𝒮𝓊𝑒ñ𝑜 𝓎 𝓃𝓊𝑒𝓋𝑜 𝒶𝒸𝓉𝓊𝒶𝓇
Adrien
Me encontraba en un lugar que jamás había visto había flores por doquier, y un ambiente lleno de paz, a lo lejos un riachuelo hacia notar su presencia con el correr de su cristalina agua.
− Mira mojaste mi vestido− Alguien rió.
Dirigí mi vista hacia el riachuelo allí había dos personas una chica y un chico, ambos portaban una capucha que hacían que me fuera imposible ver sus rostros, luego de bromear por salpicarse uno al otro con agua, se miraron profundamente por un momento el chico tomo su mano depositando en ella una flor...pero no cualquier flor...
Le había dado un Lirio, un Lirio blanco.
Ella gustosa acepto la flor y la acerco a su rostro dentro de la capucha, luego se acercaron y se dieron un profundo beso, se amaban de eso no había duda, y como si yo no estuviera hay siguieron besándose ajenos al mundo, como si nadie pudiera encontrarlos en algo tan íntimo como eso.
Toc.. Toc
Ignore el repentino sonido y los seguí viendo.
− No tienes miedo de que nos descubran. − dijo la chica.
− Supongo que vale la pena si es junto a ti.−
Toc...Toc..
Toc...Toc...
El sonido se hizo cada vez mas real, el paisaje se esfumo y me desperté en mi cuarto.
Toc.. Toc
− Joder ya estoy despierto.!− Grite.
Una temblorosa voz detrás de la puerta contesto a mi grito. – Dis...culpe ...Señor, pe...ro su padre lo necesita aba...jo para empezar con los preparativos de su coronación...−
Era ella.... El ángel que ahora me pertenecía
Ese pensamiento era tan tentador.
¿Como se sentiría si me dejara llevar por mis impulsos?
Se perfectamente que ningún hombre podría resistirse ante tener a semejante mujer sirviéndole... sin embargo ya tengo demasiadas asi que otra no hace diferencia.
− Dile que bajo de inmediato. –
− Esta bien.−
Y sus delicados pasos fueron a parar a su habitación.
[•••]
−Buenos días padre. − hice mi acostumbrada reverencia.
Los demás sirvientes también me rindieron respeto ante mi llegada, rápidamente recorrí el salón con mis ojos tratando de buscarla, no estaba allí... a lo mejor esta en la cocina.
− Buen día Adrien toma asiento. –
Obedecí a mi padre, mientras empezaba el desayuno, la mesa como siempre adornada de forma elegante con copas de oro, y cubertería de plata... y a pesar de eso no estaba feliz...
Tome una copa de vino recién servida mientras intentaba relajarme
Algo rozo mi hombro haciendo que la copa casi se me cayera de las manos.
− Ten cuidado idiota! – Grité.
Todos dirigieron su mirada hacia mi y hacia la desdichada persona que cometió el error.
Voltee mi mirada y joder... hay estaba la pobre azabache que en cualquier momento parecía que iba a explotar su rostro estaba rojo de vergüenza y apretaba sus labios en un intento por no llorar.
Ignoro mi insulto y deposito un plato de comida en la mesa, dio una reverencia mientras escuche su estomago rugir, y luego se fue a su cuarto.
Todos volvieron a sus puestos, mi padre me miro esperando que hiciera algo por su error cometido. – Y bien que esperas. − me dijo.
− Para qué? − pregunte.
Me fulminó con la mirada y caí en cuenta de que me decía, pero, ni siquiera me sentía capaz de hacer algo, ¿por qué?
[•••]
Toque la puerta, impaciente el desayuno había terminado y ni siquiera había vuelto para servir el postre... se metería en serios problemas con mi padre...
Marinette
Me encontraba en mi cama, mi estomago rugía de hambre no se me permitió tomar bocado hasta que el rey y su hijo hubieran comido primero, pero por mi torpeza ni siquiera puede presentarme para el postre, apuesto a que me humillarían por ser tan torpe.
Alguien toco impacientemente rápidamente me incorpore.
− Adelante. − dije.
La puerta se abrió y para mi sorpresa estaba ¿el príncipe?
Mi corazón empezó a latir, ¿qué tal si me pegaban como esas historias que había escuchado?
− No, fuiste a servirme el postre ¿por qué? –
Mi rostro se torno rojo nuevamente recordando el incidente de la mañana, mire hacia otro lado intentando aguantar mis ganas de llorar, el al parecer lo noto porque se sentó a mi lado.
Me tense y me aleje un poco, de su mano saco algo envuelto en un pedazo de tela, sin decir nada me lo extendió.
− Yo...− empecé sin saber que decir.
El negó.
− Solo tómalo si?, ah y por cierto que esto no salga de esta habitación entendido? −
Asentí y sin decir nada se marchó.
Tome lo que me había dado y era ¿pan?...
¿Pero porque me lo daba?
¿No se suponía que yo solo estaba para sus deseos carnales?
Ignorando todo procedí a ingerir el pan que me había traído.
Sintiendo como mis mejillas se volvían rojas y mi corazón se aceleraba...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top