nueve.

IX:
NUEVA ESCUELA,
NUEVA VIDA.


VENUS PASÓ TODO EL CAMINO A CASA pensando en lo que podía contener la dichosa carta. Con todo lo que le había pasado en las últimas horas no había podido leerla, ni siquiera la había abierto, solo sabía que era de parte de alguno de sus padres.

Luego de atravesar todos los ministerios correspondientes y un par de red flu, ya por fin estaba de vuelta en Inglaterra y de vuelta en la casa Black Rosier. Venus solo quería tirarse en la cama a llorar, solo llevaba un día de vacaciones y ya extrañaba a Viktor, Anton, Dimitriv y Barbara, serán meses difíciles sin ellos.

—Estoy cansada, subiré a mi habitación—dijo a sus padres y hermano apenas entraron a la casa.

—Pero no has visto tu...—habló Polux.

—Lo haré luego, enserio estoy cansada—lo interrumpió con sequedad.

—Cuando se te pase lo amargada, vas a mi habitación y la ves—dijo el menor con algo de seriedad por como su hermana le había hablado.

—Deja que tu hermana descanse, acaba de llegar de un largo viaje, se lo mostrarás en cualquier otro momento—la defendió su abuelo.

—Está bien, suban y más tarde los llamara para comer—les respondió su abuela.

La pelinegra subió lo más rápido que pudo, no quería ni que su hermano pequeño le hiciera preguntas sobre su año ni nada, aunque sabía que en la cena sería inevitable al menos tendría tiempo a solas para planear unas buenas historias que no incluyan a cierto rubio en el que no quería ni pensar.

El elfo doméstico ya había dejado su baúl junto a su cama, por lo que lo único que hizo fue subirlo a un taburete que estaba al pie de su cama. Solo necesitaba sacar una cosa.

La carta de Azkaban.

Lo abrió y ahí estaba, junto a una caja que probablemente en unos días convertiría en cenizas, pero ahora atención a lo importante. Tomó la carta entre sus manos y la analizo, estaba intacta, ¿Cómo era posible que había ignorado una carta de sus padres por un chico estúpido?, pensó.

Ella nunca había hecho eso, desde que tiene memoria había dejado de hacer lo que fuera si una carta de sus padres llegaba a sus manos. Cada vez que recibía una carta la leía mentalmente con atención intentando no olvidarse de cómo sonaba la voz de su madre, le dolía cuando Pólux sufría por no recordarlo, pero es que él tenía apenas un año y medio cuando todo pasó.

Recordar todos los momentos que se había perdido junto a su madre la llenaba de triste, eso junto a su reciente corazón roto no ayudaba para nada a su estado de ánimo, sin preguntar lágrimas rebeldes empezaron a caer por sus mejillas, aún rozaba el sello de Azkaban con las yemas de sus dedos, hasta que de ella salió un sollozo.

Se limpió las lágrimas y la abrió lo más rápido que pudo. Palabras de su madre eran tal vez lo que necesitaba en ese momento.

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Mi querida Venus,

En estos días te he pensado tanto que duele, sé lo bien que te ha ido en Durmstrang y estoy orgullosa por eso, pero sabes que jamás fue lo que quise para ti y tampoco es lo que quiero para tu hermano.

El insolente de tu padre ha hecho cosas sin mi autorización y hoy, dos años después es que he podido arreglarlo todo, todo estará bien y ustedes irán al lugar donde pertenecen, al mismo que yo pertenecí.

Irán a Hogwarts.

Supongo que ya has hecho amigos y una vida en esa escuela, pero no puedo permitir que tu no seas una gran Slytherin como tu madre, lo hemos arreglado, por eso tu hermano no recibió una carta de Durmstrang.

Despídete bien de tus amigos, aunque aún tienes tiempo para disfrutar de ellos a pesar de la distancia. Espero estés feliz con la decisión, pero si te quieres quedar ahí háblalo con tus abuelos.

Y siempre recuerda que te amo, los amo. Son míos solo míos para siempre y por siempre.

Tu madre, Bellatrix Lestrange.

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Venus cayó sobre su cama de la impresión. Su boca estaba abierta en una perfecta "o", simplemente no podía creer lo que estaba leyendo, es que ¿Cuándo había pasado todo esto?

