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Capítulo 1

❝ Accidente ❞

Cursiva —> pensamientos.


—En total serían 53 yenes.— dijo la señorita detrás del mostrado, con una radiante sonrisa.— Wow, no creí que en este trabajo encontraría chicos tan guapos.

Todoroki hizo una mueca disgustado ante la atenta mirada de la chica frente a él. Pensó en lo desafortunado que había sido al encontrar su refrigerador vacío, precisamente a la hora de almuerzo -o bueno, almuerzo/cena- cuando moría de hambre. Solo por eso había tenido que ir a comprar al mini market.

La muchacha, sonriente, extendió su mano con varias monedas plateadas y algunos billetes.

— Aquí está su cambio, joven.

—Sí...

Todoroki quiso recibir el dinero normalmente, como haría cualquier persona y posteriormente retirarse del local; sin embargo, todo se fue al diablo cuando sus manos rozaron con las de la chica.

Apenas sintió el frío y áspero tacto se sobresaltó, aventando por inercia el dinero que estaba recibiendo.

—¡No me toques!

La señorita lo miraba entre asustada, ofendida y confundida. Rápidamente, recolectó el vuelto que había caído en el mostrador, sujetó la bolsa de comida que había comprado y se disculpó, para luego salir rápidamente.

Cerró la puerta del local tras él mientras veía fijamente y con total disgusto la mano con la que había hecho contacto con aquella muchacha.

La imagen de un hombre aparentemente sucio, con la piel agrietada y una sonrisa escalofriante vino a su mente...

¿Era un leproso? Probablemente.

Este se arrastró hacia a él, agarrándolo con sus asquerosas y cuarteadas manos.

Intento disipar sus pensamiento y respiro hondo, nada de eso era real.

Volvió en sí cuando una gota de agua cayó en su nariz, luego otra en su mejilla y por último, varias al rededor de diversas zonas de su rostro. No había notado el momento en el que el cielo se había nublado.

—Maldición, no traje un paraguas.

Al otro lado de la calle divisó una tienda, aparentemente en ella vendían telas. Cruzó corriendo, pensando en que sería buena idea refugiarse ahí antes de que se mojase más.

Mientras tanto, dentro de este mismo local había un joven con varias pecas repartidas al rededor de sus mejillas leyendo una revista de peluches de una marca bastante reconocida en los alrededores.

"Esto... esto es...¡Un oso de felpa con un impermeable, es demasiado lindo!"—. Pensó, poniendo un rostro bastante dramático.— "¡Al verlo, puedo sentir como si estuviera lloviendo!"

Comenzó a imaginarse escenas -bastante infantiles- acerca de él saltando junto al pequeño osito de felpa bajo la lluvia, cantando alguna que otra canción de cuna y bailando al ritmo de esta.

Volvió en sí cuando escuchó el golpeteo de las gotas de lluvia contra la ventana de vidrio del local. Suspiró, dándose cuenta de que en realidad sí estaba lloviendo.

—¡Un momento, dejé la ropa tendida afuera!

Corrió a toda prisa hacia la entrada de la tienda, abriendo la puerta de golpe y sin darse cuenta de que había alguien detrás de esta, que tenía intenciones de entrar.

Después del estruendoso golpe, la persona se resbaló y cayó al suelo, llevándose consigo las bolsas de papel que estaba sujetando, de las cuales salieron volando algunos bocadillo, frutas y pollo. También dinero, ahora los billetes estaban mojados en el suelo por la fuerte lluvia y habían varias monedas esparcidas al rededor.

—¡D-de verdad lo siento!— gritó Midoriya, acercándose al bicolor con intención de ayudarlo a levantarse.—¿Estás bien?

—Algo...— respondió Todoroki, con el ceño fruncido y la vista posada en la mano del chico, que se encontraba sujetando la suya.—¿Puedes dejar de tocarme?

El peliverde lo miraba con sorpresa, sin saber que responder exactamente. Alguien normal aceptaría su ayuda sin objeción alguna.

"¿Por qué no se siente asqueroso como las manos de la chica del minimarket?"— se preguntó a sí mismo, entrando en conflicto interno.

Por alguna razón, el tacto de ese chico no le causaba repulsión alguna.

—Te ayudaré a levantarte,no digas que no te toque, eso es tonto.

—¿Qué dijiste?— enfadado, Todoroki se levantó del suelo por sí mismo, pero hizo una mueca al sentir un agudo dolor en la muñeca. Midoriya pareció notarlo.— Tu eres el tonto, por tu culpa caí al suelo y se estropeó toda mi comida. Y te dije que me soltaras.

—¡B-Bueno...!

—Además, eres hombre y llevas un delantal rosa.

—¡A mi me gusta, déjame ser!— exclamó el pecoso, ahora era él quien estaba enfadado.—¡Cómo sea, vamos al hospital!

————————

Estaban en consultorio. Midoriya veía atentamente cómo brillaba la gran frente del doctor que estaba sentado delante de ellos dos.

Mientras tanto, Todoroki se sentía incómodo por la insistente mirada de una de las enfermeras que se asomaba por el marco de la puerta. No sólo era hacia él, si no que también al chico pecoso que parecía no darse cuenta.

—Así que... te caíste por el agua.— habló el médico, rompiendo el tenso silencio que se había formado.— ¿Estás herido? No creo que seas tan tonto como para...

—Me torcí la muñeca.— interrumpió con voz grave, notoriamente disgustado al ser llamado tonto.

Midoriya miró la muñeca del chico, estaba roja e inflamada, luego volteó su mirada nuevamente hacia la frente del doctor.

