupuesto, pero no me di cuenta de lo cerca del hielo que me encontraba. Intenté deshacerme de ellos pero uno de los lobos aprovecho la oportunidad y se lanzó hacia mí, mandíbula lista para destrozarme. Y, entre el lobo y el resbaladizo hielo, perdí el equilibrio y caí sobre mi espalda con la bestia sobre mi. Los otros lobos me miraron triunfantes.
Yo estaba segura de que me iban a matar, a los humanos no se nos permite entrar en territorio Narniano, pero el lobo que me atacó, Maugrim como aprendería después, me quitó la espada de la mano y me ordenó que me pusiese de pie.
Hice lo que pidión y me ordenó que empezara a caminar. Empecé a hacerlo, pero no me iba a randir tan fácilmente. Di un par de pasos, saqué la daga que llevaba escondida debajo de la armadura y me abalancé sobre el lobo mas cercano. Lo tomé por sorpresa y la daga llegó a su corazón. La giré para asegurarme que el trabajo estuviese hecho y el lobo murió. Uno menos, quedan dos. Saqué la daga de su cuerpo y me volví hacia los lobos que me rodeaban. Traté de matar al más cercano, pero esta vez estaban preparados. Uno me tumbó por detras haciendome caer sobre mis rodillas mientras el otro me modría la muñeca, obligandome a soltar la daga con un llanto de dolor. Maugrim la pateó a un lado y se burló de mi.
"Vendrás con nosotros, humana. La Reina estará muy feliz de verte," me dijo en tono burlón antes de ordenarme que me pusiese de pie.
Habíamos estado caminando durante horas, cuanto más caminábamos, más frío hacía. El sol se pondría en algunas horas y luego el frío será insoportable. Miro mi muñeca, dejó de sangrar desde hace un tiempo, la herida no era demasiado profunda y con el tiempo se recuperaría. Con algo suerte, viviría lo suficiente.
Nos estabamos acercando al borde del bosque donde estaban reunidos unos Narnianos en un claro, allí donde solo se encuentra un pequeño cerezo congelado.
Miro a mi alrededor confundida e irritada. "¿Dónde estamos? Pensé que me llevabas a la bruja", le digo a Maugrim.
"Estamos ansiosos ahora, eh?" Maugrim me dice con una sonrisa petulante. Ugh, ni quien lo aguante. "No te preocupes niña, nos encontrará aquí pronto" Me indica que siga caminando.
A medida que nos acercamos, puedo ver con mayor claridad quiénes están reunidos allí. En el lado izquierdo del árbol, hay dos driadas, cuatro faunos, siete enanos rojos y un par de centauros, todos atados y sentados frente al árbol; me miran con tristeza mientras los lobos me conducen hacia ellos. Deben ser los buenos. Del otro lado, hay un grupo mucho más grande reunido, hay minotauros, enanos negros, duendes y todo tipo de criaturas de aspecto grotesco que me lanzan miradas desagradables, lo que significa que deben ser los seguidores de la bruja.
"Quédate aquí humana", me dice Maugrim cuando llegamos al árbol. "Y que no se te ocurran ideas, en caso de que no te hayas dado cuenta, estás rodeada," Él y su sonrisa estúpida se alejan con lo que queda de su manada.
Me siento junto a algunos narnianos asustados y, una vez que los lobos están fuera del alcance del oído, me vuelvo hacia ellos y les pregunto si saben por qué estamos aquí y no muertos.
"¡Ella también te atrapó! Oh no. ¿Qué haremos ahora?" Una driada dice mientras se vuelve a sus amigos.
"No queda nada por hacer. ¿No lo sientes? Ella se está acercando" Un enano dice temblando y mirando a su alrededor.
"¿La bruja?" Les pregunto.
"Si." El enano dice sombríamente.
"Ella viene a matarnos", agrega la otra driada tristemente.
"O peor. ¡A convertirnos en estatuas!" Un joven sátiro asustado agrega.
"Entonces debemos luchar", les digo a todos. "No podemos simplemente sentarnos aquí y esperar a morir. Debe haber algo que podamos hacer"
"Es demasiado tarde, mira", dice un centauro detrás de nosotros.
"Ella ya está aquí", agrega otro centauro mirando hacia el frente.
La temperatura baja. El viento sopla más frío. Escucho algunas campanas en la distancia y todos comienzan a ponerse nerviosos. Un trineo, tirado por hermosos ciervos blancos, se acerca rápidamente. La bruja ha llegado.