Ya entendía la emoción de su hermano y sus abuelos, nunca nadie quiso esa ida a Durmstrang y ahora recibían la noticia de que ella podría ir a Hogwarts, aún tiene la opción de pensarlo.

Pero Venus no necesitaba pensarlo.

Pudo haber sido un impulso, una decisión de la qué tal vez se arrepentiría, aún así por su cabeza solo pasaba una cosa: No volvería a ver a Atanas.

Extrañaría a sus amigos, sí. Pero como su madre había dicho, podía seguir la amistad sin tener que estar tan cerca, aún así no entendía la parte de "aún tienes tiempo", claro que tenía tiempo, tenía trece malditos años y toda la escuela por delante.

Ni que se viniera una catástrofe, pensó.

Apenas leyó la carta como por décima vez corrió a la habitación de su hermano, eso de lo que le hablaba seguramente era la carta de Hogwarts. Tocó la puerta rápidamente, necesitaba ver con sus propios ojos que había sido aceptada en la escuela británica.

Toc, toc.

—¿Abuela?—escuchó la voz de su hermano al otro lado de la puerta azul turquí que tenía unas "P.A" indicando que era el cuarto del menor.

—No Arct, soy yo Drella—respondió con cautela, ella sabía que le había hablado mal cuando llegaron.

—No estoy—respondió seco.

—Oh vamos Arcturus, ¿no estás enojado conmigo verdad?—dijo con una voz un poco más aguda ya pesar de que su hermano no la veía hizo un puchero.

—No lo sé, ¿debería?—preguntaron desde dentro.

—Está bien...siento por ignorarte cuando llegamos—respondió Venus rodando los ojos, conocía las tácticas de Pólux.

—Pensaba que te emocionaba como a mí—dijo desganado.

—Te juro que si me emociona, es que...—Venus dudó sobre si contarle a su hermano 2 años menor sobre sus problemas amorosos—. Es que pasó algo antes de salir de vacaciones y...no estaba de humor.

—¿Me contarás?

—¿Si lo hago me abrirás la puerta?

—Tal vez.

—Está bien, ábreme—le dijo y a los pocos segundos un pequeño ojigris se apareció abriendo la puerta.

La mayor entró al cuarto de su hermano, era muy parecido al de ella pero tan diferente al mismo tiempo. Estaba claro que el color favorito de su hermano era el azul, pues la única pared de la habitación que no era blanca, era de ese color.

Además su mantita de bebé estaba puesta sobre la cama, exacto también era azul.

Venus se echó sobre la cama de su hermano mientras él empezó a buscar algo entre sus cosas, la pelinegra supuso que él creyó a que venía.

—Supongo que vienes por esto, ¿cierto?—habló Pólux mostrándole a su hermana un sobre, ella asintió con la cabeza—. Llegaron poco después de mi cumpleaños.

—Quiero verla—dijo estirando el brazo para que su hermano le pasara la carta, cuando la tuvo entre sus manos pasó las yemas de sus dedos sobre el escudo del sello, era el escudo de Hogwarts—. Aún no puedo creerlo, pensé que terminaría mis estudios en Durmstrang.

"SRTA. V LESTRANGE

Tercer piso. Primera puerta púrpura oscura.
Casa Black-Rosier.
No 14 de Roseland Place.
Islington Town.
LONDRES."

Venus se sorprendió por la exactitud de la carta. ¡Hasta el color de su puerta sabían! Apenas había visto el sobre y ya estaba sorprendida, en parte eso aumentaba su emoción por ir a la escuela. Ya saben, que sea más por verdadera emoción que por no ver a...ese.

Quería imaginarse Hogwarts, antes del declamo de su padre ella a veces había hablado con sus abuelos y tíos al respecto, en su momento soñaba con ir ahí y ahora -tal vez un poco tarde- ese anhelo se estaba cumpliendo.

—Y yo pensé que estudiaría ahí, pero cuando no llegó ninguna carta me preocupé, tal vez yo era un squib—mencionó Pólux sacándola de sus pensamientos.

—¿Bromeas? ¿Acaso no te acuerdas cuando en tu cumpleaños número 7 hiciste flotar el pastel porque yo le había metido el dedo al glaseado?—recordó Venus con una sonrisa de pensar en esos momentos con su hermano.