Otra enfermera, bajita y bastante anciana llegó, y le pidió a Todoroki que se fuera con ella.

—Bueno, no es algo tan serio. Probablemente te recuperes en dos meses.

—Eso es serio...— susurró el peliverde.

—Acabo de decir que no es serio.—El médico le pasó a Midoriya la receta y el descanso médico que estaba haciendo para el chico.— Durante estos meses recuerda cambiar sus vendajes y darle su medicina.

—A-ah, pero yo...

—¡Chico, por qué te alejas, te ayudaré a vendarlo!

El doctor y Midoriya voltearon a mirar cómo Todoroki luchaba contra la enfermera para evitar que esta lo tocara. Todo un espectáculo.

—Chico... ¡Sé bueno y coopera!— exclamó tomándolo por uno de sus brazos.

—¡No me toque!

—¿¡Estás loco, cómo te ayudaré sin tocarte!?—. La enfermera, claramente desesperada y molesta, volteó su mirada hacia el hombre de lentes.— ¡Doctor, no se quede ahí, ayúdeme!

—¿Y-Yo?

El hombre se levantó titubeante y se acercó a ambas personas, sintiéndose inseguro.

—¡Rápido, sujételo!

—¡No, dije que no me toquen!

Midoriya los miraba atónito.

Lentamente se levantó de su asiento y se acercó, mientras soltaba un suspiro.

"¡Qué desagradable!"— pensó Todoroki mirando a la enfermera con desagrado intentando soltarse de su agarre.

Se sorprendió al sentir como alguien rodeaba su pecho con un brazo, mientras que con la otra mano sujetaba su hombro.

—¡Tu muñeca está hinchada, tiene que vendarse!— exclamó Midoriya con preocupación.

"¿Qué? S-Su respiración en mi oído, su mano en mi hombro..."—. Se había quedado estático.—"Es igual que antes... ¿por qué no se siente mal? Sentí feo cuando la enfermera me tocó...".

—¡Gracias por tu ayuda, chico!

—N-no hay de qué...

Cuando se dio cuenta, su mano ya estaba vendada. La enfermera estaba mirando sonriente al chico pecoso, mientras este ponía una mano en su nuca notoriamente apenado por los halagos de la mujer.

—¡T-Todoroki Shōtō!—. El grito de un chico peliazul con lentes sacó de lugar a los cuatro presentes en el consultorio.—¡Todoroki!

Nuevamente enfadada, la enfermera camino hacia el escandaloso muchacho que movía sus brazos de una forma algo extraña y exagerada a los ojos del peliverde.

—¡Silencio, hay enfermos adentro!

—¡Lo siento, lo siento, lo siento!

El de lentes se acercó rápidamente a Todoroki, pero esta vez en silencio. Este levantó la mirada hacia a él y se limitó a decir un simple "hola".

—¡Te llamé por la mañana y me dijeron que estabas en el hospital!¿Qué te pasó?

Volvió a recibir un "shh".

El bicolor levantó su mano sin decir nada, mostrando su muñeca vendada.

—¿Te lastimaste tu mano derecha?—. Parecía al borde del colapso.—¿Ahora cómo harás el trabajo?

El chico se limitó a levantar los hombros.

—Estaré así por dos meses.

Al ver el rostro desesperado del peliazul y oír ese "¿Ahora cómo harás tu trabajo?", Midoriya se sintió terriblemente culpable.

—¡Lo siento mucho!— exclamó haciendo una reverencia, llamando la atención de ambos chicos. La enfermera se limitó a suspirar.— Mi nombre es Midoriya Izuku y fui el culpable de esto... ¡Haré lo que sea para compensarlo!

—Ah... yo soy Iida Tenya, pareces ser un buen chico, pero no te preocupes, fue un accidente.— dijo el de lentes.

—¡En serio quiero disculparme!

—En ese caso...— habló Todoroki.— Además de los gastos, tendrás que pagar por el tiempo perdido.

— Yo... lo intentaré.— eso le había dolido, pero de alguna forma u otra ya se lo esperaba.

Iida pareció teclear algunas cosas en su teléfono. Cuando terminó, lo volteó para que el pecoso pudiera ver los números en pantalla.

—Esta es la cuenta.

—Eh...—. Midoriya posó su vista sobre el número que se mostraba.— Espera, déjame contar los ceros...

"Tres, cuatro, cinco...
¡imposible!"

—¡Esa es una cantidad exageradamente grande, nunca podré pagar todo eso!— exclamó, haciendo que Iida se sobresaltara por el susto. Izuku había comenzado a temblar mientras tomaba sus mejillas con sus manos.— ...¿T-tendré que casarme con un viejito millonario?

Eso lo había murmurado más para sí mismo, pero Tenya lo había escuchado. En un intento de calmarlo, puso su mano en el hombro del muchacho, que parecía estar a punto de desmayarse.

—No lo harás. Bueno... Todoroki no vale tanto...

—...

El consultorio había quedado en un sepulcral silencio. El médico y la enfermera se habían quedados absortos a la conversación, aunque también pensaban en que deberían sacarlos de ahí para atender a más pacientes.

Estuvieron a punto de hacerlo, hasta que la voz de Todoroki volvió a hacerse presente.

—Si no tienes dinero, tengo una idea de cómo puedes pagarlo...—. Notó como Midoriya levantaba la mirada rápidamente hacia él, lleno de determinación.— Tú... cuidarás de mi durante estos dos meses. Serás como mi niñero.

¿¡Ah!?

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