"¡Levántate ustedes! ¡Muestra un poco de respeto a tu Reina!" Maugrim nos ladra.
"Bueno, si vamos a morir, al menos podríamos tratar de llevarnos a la bruja con nosotros" les digo mientras saco una daga que había estado escondiendo de los lobos dentro de mi bota, esperando un momento oportuno, y me levanto.
El trineo se detiene a unos metros de nosotros y todos se callan cuando la bruja blanca se baja del trineo. Un enano también se baja y rompe el silencio
"¡Jadis, reina de Narnia, emperatriz de las islas solitarias!" él anuncia.
Ella se baja de su trineo y se acerca lentamente, mirándonos de pies a cabeza con un aire de superioridad.
"¿Y tu eres...?" la bruja pregunta señalándome con su varita.
"La princesa Imira de Datram", le digo orgullozamente, dando un paso adelante "Habeis cometido una grave ofensa al tomarme como prisionera. Dejadme ir a mí y a mis amigos y Datram no tomará medidas contra ti".
"Los humanos", dice la bruja tranquilamente, "están prohibidos en Narnia. Si alguien ha cometido un delito aquí, eres tú, al invadir mi reino. Si alguien tiene derecho a actuar aquí, soy yo. Tú sabes muy bien lo que dicen los acuerdos, princesa. Los seres humanos están prohibidos en Narnia. Y acerca de tus amigos aquí, todos son delincuentes. Saben bien lo que han hecho y lo pagarán,"
"Si alguien ha invadido Narnia, eres tú. No eres una reina, no eres más que una usurpadora,"
La ira se vuelve visible en sus ojos.
"Tú, no tienes derecho a estar aquí. Cada segundo que respiras, lo haces porque yo te lo permito. ¡No toleraré la falta de respeto de nadie! Especialmente de una Datramita," dice mirandome con desprecio. "¡Que esto sea un ejemplo para TODOS! Nadie rompe mis reglas y se sale con la suya. ¡Nadie!" ella mira a la multitud, la mitad de ellos gritan de terror y la otra la animan.
"Capitán", la bruja gira a la derecha hacia un minotauro que trae puesta una armadura pesada, "traiga el bloque de ejecución" Ella dice con una sonrisa malévola, haciendo que sus seguidores griten de emoción.
"Sí, mi reina", asiente el minotauro.
"La única forma en la que regresarás a Datram, será con la cabeza al final de una lanza". La bruja me dice con su sonrisita antes de darme la espalda.
Ash! Está muy lejos. Si quiero matarla, necesito que se acerque.
"Muy cobarde para ensuciarte las manos," Le digo, logrado que vuelva a ponerme atención.
Se da la vuelta para mirarme y da un par de pasos más cerca. "Ha! No tendrías una oportunidad contra mí, niña", me dice con desdén.
"¿Ah si? Pues a mi me parece que lo que dicen en Datram es cierto, no eres más que una usurpadora, escondida detrás de su castillo. Pura palabrería y nada de acción. Ni siquiera eres capaz de matarnos tu misma, perra", le digo, escupiendo a sus pies.
"Parece que tienes un deseo de muerte, princesa, y, ¿que crees? hoy estoy de humor para conceder deseos". Dice con malicia en su voz.
Se voltea hacia mi con su cuchillo, lista para matarme, pero la esquivo. Todos retroceden. A ella se le nota molesta, pero divertida.
"Ustedes los Datramitas si que son engreidos. La muerte es demasiado buena para tí, creo que mejor te convertiré en una de mis estatuas," me dice, apuntando hacia mi corazón con su varita y presumiendo ante sus seguidores.
Perfecto, esta es mi oportunidad. Tiene que hacer de esto un espectáculo y, mientras se distrae con los alarídos de sus seguidores, aprovecho la oportunidad para sacar mi daga.
Me lanzo hacia ella, daga en la mano, e intento llegar a su corazón, pero para mi consternación,sus reflejos son rápidos y veo como la varita de la bruja me alcanza antes de que mi daga llegue a ella.
La varita me toca y de repente no puedo moverme. Demasiado tarde me doy cuenta de que ya formaba parte de su espectáculo y jugué directamente hacia sus manos. Ella quería que la atacara para poder convertirme en piedra. Y así, con mi brazo todavía tratando de alcanzarla, todo se vuelve negro y dejo de respirar. Lo último que veo es su cara malvada sonriéndome.
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