—¡Tú tenías tu propio pastel y te comiste mi glaseado!—se quejó el menor negando con la cabeza—. Fue injusto, merecías que tu pastel flotara.

—Son cosas que vienen con celebrar los cumpleaños juntos—respondió riendo y guiñando un ojo ante la reacción de su hermanito—. Bueno, ahora sí veamos esto.

—Léela, léela—dijo Pólux con emoción—. Cuando llegó la mía no podía creerlo, me la pasé saltando todo el día.

—Esto es extraño, digo...tengo trece años y llegaré a una escuela nueva, me siento como si tuviera once de nuevo—dijo mientras abría el sobre.

—Es curioso, serás como "la intercambiada"—mencionó su hermano haciendo comillas con los dedos—. Deberás ponerte al corriente.

—Si Dumbledore cree que tengo el conocimiento suficiente para entrar a tercero, yo le creo a él—dijo mientras abría el sobre y sacaba su contenido dándose cuenta que eran dos cartas, miró con curiosidad, cosa que su hermano notó.

—Ah sí, son dos cartas—dijo Pólux señalando con su dedo ambos pergaminos—. Una es la carta de admisión y la otra la lista de útiles.

—Eso significa que tendremos que ir al callejón diagon—exclamó con felicidad, cuando fue para su primer año de escuela no quiso disfrutar del lugar.

—¡Así es! ¡Iré por mi varita y hasta una escoba!—decía el menor con emoción mientras daba saltos sobre su cama.

Venus tomó la carta que suponía era la de admisión entre sus manos. Suspiró. Aún no se creía todo lo que estaba pasando y claramente esa era la prueba.

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COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA
Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.

Querida señorita Venus,

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.

Las clases comienzan el 1 de Septiembre. Estaremos esperando su lechuza a más tardar el 31 de Julio.

Muy cordialmente,
Minerva McGonagall
Subdirectora

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Era cierto, eso estaba ocurriendo. La carta que había esperado hace tres años estaba en sus manos, decía su nombre y no iba dirigida a otra persona distinta que ella. Venus tenía demasiados sentimientos encontrados, apenas y procesaba todo lo que estaba pasando.

Primero su padre hace que la envíen a una escuela...complicada a la que no quería ir pues soñaba con Hogwarts, luego cuando por fin cree que todo está bien ahí el chico que creyó sería algo importante para ella le rompe el corazón y ahora, ahora estaba a punto de ir al lugar que siempre soñó.

Pero no podía dejar de pensar en sus amigos. Era cierto que no quería volver a ver a Atanas, pero ¿qué sería de Dimitriv, Bárbara y Viktor?

Sin duda los extrañaría mucho, pero no sólo era su sueño. También el de su madre y el de su hermano. Y si algo le había enseñado toda su vida era que...

La familia va antes de cualquier cosa.

Incluyendo esto, suspiró y lo leyó una vez más. Una parte de ella no creía lo que veía y la otra tenía una mezcla de euforia y nostalgia.

Quería saltar junto a su hermano en esa cama, pero también quería llorar. ¿Qué me pasa? Nunca me había sentido así, pensó.

Optó por la primera opción, no quería que su hermano supiera lo mal que estaba, ella era la mayor y en medio de una vida complicada ella debía estar bien.

Debía estar bien por los dos.

—¡Iremos a Hogwarts! ¡Iremos a Hogwarts!—celebraba Pólux mientras saltaba en la cama pero de repente paró, recordó que su hermana tenía la opción de decir que no—. Espera...tú aún puedes decir que no.

—¿Por qué crees que diría que no?—le preguntó a su hermanito.

—No sé, por Bárbara tal vez, es muy bonita—respondió con los cachetes como dos tomates, Pólux tenía una especie de "crush" con la mejor amiga de su hermana—. Por todos tus amigos, como Dimitriv y ese que decías que eran muy cercanos, ¿Cómo se llamaba?

—¿Viktor?—quiso confirmar, pero su hermano negó con la cabeza.

—Ese no, otro...—dijo mientras se daba golpecitos en la cabeza como si eso lo ayudará a recordar.

—¿Anton?—volvió a preguntar y se extrañó cuando su hermano negó con la cabeza. ¡Pero si no tengo más amigos!, pensó.

—¡Atanas!—exclamó y Venus quedó fría, ya recuerda que le dijo a su hermano que el rubio que le daba flores en la estación era un «muy buen amigo»—. Ese sí, el que te daba regalos en la estación.

—Ah...ese, pues ya no somos tan amigos—dijo y su hermano inclinó la cabeza hacia un lado—. Cuando tengas edad para entenderlo, te lo contaré.

—Está bien, pensé que decías que los amigos son para siempre—respondió el menor.

—Y lo son, los verdaderos pues—dijo Venus sentándose en la cama y su hermano hizo lo mismo —. Cuando entres a la escuela te encontrarás con personas maravillosas que querrás que estén en tu vida para siempre, ya lo verás.

—Si tu lo dices, yo confío en ti Drella—contestó su hermano con sinceridad, él creería todo lo que Venus quiere decirle, ella jamás le mentiría—. Pero en serio, ¿quieres ir?. No quiero que te sientas obligada por mi.

—Claro que no me siento obligada—habló rodeando a su hermano con un brazo y despeinando su cabello con su otra mano—. Sabes que no sigo tus ordenes Arct, tu eres el menor.

—Entonces...

—Te prometo que si quiero ir a Hogwarts—dijo con sinceridad. Ella lo estaba haciendo por él, pero también por ella, en el fondo siempre había querido ir a Hogwarts, algunas veces veía las estrellas pidiéndoles que la llevaran ahí algún día, así fuera de visita.

—Entonces sí, ¡te permito que vayas y quedemos en Slytherin!—exclamó el pequeño poniéndose de nuevo en pie sobre su cama.

—Claro que nos quedaremos en Slytherin, como nuestros abuelos y nuestros padres...—empezó a decir Venus. Wow, que montón de gente con la misma sangre en la misma casa.

—Y nuestros tíos también, además Mérope y Draco también quedarán ahí seguramente—añadió el menor con una sonrisa y Venus se la regresó asintiendo con la cabeza. Amaba a sus primos y ya quería que estuvieran todos juntos en el fabuloso castillo.

—¡Venus, Pólux! ¡Ya es hora de comer!--escucharon un grito desde la planta baja de la casa. Era su abuela anunciando la cena.

—Bajemos o se enojará—dijo Venus levantándose de la cama y ayudando a su hermano a bajar de ahí.

Ambos hermanos bajaron los dos pisos necesarios hasta llegar al primero, caminaron al comedor donde la mesa ya puesta los esperaba con una gran cena, la comida flotaba sobre ellos, ya que cuando estaban solo ellos reducían la mesa a una no tan larga de cuatro puestos, justo para ellos. Era la bienvenida de Venus y Druella Black no iba a dejar que pasara desapercibido.

—Y cuéntanos Venus, ¿ya tu hermano te entrego el paquete?—le preguntó Cygnus a su nieta, mientras su esposa con movimientos varita hacia que cucharones sirvieran el puré y la carne sobre sus platos—. No te imaginas como se puso él cuando lo vio.

—¡Si lo recibí!—exclamó con alegría—. Enserio me emociona.

—Pensé que nos pedirías quedarte en Durmstrang, cariño—habló su abuela, que ahora hacía volar una jarra con jugo de calabaza para sus nietos, y una botella de vino para ella y su esposos.

—Yo también lo pensé, hasta creí que no quería ir conmigo—añadió su hermano justo antes de meterse una cucharada de puré a la boca.

—Acepto que es difícil—respondió pensando en todo, literalmente todo lo que esa decisión llevaba consigo—. Pero pienso que es una buena oportunidad, además madre siempre soñó con que estudiemos ahí como ella.

—Y en que sean honorables Slytherin como ella, claro está—dijo su abuelo para luego darle un sorbo a su copa—. Todos los Black hemos estado ahí, igual que los Rosier, los Malfoy y los Lestrange.

—Jamás estuve de acuerdo con la decisión de tu padre de que estudiaras en esa escuela tan...extraña—añadió su abuela recalcando la última palabra—, así que de verdad me alegra que hayas tomado la decisión del intercambio.

—Siempre soñé con ir ahí algún día—confesó un sonriente Venus—. Quiero a mis amigos, pero como mamá dijo en la carta a pesar de la distancia seguiremos hablando y me entusiasma cambiar de ambiente.

—Lo único que no me agrada de Hogwarts, es el estúpido amor que tiene Dumbledore por los sangre-sucia—Cygnus hablo con repulsión, era bastante purista.

—¿Estudiaré con personas de familia muggle?—preguntó un curioso Pólux, a él siempre se le había enseñado que eran malos y ahora estudiará con ellos ¡que raro!—. ¿Es que acaso ellos van a escuelas mágicas?

—Desgraciadamente si, pero gracias a Salazar ustedes quedarán en Slytherin y no tendrán que preocuparse de ese tipo de personas ahí—añadió Druella de la misma forma que su esposo, también compartía esos pensamientos.

—No entiendo, ¿a Slytherin no pueden ir o algo así?—preguntó ahora Venus, eso si le parecía extraño.

—No están permitidos, el sombrero nunca enviaría a un sangre-sucia a Slytherin por órdenes del mismo Salazar, solo pueden ir algunos mestizos—contó Cygnus a sus nietos que escuchaban todo con atención—. Así que dentro de su casa no deben preocuparse, pero por fuera no se atrevan a estar cerca a esas personas.

—Ellos no merecen la magia, no crecieron con ella y de repente la tienen, además de que solo la usan para sentirse superiores a otro muggles—siguió Druella con el tema—. Ellos se creen, nosotros somos superiores por ser sangre-pura.

—¿Entonces por ser puro son mejor que el resto?—cuestionó Pólux con los ojos brillosos, le encantaba sentir que tenía más en algo que los demás.

—Así es Pólux, y ambos deben hacérselo saber a esos intrusos todo el tiempo—les dijo su abuelo, pero el par de hermano lo sintieron casi como una orden—. Deben tratarlos como lo que son, unos sucios.

—¿No está mal que sea mala con ellos entonces?—volvió a preguntar Venus, en su mente no podía parar de pensar en lo sencillo que luce estar en Durmstrang en esos momentos. No hay casas, no sabes el estatus de la gente, hay peleas y matoneo, si, pero por otras razones.

—Para nada, con ellos y con los otros aún peores—habló Druella—. Hay magos que creen en que los sangre-sucia y los muggles están bien por crecer sin magia. Creen que está bien socializar con ellos aun siendo sangre-puras.

—¿Quiénes son?—ahora fue Pólux quien cuestionó y luego dio una mordida a su carne—. Yo creo que son algo tontos, ¿a quien no le gusta ser mejor que los demás?

—Me hago la misma pregunta hijo—respondió su abuelo dándole otro sorbo a la copa—. Esos son los traidores de sangre, algunos muy conocidos como los Weasley, deben mantenerse alejados de esas personas.

—¿Entonces hay gente que prefiere ser mal vista que mantener el status?—dijo Venus, haciendo que sus abuelos asintieran con la cabeza—. Wow, pero supongo que eso debe traer consecuencias con la comunidad mágica ¿no?

—¡Claro que sí!—exclamó Druella luego de haber tragado un poco de puré—. Ese Arthur Weasley por ejemplo tiene varios enemigos en el ministerio.

—Se ha dedicado su vida a defender a los muggles, tanto que trabaja en un departamento destinado a ellos—dijo Cygnus con desagrado—. Por eso se le paga menos que al resto, para completar, aún sabiendo que no ganará casi ni mantener a su esposa decide tener siete hijos.

—¿Siete hijos?—dijeron los hermanos al mismo tiempo, ellos se amaban pero jamás se imaginarían compartiendo la vida con cinco personas más.

—No logro entender como esa mujer pudo con tantos niños-añadió la mayor al tema—. Yo tuve tres y en un momento quise arrancarme los pelos.

—¿Tres?—preguntó Venus, ella siempre ha pensado que solo fueron su madre y su tía Narcissa.

—¿Dije tres? Oh disculpa cariño, es que a veces ayudaba a su tía Wallburga con tu tío Regulus y ya sabes, me hacía sentir que tenía tres—mintió descaradamente la Rosier, mientras su esposo le daba una mirada de "lo hiciste bien".

—¿Acaso pensaste que teníamos un tío perdido o algo así Drella?—burló Pólux a su hermana pero ellos no sabían que tan cierto podía ser. Venus rio levemente, es cierto, sería algo estúpido.

La cena siguió tranquila. Cygnus y Druella les seguían hablando de cómo debía ser su comportamiento en Hogwarts, además de cómo debían tratar a los sangre-sucia y traidores de la sangre, tenían que ser malos y crueles. Ellos no merecían la magia.

Cada palabra quedó en el cerebro de cada chico, eso sí, cada quien lo identificó a su manera.


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Venus había pasado la tarde leyendo "Orgullo y Hechizo", era su novela romántica favorita. Lo hacía solo para no pensar en él.

Cerró el libro y se levantó de la cama, camino hasta su closet -puesto que ya el elfo había organizado su baúl- y se dirigió a cierta caja de color cobre que se encontraba en el fondo. Era su caja de recuerdos con Atanas.

—Grandísimo idiota—dijo cuando al abrirla lo primero que se encontró fue una foto mágica del chico sobre su escoba de quiddicth y guiñando a la cámara—. Presumido, estúpido y patético.

Payak...¿Enserio fui tan tonta?—se cuestionó con rabia lanzando el peluche de araña contra la pared—. ¿Cómo pude creer que me qu-quería?

—¡Maldita Agatha! ¡Maldito Durmstrang!—gritó, las lágrimas salían de sus hijos mientras volvía añicos una a una de las fotos, algunas hasta se rompían solas de la magia que su estado de ánimo estaba creando—. Te odio Atanas, te odio y me alegro tanto de no volver  a verte en mi vida...

Toc, toc, toc.

—Diga—fijo Venus en voz alta mientras intentaba esconder el desorden que acaba de hacer—. Abro en un momento.

—Soy Arcturus...estoy aburrido—escuchó la voz de su hermanito al otro lado de la puerta—. ¿Puedo entrar?

—Claro que si, pasa—respondió y puso la caja de manera que pudiera cubrirla con su cuerpo—. Hermanito...que extraño que estés aburrido.

—Si no estas conmigo me aburro, si Draco o Mérope no están conmigo también me aburro—confesó el menor entrando y sentándose en el gran sillón de lectura de Venus—. Hagamos algo divertido.

—¿Cómo que?—preguntó moviéndose a la par de la mirada de su hermano para evitar que viera la caja, no quería preguntas—. ¿Ir al jardín o algo?

—No lo se, ya es de madrugada—dijo Pólux viendo el reloj de la habitación, eran casi las dos de la mañana, hasta que noto a su hermana nerviosa y ocultando algo—. ¿Qué tienes ahí?

—¿Ahí donde?—devolvió la pregunta y su hermano señaló hacia ella, se refería a lo que trae detrás y Venus lo sabía—. Yo...¿acaso estoy sucia o algo? No tengo nada.

—¡Es una caja! Sabía que tenías algo ahí—exclamó el menor cuando Venus en su nerviosismo se tropezó y dejó ver lo que escondía—. ¿Pero qué puedes esconder en una caja de un color tan feo?

—Tienes razón, es un color muy feo—dijo rindiéndose y sentándose sobre su cama con la caja sobre sus piernas, un bombillo se encendió en su cabeza—. Dijiste que querías hacer algo divertido, ¿verdad?

—Si, pero si me dices que traes ahí—insistió Pólux y su hermana derrotada le hizo una seña con la mano para que se acercara—. ¿Qué son?

—Son recuerdos, de alguien que alguna vez fue especial—dijo Venus con nostalgia y resentimiento y su hermano la miró con confusión—. A ver...cuando crezcas vas a experimentar un cariño especial por alguien.

—¿Cómo el cariño que te tengo a ti, Mérope y Draco?—preguntó inclinando su cabeza hacia la izquierda. Venus rio levemente, amaba la inocencia de su hermanito y esperaba que no se la arrebataran rápido como a ella.

—No, uno distinto, ¿ como te explico?—se acomodo mejor para quedar frente a su hermano—. Mira hay un punto donde alguien te hace sentir cosas muy extrañas, un cariño distinto al que le tienes a todas las personas que quieres y querrás estar junto a esa persona.

—¿Un cariño como el de los abuelos?

—Si algo así, pero el de ellos es mucho más grande porque fue con quien decidieron estar para toda su vida y tal vez a mi edad aun se experimente eso-explicó Venus, saco una foto—. Mira, él es Atanas y yo le tenía un cariño muy parecido al que te estoy diciendo, pero ya no.

—¿Y ese cariño se puede acabar tan rápido?—preguntó conmocionado viendo las fotos y cosas que su hermana tenían en la curiosa caja, se veía feliz y ahora le estaba diciendo que ya no siente eso. ¿A sus abuelos nunca les pasaría eso cierto?, pensó el menor.

—Ven, te lo explicaré mientras hacemos algo con esto—dijo y se levantó de la cama con la caja, se puso su bata morada oscura y amarró su cabello en una cola baja—. Vamos al jardín enano, haremos algo...distinto.

Pólux siguió a su hermana menor que con mucho cuidado bajo las escaleras de la antigua casa Black-Rosier. Iban a paso sigiloso, buscando no despertar a sus abuelos, cuando iban por el segundo piso el menor habló.

—Oye Venus, ¿nunca te has preguntado de quién es esa puerta que no tiene letras?—preguntó el pelinegro haciendo que su hermana se detuviera, miro hacia el pasillo que hacía referencia su hermano, una puerta era adornada con las letras "N. A. B" y la otra con "B. D. B", indicando que pertenecían a su madre ya su tía—. Deberían haber dos, pero esta esa.

—A veces si me lo he preguntado—confesó, la verdad es que desde pequeña le había tenido mucha curiosidad a esa puerta, más por las prohibiciones que siempre han tenido sobre ese piso de la casa—, pero sabes que no podemos casi ni estar en este piso y además debe estar cerrada con magia.

—¿Crees que los abuelos escondan algo malo ahí?—preguntó algo asustado.

—No lo creo, al menos no creo que alguien como el abuelo esconda algo malo en una puerta bonita del segundo piso de la casa—respondió alzándose de hombros—. Al menos yo no lo haría, tal vez usaría el sótano o el ático.

—A veces me asustas y me sorprendes—añadió el menor empezando a bajar al primer piso—. ¿Ves por qué queremos ser como tú?

—Y tú a veces eres tan tierno—dijo Venus apretando una de las mejillas de su hermano mientras llegaban al primer piso—. Bueno, salgamos por la cocina para hacer menos ruido. Ve abriendo la puerta mientras yo busco algo.

Los dos hermanos se dirigieron a la cocina. Pólux fue hasta la puerta para empezar a quitar los múltiples cerrojos, mientras que Venus fue hasta la despensa de su abuelo. Metió la mano hasta lo más profundo de la alacena, donde sabía que su abuelo no buscaría pues todos sus licores caros que frecuentaba tomar estaban en las primeras filas.

Se encontró con una botella de vodka de agapanto, le sorprendió pues no pensó que su abuelo alguna vez se surtiera de un licor ruso tan barato como lo era ese líquido del que vagamente recordaba su sabor. Tomó la botella y pidió a dios encontrar algo con lo que crear una chispa.

Luego de revisar en varios cajones se convenció que tendría que hacerlo como lo hacían en Durmstrang, a mano. Salió al jardín donde su hermano la esperaba de pie.

—Venus, ¿ese es un licor del abuelo? Te matará si se entera—dijo Pólux cuando vio a su hermana con la botella.

—Créeme que no se va a enterar—respondió intentando convencerse de que así sería—. Ahora ven, ayúdame a hacer una fogata, ve por ramas y yo por unas piedras.

—Está bien—poco convencido acato la orden de su hermana y volvió a donde estaban con algunas ramas secas, tenían suerte de que era verano y no llovía-. ¿Estas te sirven?

—Son perfectas—dijo tomándolas y acomodándolas, cuando estaban listas empezó a chocar un par de piedras entre sí para crear una chispa—. Mira Pólux, en Durmstrang aun estando en la escuela algunos hechizos estaban prohibidos para los estudiantes, entre esos crear fuego—empezó a contarle a su hermano—, así que tuvimos que aprender a hacerlo a lo muggle.

—¿Aprendiste a hacer algo como los asquerosos muggles? ¿Por qué no usabas magia y ya? Para algo está, ¿no?—preguntó con desagrado.

—A ver enano, cuando estés a las afueras de una escuela rodeada por montañas a menos quince grados créeme que no te importara si lo muggle es asqueroso o no—habló Venus con seriedad, siguió con las piedras hasta que lo logró y se prendió fuego—. Bueno, ahora te enseñaré que se hace con la gente en quien confiabas y luego te hace daño.

—¿Vamos a quemar al chico? ¿Pero cómo? ¿Acaso lo secuestraste?—el menor se alteró y empezó a caminar en el jardín de un lado a otro—. ¡Por eso hablaste del sótano! ¿Lo tienes ahí?

—Oye cálmate—dijo tomándolo por los hombros y sacudiéndolo—. No secuestré a nadie y no quemaremos a ninguna persona viva, ¿ok? Es solo una forma de decirlo.

—Está bien, te creo—respondió el pelinegro menor recobrando la respiración, el si lo había creído—. Entonces, ¿qué vamos a quemar?

—Recuerdos—contestó firme y sin rodeos, tomó la caja del suelo y se paró cerca al fuego—, cuando alguien en quien confiabas plenamente te hace daño de la manera más cruel debes alejarte, no te quedes ahí esperando que la gente cambie.

—El abuelo dice que la gente no cambia, ¿es por eso?—preguntó parándose junto a su hermana, la luz de la fogata se reflejaba en sus rostros y el calor del fuego resultaba bastante alentador—. Sólo te olvidas de la persona y ya.

—No y no—le dijo—. Uno, la gente sí cambia, pero no lo hará por ti sino por ellos mismos y porque decidieron cambiar, y dos, olvidarse de una persona es difícil pero puedes comenzar deshaciéndote de lo que te recuerde a él.

—Entonces, ¿me estás diciendo que para olvidarte de Atanas te pareció más práctico escabullirnos por la casa en medio de la madrugada, robarte un licor del abuelo y encender una fogata a lo muggle para quemar una caja llena de fotos, flores y peluche, todo eso más sencillo que solo botarlo a la basura?—mencionó Pólux y Venus pensó qué tal vez si había tomado el camino difícil.

—Así es más simbólico Arct, no dañes el momento—dijo dándole un manotazo a su hermano—. Ahora bien, creo que de ahora en adelante seguiré los consejos de la abuela.

—Yo planeo seguir todos los que el abuelo me dé—añadió el pequeño.

—Será lo mejor para tu corazón—mencionó Venus abrazando a su hermano con una mano, mientras con la otra echaba un poco de vodka sobre la caja, para luego echarla al fuego, haciendo que creciera un poco—. Hay personas que solo merecen volverse cenizas en la historia de nuestras vidas.

—Si estás pasando mucho tiempo con la abuela—la burló su hermano, pensando lo mucho que esas palabras parecían dichas por Druella Black—, pero tienes razón, siempre la tienes.

Los hermanos Lestrange se sentaron en el suelo a ver cómo todo se volvía cenizas, abrazados, pasando un momento de hermanos podían decir que era de las pocas veces que se sentían en completa plenitud, sin contar que estaban quemando los recuerdos del casi-algo de Venus.

—La abuela nos matará—dijo su hermano en medio de un bostezo, no quería separarse de Venus—, si nos quedamos dormidos aquí.

—Probablemente—respondió con simpleza—, pero valdrá la pena.

Venus haría todo por proteger a su hermano, y ahora ya sabía que había un dolor aún más fuerte del que debía cuidarlo y era el dolor emocional. Por lo que cuidándolo a él, decidió cuidarse a ella.

Venus ya no sería la misma tonta que era el año pasado, a ella no le harían más daño. Cuando intentó ser amable y alejarse de los consejos que su abuela le daba había salido lastimada, no pensaba pasar por ahí otra vez. Se volvería fría, purista y arrogante.

Y así es como todo cambia de la noche a la mañana, incluida Venus. Sería todo lo que ella creía que debía ser desde un principio.

Definitivamente parece que Venus ignorara lo enamoradiza que puede llegar a ser.

[]
Definitivamente quedó más largo de lo planeado, pero me encantó. Yo lo había escrito hace días y mientras lo editaba salieron mas coas y pues resultó esto.

Voy a dividir la historia por actos, así que probablemente en uno o dos capitulos termine con este primer acto, del segundo en adelante ya serán nuestros bebes en Hogwarts.

Espero les guste muuuucho. Voten, comenten y siganme.

Xoxo, Ela.
[]

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